DESDE MI NADA
“La nada, óyelo bien, mi alma”
MARÍA ZAMBRANO
Hablar con Dios
resulta un considerable desafío,
pero sobre todo un abandonarse.
Quitarse todo de encima, desnudarse,
no dejarse nada dentro.
He dicho NADA, ni siquiera eso.
Desnudo: sin disimulo, tal cual.
Desprendido de raíz y de consuelos,
de excusas y de avatares.
Nada, nada, nada, NADA,
hasta que sólo quede el corazón
a la vista: en su temblor, en su latido.
Es decir, tú, el verdadero.
Es decir, tú, el poeta pródigo.
Y Dios te verá
sin ese lifting frívolo
que dejó desconocida tu vida
interior, y la exterior, y todo.
Hablar con Dios requiere callarse
de una vez, quitar la voz
a ese cansino vacío de palabras,
a ese murmullo infame de ocurrencias.
Y postrarse así de desnudo,
de hijo, de nimio, de desvalido,
como un ofertorio de NADA.
Silencio. Aunque haya ruido
en el templo que es la calle o avenida.
Silencio. Y sentir la presencia
de Dios en cada mirada.
Y bajar esa rama del magnolio
y respirar su flor recién creada.
Esa flor blanca e inmaculada,
esa mística flor, o cáliz
que rebosa de poesía santificante.
Y en el aire se abre un espacio
donde se revela una Hostia de Luz
que fluctúa por el alma anonadada.
Y atraviesa Dios mi NADA,
y la nada -mi nada- se nadifica
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DE LA IMPOSIBILIDAD
DE ALCANZAR LA POESÍA
"Lo más entrañable de lo vivido no ha sido
ni pronunciado ni efectuado.
Tan solo el encuentro efervescente
en la alba mirada implícita de complicidad".
Yanka
Nunca, nunca se acaba
de llegar a la poesía.
Los versos tantean
una posible melodía.
Los poemas se adentran
en un mar de silencio.
El ritmo de las palabras,
y de la vida, que intenta
seguir la cadencia del alma.
Por Dios que lo intenta.
Y de por medio esos guiños
en la quietud del agua,
o esas caricias en la piel
de la belleza,
o esas olas de brisa
en las acacias o en su falda,
o la inquietud de tus sueños
en la mirada.
Nunca, nunca se acaba
de alcanzar la poesía.
Cada día los poemas
son otros, o se nos revela
la luz de manera distinta.
Y las palabras no alcanzan
el deseo del poeta.
Los poemas sólo son poemas.
Y la poesía una vez más
se nos queda en nostalgia.
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