«Entre vosotros hay uno que no conocéis». Estas palabras las pronuncia el Bautista refiriéndose a Jesús, que se mueve ya entre quienes se acercan al Jordán a bautizarse, aunque todavía no se ha manifestado.
Precisamente toda su preocupación es «allanar el camino» para que aquella gente pueda creer en él.
Tal vez, la mayor desgracia del cristianismo es que haya tantos hombres y mujeres que se dicen «cristianos», en cuyo corazón Jesús está ausente. No lo conocen. No vibran con él. No los atrae ni seduce. Jesús es una figura inerte y apagada. Está mudo. No les dice nada especial que aliente sus vidas. Su existencia no está marcada por Jesús.
Esta Iglesia necesita urgentemente «testigos» de Jesús, creyentes que se parezcan más a él, cristianos que, con su manera de ser y de vivir, faciliten el camino para creer en Cristo. Necesitamos testigos que hablen de Dios como hablaba él, que comuniquen su mensaje de compasión como lo hacía él, que contagien confianza en el Padre como él.
¿De qué sirven nuestras catequesis y predicaciones si no conducen a conocer, amar y seguir con más fe y más gozo a Jesucristo? ¿En qué quedan nuestras eucaristías si no ayudan a comulgar de manera más viva con Jesús, con su proyecto y con su entrega crucificada a todos.José Antonio Pagola
==================================================Decía en cierta ocasión la M. Teresa de Calcuta a sus monjas:
«No penséis que hemos venido a esta congregación a servir a los enfermos. No, hemos venido para conocer a Jesucristo. Ése es el fin principal. Ahora bien, para conocer e identificarnos con Cristo, Dios ha querido que le sirvamos en los pobres y enfermos. Ésa es nuestra vocación y nuestro carisma específico».
El objetivo básico de todo cristiano
es conocer a Jesucristo y de este modo descubrir
y vivir la caridad. Cada uno lo hace por el camino que le señala su vocación. Lo mismo hay que decir de todo tipo de comunidad cristiana. Las órdenes religiosas, por ejemplo, las asociaciones o movimientos cristianos tienen como fin fundamental entrar en comunión con Jesús. Sin embargo, a cada uno de ellos el Espíritu le da una vocación o carisma particular que marca su camino para llegar a Cristo. .¿Cuál es el carisma de los Dominicos? Entrar en comunión con Cristo mediante la predicación y el estudio de la Palabra de Dios. ¿Cuál es el carisma de los Salesianos? Conocer a Jesucristo sirviéndole en la educación cristiana de la juventud. En esa vocación se especializan ellos de una manera plena y a ella dedican todos sus afanes.
La vocación y el carisma cristiano presuponen la fe en Cristo Jesús. Cada individuo recibe su llamada específica en un proceso de fe. El Señor para canalizar y profundizar la entrega de estas personas, haciéndolas más partícipes de la gracia de Jesucristo, las llama o, mejor dicho, les regala una determinada vocación y de esa forma se diversifican las tareas, funciones y ministerios de la Iglesia.
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