EL Rincón de Yanka: LAS MONTAÑAS O CUMBRES DE JESÚS 🌄

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martes, 7 de enero de 2020

LAS MONTAÑAS O CUMBRES DE JESÚS 🌄

Las Montañas de Jesús

Aun al inicio de la revelación bíblica, vemos cómo el Señor pidió a Abraham que sacrificara su hijo y cuando lo hizo, lo envió a un monte (Génesis 22:2). En el siguiente libro de la Biblia, leemos que Dios entregó a Moisés las tablas de los diez mandamientos, esto ocurrió en el Monte Sinaí (Éxodo 34:1-3). Más adelante leemos acerca del encuentro de Elías con el Señor y esta vez, ocurrió en el monte del Señor (1 Reyes 19:11). Y en los tiempos finales, en medio de la tribulación se instruye al pueblo de Dios a huir. ¿Hacia dónde debe huir? A los montes (Lucas 21:21 y Marcos 13:14). Entonces podemos ver los montes o las montañas como símbolos de nuestra protección.

El mismo símbolo que representa la presencia de Dios (montes o montañas) es el mismo símbolo que muchas veces usamos para representar nuestras dificultades en la vida. Sabemos que Dios tiene un propósito en estas montañas de la vida porque Él hace cooperar todo para nuestra bien (Romanos 8:28). Cuando nos encontramos con Dios en las dificultades, entonces Él las usará para darnos una vida de mayor intimidad con Él haciendo crecer nuestra fe, nuestra paciencia, la capacidad de perdonar y eventualmente aumentando nuestro gozo.

Entonces, hemos visto como dos personas pueden ver la misma montaña, una como un obstáculo y la otra como como un reto. Esto es exactamente lo que el Señor quiere que aprendamos. Podemos enfrentar cada montaña con dos perspectivas diferentes: el obstáculo y el reto. En nuestras dificultades, podemos ver el obstáculo como una oportunidad para crecer en Él; para experimentar su amor y cuidado que luego podemos compartir con otras personas. Conocer las bendiciones de Dios, nos motiva a querer compartir el evangelio con aquellos que no lo conocen para que ellos puedan disfrutar de las mismas bendiciones. El profeta Isaías nos recuerda “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la salvación, y dice a Sion: Tu Dios reina!” (Isaias 52:7).

Cuando experimentamos su cuidado durante las dificultades y lo compartimos con otras personas, ellos están experimentando su amor a través de nosotros. Están viendo la fortaleza que viene del Espíritu Santo que mora en nosotros. Dios nos recuerda de qué manera cuida de nosotros: “Como los montes rodean a Jerusalén, así el Señor rodea a su pueblo desde ahora y para siempre” (Salmos 125:2). Un día llegará cuando no tendremos más dificultades y viviremos por la eternidad con Él como afirma la Palabra: “Y acontecerá en los postreros días, que el monte de la casa del Señor será establecido como cabeza de los montes; se alzará sobre los collados, y confluirán a él todas las naciones” (Isaías 2:2).

Este día llegará, sin embargo hoy nos toca mantener nuestra vista en Él y en la meta para que podamos decir como Pablo al final de nuestros días: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7) Y cuando este día llegue, oiremos al Señor decir: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.” (Mateo 25:21).

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Jesús, cuando quiere rezar a solas a Dios su Padre, sube a un monte y se queda a veces la noche entera. En otra ocasión, invita a Pedro, a Santiago y a Juan a subir con él a una montaña alta y añade el evangelio de San Lucas: “para orar”. ¡Qué bonito, sencillo pero trascendental tiene que ser el momento de la transfiguración en el monte Tabor, para que Pedro le proponga al Señor instalar allí unas tiendas! ¡Qué bien se está aquí! En la ciudad francesa de Rennes hay un parque, en un pequeño alto, con magníficos árboles y “parterres” de flores muy cuidadas que se llama “le parc du Tabor”. El señor en esta ocasión quiere privilegiar a San Pedro, Santiago y San Juan con una visión extraordinaria del anticipo del Cielo, antes de su Pasión y Crucifixión. Fiesta muy pronto celebrada por los primeros cristianos.

En otro monte padece Jesús las tres tentaciones antes de empezar su vida pública y el demonio le traslada a lo más alto con la tentación del poder. Rodeado de una multitud, en una explanada alta y apartada, Jesús predica la maravilla de las Bienaventuranzas que son para los cristianos como su testamento espiritual y, para muchos, un “agarradero” para llegar a la santidad. Han pasado más de 2.000 años y siguen tan sugestivas, llenas de entusiasmo e ilusión. No tenemos que tener miedo a lo sobrenatural, a las prácticas de las virtudes, al camino trazado por Jesús hacia la plenitud de vida.

En el monte de los olivos sufre Jesús la angustia tremenda de su próxima Pasión y Crucifixión que le hace sudar sangre. Según los médicos muy pocos enfermos llegan hasta ese estado de agonía mental.


Por fin, llegamos al monte Gólgota o del Calvario en el cual crucifican al Señor y muere por todos nosotros con los brazos bien extendidos, como queriendo abrazar a toda la humanidad, ofreciendo unos dolores espantosos con la plenitud de su amor para cada uno de nosotros.

“Todos tenemos nuestras propias cumbres...
Todos pasamos por experiencias 
distintas de sufrimiento,
pero de una forma u otra tenemos 
que seguir viviendo.
Todos tenemos unas montañas que atravesar..."