ESCRITO POR RUBÉN TEJERINA
Que no, abuela, que el corazón no es analfabeto. Esperaban hacer con sus nietos lo que el trabajo no les dejó hacer con sus hijos. Abuelas y abuelos que han muerto solos en la cama de un hospital, o en el cuarto de una residencia con sus manos llenas de raíces extendidas, buscando la despedida. Los de la generación del sacrificio, como no, han muerto sacrificándose. Perdón, pero, a veces la vida aprieta, y como esta enfermedad, sí ahoga. Gracias por tanto desde hace tanto, dando tanto, sin obtener nada...
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