EL Rincón de Yanka: CRISTIADA (PARA MAYOR GLORIA) For Greater Glory

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martes, 4 de septiembre de 2012

CRISTIADA (PARA MAYOR GLORIA) For Greater Glory

CrisTiada (PARA MAYOR GLORIA) 
             Cristiada, 
película sobre el derecho a la libertad


LA HISTORIA QUE QUISIERON OCULTAR

Una narración de la persecución anticatólica en México (1926-1929), que fue detonada por el intento del gobierno mexicano de suprimir la libertad de culto. La película sigue la epopeya de gente sencilla de todo el país que eligió defender su libertad. Todos ellos deberán decidir si están dispuestos a dar su vida por defenderla.
Cristiada (Para Mayor Gloria) es la verdadera historia de la represión a los católicos, cuando en México se trató de destruir a  la Iglesia. En esta película se presenta algo muy trágico que pasó en México y que no está narrada en los libros de historia…Fue una masacre, al punto que murieron más de 90 mil personas”, Cristiada, una producción acerca de hechos ocurridos en territorio mexicano durante la Guerra Cristera (1926-1929). Los católicos laicos se convirtieron en Cristeros, valientes defensores de Jesucristo. Muchos se vieron obligados a tomar las armas para defender sus derechos de libertad en lo que se conoció como la Guerra Cristera. Otros eligieron los medios no violentos para dar testimonio de Cristo.
“Yo muero, pero Dios no muere,” dijo el Beato Anacleto González Flores ante su ejecución. Sus palabras fueron proféticas.
Los mártires no son definidos por la manera como murieron sino por lo que ellos eligieron para vivir. Y la sangre de los Cristeros se convirtió en la semilla de la Iglesia de futuras generaciones en México. La realidad es difícil de creer. Hace solamente una generación, miles de hombres, mujeres y hasta niños, fueron apresados, exiliados, torturados y asesinados. Todo por el “crimen” de creer en Jesucristo y querer vivir su fe en Él. Iglesias, seminarios y conventos fueron confiscados, desacralizados y muchos fueron destruidos. Se prohibieron las manifestaciones públicas de piedad y devoción. Las escuelas católicas y los periódicos fueron cerrados; los partidos políticos católicos y los sindicatos de trabajadores prohibidos. Los sacerdotes fueron torturados y matados, muchos de ellos fueron asesinados mientras celebraban la Misa.

La película, que ha sido vista por más de un millón de personas, según su sitio oficial, y en la que actúan Andy García, Eva Longoria, Peter O’Toole, Óscar Isaac, entre otros. Pero, por desgracia no va a ser distribuida en los cines de España.
En una escena, el personaje de Eva Longoria (Tulita) le dice a su esposo, el general Gorostieta: ‘no puedes pelear por algo en lo que tú no crees’. Pero él responde: ‘pero yo creo en la libertad’. Es sobre el derecho de la libertad, es lo que ellos están luchando.

CRISTIADA es un canto a la libertad, al amor y a la verdadera Fe, donde queda patente lo terriblemente injusto que es que un Gobierno intente imponer una determinada forma de pensar o de sentir a la ciudadanía, en contra de los deseos de esta. Porque un estado puede ser aconfesional o laico pero no laicista ni mucho menos prohibicionista ni represora.

"La libertad no es sólo para escritores y políticos; o una palabra escrita en documentos. La libertad es nuestro hogar, nuestras esposas, nuestros hijos, nuestra fe. Es nuestra vida, y la defenderemos aunque muramos. No es nuestro deber defenderla, es nuestro derecho. 

¡QUE VIVA CRISTO REY! 
¡QUE VIVA CRISTO REY! 
¡QUE VIVA CRISTO REY! 

"Le declaraste la guerra a la libertad. La tierra sangra en sus campos. Mata a sus ciudadanos o los reprime encarcelándolos. La libertad no se negocia. Por definición es absoluta. Y siempre vencerá".

La Vida de San José Sánchez del Río | 
Pelicula "Cristiada" (2012)





'VIVA CRISTO REY'

Un grito de guerra se escucha
en la faz de la tierra y en todo lugar
los prestos guerreros empuñan su espada
y se enlistan para pelear
para eso han sido entrenados
defenderán la verdad
y no les será arrebatado
el fuego que en su sangre está.

CORO:

Viva Cristo Rey viva Cristo Rey
el grito de guerra que enciende la tierra
viva Cristo Rey, nuestro soberano Señor
nuestro capitán campeón, pelear por él
esto todo un honor.

Sabemos que esta batalla no es fácil
y muchos se acobardarán
y bajo los dardos de nuestro enemigo
sin duda perecerán
yo tendre mi espada en alto
como la usa mi Señor
a él nada lo ha derrotado
su fuerza es la de Dios.

CORO:

Viva Cristo Rey viva Cristo Rey
el grito de guerra que enciende la tierra
viva Cristo Rey, nuestro soberano Señor
nuestro capitán campeón, pelear por él
esto todo un honor.

No conocemos mayor alegría
no existe mas honroso afán
que con mis hermanos estar en la línea
y juntos la vida entregar, a Él que merece la gloria
y nos reclutó por amor
ante Él las rodillas se doblan y se postra el corazón.

CORO:

Viva Cristo Rey viva Cristo Rey
el grito de guerra que enciende la tierra
viva Cristo Rey, nuestro soberano Señor
nuestro capitán campeón, pelear por él
esto todo un honor.


Origen del grito "Viva Cristo Rey"

¿Cómo ser CRISTERO en la actualidad?⚔️Entrevista P. JAVIER OLIVERA RAVASI @QNTLC Contrarrevolución

¡Viva Cristo Rey! Cristeros y contrarrevolución - La Sacristía de La Vendée: 29-06-2023

LA CONTRARREVOLUCIÓN 
CRISTERA

Una verdadera guerra de religión, nunca antes vista en nuestro continente, se desencadenó a partir de ciertas leyes persecutorias contra la Iglesia y sus fieles, en el México de 1926 a 1929. En el conflicto, una gran parte del laicado católico, haciendo uso de los medios pacíficos primero, y violentos después, se alzó en armas contra el gobierno, incluso con el pesar de una gran parte de la jerarquía eclesiástica que dubitaba sobre el curso de acción a seguir.Al grito de «¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!» los católicos mexicanos intentarán defender los derechos de Dios contra un Estado empecinado por la ideología laicista y anticristiana.Tanto el gobierno como el Vaticano, con la connivencia de los Estados Unidos, luego de entender que la lucha podía ser perjudicial, llegarán a un acuerdo o modus vivendi que los combatientes aceptarán a regañadientes, sabiéndose destinatarios de una muerte segura.Juicios de valor acerca de la obra“Expone claramente la que es su tesis, maneja conceptos bien definidos y arma su discurso muy lógicamente… a través de las obras clásicas que utiliza muy bien. Defiende con pasión a los cristeros, lo que contribuye en mucho a la originalidad de su trabajo (Jean Meyer, del Dictamen como jurado en la tesis doctoral del Autor)“Es para mí una verdadera satisfacción anteponer algunas líneas a este excelente estudio sobre la gesta de los cristeros, uno de los episodios más gloriosos de la Iglesia del siglo XX. (…) En México, hasta hace poco, no se podía ni hablar de este asunto. Había que borrar hasta la memoria de los hechos. Javier Olivera Ravasi ha tenido el coraje de no acatar dicha inicua decisión y, a fuer que lo hizo con diáfana inteligencia” (Alfredo Sáenz, del Prólogo).“Un trabajo valiosísimo que se enfrenta a la conspiración del silencio contra la gran contrarrevolución católica hispanoamericana” (Enrique Díaz Araujo, Director de la tesis doctoral del Autor).

Prólogo 
P. Alfredo Sáenz, SJ

Es para mí una verdadera satisfacción la posibilidad que se me ha ofrecido de anteponer algunas líneas a este excelente estudio sobre la gesta de los cristeros, uno de los episodios más gloriosos de la Iglesia del siglo XX. Nos limitaremos en estas páginas a destacar los principales logros del autor.

Más allá de las interpretaciones meramente económicas o políticas, el Padre Javier Olivera Ravasi enmarca este combate en el contexto de la gran visión agustiniana de la historia. «Dos amores fundaron dos ciudades —decía aquel Padre de la Iglesia y gran teólogo de la historia—: el amor de Dios hasta el menosprecio de sí, la Ciudad de Dios, y la exaltación del hombre hasta el menosprecio de Dios, la ciudad del mundo». Es decir que el acontecer histórico, para que pueda ser entendido cabalmente, debe ser considerado desde los ojos de Dios y del gran designio divino de redención de la humanidad por la sangre de Cristo. Fueron dos cosmovisiones que se enfrentaron en el curso de los siglos. En el siglo XX adquirió un poder especial la facción de la «modernidad». Excluyente de Dios, enemiga de la Realeza de Cristo.

El Padre Javier Olivera Ravasi se explaya en su libro sobre estos temas. Destaquemos el aleccionador análisis que nos ofrece sobre la masonería en el siglo XIX y primeros decenios del XX, con especial atención a sus diversos grupos y obediencias. A ello podría sumársele también, no sólo el ideario de la Revolución Francesa, sino el de la Revolución Soviética, cuyos dirigentes tomaron el poder en Rusia en el año 1917, poco antes del levantamiento cristero, inspirando explícitamente a los sindicatos dependientes del gobierno perseguidor.

El lema del levantamiento católico fue realmente categórico: «Por Dios y por la Patria». La lucha se llevó adelante en defensa del catolicismo y del nacionalismo mexicano, jaqueados ambos por el enemigo de Dios y de la Patria, aquel enemigo que detentaba el poder, con el respaldo del extranjero. Tratábase de dos amores jerarquizados: el amor a la Patria conculcada, subordinado al amor de Dios. Por eso los caídos en aras de la Patria pueden ser considerados auténticos mártires, según las enseñanzas de Santo Tomás. El grito habitual de aquellos héroes: «¡Viva Cristo Rey!», les mereció el nombre sarcástico de «cristeros», dado por sus enemigos llegó a ser no sólo una simple consigna o fórmula de reconocimiento, sino toda una definición. Cuando San Agustín trató de las Dos Ciudades no dejó de señalar que cada una de ellas tenían su propio rey: el de la Ciudad de Dios era Cristo y el de la ciudad del mundo era Satanás.

Nada, pues, de extraño que los dos ejércitos contendientes vivaran a sus respectivos Capitanes. A la pregunta de los «federales», es decir, de los soldados del Gobierno perseguidor: «¿Quién vive?», los cristeros siempre contestaban: «¡Viva Cristo Rey!». Los adversarios, por su parte, no vacilaban en gritar: «¡Viva Satán!». Tratóse, realmente, de una guerra religiosa, como lo hemos señalado reiteradamente. De una guerra teológica. Calles, el jefe de la represión, recibió de parte de algunos cronistas, el calificativo de «un hombre místico». Tratábase, por cierto, de una mística, pero invertida, la de Satanás. El presidente perseguidor entendía, si bien a su manera, que el combate que estaba librando, no era reductible a designios meramente políticos, sino que escondía raíces religiosas. Un periodista norteamericano que lo entrevistó por aquellos días sobre la cuestión religiosa, nos confiesa que quedó consternado por el temor ante las palabras que le oyó decir: «Vi en el fondo de ellas no el odio de una vida, sino de muchas generaciones de odio». Algo semejante manifestaría Portes Gil, quien sucedió a Calles en la presidencia de la República, al término de un banquete: 
«La lucha no se inicia, la lucha es eterna. La lucha se inició hace veintes siglos». Podríamos decir, por nuestra parte, que empezó aún antes, mucho antes, al comienzo de la historia humana, habiendo encontrado su momento crucial en el enfrentamiento personal entre Cristo y Satanás en el desierto. Un testigo presencial nos cuenta que durante el transcurso de la guerra cristera, asistió, en Guanajuato, a un banquete en la zona enemiga, que degeneró en auténtica orgía. Y que el general que la presidía «después de gritar contra Cristo y contra la Inmaculada Virgen, con vocablos inmundos, principió a aclamar a Lucifer por quien brindó entre gritos de aprobación». Las injurias eran contundentes: «¡Muera Cristo! ¡Abajo Cristo! ¡Aplastemos a Cristo! ¡Nuestro dios sea Lucifer! ¡Él sea nuestro jefe! ¡Arriba Lucifer! ¡Viva Lucifer!».
Quisiéramos destacar, para ir concluyendo, el modo tan sapiencial como el autor ha encarado el último y penoso capítulo de nuestra gesta, el de los denominados «Arreglos», si es que arreglos pueden llamarse, que dieron fin a la contienda. El Padre Olivera Ravasi va señalando, con la delicadeza y el respeto debidos, las diversas responsabilidades en este «acuerdo», que muchos de los firmantes sabían que no se cumpliría. La Iglesia cedía en sus posiciones anteriores, y el Estado se comprometía, sin derogar las leyes, esas mismas leyes que habían sido causa del levantamiento, a permitir que se abrieran de nuevo los templos del país.

Refiriéndose a la epopeya de la Vendée, ocurrida en Francia dos siglos atrás, de la que la gesta de los Cristeros es casi como su réplica, un autor francés, Reynald Secher, señaló que el genocidio de vendeanos, que tras la victoria llevó adelante el ejército de la Revolución Francesa, siguió un nuevo genocidio, pero ahora intelectual —él lo denomina memoricidio— merced al cual la epopeya se convertía en un tema tabú, del cual no había que hablar, un tema voluntariamente olvidado. Según la versión oficial se trató de un grupo de «bandidos» que se levantaron en armas y fueron sofocados. También en el presente caso hemos presenciado un largo memoricidio. En México, hasta hace poco, no se podía ni hablar de este asunto. Había que borrar hasta la memoria de los hechos. Javier Olivera Ravasi ha tenido el coraje de no acatar dicha inicua decisión y, a fuer que lo hizo con diáfana inteligencia. Nuestras más cálidas felicitaciones.

P. Alfredo Sáenz, SJ