Un rasgo de Felipe (Filippo) Neri que llamó profundamente la atención de Newman, porque reconoció allí convicciones y comportamientos que él mismo había formado y practicado en sus años anglicanos. Era una visión positiva del mundo y de sus posibilidades para abrirse al Evangelio.
Felipe se “dio cuenta de que el mal había de ser vencido no con discusiones, ni con ciencia, ni con protestas o advertencias, ni tampoco por el religioso retirado del mundo, sino por medio de la gran fascinación contraria que surge de la pureza de alma y de la Verdad. Y para los que decían que el Evangelio era muy difícil, respondía que porque era Sencillo.
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