¡GRACIAS POR TRATARME
CON TANTA DIGNIDAD!
Era una mañana de invierno PANDÉMICO de CORONAVIRUS, fumando al lado de los contenedores de basura que están al borde de la calle -para no molestar con mis humos expirados a los peatones que iban por la acera-. Y, se me acerca un hermano, pidiéndome una limosna. Yo le respondo mirándole a los ojos:
- Hermano, perdóname, pero es que no tengo ni un céntimo en el bolsillo.
Y él me responde con los ojos llorosos:
- Caballero, me has hecho mucho bien, hablándome con tanto respeto que si me hubieras dado mucha limosna. No sabes bien lo que me has dado.
- ¿Cuál es tu nombre? -le pregunto yo-.
- Rober, vengo de Santander. Y llevaba mucho tiempo sólo, sintiéndo el desprecio de todos. Estoy en el Hogar Sor Eusebia*. Gracias.... Gracias.
- Robert, no pierdas la luz, ¡venga, ánimo! No estás solo. Tú vales mucho. Que Dios te bendiga. -Le repliqué.
Y se alejó de mí, llorando... Y le pedí a Dios por mi hermano Rober, mientras se iba alejando por la acera.
*
"Un hogar con sólidos cimientos"
En el Hogar Sor Eusebia queremos que sus residentes,
sientan, que más que un techo, tienen un hogar.
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