«El libro de Yotán»,
por Arthur Powers
¿Cómo sería la vida de un discapacitado mental
en tiempos de Jesús?
Con este planteamiento tan original se desarrolla la novela El libro de Yotán en la que su autor se mete en la mente y en el corazón de un discapacitado mental que vivió en la época de Jesucristo.
De una forma singular y atrayente, el escritor Arthur Powers ha conseguido plasmar los sentimientos y el punto de vista de un enfermo mental discípulo de Jesús.
Su nombre es Yotán. Su madre ha muerto y su padre no le acepta por su visible discapacidad. En un momento dado, se encuentra con el Hijo de Dios, quien pregunta a su Padre por qué le ha enviado al muchacho.
Se hacen amigos y, a partir de entonces, se dedica a acompañar a Jesucristo en algunos pasajes del Evangelio.
De pronto, Yotán sueña. Pero no como los hombres. Yotán sueña lo que sueña Cristo. Ve lo que ve Dios.
«—Mírame— tus ojos se encuentran con los suyos. Sus ojos ven dentro de ti, y hacen que te vuelvas tímido—. Llámame Jesús».
A partir de ese momento, el joven les acompañará en distintos pasajes del Evangelio; la historia llega a su culmen en las duras horas de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Para Editorial Palabra, El libro de Yotán es «una obra de arte realizada por Arthur Powers», quien guardó su libro durante 23 años en un cajón de su escritorio. Cuando finalmente se publicó ganó el premio Tuscany de Ficción Católica 2012.
El traductor de Powers califica el libro como el resultado de una inquietud que al autor le produjo «el asunto de las personas con discapacidad mental y su papel en el plan de Dios».
El resultado de El libro de Yotán es la respuesta, al estilo de Dios, a las inquietudes de su autor después de convivir durante años con la pobreza y con la aparente incoherencia que suponen la vida de estas personas en los planes divinos. Un cúmulo de sensaciones y sentimientos que dotan a esta obra de una gran fuerza narrativa.
Según el traductor, «en estos tiempos paradójicos en que hay quienes cuestionan el derecho a la vida de los niños con malformaciones, El libro de Yotán no deja indiferente al lector. Le interpela y le acerca al mundo de la discapacidad con los ojos de Dios. Con el corazón de Dios».
El autor, Arthur Powers fue voluntario en Brasil en 1969 en los Cuerpos de Paz y vivió allí la mayor parte de su vida. Entre 1985 y 1992, él y su mujer, Brenda, con sus dos hijas, sirvieron como misioneros católicos laicos en el Amazonas oriental. Arthur fue después director en Brasil de Catholic Relief Services, la variante de Cáritas en Estados Unidos. En la actualidad, él y Brenda viven con una hija y una nieta en Raleigh (Carolina del Norte).
Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños, de los ninguneados, de los menospreciados. Varias veces, Jesús insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños. “Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, a mí me acoge” (Mc 9,37). Quien da un vaso de agua a uno de estos pequeños no perderá su recompensa (Mt 10,42). El pide que no se desprecien los pequeños (Mt 18,10). Y en el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer “a uno de estos pequeñuelos” (Mt 25,40). Si Jesús insiste tanto en la acogida que hay que dar a los pequeños, es porque había probablemente mucha gente pequeña ¡que no era acogida! De hecho, muchas mujeres, muchos niños no contaban (Mt 14,21; 15,38), eran despreciados (Mt 18,10) y silenciados (Mt 21,15-16). Hasta los apóstoles impedían que llegasen cerca de Jesús (Mt 19,13; Mc 10,13-14). En nombre de la ley de Dios, mal interpretada por las autoridades de la época, mucha buena gente era excluida. En vez de acoger a los excluidos, la ley era usada para legitimar la exclusión. En los evangelios, la expresión “pequeños” (en griego se dice elachistoi, mikroi o nepioi), a veces indica “niños”, otras veces, indica los sectores excluidos de la sociedad. No es fácil discernir. A veces lo que es “pequeño” en un evangelio, es “niños” en otro. Porque los niños pertenecían a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Además de esto, no siempre es fácil discernir entre lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las comunidades para las cuales los evangelios fueron escritos. Aún así, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que estaba presente en la época y la imagen que las primeras comunidades conservaron de Jesús: Jesús se pone del lado de los pequeños, de los excluidos, y asume su defensa.
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