BIENAVENTURANZAS DEL DIÁLOGO RELIGIOSO
Cuando entres en un diálogo intrarreligioso, no pienses por adelantado en lo que tú debes creer.
Cuando des testimonio de tu fe, no te defiendas a ti mismo ni defiendas tus intereses concretos, por sagrados que éstos puedan parecerte. Haz como los pájaros del cielo, que cantan y vuelan y no defienden ni su música ni su belleza.
Cuando dialogues con alguien, observa a tu interlocutor como si se tratara de una experiencia reveladora, como mirarías –o deberías mirar- a los lirios del campo.
Cuando inicies un diálogo intrarreligioso, busca quitar primero la viga de tu ojo antes de sacar la paja del de tu vecino.
Bienaventurado seas cuando no te sientas autosuficiente mientras estés dialogando.
Bienaventurado seas cuando confías en el otro porque confías en mí.
Bienaventurado seas cuando afrontas incomprensiones de tu propia comunidad o de otros a causa de tu fidelidad a la Verdad.
Bienaventurado seas cuando mantienes tus convicciones y sin embargo no las presentas como normas absolutas.
¡Ay de vosotros, teólogos y académicos, que despreciáis lo que otros dicen porque lo consideráis embarazoso o no suficientemente “científico”!
¡Ay de vosotros, profesionales de las religiones, sino escucháis el grito de los pequeños!
¡Ay de vosotras, autoridades religiosas, porque impedís el cambio y la (re)conversión!
¡Ay de vosotros, gente religiosa, porque monopolizáis la religión y sofocáis el Espíritu, que sopla donde quiere y como quiere!
R. Panikkar
La nueva inocencia. EVD
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