LA CORRUPCIÓN MATA GENTE
Los medios de comunicación nos muestran cada día nuevos casos de corrupción. Y hay datos que ponen de manifiesto que la situación va a peor. Conozcamos los datos, pero no para flagelarnos con ellos sino para analizar las causas de lo que está ocurriendo como premisa previa a buscar soluciones.
Transparencia Internacional es una ONG de prestigio que cada año elabora un informe sobre cómo está la corrupción en los distintos países del mundo, ordenándolos desde el menos al más corrupto. En esa clasificación España estaba en el año 2000 en el lugar 23. En el año 2011 en el lugar 31 y en 2013 en el 40. Es una constatación de que cada vez estamos peor. Y deja sin argumentos a quien dice que en todos los sitios ocurre lo mismo.
- Influye en lo que está ocurriendo:
- El declive de la sensibilidad ética en un contexto en el que “todo vale”. Y donde se admite que “todo el mundo lo hace”.
- El encubrimiento por omisión. La escasa conciencia para denunciar comportamientos corruptos y situaciones que facilitan la corrupción.
- La Codicia y el afán inmoderado de dinero o poder que lleva a buscarlo por cualquier medio y sin ningún tipo de restricción moral.
- La falta de sentido de servicio en la política sirviéndose de ella para intereses personales, en lugar de tener como referente el bien común.
- La falta de transparencia y los controles poco eficientes.
- Una justicia lenta que hace que sus decisiones sean poco ejemplificadoras.
VER+:
Venezuela es el país más corrupto del mundo
“La corrupción y sus causas”
Miguel Ayuso Torres
Miguel Ayuso Torres
"Quitad lo sobrenatural, y no encontraréis
lo natural, sino lo antinatural"
lo natural, sino lo antinatural"
G. K. Chesterton
La corrupción es estructural, está en la esencia misma del liberalismo y de la democracia, porque ya en si mismo es la corrupción, desnaturalización, del orden social y político, con la separación ideológica de política y moral, Iglesia y Estado, naturaleza y Gracia. La crisis es la crisis de la democracia liberal, reino de los sofistas y puerta de los bárbaros.
Es conocido el texto en que Tocqueville * avizora la convergencia de sociedad anómica y poder desmandado en lo que aún no tiene nombre (ya que no le convienen los conocidos de dictadura, tiranía, cesarismo o absolutismo), pues «la cosa es nueva»:
«Si quiero imaginar bajo qué rasgos nuevos podría producirse el despotismo en el mundo, veo una multitud innumerable de hombres semejantes e iguales que giran sin descanso sobre sí mismos para procurarse pequeños y vulgares placeres con los que llenan su alma. Cada uno de ellos, retirado aparte, es extraño al destino de todos los demás. Sus hijos y sus amigos particulares forman para él toda la especie humana. En cuanto al resto de sus conciudadanos, están a su lado, pero no los ve; los toca, pero no los siente, no existe más que en sí mismo y para sí mismo, y si todavía le queda una familia, se puede al menos decir que no tiene patria […].
Por encima de ellos se alza un poder inmenso y tutelar que se encarga por sí solo de asegurar sus goces y de vigilar su suerte. Es absoluto, minucioso, regular, previsor y benigno. Se parecería al poder paterno si, como él, tuviese por objeto preparar a los hombres para la edad viril, pero, al contrario, no intenta más que fijarlos irrevocablemente en la infancia. Quiere que los ciudadanos gocen con tal de que sólo piensen en gozar. Trabaja con gusto para su felicidad, pero quiere ser su único agente y solo árbitro; se ocupa de su seguridad, prevé y asegura sus necesidades, facilita sus placeres, dirige sus principales asuntos, gobierna su industria, regula sus sucesiones, divide sus herencias, ¿no puede quitarles por entero la dificultad de pensar y la pena de vivir?
Es así cómo cada vez hace menos útil y más raro el empleo del libre arbitrio, cómo encierra la acción de la voluntad en un espacio menor y cómo poco a poco arranca a cada ciudadano hasta el uso de sí mismo. La igualdad ha preparado a los hombres a todas esas cosas, les ha dispuesto a sufrirlas y a menudo incluso a considerarlas beneficiosas. Tras haber tomado así por turno a cada ciudadano en sus poderosas manos y haberle modelado a su modo, el soberano extiende sus brazos sobre la sociedad entera y cubre su superficie con un enjambre de pequeñas reglas complicadas, minuciosas y uniformes, a través de las cuales las mentes más originales y las almas más vigorosas no pueden abrirse paso para sobrepasar la multitud. No destruye las voluntades, sino que las ablanda, las doblega y las dirige.
Raramente fuerza a obrar, pero se opone constantemente a que se actúe. No destruye, pero impide hacer. No tiraniza, pero molesta, reprime, debilita, extingue, embrutece y reduce en fin cada nación a no ser más que un rebaño de animales tímidos e industriosos cuyo pastor es el gobierno.
Siempre he creído que esa especie de servidumbre ordenada, dulce y pacífica que acabo de describir podría combinarse mejor de lo que se imagina con algunas de las formas exteriores de la libertad y que no le sería imposible establecerse a la sombra misma de la soberanía del pueblo» * (De la démocratie en Amérique, libro III, capítulos VI y VII. Nuestro Verbo, núm. 543-544 (2016), 207-225)
«Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento. En pos de los sofismas vienen las revoluciones y en pos de los sofistas vienen los verdugos». Donoso Cortés
De esa disociedad no brotan sino los frutos de crisis que recogemos con usura en nuestro tiempo *. Y que inciden a no dudarlo sobre el propio hombre, troceado, disecado, desvitalizado, despojado –si fuera posible– hasta de la misma naturaleza humana… Es el hombre-masa.
* Marcel DE CORTE, «De la société à la termitière par la dissociété», L´Ordre Française (París), núms. 180 y 181 (1974), págs. 5 y sigs. y 4 y sigs. respectivamente. Cfr. también José Antonio ULLATE, «Algunas consideraciones para la acción política en disociedad», Verbo (Madrid), núm. 487- 488 (2010), págs. 643 y sigs. LA CRISIS Verbo, núm. 543-544 (2016), 207-225.
* Marcel DE CORTE, «De la société à la termitière par la dissociété», L´Ordre Française (París), núms. 180 y 181 (1974), págs. 5 y sigs. y 4 y sigs. respectivamente. Cfr. también José Antonio ULLATE, «Algunas consideraciones para la acción política en disociedad», Verbo (Madrid), núm. 487- 488 (2010), págs. 643 y sigs. LA CRISIS Verbo, núm. 543-544 (2016), 207-225.
VER+:LOS SOFISTAS DE HOY, LOS RELATIVISTAS, SUPERFICIALES, SUBJETIVISTAS, ACTIVISTAS, DEMAGOGOS, POPULISTAS: LOS HABLAPAJA DE SIEMPRE
SOBRE EL ORIGEN DE LA CRISIS DEL PENSAMIENTO OCCIDENTAL: LA NEGACIÓN DE LA LEY NATURAL 🕂
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