En la época de Jesús los doctores de la Ley, los escribas, fariseos y sacerdotes vivían muy aferrados a los formalismos, de tal forma que estos, les impedían comprender las cosas de Dios.
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¿Puede pasarnos esto hoy?
El formalismo que no los dejó discernir
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En la época de Jesús los doctores de la Ley, los escribas, fariseos y sacerdotes vivían muy aferrados a los formalismos, de tal forma que estos, les impedían comprender las cosas de Dios. Muchos judíos no supieron entender los signos de los tiempos, no lo interpretaron al Señor, lo criticaron, lo persiguieron y al fin lo crucificaron.
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Características de estos personajes
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Los cuatro evangelios describen muy bien a estos personajes. Parece que les gustaba pasear vestidos elegantemente, figurar y ser saludados por todos, ocupar los primeros lugares en el templo y en los banquetes.
Ellos eran los dueños de la doctrina de Moisés, enseñaban la ley pero no la cumplían y todo lo hacían para aparentar ante los hombres. A los demás cerraban el paso al verdadero conocimiento de Dios, apareciendo como hombres religiosos pero, en su interior estaban llenos de hipocresía y de maldad. Mataban - o ninguneaban o menospreciaban- a los profetas, a los sabios y a los maestros y, por si esto fuera poco, juzgaban guiándose por las apariencias.
.Jesús hacia la voluntad del Padre
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Ellos eran los que se escandalizaban por las cosas que decía y hacia Jesús. Cuando sanaba los sábados; cuando perdonaba los pecados; cuando se reunía con los pecadores; cuando les permitía a sus discípulos que no se lavaran las maños, comiendo con las manos impuras; y era acusado de no respetar la tradición de los ancianos; era criticado cuando aseguraba que ninguna cosa externa hace impuro al hombre, afirmando que lo que mancha es lo que sale del corazón.
Jesús nada hizo por cuenta suya, cumplió a la perfección con el Plan de salvación del Padre. Todos sus actos y dichos y revelaciones se ajustaron al mismo. Como consecuencia, todo aquel que se le opuso, conciente o inconscientemente, se estaba oponiendo a la voluntad de Dios.
Es que Jesús vino para hacer conocer el Plan de salvación del padre y, por supuesto, ningún formalismo humano podía ser tenido en cuenta.
Como seria de informal su accionar que, pese a que todo estaba anunciado por los profetas, ni siquiera sus propios discípulos lo comprendieron, hasta después de Pentecostés, cuando el Espíritu, les hizo entender todo.
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El formalismo frustrante
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¿Cuántos de nosotros, convencidos de interpretar las cosas de Dios, de haber estudiado muchas cosas de El, de confiar en nuestros pobres razonamientos humanos, no nos estará sucediendo, lo mismo?
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Es que, si no hemos vivido una fuerte experiencia con Jesús resucitado; si sabemos de ÉL pero no lo conocemos; si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. …. al no estar revestidos del “poder que viene de lo alto”, no somos testigos con poder, no logramos convertir a nadie, los templos se mantienen vació y los católicos siguen viviendo como paganos. Estos resultados además de frustrarnos, nos van endureciendo y nos hacen escépticos. Estos estados de ánimo, hacen que nos aferremos, más y más a los formalismos, como se aferra alguien que se está ahogando a todo lo que ve flotando, sin evaluar si eso es bueno o es lo que, al confiar por necesidad, nos conduce más rápidamente al fondo.
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Si nos analizamos, quizás, nos demos cuenta que, sin buscarlo, estamos cumpliendo el mismo papel, dentro de la Iglesia, que tuvieron estos típicos personajes descriptos tan bien por los evangelios.
¿Por qué muchas veces dudamos de las promesas hechas por el Señor y ni siquiera tomamos en cuenta los frutos, aunque sean evidentemente buenos? Estas indecisiones nos llevan, a actuar como los fariseos: no interpretamos lo que esta sucediendo y, entonces, criticamos y hasta llegamos a perseguir, incapaces de discernir, si lo que vemos es o no es de Dios. Sin darnos cuenta que estamos obrando igual que aquellos judíos y, lo que es peor sin ningún atenuante, pues ahora si se comunica el Espíritu, porque Jesús esta en su gloria.
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Lo más catastrófico, es que al no discernir si la obra es de los hombres, que de serlo tarde o temprano se destruirá sola, o es del Señor, que nos impide destruirla, puede ser que estemos sin desearlo, luchando contra Dios.
Lo más grave, porque no tiene solución, es negar una obra del Espíritu Santo. Esta negación es una blasfemia, una verdadera calumnia que según nos ha revelado Jesús, es el pecado que no se perdonará ni en este mundo ni en el otro.
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Hombres de fe sin formalismos
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…Debemos tener siempre presente, que hay que ser más perfectos que los maestros de la ley y los fariseos, sino no entraremos en el Reino de los Cielos (Mt 5, 20). Para no ser como ellos, el primer paso, es abrirnos al Espíritu para que la fe crezca y comenzar a creerle todo.
Toda celebración eclesiástica tiene que ser pensada para la evangelización con sensillez evangélica y diaconal -servicial-. No puede ser pomposa ni medieval. (Las ceremonias deben ser de anuncio evangelizador. Es lo que tiene que ser destacable y proclamativo).
Toda celebración eclesiástica tiene que ser pensada para la evangelización con sensillez evangélica y diaconal -servicial-. No puede ser pomposa ni medieval. (Las ceremonias deben ser de anuncio evangelizador. Es lo que tiene que ser destacable y proclamativo).
Jesús no nos quiere tibios ni superficiales ni frívolos. El quiere arrancar de nosotros las frustraciones y los privilegios honoríficos y que dejemos de ser formalistas incrédulos y soberbios. El quiere transformarnos en hombres de fe sin envolturas complicadas.
Resumen. Fuente: Revista Resurrección – Mayo 1995
SÓLO REPITEN LO QUE HAN OÍDO O LEÍDO,
PERO NO TIENEN EXPERIENCIA DE LA VIDA NUEVA:
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