La Biblia sugiere que la generación menos despierta sufrirá una gran prueba.
La Biblia anuncia una gran prueba para la humanidad, en la cual el maligno tendrá un poder incontestable en todo el mundo.
Y será en el momento en que viva la generación menos despierta de todas.
Este proceso está en marcha, los secuaces del maligno están actuando desde hace décadas para adormecer a la población y exacerbar sus instintos animales para controlarla.
La manipulación psicológica mediante los medios de comunicación es cada vez más notoria.
¿Pero hemos llegado a ser la generación menos despierta de la historia?
Aquí hablaremos sobre la profecía bíblica, de la gran prueba que vendrá a la humanidad en el momento de la generación menos despierta de todas, sobre cómo los secuaces del maligno han estado adormeciendo a la civilización, que revolución están haciendo en la moral y qué resguardo tenemos ante este cambio que están realizando.
Estamos viviendo la última hora de la historia desde el momento en que Nuestro Señor ascendió al Cielo.
Toda la historia posterior a eso es la expectativa de Su regreso.
Por eso llamamos a estos últimos dos mil años los últimos días.
Pero Jesús nos habla de un tiempo en el futuro indefinido, cuando toda la humanidad se enfrentará a una gran oscuridad y a una gran prueba.
El capítulo 24 del evangelio de Mateo es la parte más detallada de los evangelios en la que Jesús nos habla de lo que está por venir.
Y en Lucas 17 nos dice,
«Y como fue en los días de Noé, así será de nuevo en los días del Hijo del hombre.
Comíamos, bebíamos, tomamos esposa o esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y vino el diluvio, que los destruyó a todos».
O sea que se está refiriendo a una generación despreocupada, apóstata y la menos despierta a la realidad, que se encontrará con la ira de Dios, con la purificación de la civilización repentinamente y con la destrucción de gran parte de la maldad del mundo.
El último libro de la Biblia, el Apocalipsis habla en forma simbólica de cómo será ese período de la historia cuando seremos probados, y donde la Iglesia misma será crucialmente humillada y purificada en todo el mundo.
Claramente en ese momento los hombres tendrán una existencia muy cómoda, más bienestar que las generaciones que le precedieron.
Y eso los empujará a no obedecer y rebelarse a la palabra de Dios.
Actualmente parece que estamos en medio de este tiempo del Apocalipsis.
Donde el nuevo héroe es el individuo autónomo que no responde ante nadie más que ante su ego soberano, con ínfulas de pequeño dios.
Pero esto será sólo una ilusión manipulada.
En esta exaltación de una criatura por encima de la autoridad de Dios está el espíritu del anticristo.
Pocos creyentes en esta religión del ego se imaginan que están sirviendo a este espíritu maligno.
Pero la verdad es que cualquiera que niegue que Jesús es el Señor de su vida se vuelve vulnerable al espíritu del mundo.
Y la realidad es que nuestra generación ha renunciado a creer o confiar en este Dios que se hizo hombre y que sufre con nosotros para elevarnos al Padre.
Los principales secuaces del anticristo son los pocos que saben esto, son los únicos que prevén el terrible cataclismo del «cambio de valores» que está en marcha.
Así como la totalidad de la historia humana de los siglos pasados dependió de la certeza de que Dios existe, el plan maligno es que los siglos futuros dependan de la certeza contraria, que Dios no existe.
¿Y qué implica esto?
Que ya no hay un orden moral absoluto, ya no hay absolutos externos a la subjetividad del hombre, ya no hay ningún criterio infalible del bien o del mal por el cual podamos discernir si nuestros actos son moralmente buenos o moralmente malos.
Y ante tal situación ¿qué nos impide simplemente remodelar la humanidad de acuerdo a nuestros caprichos y teorías humanas?
¿Qué nos impide considerar a cierta parte de la humanidad como menos humana que otra parte de esa misma humanidad y, por lo tanto, indigna de la vida?
En 1931 Aldous Huxley publicó su gran obra «Un Mundo Feliz», donde advirtió que se acercaba el momento, que todavía creía lejano, en el que se establecería un nuevo orden mundial, y ese momento aboliría la privacidad y la responsabilidad personal.
Pero al escribir en 1958 «Regreso a un Mundo Feliz», se declaró convencido de que las predicciones que había hecho en 1931 se estaban cumpliendo a un ritmo mucho más rápido de lo que creía posible.
En un futuro cercano, advirtió, seremos testigos del surgimiento de una «dictadura científica» en la que habrá menos violencia que bajo Hitler y Stalin.
Y en la que seremos «reclutados sin dolor por un cuerpo de ingenieros sociales altamente calificados».
Y en la que «la sustancia subyacente será un nuevo tipo de totalitarismo no violento».
¿No estamos viendo introducir nuevos valores humanos, en base a esa ingeniería social, que están en las antípodas de la ley natural?
¿No hemos experimentado en la pandemia una manipulación de masas a gran escala, nunca antes vista?
Este totalitarismo, es difícil de combatir con herramientas humanas, porque siempre da argumentos manipuladores que parecen válidos.
Ahora los conquistadores no son los pueblos extranjeros bárbaros que viven en un nivel cultural inferior, sino nuevos poderes dotados de todos los recursos de la técnica científica, e inspirados por una sed insaciable de poder, que no reconocen otra ley que la propia fuerza.
Mientras que la enorme mayoría de la población, incluyendo a los cristianos, no advierten que la civilización se ha debilitado y ahora está amenazada por la subversión total para instalar el espíritu del anticristo.
Estos reingenieros morales no son autócratas violentos como Nerón, sino los ingenieros del poder mundial más formidable que ha conocido el viejo mundo.
Porque utilizan todos los recursos de la psicología y los medios de comunicación para hacer del alma humana el motor de su diseño.
Y sus manipulaciones han adormecido a nuestra generación.
Pero vendrá una generación que será la menos despierta de la historia, la menos capaz de reconocer lo que está sucediendo, una generación que vivirá cómodamente, y en la que el espíritu del anticristo se manifestará plenamente.
¿Somos esa generación anunciada hace miles de años?
En esa generación el espíritu del anticristo logrará nuestra esclavitud a través del aumento del poder del Estado, asociado a una progresiva disminución de los derechos de los ciudadanos, sustituyéndolos por entretenimientos agradables y gratificantes.
Mientras una élite política ilustrada se hará cargo de tomar las decisiones.
Al mismo tiempo, la capacidad del hombre para ejercer el pensamiento crítico y analítico de manera sana se verá obstaculizada por una educación corrupta, el adoctrinamiento mediático, una pérdida generalizada del sentido de la identidad humana, y la censura de la información inconveniente.
De esta forma se impondrá un nuevo orden mundial anticristiano.
Esto que describimos está en marcha, pero no sabemos claramente si logrará su máxima expresión en nuestra generación o en alguna otra cercana.
Pero sabemos que la Iglesia ya comenzó a sufrir esa remodelación.
En 1977 nada menos que el Papa Pablo VI dijo,
«La cola del diablo trabaja para desintegrar el mundo católico.
Las tinieblas de satanás entraron y se extendieron por toda la Iglesia Católica, hasta su cumbre.
La apostasía, la pérdida de la Fe, se está extendiendo por todo el mundo y hasta las más altas esferas de la Iglesia».
Y por la misma época, en 1976, un cardenal polaco, Karol Wotyla, pronunció un discurso durante una visita a los Estados Unidos donde dijo,
«Nos enfrentamos ahora al mayor enfrentamiento histórico que haya conocido la humanidad.No creo que gran parte de la sociedad estadounidense o de la comunidad cristiana se dé cuenta de eso.Nos enfrentamos hoy al enfrentamiento final entre la Iglesia y la anti-Iglesia, entre el Evangelio y el anti-Evangelio, entre Cristo y el anti-Cristo.Este enfrentamiento se sitúa en los planes de la divina Providencia, es una prueba que toda la Iglesia debe afrontar».
Es asombroso que el hombre que asumiría la Cátedra de San Pedro apenas dos años después, hable del enfrentamiento final como una realidad presente.
Sin embargo deberíamos ser conscientes de nuestra fortaleza, que fue explicada por Benedicto XVI en el 2005, cuando dijo,
«De hecho, la historia no está en manos de poderes oscuros, de la casualidad o de la elección humana únicamente.
Sobre el desencadenamiento de las energías malignas que vemos, sobre la vehemente irrupción de satanás, sobre la aparición de tantas plagas y males, se alza el Señor, árbitro supremo del curso de la historia.
La conduce sabiamente hacia la aurora de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cantada en la parte final del libro del Apocalipsis bajo la imagen de la nueva Jerusalén».
O sea que no estamos solos, no estamos abandonados a la malicia de los poderes oscuros ni a las energías malignas de sus agentes humanos.
Jesucristo es el Señor de la historia y es a Él a quien debemos aferrarnos mientras atravesamos este tiempo oscuro.
Debemos hacerlo como niños pequeños, con el espíritu del niño aferrado a la mano de su padre.
Ya sea que todavía tengamos mil años de historia por delante, o un siglo, o una década, o solo unos pocos años, la verdad sigue siendo Jesucristo.
Las Habilidades del Pensamiento Crítico son la capacidad de recopilar, analizar y evaluar información para llegar a conclusiones y tomar decisiones.
Algunas de estas habilidades son:
1. Identificar y definir problemas: Saber plantear preguntas relevantes para la investigación
2. Analizar argumentos: Identificar la intención principal de una conclusión y los motivos que la que la apoyan
3. Evitar sesgos cognitivos: Considerar toda la información disponible, no solo la que se alinea con el punto de vista
4. Comunicar de forma efectiva: Explicar y discutir problemas y soluciones con otros, manteniendo buenos hábitos de comunicación.
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