MERCADOTECNIA EN LA RELIGIÓN
MARCA = JESÚS
Una marca es un signo distintivo de un producto o servicio en el mercado. Pueden ser marcas las palabras o combinaciones de palabras, imágenes, figuras, símbolos, gráficos, letras, cifras, formas tridimensionales (envoltorios, envases, formas del producto o su representación).
FE = Producto
Esto es lo que nos ofrecen las diferentes religiones y por lo que uno asiste o no, lo que nuestros padres, maestros, amigos o familiares nos inculcaron o invitaron para conocer nuestros orígenes de por que existimos, cual es nuestro origen y cuál es nuestro fin en esta vida, lo cual en lo personal es muy padre porque la mayoría no hemos visto, tocado o probado este “producto” = FE y lo “adquirimos”, lo aceptamos con solo sentirlo dentro de nuestra alma, porque eso es más poderoso que cualquier otra cosa, porque esto es más, que el mejor material o el más caro e incluso el mejor servicio que pudiera existir.
Oración y Hacer el bien = Precio
Es lo que hay que intercambiar para sentir realmente la FE, para practicarla y vivirla con fervor y en realidad no te desprendes de nada monetario ni tampoco material, es vivir en constante oración y hacer actos de bondad hacia los demás, en especial a los que más necesitan.
Templo = Plaza
Es el lugar donde asistimos a recibir las enseñanzas de nuestra Religión aunque no es el único lugar donde podemos instruirnos en la FE de nuestra Iglesia, porque plaza también significa el medio por el cual hacemos llegar nuestro “producto” y en la Mercadotecnia Religiosa se trasmite de igual forma, la vía en que vamos a enviar el mensaje que queremos transmitir, tomando en cuenta donde se encuentra mi público objetivo, que medios de comunicación utiliza y a que lugares les gusta asistir y así captar su atención.
Bendiciones = Promoción
Si tú pagas tu “precio” pues obtienes muchas Bendiciones, e incluso sin hacer mucho esfuerzo pero si tienes FE las puedes obtener, casi siempre que uno hace una oración o una acción de bien se le regresa doble digamos un “2×1” y eso es lo mínimo, pues en verdad se obtiene más de lo que se da, si en verdad se hace de corazón y con mucha FE logras hasta “10×1” o ¡más!, la publicidad más frecuente es la de “Boca en Boca” y en algunas religiones están utilizando otras estrategias que están funcionando muy bien, como los medios impresos, medios electrónicos, redes sociales y muchos más, las Relaciones Publicas también son muy frecuentadas sobre todo para resarcir daños que se han comedido, pero pues nadie es perfecto y es más Sabio el que reconoce sus errores o los errores que cometieron otras personas. Además las RRPP también sirven para relacionarse entre las diferentes Religiones, personas líderes de opinión y las que no creen.
Bien, por aquellos que consiente o inconscientemente están utilizando este Mix Marketing para trasmitir los mensajes de FE y dar a conocer a muchos que no sabían nada de esto.
David Coral, Presidente de BBDO España, uno de los más importantes grupos de publicidad y marketing de nuestro país que agrupa a más de 400 profesionales. "Deberíamos vender la marca Iglesia, cuya representación es el Papa. La Iglesia es la compañía, el Papa sería el CEO, el presidente", ha comentado Coral, licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autónoma de Barcelona, en la especialidad de Publicidad, y cursó el PDG en IESE. Es además fundador de la agencia de publicidad Contrapunto.
Para Coral no es una locura comparar a la Iglesia con una multinacional -siempre salvando las distancias-, pues existen elementos en común entre esta institución y las grandes empresas mundiales: "Se ha dicho muchas veces que la Iglesia es la primera multinacional que se creó:
tiene un logotipo muy identificado, tiene muchas sucursales en todo el mundo y tiene una jerarquía muy establecida. Y más que un eslogan tiene una promesa innegable que es el tema de una vida mejor en el más allá. También tiene un libro, el más leído de la Historia, la Biblia".
La fe como un don del Espíritu de Dios (1Corintios 12:9), y como un fruto producido por el mismo Espíritu en nuestras vidas (Gálatas 5:22). Esto quiere decir que la fe no es un producto de la voluntad humana, sino una orientación hacia la trascendencia que ha sido implantada por Dios en los seres humanos. El que deja que Cristo actúe en él por medio del Espíritu Santo y le salve cambiándole la vida, percibirá todos los frutos de la gratuidad y el amor, aunque pase por los caminos de la cruz. La encontrará hasta gloriosa porque los frutos del Espíritu se harán presentes. El que frivolice la actuación de Cristo en él y no permita un cambio de vida, presumirá de su libertad pero no le protegerá ninguna salvación. El precio de la gratuidad es, pues, la cruz. Una cruz ya redimida y por lo tanto gloriosa y resucitada. La cruz es el lecho del amado, decía alguien. En efecto, la gratuidad nos hacer ver a Dios misericordioso que no sólo perdona sino que ha muerto por los pecados. En su cruz han sido clavados todos nuestros delitos. Están perdonados para siempre, aun lo que no hemos cometido todavía. La factura está pagada. Ahí es donde se ama a Jesucristo, ahí es donde uno experimenta que la alegría es mucho más honda que la pena, ahí es donde se aquilatan todas las verdades, ahí es donde nos sentimos ciertos de que hemos superado la frivolidad. San Pablo, disfrutando de la cruz de su vida, dice: En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo por la cual el mundo es un crucificado para mí y yo un crucificado para el mundo! (Ga 6, 14).
Hace poco tiempo un publicista de éxito, preguntado sobre cómo extender una fe religiosa en la sociedad actual, respondía que el producto cristiano, por ejemplo, sería bastante fácil de "colocar". Por calidad en su origen y por claridad en sus componentes, es cuestión de acertar en el mensaje, decía. Todo era más complejo en el diálogo del publicista, pero lo he contado varias veces y otras tantas con interés. Porque no es cierto. No es nada fácil.
Eso lo puede decir un publicista con las mejores intenciones, pero no, no es fácil, porque Jesucristo no es un producto de marketing al uso, sino la vida de una persona y una persona concreta, Jesús, que termina no por casualidad en la cruz. Muere así porque vive así. Lo matan. Luego no es nada sencillo convertirlo en una noticia fácil para el mundo. Es verdad que su honestidad, su coherencia, su esperanza, su apertura a Dios y su compasión, su Vida, llaman y atraen, pero el camino no es de rosas. Dar con el sentido de la vida es un gozo, pero si el sentido procede de compartirlo todo con todos, y especialmente con los marginales, no es fácil ni suena moderno.
No nos vamos a engañar. Vaciarse de uno mismo para que quepan los otros y Dios en el corazón y, así, avance la fraternidad, es complicado. La conversión samaritana y desprendida de sí, no es fácil de contar y preferir. Por eso, siempre nos tentará la religión convencional. Siempre. Podemos reaccionar, ese es el poder sanador del Evangelio de Jesús y de su vida, pero cuesta. Creo que me repetiré. Es un producto "interpelante", sí, pero su entraña es la debilidad de Dios, la impotencia de Dios a los ojos humanos.
Con ese mensaje es casi imposible pensar en un río de masas católicas desvividas por el Evangelio. Sé que me fijo mucho en la Bondad compasiva de Dios, y Él también es Verdad y Belleza. Hay varios caminos para llegar y gustar de Dios, y hay diversidad de sensibilidades en nosotros. El camino de la Verdad y la Belleza puede ser más atractivo para mucha gente que el de la Bondad y la Justicia. Mi convicción es que somos evangelizados por los sencillos y pobres, como le sucedió a Jesús, y que, a su lado, nos convertimos cada uno de nuestro poder y riqueza opresivos. Pienso que a su lado es más seguro dar con la Verdad, la Belleza y la Bondad de Dios. Hay diversas sensibilidades para contar la fe pero todas cobran forma en mejorar la vida de la gente, en todas sus dimensiones, desde los más pequeños y olvidados. Sin ellos, Dios pensado, celebrado, contado y cantado, sufre, y la religión no es cristiana.
Bien -prosiguen algunos-, "pero la religión nos ha de sacar de esta crisis de valores, porque de eso se trata". Y vuelvo a reflexionar: hablamos de crisis de valores, pero damos por hecho que su falta es clara en los demás. ¿Sí? Es fácil ver que los antivalores de la cultura pragmática, economicista, individualista, inconsistente, nos rondan a todos. Y es fácil ver que los valores del humanismo evangélico y social cristiano tienen mucho que ofrecer. Pero hay que hacerlo respetando la mayoría de edad del mundo; es decir, dando razones, sin fanatismos políticos o religiosos, moralizando los medios elegidos, mirando a la igualdad a nuestro alrededor, cuidando los derechos humanos de todos, trayendo al centro las necesidades humanas más urgentes de los más necesitados, ofreciendo la novedad de la escucha, el perdón, la justicia y la trascendencia; es decir, todo aquello que nos puede hacer personas y comunidades cristianas significativas ante el mundo; alternativas por humanas y evangélicas, y no por el poder social acumulado o la capacidad de influir en los notables.
Jesús se acercó a todos con amor, algunas veces con mucha exigencia, pero siempre que ganaba a alguien para el Evangelio, lo convertía, le cambiaba la vida; y de hecho, poderoso en lo que sea y a la vez convertido, nunca. Cada uno tenemos que convertirnos de nuestra riqueza y poder, convertirnos de aquello que nos hace enemigos del camino fraternal, el de Dios.
Desde luego, las religiones tenemos mucho que decir en términos de dignidad humana, de fraternidad, justicia, paz y sentido. Pero hemos de sanarnos internamente. La religión que desprecie la mayoría de edad del mundo, o lea su Fe como Verdad poseída y a imponer, tiene al fanatismo y la violencia llamando a la puerta. La fe puede aportar mucho en sentido, valores y esperanza, pero tiene que acertar en su coherencia y servicio desde los márgenes y periferias humanas.
El testimonio de las obras de fraternidad, como en Jesús, es y será siempre el signo primordial del anuncio. Jesús representa una riqueza de valores antropológicos, religiosos y éticos que son pura roca para vivir con dignidad. A eso apelo. Son convicciones sobre el ser humano y sobre la sociedad, y son relaciones de fe con Dios, que sostienen con la "fuerza" de una roca la casa común de los humanos. Las convicciones e ideas no cambian sin más el mundo, pero sí nos dan la oportunidad de saber a qué atenernos para hacer una vida más justa, una fraternidad para todos.
Hay una clave cristiana que conecta bien con la gente. Y es la fe en Jesús y su Dios como plenitud interior, fuerza frágil que nos sostiene, confianza ante la vida que llena, sentido que sujeta este árbol que somos. En la vida personal y familiar, esto aporta un efecto espiritual (y sicológico) que atrae. Saltar de ahí al testimonio personal de vida en el pueblo y el mundo, cuesta mucho. Y saltar al testimonio de justicia social, más. Traducirlo a una ideología social de grupos culturales neoconservadores es la tentación y la ruina de esta opción de vida religiosa. Yo conecto mejor con la experiencia de Jesús cuando crece en compasión, justicia, conocimiento y fe, y la cuento así.
Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones. II Cor 1, 21-22
CONCLUSIONES
1) La salvación es obra de Dios. En el cielo sólo existirá su gloria.
2) Hay que admitir la premoción en todos los actos tanto físicos como espirituales. La acción previa de Dios es condición para que algo se mueva.
3) La salvación se realiza mediante Jesucristo Dios y hombre a un mismo tiempo.
4) Dicha salvación se realiza en la humanidad de Jesucristo,
5) en su cuerpo de carne.
6) La alianza definitiva por la que Dios nos salva se basa en la sangre de Cristo. Lo realizamos sacramentalmente en la eucaristía.
7) Dicha salvación es gratuita, no se debe a los méritos ni a preparación alguna por parte del hombre. Ni ascética ni mercadoctenia. La experimentan los sencillos de corazón.
8) El Espíritu Santo que recibimos por medio de Cristo nos hace entender estos misterios y nos eleva al nivel del don que es el de la santidad.
9) Ninguna virtud humana ni siquiera las dotadas de gracia infusa, pueden acceder al nivel del don. La virtud siempre obrará al modo humano mientras que en los dones la modalidad de sus actos es ya divino.
10) Dios al infundirnos la gracia nos hace libres porque nos hace desear nuestro bien al que nunca accederíamos sin ella. Sin la acción de Dios nunca seríamos libres.
En esa acción libre bajo la gracia encontramos nuestra más honda verdad y la plenitud de nuestra humanidad. Ahí es donde descubrimos la vocación a la que nos llama el Señor en la vida. De ella brotan nuestras obras y compromisos.
¿En qué consiste el Marketing religioso?
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