BENEFACTORES DE LA HUMANIDAD
"Lo que uno descubre para la humanidad, debe ir a parar a la humanidad"
"Yo siempre, desde niño, quise hacer vacunas porque soñaba con ser útil a la humanidad. Este sentimiento de solidaridad me fue inculcado por mis padres"
"Mis padres me dieron unos tebeos en los que se contaba la vida de Pasteur como benefactor de la humanidad. Yo tenía entonces ocho años y eso me impactó de tal forma que yo también quería hacer vacunas para el bienestar de la humanidad. Llevo 50 años en ello, ahora tengo 58. Lo que los seres humanos somos es lo que nuestros sueños de niños nos dicen. Nunca quise ser bombero, ni cura, ni banquero, ni cardiólogo… quise hacer vacunas."
Cuando en 1993 donó la patente de la vacuna revolucionaria contra la malaria a la Organización Mundial de la Salud, el mundo entero vio en el colombiano Manuel Elkin Patarroyo a un nuevo Quijote, capaz de renunciar a una vida de comodidades –la patente le hubiera reportado muchos millones de dólares- para salvar muchas vidas, la de los más de tres millones de personas que mueren cada año víctimas de una de las enfermedades más mortales.
Los únicos que parecieron afectados –y afrontados- fueron los grandes laboratorios farmacológicos, que veían esfumarse así un negocio redondo.
Pero Patarroyo siempre tuvo claro que sus hallazgos irían encaminados a satisfacer las necesidades de sus congéneres. Su pasión por la investigación ha estado siempre ligada a una vocación ser útil a la humanidad. Y esa fue la mejor forma de demostrarlo.
Este médico nacido en Tolima –Colombia-, formado en su país y en universidades de Estados Unidos y Suecia, ha realizado una importante y vasta labor investigadora encaminada a paliar enfermedades como la fiebre reumática, tuberculosis, lepra, artritis…, pero ha sido con la malaria, con la que ha obtenido el avance más espectacular: la consecución, en 1984, de una vacuna sintética, un terreno en el que continúa trabajando, y que espera culminar, con una vacuna de gran efectividad –el 98 por cien- en el año 2009.
Es la primera vacuna químicamente hecha en la historia. Las otras son biológicas, producto del microbio entero, pero la nuestra está basada en el conocimiento químico de las partes importantes del microbio que usa para infectar, y la fabricación química de lo mismo. Este procedimiento posee muchas ventajas, entre otras cosas que se pueda fabricar una vacuna más o menos potente en función de las necesidades.
Muchos ven él al próximo premio Nobel, una distinción que probablemente ya habría conseguido de haber nacido en Estados Unidos. Pero él se encuentra feliz en su Colombia natal. Los premios, además –a él que ha sido distinguido con numerosas distinciones por su labor- le interesan poco.
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