Me quedaré aquí, contigo, Creador de instantes, para cambiar, en la incertidumbre de la noche, la arena de mi playa por la arcilla de tus manos, Aquí, mi Dios, donde no hay descanso ni tregua para el umbral de mis ojos, Privilegiados, que, ni siquiera parpadean para no perder un instante de tu belleza, Aquí, vencido por la voz de tu silencio habitado, despertando a la luz de tus heridas, que son también las mías, y que tu ya cerraste para siempre, con la sal de tus manos, en este mar de paz, en este mar eterno.
Jose Ignacio
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