sábado, 20 de junio de 2020

LIBRO "LA GRAN MANIPULACIÓN: CÓMO LA DESINFORMACIÓN IDEOLOGIZADA, PARTIDISTA Y CRIMINAL CONVIRTIÓ A ESPAÑA EN EL PARAÍSO DEL CORONAVIRUS 🔆🙈🙉🙊🔆


LA GRAN MANIPULACIÓN
CÓMO LA DESINFORMACIÓN CONVIRTIÓ A ESPAÑA 
Y AL MUNDO EN EL PARAÍSO DEL CORONAVIRUS

JANO GARCÍA

El palangre o palangrismo es la forma de cobrar o aceptar dinero para favorecer una o varias personas u una o varias instituciones sin importar la verdad del hecho. En lenguaje periodístico, práctica de recibir palangre (pago ilícito).

«España va camino a convertirse en una dictadura moderna gracias al control de los medios»

«La Organización Mundial de la Salud es una banda corrupta dirigida por un etíope amigo del genocida Mugabe, que ha encubierto las mentiras de China y que nos ha engañado en España a través de María Neira»
«Muchas veces la gente prefiere habitar en la mentira porque es muy cómoda a habitar en la verdad, que es más difícil de buscar y conseguir»


Introducción

Desde que la política comenzó a ser descrita, hay un componente que siempre la ha acompañado, la demagogia. Son muchos los autores que la han descrito de diferentes formas, pero el primero en utilizar dicho término fue Aristóteles. El filósofo griego aseguraba que la demagogia se centraba en la manipulación de los pobres para así ganarse su favor y, de esa forma, asegurarse el poder a través del sentimentalismo, promesas inviables, el miedo o la falsa esperanza. Desde que Heródoto de Halicarnaso (considerado por algunos como el primer historiador) comenzó a escribir los pasajes de las Guerras Médicas entre griegos y persas, son multitud los ejemplos que nos demuestran que siempre ha estado presente la demagogia y la manipulación de masas por parte de los gobernantes para ganarse el favor de la mayoría del pueblo.

Tenemos miles de ejemplos a lo largo de la historia, podríamos hablar de emperadores romanos como Tiberio, Calígula, Claudio o Nerón. Calígula representó a la perfección en qué consistía la demagogia que anteriormente había acuñado Aristóteles. En sus prin1eros meses de mandato se encargó de llenar de pan, dinero y buenos espectáculos a la plebe (los pobres que definía Aristóteles). Sin embargo, todo empezó a torcerse cuando apenas un año más tarde se había gastado el tesoro heredado por Tiberio (2.700 inillones de sestercios) provocando un enorme déficit en las arcas públicas. Decidió recurrir a nuevos y altos impuestos de los que no se salvaría nadie impuso una tasa a los alimentos, a las cortesanas e incluso a los que se casaban, llegando al extremo de pedir dinero personalmente por las calles de Roma. Todos aquellos que se negaban a realizar una contribución eran castigados con la muerte. Las políticas económicas destinadas a ganarse el favor de la masa y que habían llenado las barrigas del populacho se habían convertido en hambre, ruina y crisis económica.

Para tapar su negligencia, ordenó el asesinato de cualquier persona que alguna vez le había contradicho. Cuando falleció su gran amor, Drusila, ordenó un luto general en el que los ciudadanos tenían prohibido bañarse, mantener relaciones sexuales, comer en familia o incluso sonreír por la calle.


Por supuesto, recurrió a buscar un culpable tercero a su nefasta gestión: la aristocracia.
Calígula ordenó asesinar a los aristócratas que no entregaban todo su dinero. Disfrutaba haciendo la vida imposible a la aristocracia. Uno de sus pasatiempos favoritos era regalar entradas a la plebe para el «circus maximus». Entradas que sabía que estaban ocupadas por los aristócratas para así presenciar cómo se peleaban entre ellos y regocijarse de su lucha. Su poder absoluto le llevó incluso a autoproclamarse Dios, vistiéndose como Alepo, Mercurio o Hércules y exigiendo a cualquier persona que se dirigiera a él como «divino emperador». Ordenó traer una escultura de Júpiter Olímpico para cortarle la cabeza y sustituirla por una suya. Nombró cónsul a su caballo favorito y el pueblo debía mostrarle respeto máximo. Pero el hambre y el derroche económico de su populismo fue su propia tumba. Fue asesinado al salir de un espectáculo entre gladiadores y su cuerpo quedó abandonado en la calle hasta que los perros se lo comieron. El Senado de Roma borraría posteriormente su nombre de la lista de emperadores, pero no así la Historia.

Sin duda, uno de los mecanismos más utilizados para la manipulación de masas o rebaño colectivo es buscar un culpable que no represente un porcentaje elevado de la población: aristócratas, ricos, empresarios, millonarios, razas minoritarias, ideologías con escaso seguimiento, minorías religiosas, etc. Calígula no inventó nada y su estrategia de manipulación se ha replicado durante siglos, como hizo Hitler, que supo utilizar también este mecanismo culpando a los judíos de todos los males de Alemania, a pesar de que solamente representaban el 1 por ciento de la población de la época. Posteriormente abordaremos el espectacular ejercicio de manipulación de masas dirigido por el perverso genio Joseph Goebbels.

Prosiguiendo con los emperadores romanos, el fin de Calígula no les libró del populismo. Claudia y sobre todo Nerón, replicaron el comportamiento de su antecesor y condujeron a Roma a fuertes crisis sociales y económicas. Todos ellos acabarían pagando por sus desmanes, pero pronto, apareció un nuevo pilar que ayudó a asegurar el poder de estos emperadores: los speculatores.

Tras la muerte de Nerón, Servio Sulpicio Galba, se encargó de que los speculatores, que no eran más que una sección del ejército romano que efectuaban las labores de exploración del territorio montados a caballo, se convirtieran en sus guardaespaldas, y también, en espías. De esta forma, Galba pretendía controlar la disidencia dentro de sus propias filas para evitar tener un final terrible. El emperador, poco a poco, fue dotándoles de mayores poderes dentro del Estado para así poder controlar las posibles revueltas o conspiraciones contra su persona. De nada le sirvió. Acabó siendo asesinado como sus antecesores.

Los siguientes emperadores trataron por todos los medios de mejorar los mecanismos del espionaje y de blindar su poder a través de la coacción y los chivatazos, la persecución de los opositores y su posterior encarcelamiento y asesinato. No pasó mucho tiempo hasta que un nuevo cuerpo apareció para controlar la opinión pública: los frumentarii. No obstante, el emperador Domiciano optó por suprimir el cuerpo debido a su salvaje comportamiento y corrupción. Pero el vacío dejado no tardaría en ser ocupado por un nuevo cuerpo fundado con la intención de crear una policía secreta de forma oficial. Los agentes in rebus, también conocidos con el nombre de curiosi, asumieron el papel de la vigilancia del correcto funcionamiento administrativo y judicial. Ese era, en la teoría, su deber. En la práctica sus tareas consistían en el espionaje, la persecución de los críticos, detener las conspiraciones contra el Emperador y controlar la opinión pública.

No tiene sentido enumerar todos los ejemplos que la Historia nos ofrece. Desde los inicios, el Estado siempre ha otorgado un papel fundamental a este tipo de prácticas para hostigar a la disidencia política. Los siglos pasaron y los gobiernos fueron adaptándose a las nuevas condiciones y los nuevos contextos que surgían gracias a las mejoras tecnológicas que presentaban nuevos métodos más eficaces para lograr el propósito de la manipulación de masas y el control de la opinión pública. Debemos hacer hincapié en cuatro factores que fueron determinantes a lo largo del tiempo y marcaron un antes y un después en la manipulación de masas: la imprenta moderna, la radio, la televisión y, más recientemente, las redes sociales.

La imprenta moderna, inventada por Johannes Gutenberg en el siglo XV, supuso un cambio revolucionario que a día de hoy sigue teniendo un gran impacto. Se ponía fin a los manuscritos tal y como se conocían y se permitía la impresión de libros, folletos, panfletos y revistas a una velocidad muchísimoo mayor. Pero como siempre ocurre, el ser humano (capaz de lo mejor y de lo peor) decidió utilizar este cambio revolucionario de diversas formas. 

Por un lado, Gutenberg permitió que la población pudiera aumentar su nivel de alfabetización y tener acceso a mayor información. Sin embargo, otros vieron una oportunidad de oro para hacer llegar a la población un mensaje directo de forma más eficaz. Son muchos los ejemplos de cómo se utilizaron los panfletos en sus inicios, especialmente en el ámbito religioso, pero con el paso de los siglos la política comenzó a adueñarse del uso de la misma. A ello debemos sumarle la aparición de periódicos con fines políticos y el gran cambio que supuso la Revolución Industrial. Aunque al lector le resulte extraño, la mayoría de los debates políticos, económicos y sociales que vivimos actualmente (y que hemos vivido en los últimos doscientos años) son derivados de ese gran cambio que supuso en el mundo la Revolución Industrial.

Hasta la llegada de la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII, las economías europeas estaban basadas en la agricultura y la artesanía. No existía un gran número de comercialización de productos, más bien, todo se centraba en el autoconsumo. Las naciones estaban reguladas, en su mayoría, por monarquías absolutistas y un grupo reducido de privilegiados conocidos como la aristocracia. Esta nueva tecnología iba a permitir que los artesanos pudieran especializarse y las fábricas comenzarán a incrementar su producción, por lo que requerían de mano de obra. La demanda de obreros en la industria, un sector que hasta entonces no era el principal en la isla del norte de Europa, se colocó a la cabeza de la producción del país y cientos de miles de personas comenzaron a abandonar el campo en busca de mejorar su vida en la ciudad. 

Al mismo tiempo se dio un cambio en la forma de comerciar y la demanda de productos fabricados en serie aumentó considerablemente. La agricultura, que había sido el motor fundamental del abastecimiento de la población, pasó a un segundo plano, y la industria ocupó su lugar. Este nuevo orden económico iba a traer beneficios para la población, pero no iba a estar exento de inconvenientes. Los desajustes producidos durante la Revolución Industrial dividieron a los intelectuales de la época, que tuvieron que posicionarse ante estos cambios.
Por un lado, los defensores de esta praxis, que aseguraban que la Revolución Industrial suponía un innegable progreso para la sociedad y la economía. 

Ciertamente, la Revolución Industrial permitió una mejora en las condiciones sanitarias de la población, el descubrimiento de nuevas vacunas contra las enfermedades más letales de la época, que la esperanza de vida aumentara y se redujera considerablemente la mortalidad infantil. De esta forma, se triplicó la población. En el ámbito económico, la facilidad de movimiento y el transporte de mercancías gracias a la locomotora a vapor, hizo que los salarios y la producción aumentaran. A todo ello, debemos sumarle que la Revolución Industrial iba a llevarse por delante los regímenes despóticos que habían gobernado Europa, otorgando a la burguesía incipiente un poder que hasta entonces solo estaba reservado para la aristocracia, el clero y la coite del rey. No es casual que fuese en el Reino Unido donde se produjo este fenómeno, ya que gozaba de una monarquía parlamentaria, y no en países como España o Francia que continuaban sumidas en las monarquías absolutistas.

Pero, por otro lado, surgió una nueva corriente de autores contrarios a esta nueva forma de producir: los denominados socialistas. Si bien es cierto que el socialismo no tiene un padre fundador como sí lo tienen otro tipo de ideologías, autores corno Robert Owen, Simonde de Sismondi, Claude Henri de Rouvroy, Charles Fourier y Pierre Joseph Proudhon, consideraban que la clase obrera era la que estaba pagando los costes de la Revolución Industrial y solo la burguesía era la beneficiada del cambio económico y social. Una crítica llena de verdad, debido a que la clase obrera habitaba en la miseria. Decenas de miles de personas que huían del mundo rural y acudían a las ciudades para aumentar sus ingresos atraídos por el auge de las industrias, vivían hacinados en pequeños pisos en los que contraían todo tipo de enfermedades. Además, las horas de trabajo eran interminables y los salarios eran muy bajos en comparación con los beneficios que obtenía la burguesía dirigente de las empresas. Agrupados en suburbios cercanos a las fábricas, la división aristocracia-pueblo había sido sustituida por burguesía-proletariado.

Hemos de tener muy presente que la Revolución Industrial sacudió los cimientos económicos y sociales conocidos hasta entonces. Supuso un cambio radical en todos los ámbitos creando un nuevo modelo de vida que generó una gran división social. Figuras como Byron, Coleridge, Shelley o Dickens apoyaron las teorías socialistas para paliar la enorme desigualdad generada y alentaron la puesta en práctica de una política social más justa. Hasta el propio papa, León XIII, se sumó a las voces que clamaban mayor justicia social. Durante sus veinticinco años de mandato, dedicó ocho de sus encíclicas a este asunto.

Del mismo modo, hemos de tener en consideración que no todos los autores anteriormente citados coincidían en las políticas que debían aplicarse para revertir la situación. El fenómeno de la Revolución Industrial duro más de ciento cincuenta años y fueron distintas épocas dentro de ella, las que hicieron que unos apostaran por diferentes políticas. No podemos englobar a todos los autores bajo un conglomerado de ideas homogéneas, pero sí podemos decir que todos los autores socialistas coincidían en tres aspectos:

1. Limitación de la propiedad privada. 2. El colectivo debía prevalecer sobre el individuo, aunque eso supusiera la eliminación de la libertad individual. 3. El Estado debía dirigir, parcial o totalmente, la actividad económica.

Ante el cambio, la impresión de panfletos y la creación de periódicos fue el mecanismo utilizado por los socialistas para tratar de derribar el nuevo orden económico y, de esa forma, conseguir adeptos a su causa. Los socialistas comprendieron que era fundamental inundar las calles, las fábricas, las estaciones de tren, teatros, estadios y todo tipo de lugares de gran afluencia para vencer la batalla ideológica a través de la manipulación con mensajes claros, cortos y directos.

Hubo un hombre que comprendió el poder que tenían en la masa estos mensajes: Vladimir Ilyich Ulyanov. Popularmente conocido como Lenin, se dispuso a tambalear el régimen zarista con la difusión de panfletos entre la población. La propaganda y la agitación social fueron los pilares en los cuales los bolcheviques cimentaron su estrategia. En 1912, los bolcheviques crearon el famoso periódico Pravda (cuya traducción al español es «La Verdad»). Ciertamente, Lenin era un tipo brillante que supo recurrir a las emociones de los más golpeados por la crisis que atravesaba Rusia para así generar el caos en el ámbito social, económico e informativo. El mejor resumen del concepto de propaganda por parte de Lenin lo encontramos en su libro ¿Qué hacer? Él mismo definió la propaganda de la siguiente forma:
El propagandista comunica muchas ideas a una sola o a varias personas, mientras que el agitador comunica una sola idea o un pequeño número de ideas, pero, en cambio, a toda una multitud. 
Lenin era consciente de que poco o nada servía la propaganda si esta no estaba acompañada de la agitación social necesaria para crear tensiones entre la población que permitieran romper el orden instaurado. La clave era apelar a las emociones para que aquellos que se encontraban en una situación económica adversa, pudieran identificar rápidamente al causante de sus problemas y, de esa forma, aliviar su sentimiento de culpa y lanzarse ávidamente a culpar a un tercero de sus desdichas. Además, añádase la incorporación del uso de la violencia para reprimir a aquellos que se mostraban reacios a asumir la propaganda. Adviértase la necesidad de la utilización de esta nueva y destructiva forma de instaurar una idea entre la masa social para convencerles por lo civil o por lo criminal. No es casual que una de las primeras medidas de Lenin fuera la instauración de «La Checa», nombre formado por las iniciales rusas que en español significa «Comisión para combatir la Contrarrevolución y el sabotaje». Nombró a Dzerzhinski líder de la misma y ordenó la ejecución de miles de inocentes para impresionar a las masas. La verdad era lo que el régimen y sus medios de información (especialmente panfletos y periódicos) dictaminaban. No existía la posibilidad de contrarrestar la información oficial y todo aquel que la cuestionara era expulsado de la sociedad.

Pero al oeste iba a surgir el mayor genio de la propaganda política de la historia: Joseph Goebbels. Brillante a la par que malvado y perverso, aquel niño solitario y oscuro que pasaba sus horas encerrado en su pequeña habitación leyendo libros de religión e incluso comenzó a estudiar teología en la universidad, iba a cambiar para siempre la forma de manipular a las masas. Joseph Goebbels empezó a interesarse por la política cuando su fracaso profesional en la banca le hizo encontrar una salida a sus problemas en el mensaje del Partido

Nacionalsocialista Obrero Alemán, al que acabaría afiliándose en 1924. El lector ávido habrá podido comprender que Goebbels, como tantos otros, fue una víctima más del mecanismo de la manipulación de masas que apelaba a la búsqueda de culpables terceros para aliviar el sentimiento de autoculpa y centrar todo su odio en el capitalismo, la banca y, especialmente, en los judíos. Inmerso en un mar de fanatismo y euforia descontrolada ante el éxito, pronto se puso a trabajar de forma enfermiza para hacer llegar el mensaje del partido a la población alemana. Su inteligencia, que tan buenos resultados le había otorgado en su etapa estudiantil, ahora se centraban en cambiar la propaganda.

Al comienzo, tal y como reconoció el propio Goebbels, los marxistas fueron sus mentores a la hora de emitir la información. Recurrió a los panfletos, periódicos, folletos y la pega de carteles por las ciudades alemanas. Sin embargo, pronto comprendió que el modelo seguido por Lenin era lento y no conseguía el impacto esperado. Había que acelerar la transmisión del mensaje y puso en práctica nuevos conceptos. No renunció a los panfletos ni a la agitación utilizada por los bolcheviques como parte de su plan, pero no bastaba con crear problemas en las fábricas por parte de los obreros (el papel del sindicato nazi NSBO fue crucial para captar adeptos a la causa). Comenzó a organizar mítines espectaculares, llevaba a los partidarios del partido de ciudad en ciudad para llenar los teatros donde se realizaban y siempre se preparaba una entrada triunfal para Adolf Hitler. Incluso, uno de los grandes cambios fue montar a Hitler en avión. Comprendan que a principios del siglo XX, viajar en avión era algo inaudito y proyectaba la imagen de un hombre valiente que arriesgaba la vida por Alemania.

Tan solo cuatro años después de estar al frente de la labor propagandística, consiguió que el partido nazi obtuviera 107 diputados en septiembre de 1930 (cifra muy superior a los 12 diputados que obtuvieron en las elecciones de mayo de 1928), convirtiéndose en la segunda fuerza más votada, a solo seis puntos del SPD socialdemócrata. En julio de 1932, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán se convirtió en la principal fuerza política de Alemania, con el 37 por ciento de los votos y 230 diputados, sacando más de 16 puntos al SPD socialdemócrata. En noviembre de 1932, los nazis volvieron a ganar con algo menos de apoyo, pero aún con una importante ventaja. Fue después de esta segunda victoria electoral cuando Hitler lograría ser nombrado canciller y subyugó a la población alemana. En marzo de 1933, los nazis ya usaron la maquinaria del poder estatal para sus fines partidistas y, aun así, se quedaron a un puñado de diputados de la mayoría absoluta. En noviembre de ese mismo año se volvieron a celebrar elecciones, pero esta vez el único partido autorizado era el partido de Hitler, lo que le permitió, por fin, obtener su ansiada mayoría absoluta.

A pesar de lo que tantas veces se ha repetido, la población alemana no era un pueblo inculto y analfabeto. Era, junto con Francia y Reino Unido, el país más avanzado de Europa y su nivel cultural era superior al de España, Italia, Portugal y otros países. Una vez en el poder, Goebbels encontró en la propaganda informativa un nuevo aliado: la radio. En 1933, Joseph Goebbels contactó con Otto Griessing (ingeniero electrónico) para encomendarle la inisión de diseñar una radio que fuera económica para producirla en masa. Una vez diseñada la Volksenipfiing er (la voz del pueblo), Goebbels ordenó a una serie de empresas su producción para posteriormente repartirlas entre la población y que, de esa forma, todos los alemanes tuvieran una radio en su casa. El negocio era deficitario económicamente hablando, ya que el Estado pagaba dinero a fondo perdido por su fabricación, pero era extraordinariamente rentable para conseguir el objetivo del control de la información que recibía el pueblo alemán en sus hogares.

La radio permitiría que los discursos de Adolf Hitler, las noticias previamente seleccionadas y solamente una versión recorriera las casas de los alemanes a una velocidad de vértigo. De esa forma, solo existía una versión (la oficial) y todo aquel que intentaba contradecir la información del régimen recibía como respuesta: «¿No has escuchado en la radio que eso no es cierto?». Incluso cuando Alemania comenzó a perder la guerra en 1943, la información que se transmitía era que las cosas iban bien. Apenas dos años más tarde Alemania estaba invadida y el caos, la muerte y la miseria se adueñaron del país. La mentalidad humana es ridícula a la par que excepcional. Paradójicamente, el hecho de que la radio era un nuevo medio revolucionario y que causaba un gran impacto en los ciudadanos alemanes, les hacía creer a pies juntillas todo aquello que escuchaban a través de aquel extraño objeto rectangular que permitía escuchar la voz de los poderosos en tiempo real, a pesar de estar a cientos de kilómetros de distancia. Goebbels sabía que nadie podía luchar contra el poder de la radio. De nada les sirvió a los opositores combatir la propaganda de los nazis con panfletos y revistas. La desventaja era descomunal y la guerra estaba perdida.

Goebbels se mofaba de sus adversarios consciente de su superioridad en la batalla de la información. Nacieron los
«bulos», esa palabra que resulta tan familiar a los ciudadanos actualmente que creen haberlos descubierto ahora. Goebbels fue pionero en la difusión de las fake news, otro término con el que algunos se han familiarizado en los últimos tiempos, pero que llevan siglos en nuestras vidas. La diferencia es que el jefe de la propaganda nazi supo cómo hacer llegar de forma rápida a los ciudadanos las falsedades sobre conspiraciones de judíos capitalistas que trataban de atentar contra el Gran Reich Alemán. Una de sus mayores obras de manipulación la encontramos en el incendio del Reichstag (el Parlamento Alemán). Dentro del espectro socialista, la pugna entre nacionalsocialistas y comunistas era una constante, no solamente en Alemania, sino también en Italia y otros países europeos. Goebbels, junto con la ayuda de Göring, sabían que los socialdemócratas,liberales y conservadores no eran su principal enemigo y que estos sedan fáciles de liquidar una vez alcanzado el poder. Así pues, el 27 de febrero de 1933, los nazis ordenaron quemar el Reichstag. 

En pocas horas, el edificio representativo de la soberanía alemana fue consumido por las llamas ante el asombro y el temor de los ciudadanos berlineses que se agolpaban para ver arder el símbolo de su débil democracia. A las horas, la policía dio con el culpable: el comunista Marinus van der Lubbe. Mientras Göring se encargó de sembrar de pruebas falsas la investigación, Goebbels se ocupó del relato. Los nazis, de esta forma, pudieron vender al pueblo alemán que los comunistas estaban en contra de la democracia y que no respetaban la elección de los ciudadanos. El efecto que tuvo fue aplastante y los comunistas quedaron fuera de juego. A partir de ese momento, fueron considerados traidores a la patria y a la democracia. Van der Lubbe fue condenado a muerte y guillotinado. Con el paso de los años, Angela Merkel le absolvió a título póstumo de todos los cargos que se le imputaron.

La radio permitió a Goebbels aumentar el adoctrinamiento de la población tras nacionalizar las emisoras alemanas y dotarlas de contenido político. No fue hace mucho tiempo, hay que recordar que gracias a su labor de manipulación los alemanes llegaron a ver con buenos ojos las Leyes de Núremberg, aprobadas el 15 de septiembre de 1935. Quiero dejar constancia del poder que tiene la manipulación de masas para que el lector pueda comprender hasta qué punto puede llegar el ser humano. En dichas leyes se incluyeron la «Ley de ciudadanía del Reich» y la «Ley para la protección de la sangre y el honor alemanes» que tenían artículos como:

Artículo 1º
(1) Quedan prohibidos los matrimonios entre judíos y ciudadanos de sangre alemana o afín. Los matrimonios celebrados en estas condiciones son nulos, aun si hubieren sido celebrados en el extranjero a fin de evitar ser alcanzados por la presente ley.
(2) Únicamente el representante del ministerio público podrá elevar una demanda de nulidad.
Artículo 2º
Queda prohibido el comercio carnal extramattimonial entrejudíos y ciudadanos de sangre alemana o afín.
Artículo 3º
Losjudíos no podrán emplear en su hogar a ciudadanas de sangre alemana o afín menores de 45 años.
Artículo 4º
(1) Queda prohibido a los judíos izar la bandera del Reich o la enseña nacional como así también exhibir los colores patrios.
(2) En cambio, quedan autorizados a exhibir los colores judíos. El ejercicio de esta autorización queda sometida a protección estatal.
Artículo 5.º
(1) Quien infrinja la prohibición establecida en el artículo 1º será castigado con pena de presidio.
(2) Todo hombre que infrinja la prohibición establecida en el artículo 2º será castigado con pena de prisión o presidio.
(3) Quien infrinja las disposiciones de los artículos 3º o 4º será castigado con arresto en cárcel de hasta un año y/o el pago de una multa.
Artículo 6º
El ministro del Interior sancionará, previo acuerdo del representante del Führer, los reglamentos jurídicos y administrativos necesarios para hacer cumplir y complementar la ley de ciudadanía del Reich.
Artículo 7.º
La ley entrará en vigor el día siguiente a su promulgación; el artículo 3º sólo entrará en vigor a partir del 1º de enero de 1936.
Núremberg, 15 de septiembre de 1935, Día de la Libertad. Reunidos:

El Führer y Canciller del Reich- Adolf Hitler
El ministro del Interior- Frick 
El ministro de Justicia- Dr. Gürtner 
El representante del Führer- R. Hess.

Recalco que el pueblo alemán no era en absoluto un pueblo inculto o analfabeto, todo lo contrario. A pesar de ello, no pudo resistir el raudal de información dirigida de forma magistral por Joseph Goebbels. Lo cierto es que ningún pueblo puede resistirla. Pero el genio de la propaganda moderna no se quedó ahí. La aparición de la televisión también fue utilizada para sus fines políticos. Uno de sus habituales mecanismos fue la realización de vídeos acompañados con música de fondo e intercalando imágenes de gente sonriendo para trasmitir al gran público una imagen de progreso y felicidad. También sumo el cine, el teatro y, por supuesto, los mítines políticos transmitidos por televisión para conseguir una combinación de manipulación letal junto a la radio.

 

El avance tecnológico ha permitido explotar todavía más la propaganda política televisiva, pero fue Goebbels el primero que comenzó a utilizar este medio. Cuando corrían voces de la inminente invasión de los «Aliados», Goebbels lanzó un bulo para mantener la moral alta de los alemanes. Se les dijo que poseían un arma secreta que acabaría con la guerra y que los alemanes no tenían nada que temer, incitándoles a luchar contra las tropas invasoras. El final es ya el conocido por todos.

Sin Joseph Goebbels, los nazis jamás habrían podido conseguir el poder ni realizar, una vez alcanzado, todas y cada una de las fechorías cometidas bajo el régimen nacionalsocialista. Tanto es así, que sus nuevas formas propagandísticas siguen vigentes en la actualidad. En cualquier mitin político (no importa la ideología del partido que lo celebre) es habitual observar como el líder del partido entra por el centro del recinto custodiado por sus colaboradores más estrechos, pero siempre a una distancia prudente para que el líder pueda destacar núentras todo el inundo aplaude su llegada. Los escenarios donde se desempeñan los grandes mítines están a una distancia considerable del público, dejando total protagonismo en la escena al orador para resaltar su poder en las imágenes que más tarde se publican en los medios de comunicación. Todo ello decorado con el logo del partido y un eslogan atractivo.

Antes de perder la guerra, Hitler había elaborado un plan con Joseph Goebbels para aumentar· la velocidad y el impacto de la información audiovisual. La idea era instalar pantallas en lugares públicos para que todos aquellos que no tenían una televisión en casa, pudieran recibir la propaganda del régimen. Incluso, se pensó en realizar un programa parecido al conocido actualmente como «Gran Hermano» en el cual una pareja de jóvenes alemanes fueran los protagonistas, para así, poder demostrar cómo debía comportarse un buen alemán.

Sin embargo, los nacionalsocialistas no pudieron hacer uso de la televisión a nivel masivo, ya que su comercialización era muy limitada . Todo cambió a partir de 1950. Desde ese momento, las televisiones comenzaron a sustituir las radios en las casas y todos se lanzaban ansiosos a adquirir ese extraño aparato que emitía a miles de kilómetros de distancia contenido visual. Ante el nuevo cambio, no tardarían los distintos gobiernos del mundo en utilizar la televisión con propósitos políticos. En esta ocasión, no debernos viajar muy lejos para identificar un claro ejemplo de cómo la televisión influyó en la información. El régimen franquista ya había comenzado a utilizar los medios audiovisuales a través de la creación del NO-DO en 1942 y, posteriormente, a finales de los años sesenta, lo convirtió en el principal referente de información de los españoles.
LA GRAN ALIADA DE LA MANIPULACIÓN DE MASAS: 
LA TELEVISIÓN

Ningún medio ha tenido un impacto tan significativo como la televisión en la historia de la humanidad. La diferencia entre la televisión y la radio es considerable. La ventaja de la imagen visual sobre la transmisión radiofónica es que lo audible se convierte en una imagen visual con la ayuda de la imaginación del individuo que la recibe, pero no es posible mantener bajo control lo que puede llegar a imaginar el oyente. Con la televisión, la imaginación deja de existir. Lo que ves es la realidad, o al menos así lo capta tu cerebro. La televisión fue ganando fuerza y entrando en todos los hogares de los países desarrollados con el transcurso de los años. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 99,3 por ciento de los hogares en España cuentan con, al menos, una o más televisiones. Barlovento Comunicación (Consultoría Audiovisual y Digital), desglosó en su informe anual el consumo de televisión por edades con los datos de las empresas Kantar y Comscore:
  • Los individuos de 18 años consumen una media diaria de 5 horas y 17 minutos de contenidos audiovisuales. El 88 por ciento de este tiempo es consumo a través del aparato de televisión y el restante 12 por ciento a través del ordenador o el móvil. Del total de contenidos audiovisuales consumidos, solamente el 10 por ciento del tiempo corresponde a YouTube.
  • En el caso de los jóvenes de entre 18 a 24 años, el tiempo diario dedicado a consumir contenido audiovisual es de 3 horas y 21 minutos (201'). En este grupo de individuos, el tiempo del televisor supone el 61 por ciento y la cuota de YouTube asciende al 33 por ciento, con 66 minutos de consumo diarios por persona.
  • En los adultos de 25 a 44 años el consumo audiovisual diario asciende a 4 horas y 9 minutos (249') de promedio por persona. El visionado a través del televisor supone el 77 por ciento del total, mientras que el restante 23 por ciento es a través del ordenador o el móvil. El consumo de YouTube es de 49 minutos, lo que representa el 20 por ciento del total.
  • En las personas de 45 a 54 años el consumo audiovisual diario asciende a 5 horas y 16 minutos (316') de promedio por persona. El visionado a través del televisor supone el 88 por ciento del total, mientras que el restante 12 por ciento es a través del ordenador o el móvil. El consumo de YouTube es de 28 minutos, lo que representa el 9 por ciento del total.
  • En los mayores de 55 años el consumo audiovisual diario es de 6 horas y 29 minutos (389') de promedio por persona. El visionado a través del televisor supone el 96 por ciento del total, mientras que el restante 4 por ciento es a través del ordenador o el móvil. El consumo de YouTube es de 11 minutos, lo que representa el 3 por ciento del total.
(...)


A pesar de las estadísticas y los modelos matemáticos que sobrestiman dramáticamente el riesgo del virus y los efectos secundarios obvios de la vacuna, muchos no son capaces de verlo. La característica más destacada de esta tendencia psicológica es que ciega radicalmente a las personas ante todo lo que vaya en contra de la narrativa en la que creen.

HISTORIA DE UN VISTAZO 
  • La “formación de masas” es una forma de hipnosis de masas que emerge cuando se cumplen condiciones específicas y casi siempre precede al surgimiento de sistemas totalitarios.
  • Cuatro condiciones centrales que deben existir para que surja la formación de masas son la soledad generalizada y la falta de vínculos sociales, lo que lleva a experimentar la vida sin sentido, lo que lleva a una ansiedad y un descontento generalizados y flotantes, que conducen a una frustración generalizada y libre. y agresión, lo que resulta en sentirse fuera de control.
  • Bajo la formación masiva, una población entra en un trance de tipo hipnótico que los hace dispuestos a sacrificar cualquier cosa, incluidas sus vidas y su libertad.
  • Las estrategias clave para interrumpir el proceso de formación de masas son hablar en contra y practicar la resistencia no violenta. Las voces disidentes evitan que los sistemas totalitarios se deterioren hasta convertirse en una inhumanidad abyecta donde la gente está dispuesta a cometer atrocidades atroces.
  • En definitiva, “totalitarismo” se refiere a la ambición del sistema. Quiere eliminar la capacidad de elección individual y, al hacerlo, destruye el núcleo de lo que es ser humano. Cuanto más rápido un sistema destruye al individuo, más pronto colapsa el sistema.
El profesor Mattias Desmet, psicólogo belga con maestría en estadística, ganó reconocimiento mundial a finales de 2021, cuando presentó el concepto de “formación de masas” como explicación al comportamiento absurdo e irracional que veíamos con respecto a la pandemia de COVID y sus contramedidas.
También advirtió que la formación de masas da lugar al totalitarismo, que es el tema de su nuevo libro, “La psicología del totalitarismo”. El trabajo de Desmet fue popularizado aún más por el Dr. Robert Malone, cuya aparición en el podcast de Joe Rogan fue vista por unos 50 millones de personas.
Pero a medida que el término de búsqueda «formación masiva» se hizo cada vez más popular, Google respondió manipulando los resultados del motor de búsqueda en un intento de desacreditar a Desmet y mostrar a las personas en sus resultados de búsqueda información que les haría descartar la importancia de este trabajo. ¿Por qué? Porque Google está en el centro de la camarilla global y el movimiento hacia el totalitarismo.

Comprender la psicología de la época es crucial

Aquellos que se niegan a aprender de la historia están obligados a repetirla, dicen, y esto parece particularmente pertinente en la actualidad porque, como explica Desmet, si no entendemos cómo se produce la formación de masas y a qué conduce, no podemos Prevenirlo. ¿Cómo llegó Desmet a la conclusión de que estábamos en el proceso de formación masiva? El explica:
“Al comienzo de la crisis del coronavirus, allá por febrero de 2020, comencé a estudiar las estadísticas sobre las tasas de mortalidad del virus, las tasas de mortalidad por infección, la tasa de letalidad, etc., e inmediatamente tuve la impresión, y conmigo, varios estadísticos de fama mundial, como John Ioannidis de Stanford, por ejemplo, que las estadísticas y los modelos matemáticos utilizados sobrestimaron dramáticamente el peligro del virus.
Inmediatamente, escribí un artículo de opinión tratando de llamar la atención de la gente sobre algunos de los errores. Pero me di cuenta de inmediato que la gente simplemente no quería saber. Era como si no vieran ni los errores más flagrantes al nivel de las estadísticas que se usaban. La gente simplemente no era capaz de verlo”.
Esta temprana experiencia le hizo decidirse a centrarse en los mecanismos psicológicos que intervienen en la sociedad, y se convenció de que lo que estábamos viendo eran, de hecho, los efectos de un proceso de formación de masas a gran escala, porque la característica más destacada de esta tendencia psicológica es que vuelve a la gente radicalmente ciega a todo lo que vaya en contra de la narrativa en la que cree.
Básicamente, se vuelven incapaces de distanciarse de sus creencias y, por lo tanto, no pueden asimilar o evaluar nuevos datos. Desmet continúa:

“Otra característica muy específica es que este proceso de formación en masa hace que las personas estén dispuestas a sacrificar radicalmente todo lo que es importante para ellos, incluso su salud, su riqueza, la salud de sus hijos, el futuro de sus hijos.
Cuando alguien está en las garras de un proceso de formación de masas, se vuelve radicalmente dispuesto a sacrificar todo su interés individual. Una tercera característica, por nombrar solo algunas, es que una vez que las personas están atrapadas en un proceso de formación en masa, generalmente muestran una tendencia a la crueldad hacia las personas que no aceptan la narrativa o no la siguen... Por lo general, lo hacen como si fuera un deber ético.
Al final, suelen tender, primero, a estigmatizar, y luego a eliminar, a destruir, a las personas que no van con las masas.

Y es por eso que es tan extremadamente importante comprender los mecanismos psicológicos en funcionamiento, porque si comprende los mecanismos en funcionamiento, puede evitar que la formación de masas se vuelva tan profunda que las personas lleguen a este punto crítico en el que realmente están fanáticamente convencidas de que deben destruir a todo el que no los acompañe.

Por lo tanto, es extremadamente importante entender el mecanismo. Si lo entiendes, puedes estar seguro de que la multitud, la masa, primero se destruirá a sí misma, o se agotará, antes de comenzar a destruir a las personas que no están de acuerdo con la masa.
Entonces, es de crucial importancia, y eso es lo que describe mi libro. Describe cómo surge una masa, una multitud, en una sociedad, bajo qué condiciones surge, cuáles son los mecanismos del proceso de formación de masas y qué se puede hacer al respecto. Eso es extremadamente importante. 
Voy a mencionar esto desde el principio.
Por lo general, es imposible despertar a las masas. Una vez que surge un proceso de formación de masas en una sociedad, es extremadamente difícil despertar a las masas. Pero [despertarlos es] importante, [porque] puedes evitar que las masas y sus líderes se convenzan tan fanáticamente de su narrativa que comiencen a destruir a las personas que no están de acuerdo con ellos”.

De hecho, para aquellos de nosotros que no caímos bajo el hechizo de la narrativa irracional de COVID, la crueldad con la que el liderazgo político, los medios y la gente en general intentaron forzar el cumplimiento fue sorprendentemente abominable. Muchos fueron agredidos físicamente, y algunos incluso asesinados, simplemente por no usar cubrebocas, lo que sabíamos era una estrategia de prevención inútil.

Contexto histórico de la hipnosis masiva

Es más fácil entender qué es la formación de masas si la consideras como hipnosis de masas, porque no son simplemente similares, son idénticas, dice Desmet. La formación de masas es una especie de hipnosis que surge cuando se cumplen determinadas condiciones. Y, de manera inquietante, estas condiciones, y el trance hipnótico que surge, casi siempre preceden al surgimiento de los sistemas totalitarios.
Si bien el totalitarismo y una dictadura clásica comparten ciertas características, existen claras diferencias a nivel psicológico. Según Desmet, una dictadura clásica, a nivel psicológico, es muy primitiva. Es una sociedad que le teme a un grupo pequeño, a un régimen dictatorial, por su potencial agresivo.
El totalitarismo, por otro lado, surge de un mecanismo psicológico muy diferente. Curiosamente, el estado totalitario en realidad no existía antes del siglo XX. Es un fenómeno relativamente nuevo y se basa en la formación de masas o la hipnosis de masas.

Las condiciones para este estado hipnótico masivo (que se enumeran a continuación) se cumplieron por primera vez justo antes del surgimiento de la Unión Soviética y la Alemania nazi, por lo que ese es nuestro contexto histórico. Estas condiciones se volvieron a cumplir justo antes de la crisis del COVID. Lo que estamos viendo ahora es un tipo diferente de totalitarismo, en gran parte debido a los avances tecnológicos que han creado herramientas extremadamente efectivas para influir inconscientemente en el público.
Ahora tenemos herramientas muy sofisticadas con las que hipnotizar a masas de personas mucho más grandes que en épocas anteriores. Pero mientras nuestro totalitarismo actual es global en lugar de regional, y la guerra de la información es más sofisticada que cualquier cosa que los soviéticos o los nazis pudieran reunir, las dinámicas psicológicas básicas siguen siendo idénticas.

Comprender la hipnosis

Entonces, ¿cuáles son esas dinámicas psicológicas? “Formación en masa” es un término clínico que en la jerga de los profanos podría traducirse simplemente como una especie de hipnosis en masa, que puede ocurrir una vez que se cumplen ciertas condiciones.
Cuando estás siendo hipnotizado, lo primero que hará el hipnotizador es separar o retirar tu atención de la realidad o el entorno que te rodea. Luego, a través de su sugerencia hipnótica, generalmente una narración muy simple o una oración en voz alta, el hipnotizador enfocará toda su atención en un solo punto, por ejemplo, un péndulo en movimiento o simplemente su voz.
Desde la perspectiva de la persona hipnotizada, parecerá como si la realidad se hubiera desvanecido. Un ejemplo extremo de esto es el uso de la hipnosis para hacer que las personas sean insensibles al dolor durante la cirugía. En esa situación, el enfoque mental del paciente es tan estrecho e intenso que no se da cuenta de que su cuerpo está siendo cortado.

De la misma manera, no importa cuántas personas resulten heridas por las medidas del COVID, porque el foco está en el COVID y todo lo demás se ha desvanecido, en términos psicológicos.
Las personas pueden ser asesinadas por no usar una máscara y el hipnotizado no levantará una ceja. Los niños pueden morir de hambre y los amigos pueden suicidarse por desesperación financiera; nada de esto tendrá un impacto psicológico en los hipnotizados porque para ellos, la difícil situación de los demás no se registra. Un ejemplo perfecto de este cegamiento psicológico de la realidad es cómo las muertes y lesiones por pinchazos de COVID simplemente no se reconocen y ni siquiera se consideran causales.

Las personas recibirán la inyección, sufrirán lesiones masivas y dirán: «Gracias a Dios que recibí la inyección o hubiera sido mucho peor». No pueden concebir la posibilidad de que hayan resultado heridos por el disparo. ¡Incluso he visto a personas expresar su gratitud por la inyección cuando alguien a quien supuestamente amaban murió a las pocas horas o días de recibirla! Es alucinante. La dinámica psicológica de la hipnosis explica este comportamiento irracional e incomprensible, pero sigue siendo bastante surrealista.

“Aunque conozco los mecanismos en funcionamiento, sigo desconcertado cada vez que sucede”, dijo Desmet. “Casi no puedo creer lo que veo. Conozco a alguien cuyo marido murió unos días después de la vacuna, mientras dormía, de un infarto”.
“Y pensé: ‘Ahora abrirá los ojos y se despertará’. En absoluto”, agregó. “Simplemente continuó de la misma manera fanática, incluso más fanática, hablando de lo felices que deberíamos estar porque tenemos esta vacuna. Increíble, sí.

Las raíces psicológicas de la formación de masas

Como se mencionó, la formación masiva, o la hipnosis masiva, puede ocurrir cuando ciertas condiciones psicológicas están presentes en una parte suficientemente grande de la sociedad. 
Las cuatro condiciones centrales que deben existir para que surja la formación masiva son:
  • Soledad generalizada y falta de vinculación social, lo que conduce a:
  • Experimentar la vida como sin sentido, sin propósito y sin sentido, y/o enfrentarse a circunstancias persistentes que no tienen sentido racional, lo que conduce a:
  • Ansiedad y descontento flotantes y generalizados (ansiedad/descontento que no tiene una causa aparente o distinta), lo que conduce a:
  • Frustración y agresión flotantes y generalizadas (la frustración y la agresión no tienen una causa discernible), lo que da como resultado una sensación de descontrol.
Cómo surge la formación de masas en una sociedad

Una vez que una parte suficientemente grande de la sociedad se siente ansiosa y fuera de control, esa sociedad se vuelve altamente vulnerable a la hipnosis masiva. Desmet explica:
“El aislamiento social, la falta de significado, la ansiedad flotante, la frustración y la agresión son altamente aversivos porque si las personas se sienten ansiosas, sin saber por qué se sienten ansiosas, por lo general se sienten fuera de control. Sienten que no pueden protegerse de su ansiedad.
Y, si en estas condiciones se distribuye una narrativa a través de los medios de comunicación, indicando un objeto de ansiedad y, al mismo tiempo, brindando una estrategia para lidiar con el objeto de ansiedad, entonces toda esta ansiedad flotante podría conectarse con el objeto. de ansiedad
Y puede haber una gran voluntad de participar en una estrategia para lidiar con el objeto de la ansiedad, sin importar cuán absurda sea la estrategia. Entonces, incluso si está claro desde el principio, para todos los que quieran verlo, que la estrategia para lidiar con el objeto de la ansiedad podría cobrar muchas más víctimas que el objeto de la ansiedad en sí mismo… incluso entonces, podría existir esta gran voluntad. participar en una estrategia de trato con el objeto de la ansiedad.
Ese es el primer paso de todo mecanismo importante de formación de masas. Ya sea que se trate de las Cruzadas, la caza de brujas, la Revolución Francesa, el comienzo de la Unión Soviética o la Alemania nazi, vemos el mismo mecanismo, una y otra vez.
Hay mucha ansiedad flotante. Alguien proporciona una narrativa que indica un objeto de ansiedad y una estrategia para lidiar con él. Y luego toda la ansiedad se conecta con el objeto [propuesto] de ansiedad.
Las personas participan en una estrategia para lidiar con el objeto de la ansiedad que arroja una primera ventaja psicológica importante, ya partir de ahí las personas tienen la impresión de que pueden controlar su ansiedad. Está conectado a un objeto y tienen una estrategia para lidiar con él”.
La problemática vinculación social de la formación de masas

Una vez que las personas que solían sentirse solas, ansiosas y fuera de control comienzan a participar en la estrategia que se les presenta como la solución a su ansiedad, surge un nuevo vínculo social. Esto, entonces, refuerza la hipnosis masiva, ya que ahora ya no se sienten aislados y solos.
Este refuerzo es una especie de intoxicación mental, y es la verdadera razón por la que la gente compra la narrativa, sin importar cuán absurda sea. “Continuarán aceptando la narrativa, porque crea este nuevo vínculo social”, dice Desmet.
Si bien el vínculo social es algo bueno, en este caso se vuelve extremadamente destructivo, porque la frustración y la agresión que flotan libremente todavía están allí y necesitan una salida. Estas emociones necesitan ser dirigidas a alguien. Lo que es peor, bajo el hechizo de la formación en masa, la gente pierde sus inhibiciones y el sentido de la proporción.
Entonces, como hemos visto durante la pandemia de COVID, las personas atacarán y arremeterán de las maneras más irracionales contra cualquiera que no crea en la narrativa. La agresión subyacente siempre estará dirigida a la parte de la población que no está hipnotizada.

Hablando en términos generales, por lo general, una vez que se está formando la masa, alrededor del 30 por ciento de la población será hipnotizada, y esto generalmente incluye a los líderes que pronuncian la narrativa hipnotizadora al público, el 10 por ciento permanece sin hipnotizar y no acepta la narrativa. , y la mayoría, el 60 por ciento, siente que hay algo mal con la narrativa, pero acepta simplemente porque no quiere sobresalir o causar problemas.

Otro problema con el vínculo social que surge es que el vínculo no es entre individuos, sino un vínculo entre el individuo y el colectivo. Esto da lugar a un sentimiento de solidaridad fanática con el colectivo, pero no hay solidaridad hacia ningún individuo determinado. Entonces, los individuos son sacrificados sin piedad por el «bien mayor» del colectivo sin rostro.


“Esto explica, por ejemplo, por qué durante la crisis del coronavirus todo el mundo hablaba de solidaridad, pero la gente aceptaba que si alguien tenía un accidente en la calle, ya no se le permitía ayudar a esa persona a menos que tuviera una máscara quirúrgica y guantes. a tu disposición”, dijo Desmet.
“Eso también explica por qué, mientras todo el mundo hablaba de solidaridad, la gente aceptaba que si su padre o su madre se estaban muriendo, no se les permitía visitarlos”.

Al final, terminas con una atmósfera radical y paranoica en la que las personas ya no confían entre sí y en la que las personas están dispuestas a denunciar a sus seres queridos al gobierno.

“Entonces, ese es el problema con la formación de masas”, afirmó Desmet. “Es la solidaridad del individuo con el colectivo, y nunca con otros individuos”.

“Eso explica lo que sucedió durante la revolución en Irán”, continuó. “Hablé con una mujer que vivió en Irán durante la revolución, que en realidad fue el comienzo de un régimen totalitario en Irán”.
“Ella presenció, con sus propios ojos, cómo una madre denunció a su hijo al gobierno, y cómo le colgó la soga al cuello justo antes de que muriera, y cómo afirmó ser una heroína por hacerlo. Esos son los efectos dramáticos de la formación masiva”.

Sin enemigo externo, ¿qué sucede?

Ahora nos enfrentamos a una situación más complicada que en cualquier momento anterior, porque el totalitarismo que ahora está surgiendo no tiene enemigos externos, a excepción de los ciudadanos que no están hipnotizados y no compran las falsas narrativas. La Alemania nazi, por ejemplo, fue destruida por enemigos externos que se levantaron contra ella.
Por otro lado, hay una ventaja en esto, porque los estados totalitarios siempre necesitan un enemigo. Eso es algo que George Orwell describió muy bien en su libro “1984”. Para que el proceso de formación de masas continúe existiendo, debe haber un enemigo externo sobre el cual el Estado pueda enfocar la agresión de las masas hipnotizadas.

La resistencia no violenta y la franqueza son cruciales

Esto nos lleva a un punto clave, y es la necesidad de una resistencia no violenta y de hablar en contra de la narrativa. La resistencia violenta te convierte automáticamente en un objetivo para la agresión, por lo que “la resistencia dentro de un sistema totalitario siempre tiene que apegarse a los principios de la resistencia no violenta”, dijo Desmet. Pero también debe continuar hablando de manera clara, racional y no abusiva. Desmet explica:

“El primer y más importante principio al que debe adherirse la resistencia durante un proceso de formación de masas y totalitarismo emergente, es que las personas que no están de acuerdo con las masas tienen que seguir hablando. Eso es lo más crucial.
Como el totalitarismo se basa en la formación de masas, y la formación de masas es una especie de hipnosis, la formación de masas siempre es provocada por la voz del líder, que mantiene a la población en un proceso de hipnosis. Y cuando las voces disonantes continúen hablando, no podrán despertar a las masas, pero perturbarán constantemente el proceso de formación de masas.
Interferirán constantemente con la hipnosis. Si hay personas que continúan hablando, la formación de masas generalmente no será tan profunda como para que haya una voluntad en la población de destruir a las personas que no están de acuerdo con las masas. Eso es crucial.
Históricamente hablando, si miras lo que pasó en la Unión Soviética y en la Alemania nazi, está claro que fue exactamente en el momento en que la oposición dejó de hablar en público que el sistema totalitario comenzó a volverse cruel.
En 1930, en la Unión Soviética, la oposición dejó de hablar y, entre seis y ocho meses, Stalin comenzó sus grandes purgas, que se cobraron decenas de millones de víctimas. Y luego, en 1935, sucedió exactamente lo mismo en la Alemania nazi.
La oposición fue silenciada o detenida para hablar. Prefirieron pasar a la clandestinidad. Pensaban que se trataba de una dictadura clásica, pero no fue así. Estaban lidiando con algo completamente diferente. Se enfrentaban a un estado totalitario.
Y al decidir pasar a la clandestinidad, fue una decisión fatal para ellos. Entonces, también en la Alemania nazi, dentro de un período de un año después de que la oposición dejó de hablar en público, comenzó la crueldad y el sistema comenzó a destruir primero a sus oponentes. Eso es siempre lo mismo.
En la primera etapa, los sistemas totalitarios o de masas comienzan a atacar a quienes no les acompañan. Pero, después de un tiempo, simplemente comienzan a atacar y destruir a todos, grupo tras grupo.
Y, en la Unión Soviética, donde el proceso de formación de masas fue muy lejos, mucho más lejos que en la Alemania nazi, Stalin empezó a eliminar a la aristocracia, a los pequeños granjeros, a los grandes granjeros, a los orfebres, a los judíos, a toda la gente que según él nunca se convertiría en buenos comunistas.
Pero después de un tiempo, simplemente comenzó a eliminar grupo tras grupo sin ninguna lógica. Solo todos. Por eso Hannah Arendt decía que un estado totalitario es siempre un monstruo que devora a sus propios hijos. Y ese proceso destructivo comienza cuando la gente deja de hablar.
Esa es probablemente la razón por la que, a principios del siglo XX, hubo varios países donde hubo formación de masas, pero donde nunca hubo un estado totalitario en toda regla.
Probablemente, hubo suficientes personas que no se callaron, que continuaron hablando. Eso es algo que es tan crucial de entender. Cuando surge la formación de masas, la gente suele sentir que no tiene sentido hablar porque la gente no se despierta. La gente no parece sensible a sus contraargumentos racionales.
Pero nunca debemos olvidar que hablar claro tiene un efecto inmediato. Quizás no que despierte a las masas, sino que perturbe el proceso de formación de masas y la hipnosis. Y de esa manera, evita que las masas se vuelvan altamente destructivas hacia las personas que no las acompañan.
También pasa algo más. Las masas comienzan a agotarse. Comienzan a destruirse a sí mismos antes de comenzar a destruir a las personas que no los acompañan. Entonces, esa es la estrategia que se utilizará para la resistencia interna hacia los regímenes totalitarios”.

Rechazar el transhumanismo y la tecnocracia

Como se mencionó anteriormente, los líderes que declaran las narrativas también están siempre hipnotizados. Son fanáticos en ese sentido. Sin embargo, si bien los líderes mundiales de hoy son fanáticos del transhumanismo y la tecnocracia, es posible que no crean necesariamente lo que dicen sobre el COVID.
Muchos saben que están diciendo mentiras, pero justifican esas mentiras como necesarias para llevar a buen término las ideologías del transhumanismo y la tecnocracia. La ridícula agenda de COVID es un medio para un fin. Esta es otra razón por la que debemos seguir presionando y alzando la voz, porque una vez que desaparezcan los contraargumentos, estos líderes se volverán aún más fanáticos en su búsqueda ideológica.

“Al final, el desafío final no es tanto mostrarle a la gente que el coronavirus no era tan peligroso como esperábamos, o que la narrativa de COVID está mal, sino que esta ideología es problemática: esta ideología transhumanista y tecnocrática es un desastre para la humanidad; este pensamiento mecanicista, esta creencia de que el universo y el hombre es una especie de sistema mecanicista material, que debe ser dirigido y manipulado de una manera transhumanista tecnocrática mecanicista.
Ese es el desafío final: mostrarle a la gente que, al final, una visión transhumanista del hombre y del mundo implicará una deshumanización radical de nuestra sociedad. Entonces, creo que ese es el verdadero desafío al que nos enfrentamos. Mostrando a la gente, ‘Mira, olvídate por un momento de la narrativa de la corona’.
A lo que nos dirigimos, si seguimos en el mismo camino, es a una sociedad transhumanista radicalmente controlada tecnológicamente, que no dejará espacio alguno para la vida de un ser humano”.

Empeorará antes de mejorar

Al igual que yo, Desmet está convencida de que nos dirigimos rápidamente hacia el totalitarismo global y que las cosas empeorarán mucho antes de mejorar. ¿Por qué? Porque estamos solo en las etapas iniciales del proceso de totalitarismo. En el horizonte, la identidad digital todavía ocupa un lugar preponderante, y con eso viene una red de control insondablemente poderosa capaz de quebrar a casi cualquiera.
El rayo de esperanza es este: todos los que han estudiado la formación de masas y el totalitarismo han llegado a la conclusión de que ambos son intrínsecamente autodestructivos. No pueden sobrevivir. Y cuantos más medios tenga a su disposición para controlar a la población, antes podrá destruirse a sí mismo, porque el totalitarismo destruye la esencia del ser humano.

En definitiva, “totalitarismo” se refiere a la ambición del sistema. Quiere eliminar la capacidad de elección individual, y al hacerlo, destruye el núcleo de lo que es ser humano, “porque la energía psicológica en un ser humano emerge en cada momento en que un ser humano puede hacer una elección que es realmente su elección propia”, dice Desmet. Cuanto más rápido un sistema destruye al individuo, más pronto colapsa el sistema.
Una vez más, la única arma contra la destrucción brutal de la humanidad es hacer retroceder, alzar la voz, resistir sin violencia. Puede que no detenga el totalitarismo en seco, pero puede mantener a raya las atrocidades más atroces. También proporcionará un pequeño espacio donde los resistentes puedan tratar de sobrevivir juntos y prosperar en medio del paisaje totalitario.

“Entonces, si queremos tener éxito, tendremos que pensar en estructuras paralelas que nos permitan ser un poco autosuficientes. Podemos intentar asegurarnos de que ya no necesitamos demasiado el sistema. Pero incluso estas estructuras paralelas serían destruidas en un momento si la gente no continúa hablando. Entonces, eso es crucial.
Trato de traer esto a la atención de todos. Podemos construir estructuras paralelas tanto como queramos, pero si el sistema se vuelve demasiado destructivo y decide usar todo su potencial agresivo, entonces las estructuras paralelas serán destruidas. Pero el sistema nunca llegará a este nivel de profundidad de la hipnosis si hay voces disonantes que continúan hablando. Por lo tanto, estoy muy dedicado a seguir hablando”.


Si bien es imposible hacer predicciones precisas, el presentimiento de Desmet es que probablemente pasarán al menos siete u ocho años antes de que el sistema totalitario que emerge actualmente se consuma y se autodestruya. Podría ser más, podría ser menos. La sociedad es un sistema dinámico complejo, e incluso los sistemas dinámicos simples no se pueden predecir ni siquiera con un segundo de anticipación. Esto se conoce como la imprevisibilidad determinista de los ecosistemas dinámicos complejos.

Más información

Independientemente de cuánto tiempo tome, la clave será sobrevivir a todo y hacer lo que podamos para minimizar la carnicería. Un desafío clave a nivel individual será mantener los principios elementales de la humanidad. En la entrevista, Desmet habló sobre el libro de Aleksandr Solzhenitsyn, «El archipiélago Gulag», que destaca la importancia de aferrarse a su humanidad en medio de una situación inhumana.
“Eso, tal vez, es lo único que puede garantizarnos un buen resultado de todo el proceso, que es un proceso necesario, creo. Esta crisis no tiene sentido. No es sin sentido. Es un proceso en el que la sociedad puede dar a luz algo nuevo, algo mucho mejor de lo que existe hasta ahora”, dijo.
Para obtener más información sobre este tema verdaderamente crucial, asegúrese de obtener una copia del libro de Desmet, 
«La psicología del totalitarismo».

10 estrategias de la manipulación mediática

El coronel del Ejército de Tierra en la reserva, Pedro Baños, exjefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo, relató en su libro –un auténtico «best seller»–, «Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial», las 10 estrategias de la manipulación mediática que elaboró el francés Sylvain Timsit.
Una vez más se hace realidad el viejo dicho, lo evidente es lo que nadie ve hasta que alguien lo explica con claridad.
Baños lo hace con la mayor de las claridades, lo que induce a una serena reflexión sobre quién mueve los hilos.

Las diez estrategias son estas:

1. DISTRAER LO IMPORTANTE

La distracción se convierte en el elemento primordial del control social. Consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de las decisiones de las élites políticas y económicas, empleando para ello el bombardeo constante de distracciones y de informaciones irrelevantes, al tiempo que se evita que la gente se interese por los conocimientos esenciales.
En Occidente, por ejemplo, el deporte se ha convertido en la principal distracción para desviar el interés público de lo verdaderamente importante.

2. CREAR PROBLEMAS Y DESPUES OFRECER SOLUCIONES

Esta estrategia, conocida también como «problema-reacción-solución», consiste en crear un problema para causar cierta reacción en el público a fin de que sea éste quien exija las medidas que los dirigentes deseaban imponer.
Puede ir desde desencadenar violencia urbana, perpetrar atentados sangrientos o crear crisis económicas con el fin de que la gente demande mayores medidas de seguridad, incluso a costa de su libertad, o de un retroceso en las prestaciones sociales.
También se la podría denominar «estrategia del caos constructivo», consistente en generar caos, violencia y destrucción, o al menos aparentarlo de modo que la gente se lo crea, con la finalidad de generar luego otro modelo de sociedad al antojo y voluntad plena, sin ninguna oposición popular, pues será la propia gente la que reclame la vuelta a la normalidad.

3. GRADUALIDAD

Para conseguir la aceptación de una medida extrema, basta con aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Así lo que hubiera podido conducir a una revolución se va tolerando mansamente.

4. DIFERIR EN EL TIEMPO

Presentar una decisión impopular como «dolorosa y necesaria», consiguiendo así la aceptación pública instantánea de algo que será aplicado en el futuro.

5. DIRIGIRSE AL PÚBLICO COMO CRIATURAS DE POCA EDAD

Cuanto más se intenta engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono pueril, empleando lenguaje y mensajes básicos comprensibles hasta por los más torpes.

6. UTILIZAR MÁS LA EMOCIÓN QUE LA REFLEXIÓN

Emplear al emoción provoca un cortocircuito en el análisis racional, afectando al sentido crítico de los individuos. Al quedar así inermes, se les puede implantar ideas, deseos, miedos, temores y compulsiones o inducir comportamientos.

7. MANTENER AL PÚBLICO EN LA IGNORANCIA Y LA MEDIOCRIDAD

Hacer que el público sea incapaz de comprender las técnicas y métodos utilizados para su control y su esclavitud, comenzando por una educación deficiente de las clases más bajas para que queden sometidas a las élites.

8. ESTIMULAR AL PÚBLICO A SER COMPLACIENTE CON LA MEDIOCRIDAD

Promover entre la gente que está de moda ser estúpido, vulgar e inculto, algo fácilmente reconocible en los «realities shows».

9. REFORZAR LA AUTOCULPABILIDAD

Hacer creer al individuo que él es el único culpable de su propia desgracia por ser poco inteligente, tener pocas capacidades o no esforzarse lo suficiente. De este modo entra en un estado depresivo que inhibe su acción, y sin ella no puede haber revolución.

10. CONOCER A LOS INDIVIDUOS MEJOR DE LO QUE ELLOS MISMOS SE CONOCEN

Actualmente la tecnología posibilita un conocimiento de las personas que puede llegar a ser superior al que tienen de sí mismas, por lo que pueden ser controladas con mayor facilidad por quien lleva las riendas.

El decálogo de manipulación de masas de Pedro Baños a examen: laclave está en la literatura española


PLANDEMIA - CAMPAÑA CONTRA LOS NO VACUNADOS

Rescatamos esta recopilación como dedicatoria a todos los hijos de satanás que en el día de hoy han alzado la voz contra “la cultura del odio y las cacerías inhumanas”.
Con el pasar del tiempo, vuestro terrorismo informativo está quedando todavía más en evidencia.
VER+:















MAMONCRACIA



Así te MANIPULAN, según JANO GARCÍA, 
los medios COMPRADO con tus IMPUESTOS

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