EL Rincón de Yanka: EL TECNOTOTALITARISMO QUE VIENE: IDENTIDAD DIGITAL, CIUDADADES INTELIGENTES, CRÉDITOS SOCIALES Y CONTROL ALGORÍTMICO 👿👥💀

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CALENDARIO CUARESMAL 2025

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miércoles, 19 de febrero de 2025

EL TECNOTOTALITARISMO QUE VIENE: IDENTIDAD DIGITAL, CIUDADADES INTELIGENTES, CRÉDITOS SOCIALES Y CONTROL ALGORÍTMICO 👿👥💀


el reconocimiento facial 
y el futuro de la identidad digital 
en las ciudades inteligentes

En el marco del Foro Económico Mundial, el CEO de Avathon, Pervinder Johar, ha esbozado un futuro en el que las identificaciones digitales serán reemplazadas por tecnologías biométricas, especialmente el reconocimiento facial. Según Johar, en un plazo de cinco a diez años, los ciudadanos de las denominadas ciudades inteligentes no necesitarán portar documentos ni claves de acceso, ya que su identidad será verificada automáticamente a través de redes de cámaras y bases de datos interconectadas. Esta evolución de la infraestructura pública digital (DPI, por sus siglas en inglés) ha generado tanto expectativas como preocupaciones. Por un lado, se espera una mejora en la seguridad y la eficiencia de los servicios urbanos. Sin embargo, por otro, se teme que esta vigilancia omnipresente socave la privacidad individual y refuerce mecanismos de control estatal y corporativo. El concepto de DPI ha sido impulsado por organismos como la ONU, la Unión Europea, el Foro Económico Mundial y figuras clave del sector tecnológico como Bill Gates. Su propósito inicial es la optimización de servicios digitales gubernamentales, financieros y administrativos, pero su implementación real está ligada a la recopilación masiva de datos ciudadanos.

Johar explicó que la identidad digital y las finanzas convergerán, lo que implica que las interacciones económicas, desde la apertura de una cuenta bancaria hasta el acceso a servicios médicos o educativos, dependerán del reconocimiento facial y otros identificadores biométricos. En Round Rock High School, Texas, Avathon ya ha implementado una plataforma de inteligencia artificial que utiliza cámaras para detectar armas, accesos no autorizados e incluso incendios. Este sistema ha sido justificado como una herramienta de protección infantil, pero plantea interrogantes sobre su posible extensión a otros ámbitos de la vida pública. La adopción de tecnologías de reconocimiento facial en espacios públicos y privados ha generado intensos debates en torno a la privacidad, la seguridad y el consentimiento ciudadano. La experta Hoda Al Khzaimi, de la Universidad de Nueva York Abu Dhabi, abordó el tema desde una perspectiva gubernamental, afirmando que el DPI busca garantizar servicios ininterrumpidos en las ciudades inteligentes. Sin embargo, también señaló que la “aplicación óptima” de estas infraestructuras conllevaría la imposición de identidades digitales a todos los ciudadanos.

Si bien se reconoce el riesgo del uso indebido de estos sistemas, algunos defensores argumentan que pueden ser esenciales en situaciones específicas, como la respuesta a brotes pandémicos o el control de la inmigración ilegal. Ejemplos de estas aplicaciones incluyen el pasaporte digital mexicano, mencionado por René Saul, CEO de Kapital, quien destacó su rapidez y eficiencia en los procesos migratorios en aeropuertos europeos. La adopción del reconocimiento facial en el sector financiero también ha cambiado la forma en que se validan las identidades. El protocolo "Conoce a tu Cliente" (KYC, Know Your Customer), ampliamente utilizado por los bancos, ahora emplea escaneos biométricos y análisis de documentos para prevenir el fraude. Si bien este sistema facilita transacciones más seguras, su carácter invasivo ha generado críticas. El temor de los activistas por los derechos digitales es que estos sistemas terminen derivando en una sociedad donde la identificación constante sea la norma y donde el anonimato desaparezca. 

El desarrollo de las ciudades inteligentes y la integración del reconocimiento facial marcan un punto de inflexión en la relación entre tecnología, privacidad y control social. La visión de Pervinder Johar y otros líderes del sector plantea un escenario en el que la identidad digital se vuelve innecesaria, pero a costa de una vigilancia omnipresente. Las preguntas fundamentales que surgen son: 
¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestra privacidad en favor de la seguridad y la eficiencia? ¿Quién controlará estos datos y con qué fines? La respuesta a estos cuestionamientos definirá el futuro de las sociedades hiperconectadas y su equilibrio entre libertad individual y control gubernamental. Este texto no solo reescribe el documento original con un estilo más estructurado y fluido, sino que también amplía su contenido con más contexto, implicaciones y preguntas clave para el debate. ¿Te gustaría añadir algún enfoque adicional o profundizar en alguna sección?


Créditos sociales y control algorítmico: 
El nuevo leviatán digital

En una sociedad hiperconectada donde los datos son el nuevo oro, la vigilancia se ha vuelto silenciosa, eficiente e implacable. Los sistemas de créditos sociales y control algorítmico están emergiendo como la herramienta perfecta para moldear el comportamiento de los ciudadanos, convirtiendo la vida cotidiana en una partida de ajedrez digital donde cada movimiento es registrado, evaluado y recompensado o castigado. El caso más emblemático es el Sistema de Crédito Social de China (SCS), un ambicioso proyecto del dictatorial Partido Comunista Chino (PCCh) que busca evaluar la confiabilidad de individuos y empresas. La puntuación de cada ciudadano depende de su comportamiento, como pagar impuestos a tiempo, expresar apoyo al gobierno o respetar las leyes de tránsito. Por el contrario, las infracciones, críticas al régimen o incluso la asociación con personas de "baja confianza" pueden reducir la puntuación. Las consecuencias de una baja puntuación, que en China ya afecta a más de 20 millones de personas, incluyen: Restricción de viajes: Prohibiciones para comprar billetes de avión o tren. Acceso limitado a servicios financieros: Imposibilidad de obtener créditos o hipotecas.

Exclusión laboral: Dificultades para conseguir trabajo o ascensos. Humillación pública: Inclusión en listas negras exhibidas en pantallas públicas. Aunque el modelo chino pueda parecer distante, mecanismos similares están emergiendo en Occidente, impulsados tanto por corporaciones tecnológicas como por gobiernos presuntamente democráticos. 

1. Sistemas de reputación digital. Empresas como Uber y Airbnb ya implementan modelos de puntaje que pueden restringir a usuarios según su comportamiento en la plataforma. Si un usuario acumula malas calificaciones, podría quedar excluido. 2. Verificación financiera y digital (KYC). Bancos e instituciones financieras han comenzado a evaluar el comportamiento digital de los clientes antes de otorgar créditos. Algunas iniciativas sugieren integrar estos datos con identificaciones y monedas digitales de bancos centrales (CBDC). 
3. Censura algorítmica. Plataformas como Facebook, Twitter y YouTube han sido criticadas por la eliminación automática de contenidos críticos contra el “status quo” dominante. En algunos casos, los usuarios han sido desmonetizados o incluso bloqueados por comentarios considerados "nocivos" según criterios opacos. 

El mayor riesgo del crédito social no es solo la vigilancia masiva, sino la falta de transparencia y apelación en los sistemas de control. A diferencia de un juicio convencional, donde un acusado puede defenderse, los sistemas algorítmicos no ofrecen explicaciones y pueden condenar a una persona al ostracismo digital sin intervención humana. Algunos analistas advierten que, si se generalizan estas tecnologías, el concepto de "ciudadano" podría transformarse en el de un sujeto obediente, incapaz de desafiar el poder establecido por temor a represalias digitales. 

El crédito social representa un cambio fundamental en la relación entre el Estado, las corporaciones y el individuo. Mientras que sus defensores argumentan que mejora la seguridad y la confianza, sus detractores lo ven como un experimento totalitario basado en la tecnología. Las preguntas fundamentales son: ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestra privacidad por seguridad y eficiencia? ¿Quién controlará estos sistemas y con qué fines? La respuesta a estos interrogantes definirá el futuro de la libertad en la era digital.


 Monedas Digitales de los Bancos Centrales (CBDC): 
El fín del dinero en efectivo y la nueva era del control financiero

Las monedas digitales de bancos centrales (CBDC) han sido promovidas como la evolución natural del sistema financiero, ofreciendo mayor eficiencia en pagos y transacciones. Sin embargo, estas monedas también permiten a los gobiernos y bancos centrales supervisar en tiempo real todas las transacciones, eliminando por completo el anonimato financiero. 
Este nivel de control significa que cada compra, ahorro o inversión podrá ser rastreada por las autoridades, lo que plantea preocupaciones sobre la privacidad y la libertad económica de los ciudadanos. A diferencia del efectivo, que permite transacciones anónimas, las CBDC están diseñadas para ser completamente trazables. 

Restricciones de gasto según políticas gubernamentales 

Una característica potencialmente peligrosa de las CBDC es la posibilidad de imponer restricciones sobre el gasto. Los gobiernos podrían programar las monedas digitales para limitar en qué pueden gastarse y en qué circunstancias. Por ejemplo: 
Prohibición de compras específicas: 
Restricción de ciertos bienes o servicios en función de más o menos caprichosas normativas gubernamentales. 

Expiración del dinero: Algunas propuestas han sugerido que las CBDC podrían tener fechas de caducidad, obligando a los ciudadanos a gastarlas antes de que pierdan su valor. Condiciones para recibir pagos: 
Los subsidios y ayudas gubernamentales podrían estar sujetos a requisitos de comportamiento, restringiendo su uso a sectores específicos o según calificaciones de "buen ciudadano". 

Eliminación del efectivo y reducción del anonimato financiero 

Uno de los efectos más preocupantes de la adopción de las CBDC es la gradual desaparición del efectivo. A medida que los gobiernos promuevan estas monedas digitales, es probable que el dinero en efectivo sea progresivamente desincentivado o incluso prohibido, eliminando el último refugio de las transacciones privadas.
La eliminación del efectivo también otorga a los gobiernos un poder sin precedentes para bloquear o restringir el acceso a los fondos de los ciudadanos en caso de disidencia política, conflictos sociales o decisiones arbitrarias. 

¿Hacia una economía totalmente controlada? 

Si bien las CBDC ofrecen ventajas en eficiencia y seguridad financiera, su implementación sin restricciones adecuadas podría dar lugar a un sistema de control financiero absoluto. La posibilidad de que los gobiernos monitoricen, limiten e incluso desactiven cuentas y transacciones plantea serios desafíos a la libertad individual. Las preguntas fundamentales son: 
¿Debe el Estado tener control total sobre el dinero de sus ciudadanos? ¿Cómo pueden los ciudadanos proteger su privacidad financiera en un mundo sin efectivo? El debate sobre las CBDC apenas comienza, pero su implementación determinará el equilibrio entre seguridad, privacidad y control en la economía del futuro.