“La liturgia nos debe permitir sentir a Dios”,
precisa el Papa Francisco
Marcos
9,38-41
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Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu
nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con
nosotros.»
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Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un
milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí.
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Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.»
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«Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois
de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.»
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Paráfrasis de Mc 9, 38-41
«Maestro,
hemos visto en una iglesia a uno que cantaba en tu nombre y no es de los
nuestros y tratamos de impedírselo porque no era de los nuestros».
Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis,
pues no hay nadie que tenga unción musical cantando en mi nombre y que luego
sea capaz de calumniarme.
Pues el que no está contra nosotros,
está por nosotros».
«Todo aquel que os cante una canción
por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa».
LA LITURGIA CELEBRA LA FE Y NO A LA INVERSA
En el
tema de la música cristiana está habiendo mucha controversia si tiene que ser
católica y no evangélica…
Hay
mucho liturgismo, mucho rigorismo, muchos cristianos que están afectados de un celo exclusivista, de
estrechez de espíritu, de sectarismo intransigente e intentan monopolizar
institucionalmente el carisma que es don comunitario de servicio. En cambio,
Jesús revela un espíritu abierto y generoso.
Seguimos teniendo la tentación de monopolizar el bien, de
etiquetarlo bajo una denominación determinada.
Como confesaba Ibn Arabí, "mi credo es el amor".
Sin diferencia de credos ni de filosofías ni de ideologías.
Frente a la actitud de las sectas, que se arrogan el
monopolio del bien y creen tener a Dios en exclusiva, la Iglesia de todos los
tiempos, pero especialmente la del Concilio Vaticano II, resalta que el
Espíritu sopla donde quiere y actúa en la sociedad; por eso, -afirma el
Concilio- la Iglesia también tiene que aprender del mundo, de los avances
humanitarios de la sociedad; ha de escudriñar los signos de los tiempos,
verdadera voz del Señor (GS 44.2). El Espíritu actúa en las otras religiones,
en toda persona de buena voluntad, aunque esté al margen de la fe. Dios no
tiene santuarios especiales en los que únicamente realiza los milagros y
atiende a los que los visitan. El mundo es el gran templo en el que Dios habita
y actúa. Y en el corazón de cada persona. Y está en el centro de los hombres
que se asocian para luchar por una sociedad mejor.
No hay
una actitud que predisponga más en contra de la fe, de la Iglesia y de
cualquier institución o persona, que la altanería sectaria:
"Nosotros
tenemos el monopolio del bien y de la verdad, con exclusión de todo mal. Y los
demás detentan todo el mal sin mezcla de bien alguno". Es de justicia
reconocer el bien de los demás, sus aciertos, sus éxitos, su generosidad, sobre
todo en el que está alejado de la fe, en el familiar, en el vecino, en las
instituciones culturales o humanitarias.
Con frecuencia afloran en algunas personas y grupos un tanto cerrados de la Iglesia la descalificación y la crítica injusta.
El reconocimiento sincero del bien del otro es condición imprescindible para el diálogo evangelizador, condición para que "los otros" presten oídos a nuestra propuesta evangélica. Los cristianos deberíamos valorar con gozo todos los logros humanos grandes o pequeños, y todos los triunfos de la justicia que se alcanzan en el campo religioso, político, económico o social, por efímeros que nos puedan parecer.
La sociedad, azuzada por la prensa, divide entre
"los suyos" y los "nuestros", los buenos y los malos. Los
políticos que luchan por una sociedad más justa, los periodistas que se
arriesgan por defender la verdad y la libertad, los obreros que logran una
mayor solidaridad, aunque no parezcan siempre ser de los nuestros, "están
a favor nuestro" si se esfuerzan por un mundo más humano.
Jesús
en el Evangelio es duro contra el escándalo, y pienso yo que en este momento el
mayor escándalo que estamos presentando al mundo y a nuestra sociedad es
nuestra desunión, nuestro partidismo, nuestro egoísmo, cuando decimos: "no
es de nuestro grupo".
“Probad y aprobad todo lo que es justo, verdadero, honesto, estimable: hacedlo vuestro, venga de donde venga, porque, en definitiva, viene de Dios, fuente de todo bien” (Flp.4,8).Militão Dos Santos
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