El miedo como
instrumento de presión
instrumento de presión
Xabier F. Coronado
"El miedo puede llevar a los hombres
a cualquier extremo".
George B. Shaw
El miedo es una de esas sensaciones incómodas que todos sentimos y que compartimos con la mayoría del mundo animal. El miedo y el temor, con sus variantes de angustia, fobias y demás dispersiones psíquicas, están siempre presentes en nuestra existencia y, de manera directa o indirecta, todos padecemos sus consecuencias en la vida diaria.
A nivel de especie, el miedo básico puede ser provechoso y tanto antropólogos como psicólogos piensan que es un mecanismo natural evolutivo. Aseguran que la tensión de alerta causada por el miedo es necesaria para vivir, superar los peligros reales y nos ayuda a defendernos de nuestra angustia. El miedo que entona, que impele a actuar y buscar respuestas, sirve para dominar esas situaciones que nos causan temor y aprehenderlas.
Pero hay otro tipo de miedo, el que paraliza, el que nos hace retraernos y nos impide reaccionar para superar sus causas. Este otro miedo es el que puede ser manipulado para dominar a otros. A nivel colectivo, los poderes fácticos que gobiernan nuestra sociedad utilizan el miedo para someter a los individuos y mantenerlos en un estado de bloqueo que limite su acción y sus criterios. En la historia de la humanidad, la utilización política y religiosa del miedo está bien documentada. Ese miedo colectivo nos mueve a actuar de manera condicionada o a aceptar situaciones impuestas por temor a rechazarlas ¿Quién nos inculcó el popular “ni modo”? Quien lo haya hecho consiguió la perpetuación de la desigualdad, la injusticia y la falta de solidaridad ante el temor mezquino de que si actuamos las cosas podrían empeorar para nosotros.
Miedo, temor, angustia, neurosis y otros sustos
"El miedo es la emoción más primitiva
y más fuerte del género humano".
H. P. Lovecraft
¿Miedo o temor? En el diccionario de María Moliner se define el temor como un “miedo moderado” y su explicación coincide con la definición de “miedo” que nos propone el diccionario de la academia de la lengua (DRAE): “Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.” Este mismo diccionario define el temor como “pasión del ánimo que hace huir o rehusar las cosas que se consideran dañosas, arriesgadas o peligrosas”. En este trabajo vamos a unificarlos y entenderlos como un solo concepto que implica la perturbación y la reacción.
La palabra miedo procede del latín metus, sus antecedentes griegos son fobos y deos. El primero fue utilizado hasta Homero para describir la huida en batalla, su símbolo estaba presente en los escudos de la diosa Atenea y del rey Agamenón en la Ilíada. Según la mitología, Fobo es hijo de Ares, el guerrero supremo, y lo acompaña en la batalla para hacer huir a sus enemigos. Posteriormente, Aristóteles ya utiliza el término fobos para referirse al miedo, que en sus obras define como un pathos (emoción) de la psique (alma). Platón es quien utiliza deos (temor) como término contrario a la valentía en uno de sus diálogos (Laques).
Para los psicólogos, el miedo es una emoción, un mecanismo de defensa natural ante estímulos que pueden ser “intensos, novedosos, característicos de peligros especiales de significado evolutivo y estímulos procedentes de interacciones sociales entre congéneres”. (Gray, Jeffrey a, La psicología del miedo.) El miedo es básico o racional cuando la amenaza de peligro es real, pero también sentimos miedos irracionales provocados por la angustia y la imaginación. El miedo se manifiesta a través de reacciones fisiológicas relacionadas con los sistemas nervioso y endócrino (sudoración, palidez, aceleración del pulso, etcétera). Estos cambios movilizan una serie de recursos, como la segregación de hormonas (adrenalina y noradrenalina) y la activación muscular preparándonos para el ataque o la huida. También puede provocarnos paralización, bloqueo físico y mental, que se traduce en conductas de indolencia o de sumisión frente al peligro o el dominio.
Podemos decir que los humanos sentimos miedo cada vez que enfrentamos una situación nueva, algo frecuente a lo largo de la vida, sobre todo en la niñez, y de nuestra reacción depende el aprender a manejarla para poder superarnos. Pero esto no ocurre siempre así; esos miedos racionales se pueden transformar en miedos neuróticos que son más complejos y a veces no están ligados a un origen real. Los miedos irracionales generan depresión, ansiedad, fobias, manías y en casos extremos paranoia. Habitualmente tienen su causa en las interrelaciones sociales y a veces se vuelven permanentes en nuestra vida (miedos crónicos) con pocas posibilidades de superación.
Todas estas variantes se diferencian del miedo básico en que éste se refiere a sentimientos de temor ante peligros evidentes que provocan una reacción de protección; en cambio, los derivados neuróticos del miedo se relacionan con sentimientos de temor de origen incierto que producen aislamiento.
La angustia –término muy utilizado en el psicoanálisis– es un temor opresivo, sin causa precisa, que origina aflicción, congoja o ansiedad y hasta sufrimiento o dolor. En el sentido y uso común, la angustia se hace equivalente a la ansiedad extrema y al miedo. Otros conceptos relacionados son: el terror, un miedo extremo ante alguna fatalidad o evento catastrófico; el susto y el sobresalto, que se producen por un acontecimiento imprevisto y generan un temor repentino; y el pánico, que es la respuesta a un miedo intenso.
Las consecuencias del miedo son muy diversas; van desde superación y aprendizaje, hasta pérdida de voluntad y sometimiento. Una exposición continuada a los estímulos que causan miedo puede generar cambios en la conducta y en el funcionamiento mental y fisiológico de las personas.
El miedo, además de poder ser real o imaginario, se sufre de manera individual o colectiva. Las reacciones descritas cuando son experimentadas en grupo se potencian. En consecuencia, si la respuesta es de superación o defensa, pueden generar movimientos revolucionarios o de resistencia social; pero si la reacción es de bloqueo, puede dar lugar a una caterva de individuos sometidos y atemorizados. Un tema relevante de nuestro tiempo es la inducción al temor como modelo social que disgrega, paraliza y subyuga.
El sometimiento por el miedo y la cultura del terror
Educar por métodos basados en el temor,
la fuerza y la autoridad destruye la sinceridad
y la confianza, y sólo se consigue una falsa sumisión
Albert Einstein
Thomas Hobbes (Leviatán, 1651) fue uno de los primeros pensadores en relacionar el temor con la organización política y la construcción del Estado. En la actualidad, la utilización del miedo como instrumento de sumisión desarrolla una metodología sofisticada con el objetivo de intimidar a los pueblos y manejar sus reacciones ante estímulos de temor inducido. La aplicación social de esta teoría recomienda la provocación de situaciones traumáticas violentas (asesinatos, desapariciones, torturas, etcétera) para someter grupos sociales problemáticos. Este procedimiento fue utilizado por las dictaduras militares en Latinoamérica durante el pasado siglo. Los especialistas en métodos de tortura llegaron a la conclusión de que sólo en estado de crisis mental provocado por temor físico, el individuo entra en una situación de tal vulnerabilidad que lo hace perfectamente manipulable.
La historia está llena de ejemplos de sometimiento por el miedo con fines políticos, económicos o sociales. En muchas ocasiones el manejo es tan sutil que es difícil darse cuenta cuando se está produciendo. Tenemos reciente el recuerdo de cómo padecimos en Ciudad de México un “ensayo apocalíptico” en forma de epidemia sanitaria, compartimos el miedo colectivo y nos quedaron grabadas imágenes que eran consecuencia de ese pánico: el sistema de transportes utilizado por fantasmas con tapabocas y guantes, o el milagro de una ciudad sin tránsito vehicular. Meses después pudimos deducir que en ese simulacro hubo segundas oscuras intenciones de tipo económico.
Una premisa de la teoría del sometimiento por el miedo, que los gobiernos aplican con precisión, es que se deben aprovechar los momentos de contingencia motivados por una catástrofe o peligros provocados, para imponer medidas de control y subordinación que en circunstancias normales serían rechazadas por la población.
El temor, difundido por el poder gracias al control de los medios de comunicación, es un arma efectiva utilizada en beneficio propio y en contra de los individuos. El miedo impuesto invade todas las capas de la sociedad hasta instalarse en el inconsciente colectivo presto a actuar al servicio de intereses creados. El miedo se convierte en pánico y en terror; así se instaura en la sociedad la cultura del terror.
A lo largo de la historia, los regímenes totalitarios e imperialistas han basado su dominio imponiendo la cultura del terror a través de una estrategia fundada en el miedo que subyace a la violencia y la coerción. Son habituales las campañas en contra de opositores al sistema establecido que representan “un peligro” para la nación. Este componente de crear temor unido a una política educativa que mantenga en la ignorancia a la población crea un binomio casi infalible para perpetuarse en el poder.
En la actualidad el miedo es uno de los factores más utilizado en la política internacional para satisfacer los intereses económicos y políticos de las naciones más poderosas. Las consecuencias son casi siempre las que proclamaban querer evitar: millares de muertos y desaparecidos, incalculables daños colaterales, millones de desplazados, hambre y miseria, entre otras calamidades. La cultura del terror se implantó en nuestro siglo a raíz de la llamada guerra contra el terrorismo, articulada por EU y sus socios europeos. Legitimados por una ONU manipulada e ineficaz, transgreden con impunidad el derecho internacional (detenciones ilegales en cárceles clandestinas, invasiones de países soberanos con objetivos encubiertos) y pisotean los derechos humanos, todo llevado a cabo por su brazo ejecutor, la OTAN, un organismo militar que mantiene el control del planeta desde su creación después de la segunda guerra mundial, “para resguardar la paz y la estabilidad”.
Los ejemplos de este mecanismo de actuación, consecuencia de una estrategia funesta y cruel aplicada por el verdadero “eje del mal”, se suceden en un escenario global acelerado. Las crisis económicas continuadas, los conflictos políticos inducidos, las guerras, el control policíaco-militar, el narcotráfico, la violencia y la corrupción generalizadas, la inseguridad y la impunidad, copan nuestra existencia diaria, son realidades impuestas, justificadas por unos medios de comunicación al servicio de la cultura del terror. La situación mundial rezuma tanta violencia que trae como consecuencia miedo y temor individual, pánico y terror colectivo.
Pasar a la acción
"Las masas humanas más peligrosas
son aquellas en cuyas venas ha sido
inyectado el veneno del miedo...
del miedo al cambio". Octavio Paz
Todos padecemos esta situación pero casi nadie dice o hace nada; a los pocos que actúan o alzan la voz denunciando la realidad del sometimiento se les elimina de una u otra manera. Estamos paralizados por este miedo que nos tiene enganchados y del que nos dan nuestra dosis diaria, para mantenernos en esa apatía temerosa que domina y mediatiza nuestra vida cotidiana.
La cultura del miedo es inherente al autoritarismo, es el arma intimidatoria que nos mantiene secuestrados en una realidad que nos supera. Todos contribuimos para que el escenario impuesto se perpetúe, la realidad que vivimos es reflejo de lo que somos –la mordida persiste porque nos mochamos.
¿Es posible cambiar? ¿Hay salidas? Sin duda tienen que existir posibilidades de despertar de este mal sueño; hay quien dice que las mejores vacunas son la razón y el pensamiento libre. Pero creo que para conseguirlo se ha de pasar, indefectiblemente, por el cambio a nivel personal. El campo de batalla está en uno mismo; es ahí donde debemos empezar a actuar. En estos tiempos, la revolución comienza a nivel personal.
El miedo como arma de control social
El tipo de miedos que llevan a la manipulación deliberada son diferentes. En general, parten de un mito. No representan la realidad como tal, sino una fábula de la misma.
En el terreno político, el miedo es el arma principal de los regímenes autoritarios o populistas. Por eso, con toda la intención del caso, se promueven ideas tergiversadas acerca de la realidad. Es relativamente fácil identificar los discursos que manipulan, en lugar de persuadir. Normalmente acuden a una gigantesca amenaza que se cierne sobre todos; utilizan un tono apocalíptico para referirse a ella y plantean, como única vía de solución, la adhesión a un personaje, un partido político o un grupo determinado.
Desde la expansión de la pandemia del COVID-19, el bombardeo mediático acerca del virus ha alcanzado cuotas sin precedentes. Cada segundo recibimos nuevas informaciones a través de la prensa, radio, televisión y, sobre todo, nuestros teléfonos móviles y redes sociales. Nos advierten sin tregua de la evolución del número de casos detectados y personas fallecidas, de la escasez de recursos en los centros sanitarios públicos para atender a la población, de los últimos avances en torno a la supuesta vacuna que algunos países ya aseguran estar desarrollando y, también, de las medidas coercitivas que están aplicándose sobre quienes intentan esquivar el confinamiento. Pero en contadas ocasiones lo anterior nos llega de forma responsable, fundamentado en datos científicos o contrastado por fuentes fiables. Al contrario, priman los mensajes, muchos de ellos anónimos, recargados de sensacionalismo, repletos de prejuicios y claramente orientados a fomentar el miedo e histeria colectiva. Aquellas imágenes de los supermercados abarrotados de gente empujándose entre sí antes de la declaración del estado de alarma es un ejemplo muy gráfico acerca del poder que las esferas mediáticas ostentan para desarrollar en nosotras ese miedo capaz de provocar que nos comportemos de una forma tremendamente insensata y, sobre todo, insolidaria. Una vez infundado el miedo, la tarea se reduce a alimentarlo, algo mucho más sencillo y que nos obliga a permanecer en permanente alerta.
A día de hoy nos mantienen confinados y atrapados entre mensajes alarmistas que nos incitan a desconfiar de la de al lado, a cuidar exclusivamente nuestra esfera individual y paliar nuestras necesidades en solitario, a hipervigilar y criminalizar a esa vecina que pasea demasiado al perro y alentar a las fuerzas policiales a que la reprendan. Así, indirectamente nos entretienen en nuestro ego, alejándonos de experiencias extrañas a la nuestra propia y desviando la atención de las vergonzosas situaciones de explotación, precariedad y vulneración de derechos humanos que este sistema alienador y controlador.
Procuran evitar que reparemos en la certeza de que el modelo de gestión de esta "crisis" atenta directamente contra los derechos de los colectivos más vulnerables. El mensaje "Quédate en casa" da por hecho que todas la tenemos o que todas encontramos en ella un lugar seguro, traslada esta idea al imaginario colectivo y lo impregna de xenofobia e insolidaridad.
Esta pandemia ha conseguido sacar a la luz las deficiencias democráticas del Régimen, la debilidad de la estructura de nuestros servicios públicos y, sobre todo, la falta de voluntad política de atender a aquellas personas expulsadas a los márgenes. La situación de emergencia social cada vez es más flagrante y por mucho que el Gobierno de Sánchez haya intentado inyectar tranquilidad a la ciudadanía a través de la aprobación del paquete de medidas económicas y sociales, lo acordado resulta claramente insuficiente para garantizar el derecho a una vida digna de la mayoría social.
Ostentamos la responsabilidad de exigir la adopción inmediata de políticas que pongan la vida en el centro y en detrimento de los intereses económicos.
“- Esa gente en el bosque ¿Qué viste en ellos?
- No entiendo.
- Miedo. Un miedo profundo, podrido; estaban infectados con él ¿lo viste?.
El miedo es una enfermedad, se mete en el alma de cualquiera que intenta lidiar con él. Ya ha contaminado tu paz. No te crié para verte vivir con miedo, deshazte de él, no lo metas en nuestra aldea”. APOCALYPTO
No Nos Basta Convivio de CostaRica
No nos basta, vivir la vida
sin querer hallar la felicidad
y cantarle al mundo entero
que en la vida hay algo más.
Porque no nos basta,
estar tranquilos
si es que la verdad
hoy grita de amor.
Sólo Cristo lo dará todo
nos dará la libertad,
y nos llama a algo más.
APELAR AL TEMOR ES UNA HERRAMIENTA DE PODER TAN ANTIGUA COMO EL HOMBRE
El miedo como arma de dominio
La inducción al pánico observada en estos días dista de ser un fenómeno aislado. Una doctora en Historia y un analista político repasan su utilización en el pasado y vislumbran cómo será el control social en el futuro.
Andrea Greco de Alvarez, profesora en Historia en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), no duda de que, con la actual pandemia, se creó una situación de pánico social que derivó en comportamientos irracionales.
La palabra pánico, que es el miedo intenso a lo desconocido, deriva del dios griego Pan, cuidador de pastores y rebaños. Tenía el rostro barbudo, con cuernos y expresión animalesca, y con miembros inferiores como los del macho cabrío. Representaba a toda la naturaleza salvaje y se le atribuían los ruidos de causa desconocida en campos y bosques, como los truenos, que con frecuencia amedrentaban a los campesinos. De allí la expresión panikón, "miedo causado por Pan".
Esta figura mitológica aparece ya en textos clásicos de Heródoto, Ovidio y Virgilio, y hay quien ha creído ver en el enigmático lienzo El coloso, de Francisco de Goya, también conocido como El pánico, una representación de esta deidad golpeando con sus puños un cielo de nubes para espantar a la multitud.
La utilización política del pánico es tan antigua como el concepto mismo y también un fenómeno recurrente a lo largo de la historia, como se puso de manifiesto una vez más con la epidemia de coronavirus en curso. Así lo entiende también la doctora Andrea Greco de Alvarez, profesora en Historia en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).
Greco de Alvarez no duda de que, con la actual pandemia, se creó una situación de pánico social que derivó en comportamientos irracionales en las personas, algo que las hizo más proclives a ser obedientes a los dictados de los gobiernos, y recuerda que ya "Aristóteles hablaba del miedo como herramienta de control y manipulación".
"Si nos remitimos a la historia del pensamiento político, prácticamente todos los autores de las más diversas proveniencias y corrientes de pensamiento coinciden en cómo el miedo puede ser un medio de dominio social", advierte. "En esto coinciden desde Hobbes hasta Hannah Arendt", señala la docente, que preside el Instituto de Cultura Hispánica de San Rafael.
La profesora, que es miembro de diversos grupos de investigación de la UNCuyo, observa que no solo en el campo de la teoría política puede rastrearse su uso, sino también en la psicología social. "Pensemos en las obras de Viktor Frankl. Cuando habla de su experiencia en el campo de concentración, resalta esto. El señala que las mayores crueldades no las cometían los guardias sino los capos, que eran prisioneros, y que, como llevaban mucho tiempo en el campo, se convertían en auxiliares de los guardias. Ante el miedo perdían su conciencia moral, sus escrúpulos, sus ideas, para conseguir una ventaja".
COMO UN REBAÑO
"No es lo lógico actuar como un rebaño, pero para eso se utiliza el miedo. Detrás de todos los totalitarismos uno puede encontrar el factor del uso del miedo", afirma.
El académico y analista Marcelo Gullo, doctor en Ciencias Políticas, y profesor en la Escuela Superior de Guerra en nuestro país, concuerda en que el uso político del pánico social es tan viejo como el hombre. "Se usó siempre. Es lo que ocurre cuando Nerón quema Roma y acusa a los cristianos. Lo que creó con el incendio fue una situación de pánico social, mientras que con su acusación a los cristianos comenzó las persecuciones. Es tan viejo como la historia".
Gullo, que es consultor en relaciones internacionales, señala que este es un tema recurrente, y reconoce que a menudo se ha usado a una persona, a un grupo social o a un episodio, a los que se describe como una amenaza para los valores o intereses de la sociedad. Es lo que ha ocurrido tantas veces con la inmigración o las guerras.
"Fíjese en la Guerra Fría. En el bando de Estados Unidos se buscaba la idea del enemigo comunista que estaba al acecho, metido en las sociedades, dispuesto a destruir la civilización, y en el lado soviético sucedía exactamente lo mismo, es decir el enemigo capitalista que estaba inmerso secretamente en la sociedad socialista para destruirla", destaca.
"El que explica muy bien eso de la utilización del miedo es George Orwell en su novela 1984. Orwell hace una descripción magnífica de cómo se utiliza el miedo en política", agrega.
En el caso concreto de la actual pandemia, Gullo advierte este mismo mecanismo de control social.
"Sin importar si el virus fue creado o no, si se expandió de forma casual o no, lo que está claro es que el gran poder financiero internacional, que es dueño de las grandes compañías farmacéuticas del mundo, ha utilizado la pandemia, es decir, ha tratado de pescar en río revuelto", resalta Gullo, que es autor del libro Relaciones Internacionales, una teoría crítica desde la periferia sudamericana (Biblos, 2018).
GRANDES GANANCIAS
A su juicio, esta utilización es algo natural. "No tiene nada que ver con una conspiración. Tiene que ver con un mecanismo que es propio de la política y de la economía internacional. Si se produce una crisis dentro del sistema capitalista lo que siempre se produce después es una concentración del capital", recuerda.
"Tengamos en cuenta que hoy, según los estudios hechos por la Universidad de Zurich, el 60% del Producto Bruto Interno mundial está controlado por 600 empresas multinacionales y esas empresas están controladas por 300 compañías financieras, que incluyen bancos y compañías financieras informales. Si hay una crisis, está claro que van a exagerarla, a sembrar más miedo, para profundizarla, para comprar activos a precio regalado", explica.
"Compran activos y también hay compras a futuro. Se compran materias primas. Fíjese usted que el precio del barril de petróleo cayó a 15 dólares. Un precio ridículo. La acción de YPF llegó a costar 2,5 dólares en la bolsa de Nueva York, cuando el precio más bajo había sido 19 dólares en las peores épocas. Es evidente que hubo compras a ese valor y después habrá una toma de ganancias gigantesca cuando la situación se revierta", especula.
Por eso es que Gullo está convencido, "al contrario de muchos, de que la situación económica se va a revertir más rápido de lo que la mayoría de los economistas opinan. Porque, justamente, una vez que se termine de producir la toma de ganancias, en el mediano plazo se va a recuperar".
"Aquellos que compraron a bajo precio venderán una parte, y habrán obtenido en el camino una gigantesca suma de dinero. Es lo que decía Soros para explicar su riqueza: yo vendo cuando todos compran y compro cuando todos venden", remarca.
Greco de Alvarez apunta que, en situaciones en las que el miedo es fomentado por un gobierno o un Estado, también "los márgenes de la legalidad se corren. En la actualidad, ¿hasta qué punto las medidas o decretos emitidos durante la pandemia son legales? ¿Hay legitimidad? ¿Están fundamentados en la Constitución? ¿O hay un uso político?", se pregunta.
"No hay que olvidarse que toda la política contemporánea es heredera de Maquiavelo. Para él, el temor es mucho más fuerte que el amor como fuerza unitiva", argumenta.
GUERRILLAS
Cuando hoy se habla de una población dominada por el terror, parece haber quedado instalado en la memoria colectiva solo el régimen nazi y, en nuestro país, el último gobierno militar. Pero lo cierto es que la novela 1984 fue una evidente sátira del totalitarismo comunista, y en nuestro país el método del terror fue instalado por las organizaciones guerrilleras. Y en esto también concuerda Greco de Alvarez.
"Ahí está el caso de las ejecuciones ordenadas por el Che Guevara en La Cabaña, algunas realizadas por su propia mano. El incluso ordenó televisar las ejecuciones en el campo de beisbol para advertir a la población", comenta.
"Pero si vamos a la historia de nuestro país, encontramos también que cuando Bernardino Rivadavia impulsa la reforma eclesiástica, aquellos que se levantaron contra la reforma fueron sometidos a sangre y fuego. Esto no es muy conocido. No se ha escrito mucho sobre eso. Y eso mismo ocurrió en otros sitios del país", explica.
"Estos supuestos adelantados del liberalismo, cuando alguien se levantó en contra de sus designios, le aplicaron la ley marcial. Cualquier gobierno cae en esta situación porque es muy fácil controlar por este medio", asegura.
En la historia reciente, apunta la doctora, "el uso de los medios para garantizar el dominio de la población es clave. En el caso actual, es muy interesante observar la fuerza y unanimidad del mensaje de los medios de comunicación tradicionales, que están siendo usados como herramienta para someter de manera indirecta a las redes sociales. Pensemos que las personas están aisladas hoy. Es muy difícil algún movimiento civil de resistencia en estas condiciones".
A futuro, Gullo considera que "marchamos hacia un mundo con dos caras. Por un lado, tenemos una forma de ejercer el control social en Asia que está basada en un 80% en lo que postula Orwell en 1984 y en un 20% en lo que anticipa la novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley, es decir, el uso de placebos a la conducta correcta. Y por otro, tenemos un control social en Occidente con una ecuación inversa: basado en un 80% en el escenario que plantea Un mundo feliz y en un 20% en el que plantea 1984.
"A eso es a lo que estamos asistiendo. A la construcción de un mundo jánico, con dos caras para el control social. Uno está tentado de titular el mundo que asoma como `un feliz 1984', por la combinación de ambos libros".
VER+:
EL MIEDO A LA LIBERTAD DE ERICH FROMM
AL PAIRO DE LOS VIENTOS (Damián Galerón)
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