Tú pasas por la vida
y se asoman las vías, las rutas y los caminos
invitándote a que los sigas y persigas.
A que gastes tus minutos en ellos,
a que le entregues tus energías,
tus ansias.
Y te aseguran que valen,
lo que la penas para recorrerlos.
Tú te persignas y avanzas por ellos.
A veces, no son lo que parecían
y terminan sorprendiéndote.
Otras tantas, tú los sorprendes a ellos,
aunque nunca lo admitan.
Ser y prevalecer.
Auténticos y genuinos, con lo que ha de ser
para que todo lo que sea, sea con verdad.
Y para ello tu andar está lleno de notas musicales,
aunque tengas permitido desafinar de vez en cuando,
o escoger nadar por un rato en el silencio de tu alma
o pintar con tus ganas lo que necesites decir.
Tu música, tus colores y tu camino van juntos.
Tú escoges por dónde seguir
y de inmediato comienza a sonar la melodía
con los colores que te acompañarán
en esa aventura.
Mientras el tiempo se prepara
para mostrar lo que sucederá.
A decir verdad,
no hay tiempo a destiempo,
todo ocurre cómo y cuándo debe ocurrir.
Por eso fluye, circula, anda, manifiéstate.
La vida es una inmensa oportunidad.
Haz tu parte.
Ella tiene prevista la suya.
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