¿En qué momento nos perdimos?
El hombre actual no soporta el dolor, detesta la cruz y se aleja de ella.
Parece ser que la maldad está de moda, que la superficialidad es norma de vida, que alejarse de Dios es lo más conveniente para poder alcanzar el éxito en la vida, en la sociedad.
Vivimos cada día, más y más alejados de la luz y más incomprensiblemente cercanos a la oscuridad.
Está de moda vivir en la ignorancia, centrarse en el orgullo, intentar parecerse a este o aquel supuesto famoso en cualquier ámbito de la existencia, ya sea en el campo de la moda, la salud, la política, en la economía…
Definitivamente este mundo aboga por mirarse a uno mismo, por ser falso, tener doble cara, hacer lo que sea para ganar adeptos, para sentirse reconocidos.
Lastimosamente nos hacen creer que la buena vida está íntimamente unida al éxito, al tener y poseer cuanto más mejor.
Pululan en internet falsos guías espirituales que realmente son charlatanes que nos hablan de vidas fáciles y maravillosas, vidas que podemos adquirir sin esfuerzo, y que al final se venden y compran como si fueran objeto valioso que fabricas a tu medida.
Existen cientos de recetas infalibles para ser feliz, para llevar una vida de millonario, para tener una excelente salud, y disfrutar de todo tipo de lujos al alcance de todos.
Vivimos ávidos de comodidad, de lujo, estamos llenos de cosas y cosas que nos facilitan la vida material y aún así se escuchan las quejas de los miles y miles de insatisfechos que cuanto más tienen más quieren.
Se esconde a la muerte, se desprecia la vejez, se tapa la arruga, se idolatra la belleza y se pierde la vida eterna a casa paso que damos en esa dirección.
Y en este crítico momento
¿Dónde están la fe y la esperanza?
¿Dónde el sentido común?
¿Dónde la misericordia?
¿Dónde se esconde la verdad?
El hombre actual no soporta el dolor,
detesta la cruz y se aleja de ella.
La realidad de la vida se esfuma entre teorías vanas y huecas, entre falsos titiriteros, vende humos y charlatanes del ocio, buscadores incansables de la eterna juventud y la belleza perfecta.
Se nos fabrican mapas para huir de todo aquello que forme parte de la verdad.
La existencia humana está dejando de ser existencia.
El auténtico pescador se forja en el mar, en los embates de las olas, en las tempestades de las noches de duro trabajo.
Nada que sea valioso se consigue fácilmente, nada que nos haga crecer nos llega sin sudor ni lágrimas.
Para salir de toda esta locura sin sentido, dejemos que venga El Señor y que ilumine todo lo que esconde la tiniebla, pidámosle que ponga al descubierto los designios del corazón humano, recibamos con alabanzas a Nuestro Dios, porque solo Él viene a decir la verdad, porque sólo Él puede despertar nuestro poder interior, porque sólo Él nos salva.
Abramos las puertas de par en par al Señor, ya que es el único que abraza, no nuestra miseria, sino nuestro ser miserables.
Que Dios te bendiga...
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