INFILTRACIÓN MASÓNICO-COMUNISTA
EN LA IGLESIA CATÓLICA
ESTAMOS HABLANDO DE UNA INFILTRACIÓN MASIVA EN LOS SEMINARIOS CATÓLICOS POR PARTE DE GRUPOS POLÍTICOS, SOCIEDADES SECRETAS Y SERVICIOS DE INTELIGENCIA, CUYO OBJETIVO NO ERA OTRO QUE ACABAR CON LA IGLESIA. LOS PRIMEROS DATOS SOBRE ESTE TEMA EMPIEZAN A CONOCERSE A PARTIR DE LOS AÑOS 60, SI BIEN, EXISTÍAN ALGUNAS REFERENCIAS DE AÑOS ANTERIORES. POR PONER UN EJEMPLO, LA ASESORA JURÍDICA DEL PARTIDO COMUNISTA NORTEAMERICANO, CRISTINA BELLA DODD, CONFIRMÓ EN LA DÉCADA DE LOS AÑOS 40 DEL PASADO SIGLO, QUE HABÍAN CONSEGUIDO INFILTRAR EN DIVERSOS SEMINARIOS NORTEAMERICANOS A MÁS DE 1.100 CANDIDATOS PARA QUE FUERAN ORDENADOS SACERDOTES
No se tuvo apenas conocimiento sobre la red de infiltración dentro de la Iglesia Católica hasta que ciertos agentes del servicio soviético de inteligencia no se pasaron a Occidente durante la llamada “guerra fría”.
Estamos hablando de una infiltración masiva en los seminarios católicos por parte de grupos políticos, sociedades secretas y servicios de inteligencia, cuyo objetivo no era otro que acabar con la Iglesia.
Los primeros datos sobre este tema empiezan a conocerse a partir de los años 60, si bien, existían algunas referencias de años anteriores.
Por poner un ejemplo, la asesora jurídica del partido comunista norteamericano, Cristina Bella Dodd, ("VER: ES 1025. MEMORIAS DE UN ANTI APÓSTOL)" confirmó en la década de los años 40 del pasado siglo, que habían conseguido infiltrar en diversos seminarios norteamericanos a más de 1.100 candidatos para que fueran ordenados sacerdotes; poco después, durante el Concilio Vaticano II, esta persona manifestó que la mayoría eran ya sacerdotes y que algunos habían sido nombrados obispos, los cuales, los tenían estratégicamente ubicados dentro de la Iglesia.
Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista Español, así como Dolores Ibárruri, dirigente del mismo partido y conocida como la “pasionaria”, declararon en su momento que habían conseguido infiltrar en los seminarios españoles a numerosos candidatos para que fueran ordenados sacerdotes.
Este proceso de infiltración fue masivo a partir de los años 60 del pasado siglo. Una muestra de este proceso de infiltración, al menos en el caso español, lo vemos en lo sucedido en el País Vasco. Podemos hacernos una idea de este proceso de infiltración en esta zona del norte de España, poniendo un ejemplo; hace unos ocho años, de unos 130 párrocos existentes en la diócesis de San Sebastián, el 75 % eran de formación marxista. Hasta tal punto que llegaban a darse episodios de verdadera crueldad entre estos sacerdotes, como negarse a oficiar la misa de funeral hacia alguna víctima que había sido asesinada por el grupo terrorista ETA por el simple hecho de que “no era de los suyos”.
Este grupo terrorista siempre estuvo respaldado por la casi totalidad del clero vasco, y sobre todo por su figura más representativa como fue monseñor Setién. La actitud de colaboración de este obispo con el grupo terrorista fue tan escandalosa, que el Vaticano tuvo que tomar cartas en el asunto “obligándole a dimitir”. Era algo inaudito en la Iglesia, ya que cuando un obispo se convierte en algo molesto, por lo general, siempre se espera a que se muera.
Dentro de la iglesia española, fue el País Vasco donde se pudo comprobar el enorme grado de infiltración marxista que ya padecía la iglesia en general y, en los seminarios diocesanos, en particular. Detrás de todo este desastre que estaba contaminando a toda la Iglesia Católica, encontramos a una institución religiosa que desde el siglo XVI había sido la gloria de la Iglesia y de los Papas, y que curiosamente, su fundador, Ignacio de Loyola, había nacido precisamente en esta zona del norte de España; estamos hablando de los Jesuitas.
Han sido ellos los que han llevado a la Iglesia al mayor quebradero de cabeza de los últimos Papas; y de esta orden religiosa, han salido la mayor parte de los teólogos e intelectuales que ha dejado la iglesia en el actual estado de postración en la que se encuentra. Nunca se sabrá el sufrimiento que esta institución religiosa provocó en Pablo VI y a Juan Pablo II en los últimos 40 años.
Ha sido el historiador español Ricardo de la Cierva quien ha escrito e investigado a fondo sobre este asunto. Pero introducirse este tema es no acabar nunca debido a la extensa información existente, y, en estos momentos, de manera que nos centraremos en algunos casos muy puntuales.
Confusión y apostasía
Los impresionantes escándalos de abusos sexuales dentro de la iglesia católica norteamericana a partir de los años 80, venían a confirmar que las declaraciones hechas por Cristina Bella Dodd sobre la infiltración dentro de los seminarios no eran ninguna manipulación informativa, sino una terrible realidad.
Igualmente, la degradación sufrida por la iglesia española a partir de esa misma época, vino a confirmar que las declaraciones del Secretario General del Partido Comunista Español, Santiago Carrillo, no eran tampoco una tontería. Y lo mismo podemos hablar de lo sucedido dentro de la iglesia de la mayor parte de los países europeos, como Irlanda, Francia, Polonia, etc.
Un ejemplo, de los muchos que podemos citar, radica en esta última, es decir, en Polonia. Uno de los más estrechos colaboradores de Juan Pablo II era el padre Mieczyslaw Malinski, que estudió desde joven con Karol Wojtila, (futuro Juan Pablo II). Se descubrió que este sacerdote, amigo y colaborador de Juan Pablo II, tenía código “delta” dentro de los servicios de inteligencia comunista polacos, los cuales, a su vez, colaboraban con el servicio de inteligencia soviéticos, más conocidos con las siglas KGB.
El código “delta” quiere decir que colaboraba totalmente con los servicios de inteligencia. Todo este impresionante lío de la infiltración de sacerdotes marxistas, (que era común en el resto de los países), pero que en este caso nos referimos a la iglesia polaca, lo fue descubriendo otro sacerdote polaco de origen armenio, Tadeusz Isakowicz-Zaleski.
El caso de este sacerdote es de película. La policía secreta comunista le sometió a numerosas torturas para que dejara de investigar la infiltración de sacerdotes marxistas dentro de la iglesia, pero no consiguieron desanimarle. Llegó a descubrir que 39 arquidiócesis polacas, entre los años de 1944 y 1989, habían colaborado con el régimen soviético, llegando a publicar un libro donde daba nombres y apellidos de los “sacerdotes colaboracionistas”. El escándalo fue impresionante. El cardenal Stanisław Dziwisz de Cracovia, le prohibió publicarlo; sin embargo, en noviembre del 2006, el cardenal primado de la iglesia católica polaca, Josef Glemb, le pidió disculpas.
Fue a partir de la década de los años 70 cuando varios agentes soviéticos se pasaron a Occidente a raíz de la “guerra fría”, concretamente Anatoliy Golitsyn y Vassili Mitrokhin, quienes informaron con detalle de todos los agentes infiltrados (sacerdotes, obispos, etc.) dentro de la Iglesia Católica.
Mitrokhin pasó a los servicios de inteligencia británico la friolera de 25.000 páginas fotocopiadas de los archivos secretos del KGB. Aunque tanto la CIA norteamericana como otros servicios de inteligencia desconfiaron de todo esto, en esos documentos, sin embargo, estaba todo escrito sobre los planes del comunismo para acabar con la Iglesia.
Para ponernos un poco al día, conviene conocer, en primer lugar, una serie de datos que precedieron a estos hechos, lo cual, nos permite comprender el resto de los acontecimientos.
Sucedió que durante el Concilio Vaticano II, fueron tres los teólogos que marcaron la pauta a seguir; no eran otros que Congar, De Lubac y Rahner. Lo sorprendente del tema consiste en que estos tres, habían sido condenados antes del Concilio, debido a que su teología era notablemente anticatólica; sin embargo, después del Concilio los tres fueron elevados a cardenales. ¿En qué quedamos? Personalmente no entiendo nada, pero los hechos fueron esos.
Ahora bien, para poder entender la razón esencial de su teología, podríamos resumirla en que estos tres teólogos dieron inicio a una especie de “revelación sin Cristo”, o dicho de otra forma, se inició una teología “sin Dios”. No es necesario ser muy inteligente para comprender que los primeros pasos hacia el marxismo, ya estaban dados. Ahora bien, ¿quiénes se encargaron del trabajo sucio? No es difícil adivinarlo: los jesuitas. A partir de este momento, el resto del trabajo ya estaba casi conseguido.
Es decir, dado que el principal objetivo del marxismo en esa década de los años 60 era infiltrarse dentro de la Iglesia Católica, como así consta en la numerosa documentación de los servicios de inteligencia soviéticos, no puede suponer ninguna sorpresa que fueran los jesuitas (a través de su sector más progresista, sobre todo el científico) quienes expandieron la ideología comunista por todo el mundo a través de la Teología de la Liberación, que fue la consecuencia de dicha teología, la cual se introdujo a través del Concilio Vaticano II.
Ricardo de la Cierva, en su libro “La infiltración”, describe con todo tipo de detalles este camino hacia el vacío en el que han caído los jesuitas. De la Cierva, sitúa el inicio en el “simposio Fe cristiana y cambio social el América Latina”, celebrado en el año 1972, en San Lorenzo del Escorial, España, donde se reunieron teólogos de la teología de la liberación, en la cual, prevaleció la tesis del ideólogo marxista y jesuita peruano, padre Gustavo Gutiérrez.
También afirma que, efectivamente, desde los años cincuenta, la expansión del movimiento PAX (comunidades de base de cristianos por el socialismo) había contribuido al adoctrinamiento de los grupos católicos en la ideología marxista, pero que tras este acontecimiento, los jesuitas deciden pasar a la “práctica”, organizando todo tipo de movimientos subversivos en defensa del socialismo.
Ahora bien, esto no se podía llevar a cabo sin más ni más, ya que de hacerlo hubieran quedado al descubierto en sus intenciones. Necesitaban por lo tanto una base ideológica que les permitiera actuar legalmente a todos estos cientos de sacerdotes de ideología marxista. De esta manera, no solo tenían las bases para crear una nueva Iglesia, sino que al mismo tiempo tenían razones suficientes para derribar a todo tipo de jerarquía institucional, que supuestamente estuviera entregada al “capitalismo”. Fue la Teología de la Liberación quien cumplió a la perfección esa base ideológica que necesitaban para llevar adelante sus planes. Dado que el campo de experimentación de dicha teología se desarrolló principalmente a lo largo de toda Sudamérica, es aquí donde Ricardo de la Cierva, pone nombres y apellidos a los autores de la tremendas tropelías que se hicieron.
Es impactante dentro del libro “La infiltración”, lo dedicado al padre Ignacio Ellacuría, asesinado en la sede de la Universidad Centroamericana de El Salvador junto a varios compañeros de la orden. De la Cierva sitúa en su verdadero contexto la trayectoria y actividades de los jesuitas comandados por el padre Ellacuría, así como las labores subversivas llevadas a cabo por su grupo, el cual, convirtió a la universidad en un centro de apoyo logístico a los comandos marxistas de la zona. Lo terrible de este caso, consiste en que el padre Ellacuría, se convirtió voluntariamente en el protagonista principal de la estrategia de expansión del marxismo en Hispanoamérica, siendo Fidel Castro quien patrocinaba todas estas operaciones. El régimen cubano no tenía solvencia económica para gestionar todas estas operaciones, de manera que detrás de Fidel Castro, era el Partido Comunista Soviético quien amortizaba los gastos. Es realmente impactante el caso de este padre jesuita, quien supeditó su condición de sacerdote de Cristo al éxito de esta infiltración del marxismo en todos los sectores, sobre todo dentro de la Iglesia. No es necesario recordar que se formó en el seminario del país vasco, donde más fuerte fue la infiltración marxista y donde todavía hoy, casi el 80 % del clero vasco sigue siendo de formación marxista.
A partir de esa década, la Iglesia entró en una fase de extraordinaria oscuridad espiritual, la cual, estuvo marcada por la desafección de los pastores religiosos, quienes entretenidos en un montón de juegos ideológicos e intelectuales, abandonaron a la mayor parte del rebaño; dispersados los fieles, fueron a nutrir a cientos de tendencias sectarias dentro del propio cristianismo, desfigurando casi por completo, el mensaje del propio evangelio.
La primera fase de la apostasía silenciosa que se produjo a partir de ese cambio de la teología durante el Concilio Vaticano II, ya estaba en marcha. Desde ese momento y en un par de décadas más, es decir, sobre todo a partir de los años 80 del pasado siglo XX, esta deformación teológica había germinado lo suficiente y, no solo abrió las puertas a un incipiente ateísmo dentro de la Iglesia, sino a un proceso de decadencia moral, religiosa y vocacional en todas las instituciones religiosas, sin excepción.
La primera fase de la apostasía ya está consumada.
Falta la segunda fase, pero este tema requiere más espacio más y reflexión...
Comprendo que entre los sacerdotes, tanto sacerdotes diocesanos como religiosos en general, estáis totalmente a favor del argentino (no me atrevo a llamarle Papa por aquello de que, tal honor, no encaja con la mediocridad del personaje), y por lo que veo y observo, todos, en general, estáis en la línea bergogliana, por aquello de que quien no está con el «jefe», se va a la calle; puedo hablarte de sacerdotes que han discrepado de los disparates doctrinales del argentino, y en estos momentos están expulsados de la Iglesia; sin ayudas y abandonados. Cosa jamás acontecida en la Iglesia. Y estoy hablando de sacerdotes excelentes, auténticos pastores de almas, no de curas maricones y de doble vida, a los cuales son a los únicos a los que se les promociona y los únicos que son defendidos por esta Iglesia infestada de satanismo, que ya, ni es la Iglesia de Cristo, ni de nadie, sino sólo del mundo.
Una Iglesia adaptada a las costumbres del mundo, corrompida por la ideología marxista y vinculada claramente a la masonería y a las sociedades secretas, con estrechos vínculos con las potencias políticas; sonreída, agasajada y aceptada por el mundo, tal y como nos lo describe san Juan en el capítulo 18 del libro del Apocalipsis. Es el signo de los tiempos; y no hay vuelta de hoja. Ni tampoco solución. Sólo nos queda el pequeño remanente, que es la única y verdadera Iglesia católica que está quedando; pero una Iglesia que, todo hace suponer, será perseguida por esta otra falsa Iglesia, adaptada al mundo y a las costumbres del mundo.
Si la orden procedente de la máxima autoridad de la Iglesia, de cerrar todas las iglesias en Italia, centro de la Iglesia universal, incluida la imposibilidad de acceder a la Eucaristía, si entendemos que esa situación es normal, por aquello de que hay que obedecer a los hombres antes que a Dios, en ese caso, sinceramente no sé qué decirte. Y si no te dicen nada las barbaridades y caprichos doctrinales del argentino, como la bendición de las Pachamamas, autorizar la comunión de divorciados, o expresiones como que «la Virgen es una mujer cualquier», o también, expresiones como «por las venas de Cristo corre sangre pagana», y un larguísimo etc. de disparates doctrinales, si todo eso, unido a la orden de cerrar iglesias y suprimir el Sacrificio Perpetuo, no te dice nada, sinceramente no sé qué decirte.
Estoy en estos momentos en Madrid, donde Carlos Osoro, cardenal de Madrid, ha dicho que de celebrar la Santa Misa, nada de nada, que quedan suprimidas todas hasta nuevo aviso, ya que por lo visto, a las autoridades de la Iglesia, Cristo les importa un cuerno, ya que el bichito del cuerna-virus que como sabes es una gripe común, es muy malo y nos puede matar a todos, entonces, ceden a la presión de las autoridades civiles, quienes nos están engañando a todos, resulta que las actuales autoridades de la Iglesia, (salvo raras excepciones), han cedido al chantaje civil; y han cedido al chantaje civil porque las autoridades de la Iglesia son prevaricadores, traidores a la fe y traidores al mismo Cristo y, no quieren entender por intereses personales que, con esa decisión, lo que hacen es matar a muchas almas, espiritualmente hablando. Si de verdad ves como normal que todos los actos religiosos han sido suprimidos, por una falsa pandemia llamada coronavirus, y si de verdad ves como normal esa actitud de los obispos, lamento decirte que, en ese caso, sinceramente no sé qué decirte.
Tengo la certeza, TRISTEMENTE CONFIRMADA, que la gran mayoría de los sacerdotes desconocéis las Escrituras, es decir, los textos bíblicos, sobre todo libros esenciales como Daniel y los profetas del A. Testamento, quienes con notable claridad hablan del tiempo presente que nos toca vivir y, en especial, Daniel cap., 9, donde habla de que el Sacrificio Perpetuo será suprimido. Hace varios años dije a varios sacerdotes amigos míos que, las misas las irán suprimiendo; me dijeron que estaba completamente loco. Lo sorprendente es que algunos han vuelto a escribirme y me preguntan que cómo sabía todo esto; y mi respuesta ha sido tan simple como su pregunta: «Está escrito en los textos bíblicos». Pero resulta que, la gran mayoría de los sacerdotes no creen en la veracidad de la Sagrada Escritura. Lo consideran un libro mitológico.
En fin; repito de nievo, no vemos lo que sucede, ni queremos ver lo que está sucediendo. Advertí desde el principio, (advertí con conocimiento de causa) que el argentino acabaría destruyendo la Iglesia y estamos en ese camino, aunque digas que soy un apocalíptico. Estudié con los jesuitas y percibí que la actual y decadente Compañía de Jesús, ya entonces estaba completamente fuera de honda.
Como sabes, hice la tesis doctoral de historia sobre los jesuitas, sobre los verdaderos jesuitas, (las Reducciones jesuíticas del oriente de Bolivia) y, por lo tanto, discúlpame la inmodestia al afirmar que sé muy bien de lo que estoy hablando. Y siempre he afirmado que el marxismo, está totalmente infiltrado entre los jesuitas y, añado algo más, al decirte que, desde que sospeché que Benedicto tuvo que renunciar por las amenazas de muerte que recibió, sabía y advertí a no pocos que si elegían a un jesuita como futuro Papa, como sucesor del gran Benedicto, la Iglesia entraría en un proceso de rápido deterioro del Magisterio de la Iglesia.
Digo «supuesto» sucesor de Benedicto, porque desde cualquier enfoque que quieras verlo, incluido el jurídico, Benedicto XVI sigue siendo el único y legítimo Papa. Tu dirás que no, que Francisco es un hombre maravilloso. No voy a discutir contigo. Aunque sospecho y tengo información de primera mano, de que en el interior de las órdenes religiosas algunos reconocéis en privado que Benedicto XVI sigue siendo el único y legítimo Papa, pero no creo que alguien se atreva a decirlo públicamente por las sanciones que suponen en estos casos; en cuestión de gustos, no voy a entrar, por aquello de que la «obediencia debida» y obligatoria en la vida religiosa no se puede discutir, aun con errores de por medio.
Todo lo más que se puede añadir es que, antes de que finalice este año, veremos cambios bastante radicales en la Iglesia. Y no para bien. Benedicto XVI no tardará en huir de Roma. A partir de ese momento, no voy a describirte lo que veremos.
THE ECONOMIST
Revelación del método en la portada de la revista Economist de 2002 Si suponemos que el puntero está en 2002 (año en que se realizó la portada) el rango rojo va exactamente desde 2020 hasta 2030.
La organización inglesa Optimum Populion Trust, con vista a la Conferencia de Copenhague sobre Cambio Climático (diciembre de 2009) proponía que, para reducir las emanaciones de carbono, universaliza el control compulsivo de la población en estos términos: Cada 7 dólares invertidos en anticonceptivos se evita la emisión de una tonelada de CO2. Es una perla, entre otras muchos, de la obra Poder Global y religión universal, de Juan Claudio Sanahuja.
Hay una diferencia entre Juan Claudio Sanahuja y el abajo firmante: cuando yo escribo sobre el Nuevo Orden Mundial (NOM) ofrezco argumentos. Cuando quien escribe es el argentino Juan Claudio Sanahuja ofrece datos y argumentos mucho más sólidos que los míos. Yo razono -creo-, intuyo e invoco; Sanahuja razona, muestra y demuestra, una pequeña diferencia de estilo y de profundidad que espero solucionar con el tiempo.
Sanahuja, el hombre de Noticias Globales, ha escrito el libro definitivo sobre el tema definitivo. En efecto, la Cumbre de Copenhague ha sido un hito más en el proceso de idiocia colectiva que asola al planeta, y cuyo paradigma es Al Gore. Habla Sanahuja: En diciembre de 2008 se conoció el segundo reporte minoritario del Senado de los Estados Unidos sobre el calentamiento global iniciado por el hombre (el hombre es el malo de la película) en el que 650 científicos rebaten las tesis del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático (IPPC) y del ex vicepresidente Al Gore, apoyado por sólo 52 autores al servicio de la ONU Al Gore, desde principios de los años 90, propuso un férreo control de natalidad global, con la excusa de preservar los recursos del planeta.
Si algo demuestra Sanahuja en sus escritos interneteros y ahora en esta obra de referencia, es que las cosas no ocurren porque sí. El Nuevo Orden Mundial (NOM) es un entramado de organizaciones políticas, económicas, mediáticas y religiosas, un verdadero entramado que responde a una única idea: destruir la Iglesia católica, poner el relativismo y con ello abolir al hombre en nombre de la humanidad. Pero, insisto, yo solo sugiero, mientras que, Sanahauja le pone nombre a mis intuiciones y ojos a mis alusiones: En 1993, en el Parlamento de las religiones del mundo, Hans Küng (ese teólogo que no quiere ser Papa para no perder el don de la infalibilidad) presentó el Proyecto de Ética Planetaria. ¿Quién avalaba la iniciativa?: la UNESCO, el angélico y neutral (je, je) organismo de Naciones Unidas para la cultura, el Foro de Davos (arquetipo del capitalismo financiero internacional, el mismo que nos llevó a la crisis y el Wide Fund for Nature (WWF), uno de los arquetipos del panteísmo ecologista mundial. De hecho, su presidente era el rey consorte Felipe de Edimburgo, uno de los grandes odiadores de Roma quien prologó la obra de Küng.
¿Y qué es la ética planetaria? Pues naturalmente, una macedonia de gnosis, expresiones de buenos deseos y de la vaga y alienante espiritualidad new age. Aún más, representa una ética universal de valores relativos. Oiga, y si son relativos, ¿cómo pueden ser valores? Si no es absoluta, ¿cómo puede ser verdad? Con su habitual modestia, Küng definiría este mix: una síntesis superadora de todas las religiones del mundo.
Pero Küng es ante todo, un hombre público, un gestor al que no le gusta alejarse del mundo (del demonio o la carne no tengo noticias). Al chico hay que reconocerle sinceridad porque ni se preocupa de ocultar el objetivo último. Ojo al dato: Estos principios -los de la ética planetaria, la nueva religión superadora de todas las demás- parten de la base de que el Nuevo Orden Mundial no puede subsistir sin una ética planetaria. Es la religión al servicio del poder, clama Sanahuja, Dios a favor del príncipe. Horst Khöler, que entonces dirigía el Fondo Monetario Internacional, se volvió pío y no desaprovechó la oportunidad para cubrir de loas al teólogo Küng quien, a pesar de sentirse abrumado soportó hasta el último elogio.
En paralelo a la nueva Iglesia del NOM, surge nuestro inefable Federico Mayor Zaragoza. Ex director general de la UNESCO, el granadino, chico de la alianza de Civilizaciones, el Foro Mundial de Redes de la Sociedad Civil (UBUNTU) con miembros tan egregios, más bien solemnes, como Mujeres abogadas para África (abortistas), El Foro social Mundial (la otra cara, esta vez capitalismo de izquierdas, del Foro de Davos), el Club de Roma, la Fundación Oscar Arias (el presidente de Costa Rica, otra cara visible del NOM), El Club de Roma, Oxfam, etc.
La Ética Planetaria de Küng corre pareja a otro intento de destruir a la Iglesia de Roma por suplantación: la Carta de la Tierra (estos ecopanteístas son muy cursis a la hora de elegir nombres. Al parecer, ahora la tierra escribe cartas y, naturalmente, se trata de misivas tristes y horteras). En Hispanidad hemos hablado muchas veces de este documento pedantón, superador de todas las filosofías, religiones y cosmovisiones que en el mundo han sido, al que Mijail Gorbachov definiera como los nuevos Diez Mandamientos, todo ello antes de anunciar hamburguesas.
una obra imprescindible
I: Los nuevos paradigmas
No es ninguna novedad que muchos fieles sienten hoy que su “universo religioso” está siendo sacudido con inusitada violencia. Lo más peligroso en estos tiempos -insistiremos en ello cada vez que podamos- es ceder al acostumbramiento, por generalizado que parezca el caos. Y el acostumbramiento sobreviene a menudo porque se carece de la perspectiva necesaria: quien permanece “mareado” dentro del tifón, no alcanza a distinguir claramente ni situaciones ni rostros, y a lo único que atina es muchas veces a la desesperación, o bien a “dejarse llevar”…
Muchos de esos cristianos “mareados” consideran escandalizados que este estado de cosas es algo incomprensible que sobrevino en su propia comunidad, colegio, parroquia o diócesis. Otros, con la mejor intención -pero sin mucha reflexión- creen que la dictadura de “estos tiempos” a los que “hay que saber amoldarse” no admite opositores, y sólo cabe respondérsele con un obediente y resignado “amén”, acallando las íntimas resistencias que asomen en sus conciencias.
Mons. Sanahuja responde tajantemente a unos y a otros en sus primeras páginas (dividimos nuestra reseña dividiéndola según los títulos de las grandes partes que componen libro):
I .- EL PROYECTO DE PODER GLOBAL Y LA REINGENIERÍA SOCIAL
“En las llamadas grandes conferencias internacionales de los años ’90 organizadas por las Naciones Unidas, cuaja un proyecto de poder global, de poder totalitario. Como tal, intenta dar una respuesta única y universal a todas las cuestiones que se pueden plantear los seres humanos en cualquier situación en que se encuentren y cualquiera sea el lugar; para lograr esto, como es lógico, se necesita colonizar la inteligencia y el espíritu de todos y cada uno de los habitantes del planeta.
A la vez consideremos que ninguna ideología puede pretender dar una respuesta uniforme si no se transforma en una especie de credo religioso.
Por decirlo de otra manera, es lo religioso lo que da sentido a la vida de la persona y respuesta a todos los interrogantes que ésta se plantee, por eso el proyecto de dominio global necesita hacerse con las mentes y las conciencias de aquellos a los que pretende sojuzgar, esa es la explicación de por qué hablamos de una nueva religión universal.” (p.25)
Por este motivo, el católico medio no puede permitirse el derecho a permanecer ignorante al respecto, y mucho menos, a creer que su enfrentamiento es privativo de unos pocos “elegidos”, únicos responsables. Ninguna reacción es vana, por pequeña que sea, pues
“No sólo se trata de la legalización de crímenes como el aborto y la eutanasia (…) sino que se pretende subvertir todos los aspectos del orden social hasta ahora conocidos, que van desde la llamada “memoria histórica” hasta el desarrollo sostenible y del ecologismo transformados en una nueva religión universal.” (p.28)
II.- LOS NUEVOS PARADIGMAS ÉTICOS
Tras haber repasado en la Primera Parte los lineamientos de las grandes Conferencias Internacionales, se analizan aquí pormenorizadamente -hasta dejar realmente sin aliento- estos “nuevos paradigmas” que se resumen fundamentalmente en:
1) El paradigma del utilitarismo sentimental mayoritario, inculcando un culto irracional a los “deseos”, descartando las razones morales objetivas y rechazando de plano una naturaleza común a todo ser humano.
2) El nuevo paradigma de la salud, privilegiando a los adultos sanos y productivos, como los únicos con derecho a una atención médica de calidad, descartando del sistema a millones de personas ancianas, no nacidas, enfermos crónicos y terminales, etc.etc.
3) El paradigma de la reinterpretación de los derechos humanos, distorsionando eincorporando nuevos “derechos” y conculcando otros primarios, absolutamente necesarios para la convivencia mutua.
4) El nuevo paradigma de familia, derivado, como ya sabemos, de la perspectiva de género, y de la crítica marxista al modelo de familia según el orden natural.
Se ofrece el triste detalle de los “países ejemplares” entre los que se cuentan España y Argentina. El avance de la contranatura en la legislación internacional se comprende por ejemplo al comentar el Informe de las Naciones Unidas sobre los supuestos derechos LGBT, tratado en el Consejo de Derechos Humanos en 2012:
“ En él se intenta borrar el concepto de naturaleza y cualquier referencia ética o moral de la vida social, así reprueba el uso de términos como “delitos contra la naturaleza”, “moralidad”, o “libertinaje” para referirse o aplicarlos al estilo de vida homosexual. En el texto aparecen menciones al “fundamentalismo” y a “extremistas religiosos, grupos paramilitares, neonazis y nacionalistas extremos”, unificando así a todos los que se oponen –justa o injustamente- a las pretensiones de los grupos LGBT. A dichos vocablos, el lenguaje políticamente correcto le ha dado acepciones particularmente antipáticas, que llevan aparejados la descalificación y el linchamiento social.
El Informe recorre las principales áreas sociales en las que el lobby gay pretende imponerse con la excusa de la “discriminación” (…), con prácticas que ya están en marcha o han sido experimentadas en diversos países.” (p.65)
Se trata básicamente de impregnar de homosexualidad todos los ámbitos.
- Resultan especialmente alarmantes -ya sobradamente comprobadas- las implicancias del texto en el ámbito educativo y de los Medios de Comunicación:
“Las autoridades escolares y educativas deberán integrar los principios de no discriminación y diversidad en los planes de estudios y en el lenguaje utilizado en las escuelas (…)
Añade el documento que los medios de comunicación también tienen un papel que desempeñar, eliminando los estereotipos negativos sobre las personas lesbianas, gays, bisexuales y trans, en particular en los programas de televisión populares entre los jóvenes…” (p.66-67)
- Recuerda el p. Sanahuja la aprobación en junio de 2013 de la Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial, y formas conexas de intolerancia”, y la “Convención Interamericana contra toda forma de Discriminación e intolerancia”,
“que nos obligará, cuando esté ratificado, a modificar nuestras legislaciones para dar cabida a las pretensiones del lobby gay e implantar un totalitarismo homosexualista. (…) Todo escrito o intervención oral opuesta o que manifieste disconformidad con el estilo de vida homosexual, sería censurada y sus autores perseguidos. (…) Esto incluiría a los documentos de la Santa Sede, el Catecismo de la Iglesia Católica, documentos episcopales, homilías y todos los artículos, estudios, reportajes donde se expongan ideas contrarias al estilo de vida gay.
(…) La Convención aprobada les otorga a los homosexuales la categoría de minoría protegida, abriendo la puerta para todo tipo de reclamos caprichosos a los que se someterán tribunales infiltrados por el lobby gay…” (p.83-85).
Baste para resumirlo, la declaración del secretario de Estado John Kerry al presentar al primer enviado especial para los derechos humanos de las personas LGBT:
“La defensa y la promoción de los derechos humanos de las personas LGBT es el núcleo de nuestro compromiso con la promoción de los derechos humanos en todo el mundo; es el corazón y la conciencia de nuestra diplomacia”. (p.96)
Por si quedase alguna duda todavía, concluye este apartado:
“Todo esto demuestra cómo los programas políticos, aplicados a nivel nacional e internacional en materia de género, no son aleatorios, ni iniciativas improvisadas, ni casualidades ni modas, sino que son el resultado de las directrices y pautas bien definidas, diseñadas de acuerdo a una estrategia ideológica premeditada. Además, las Naciones Unidas han interconectado las agendas de desarrollo, cambio climático, derechos humanos y género, de modo que los avances deben ser parejos, acompañándose recíprocamente.” (p.107)
El autor no omite el tratamiento del financiamiento de la reingeniería social anticristiana -tema sobre el que se oyen menos voces católicas de las que deberían oírse, dejando incompleta su denuncia-, las empresas fundadoras, los socios corporativos y aliados, entre los que se destaca la Cumbre de banqueros de Londres -organización Out on the Street-, entre cuyos objetivos se reconoce explícitamente que “las empresas y sus políticas corporativas pueden liderar a los gobiernos y a las políticas de cambio social.”
Al respecto se denuncia fuertemente el “perfil bajo” que los católicos han desempeñado durante los últimos tiempos, “como si hubiesen olvidado la cita del Evangelio que habla de no esconder la lámpara bajo la mesa”.
Trae a propósito la cita del filósofo francés Fabrice Hadjadj, quien insta a la magnanimidad, “grandeza del alma que nos hace avanzar hacia cosas grandes y difíciles, porque eso es lo que es digno de un hijo de Dios.”
III.- RESPUESTA CATÓLICA A LA INTERPRETACIÒN DE LOS DD HH
Tras la exhaustiva descripción precedente, se señalan aquí notables intervenciones del Magisterio Pontificio, y sobresale también una extensa cita de Mons. Héctor Aguer –arzobispo de La Plata- , quien ya en 2010 advertía que
“Hay mucho dinero que corre detrás de este intento de cambiar los paradigmas de conducta y alterar lo qeu son los auténticos derechos humanos. (…) La transversalidad que encontramos en nuestros cuerpos legislativos tiene una dimensión internacional que se presenta como progresista y que se funda en una concepción antihumana y anticristiana, la que caracteriza a la posmodernidad. (…) Entonces podemos pensar que hay aquí una conspiración en el peor sentido de la palabra. Hay una conspiración tendiente a homogeneizar el pensamiento y la conducta en el mundo entero y esto procede de los centros de poder mundial…”(p.117)
- y en 2011,
“Esta es la cuestión que se nos plantea ahora, de tal manera que en virtud de un completo subjetivismo, esta especie de autopercepción va a llevar a acomodar la biología, la realidad natural de la persona, a sus perturbaciones u ocurrencias…”(p.119)
Se citan asimismo algunos párrafos del prólogo del Card. R. Sarah a un libro de Margueritte A. Peeters:
“Si los cambios subversivos por el género no dejan de expandirse, nuestra civilización podría perder el sentido de lo que la humanidad es, ‘no en beneficio de un mundo perfecto, sino en una caída hacia la barbarie’ y el totalitarismo (…) Una vez proclamadas, estas interpretaciones podrán ser citadas para adoptar convenciones intenacionales, que se convierten en leyes, en los estados que son parte de esos tratados. (…) Están perdiendo la humanidad, el sentido de la realidad y la razón de las cosas, y contribuyen a la creación de una cultura suicida (p.128-129)
Ponemos personalmente el acento en algo a lo que de diversas maneras, convergen múltiples factores: la avasallante pérdida del sentido de la realidad. Por ello es doblemente valiosa la cita de M. A. Peeters que cierra este capítulo:
“El discernimiento es decisivo. Comienza con el realismo. Veamos las cosas a la distancia, pongamos la realidad actual en una perspectiva lo más amplia posible. Por un lado, hay que ser capaz de abrir los ojos a las realidades difíciles de nuestro tiempo, y por otro, mantengamos nuestros ojos fijos en el misterio de Dios. En lugar de encerrarnos en actitudes superficiales de la aceptación o el rechazo, despertemos y abrámonos a la luz trascendente de la gracia. Hay que volver a la fuente, volver a la casa del Padre, y mantener la confianza en la presencia efectiva de Dios en la historia, una presencia que pasa por nuestra cooperación activa y el despertar de las conciencias.(…)” (p.130-131).
IV. LOS NUEVOS PARADIGMAS RELIGIOSOS:
Lo expuesto precedentemente, da cuenta sólo parcialmente de la gravedad de la crisis a la que nos enfrentamos, pues
“Para concretar sin resistencia esta gran subversión contra el orden natural, el nuevo orden crea otro paradigma; el de la nueva religión universal o los nuevos principios éticos universales, para asegurar el desarrollo sustentable o sostenible de la humanidad. Esto completa el panorama de la colonización de las conciencias.
Como decía el Card. Ratzinger, para el Nuevo Orden Mundial se convierte en una necesidad destruir al cristianismo, vaciándolo de su fe en Cristo y en la Iglesia, para convertirlo en mera doctrina de ayuda, solidaridad social o beneficencia. En este intento se enmarcan los proyectos como la Carta de la Tierra, el “nuevo paradigma ético de la Nueva Era”, y la Ética Planetaria de Hans Küng, “para darle sustento ético al Nuevo Orden Mundial” (p.133)
Sólo teniendo en cuenta este “marco” se puede calibrar en la justa medida el alcance de la fiebre ecologista que desgraciadamente afecta a no pocos católicos hoy en día.
“El disfraz espiritualista del ecologismo permite que aquello que para algunos puede parecer un ámbito de diálogo interreligioso, responda en realidad al intento de imponer un dogma de la nueva religión sincrética universal. Con el afán de encontrar puntos de interés común se llega a una mezcla en la que se pierde la propia identidad de las religiones.” (p.137)
Como botón de muestra de ello, se refiere a la transformación del Día de la Tierra en el día de la Madre Tierra (con la explícita invocación de los “derechos de la Pachamama”), decidido por las Naciones Unidas en el 2009 a instancias de Evo Morales y contando con amplia “fundamentación” de Leonardo Boff, quien fuese el redactor de la resolución definitiva.
Sobre la Carta de la Tierra -gestada en los años ’90- la descarada declaración de Gorbachev de 1997 debería bastar para despabilar a los más ingenuos:
“El mecanismo que usaremos será el reemplazo de los Diez Mandamientos por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra” (p.141)
Ahora bien, tal vez algunos se pregunten ¿qué es la Carta de la Tierra?
“La Carta de la Tierra es un paradigma de la reingeniería social anticristiana que promueve la perspectiva de género y la salud sexual y reproductiva –homosexualismo y aborto químico o quirúrgico- como prerrequisitos para el desarrollo sustentable (…)
La Carta además, responde a una ideología que cultiva diversas formas de materialismo pseudo religioso propias de las mitologías orientales, del indigenismo o extraños esoterismos, convirtiéndose en instrumento de descristianización (…). La estrategia consiste en presentar la Carta de la Tierra en congresos y foros, ámbitos parlamentarios y de gobierno, buscando adherentes para el consenso universal…”(p. 145-148)
Pero lo más grave es que
“Entre las personas y asociaciones que procuran sumar al consenso, se encuentran políticos y financistas de todo nivel, y también comunidades religiosas católicas y jerárquicas e instituciones de otras confesiones cristianas.” (p.148-9)
En nota al pie y más adelante se dan nombres y cargos jerárquicos de algunos padres y “monsignori” (como Vicenio Paglia, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia) que como auténtica estirpe de Judas, siguen entregando a Cristo desde el seno de su propia Iglesia.
Aparece especialmente probado el delirio panteísta de Leonardo Boff (“la tierra que por ser nuestra Madre debe ser amada, cuidada, regenerada y venerada como nuestras madres….”), alimentado por el neomarxismo indigenista, nuevo rostro de la Teología de la Liberación:
“El Bien común supremo y universal (…) es la misma Tierra que por ser nuestra Gran Madre, debe ser amada, cuidada, regenerada y venerada como nuestras madres. El Bien Común de la Tierra y de la Humanidad pide que entendamos la Tierra como viva y sujeto de dignidad. No puede ser apropiada por nadie, ni hecha mercancía, ni sufrir agresión sistemática por ningún modo de producción….” (p.151)
Citando a Jon Sobrino –otro gran promotor de la TL, sancionado por la CDF- lleva su paroxismo hasta la blasfemia:
“…la tierra está crucificada, hay que bajarla de la Cruz, hay que resucitarla y eso es la tarea de una eco-teología de la liberación (…) no sólo los pobres gritan, gritan las aguas, gritan los árboles, gritan los animales, la tierra grita.” (p. 152),
Añadiendo que Dios Trino debe entenderse como “la gran energía fundamental”, y que Trinidad significa “comunión y relaciones inclusivas de todos con todos”, pidiendo que se se revise el concepto de Revealación. Ve necesario que se deje de buscar “hacer cristianos a los otros. Dios llega siempre antes que los misioneros y siempre actúa antes que los misioneros.”(p. 153).
No es de extrañar que también los “devotos” de L. Boff, tarde o temprano lleguen a considerar que los católicos deberían dejar de hacer “proselitismo”…
El lector de esta obra se entera también, con sobrada fundamentación, del explícito apoyo masónico a la “Alianza de las Civilizaciones”, uno de cuyos fines principales ha sido –al decir del premier turco- el “no permitir que Europa fuera un club cristiano”….
Otra “estrella” de la subversión, el apóstata Hans Küng, es quien promueve ante el Parlamento de las Religiones del mundo la “nueva ética planetaria”, enunciada “al estilo de la masonería, compuesta por una mezcla de gnosis, buenos deseos y la vaga y alienante espiritualidad new age”. El mismo Küng la define descaradamente como “una síntesis superadora de todas las religiones del mundo”. Es también descripta como “un alegato contra el fanatismo y la intolerancia, a favor de una ética universal”.
Mons. Sanahuja, al fin de este capítulo, sintetiza:
“Aparentemente la Ética Planetaria encuentra un público favorable en el mundo de las finanzas internacionales y la Carta de la Tierra lo tiene en el ámbito de la internacional socialista. Pero (…) los nombres de Hans Küng y de Leonardo Boff aparecen en las mismas redes y en los mismos foros. Ambos proyectos tienen las mismas intenciones: la subversión del orden natural y la destrucción de las raíces cristianas de la cultura (…). Es el hombre el que construye su código ético en guerra abierta contra Dios: el antiguo proyecto de las logias”.
una obra imprescindible
II. Confusión intraeclesial y respuesta católica
“Hablar para lograr aplausos; hablar para decir lo que los hombres quieren escuchar; hablar para obedecer a la dictadura de las opiniones comunes, se considera como una especie de prostitución de la palabra y del alma. La ‘castidad’ a la que alude el apóstol san Pedro significa no someterse a esas condiciones, no buscar los aplausos, sino la obediencia a la verdad”. (Benedicto XVI) “Donde Dios es excluido entra en su lugar la ley de la organización criminal, no importa si ello sucede de forma desvergonzada o atenuada. Esto empieza a ser patente allí donde la eliminación organizada de personas inocentes -aún no nacidas- se reviste de una apariencia de derecho, por tener a su favor la cobertura del interés de la mayoría”. (Card. Joseph Ratzinger)
“Los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible”, refiriéndose a lo que llamaba una “verdadera conjura contra la verdad”.
En el mismo texto, agregué que de la colonización ideológica del Nuevo Orden, no escapan sectores del cristianismo.
El compromiso con la verdad no es lo que prevalece en algunas estructuras de tradición cristiana: el miedo a ser tildados de fundamentalistas, la ambigüedad cómplice de la que se saca indigno provecho, la aceptación rendida de los falsos valores de la modernidad:
el éxito, la popularidad, la excelencia..., han provocado en algunos una verdadera apostasía material de la Fe en Jesucristo. Parecería que para ellos ya no hay principios inmutables que en conciencia no se puede ni ceder ni conceder. Como dice Spaemann, se ha impuesto una “nueva ética que juzga las acciones como parte de una estrategia.
La acción moral va a ser entonces una acción estratégica. Esta forma de pensar, que en un principio se denominaba corrientemente ‘utilitarismo’, tiene su origen en el pensamiento político”, y lleva a caer en el consecuencialismo moral.
El diálogo se convierte en dialoguismo, en el que se concede lo innegociable, y con la excusa de descubrir lo positivo en las distintas manifestaciones sociales y culturales inficionadas de paganismo, no se resisten a ninguna de sus exigencias abusivas, cohonestan el error, ocultan su fe, no demuestran con obras que son cristianos, y con frecuencia se muestran más amigos del enemigo de Dios que de sus hermanos en la fe.
La crisis de la Iglesia es grave, tengo la impresión de que a nadie se le ocultará que el cataclismo social que afecta al respeto a la vida humana y a la familia tiene esa triste situación como causa. Michel Schooyans afirma sin ningún reparo que, el Nuevo Orden Mundial, “desde el punto de vista cristiano, es el peligro más grande que amenaza a la Iglesia desde la crisis arriana del siglo IV”, cuando con palabras que se atribuyen a San Jerónimo, el mundo se durmió cristiano y despertó con un gemido, sabiéndose arriano.
No sin dolor escribí algunas de estas páginas. No sirve el consuelo banal y pusilánime de decir ya pasará, el péndulo de la historia volverá a equilibrarse,
porque mientras tanto, se dan situaciones que ponen en peligro la fe de muchos.
Como comenta Benedicto XVI, tomando “las palabras de la primera carta de san Pedro, en el primer capítulo, versículo 22. En latín dice así: ‘Castificantes animas nostras in oboedientia veritatis’. La obediencia a la verdad debería hacer casta (‘castificare’) nuestra alma, guiándonos así a la palabra correcta, a la acción correcta. Dicho de otra manera, hablar para lograr aplausos; hablar para decir lo que los hombres quieren escuchar; hablar para obedecer a la dictadura de las opiniones comunes, se considera como una especie de prostitución de la palabra y del alma. La ‘castidad’ a la que alude el apóstol san Pedro significa no someterse a esas condiciones, no buscar los aplausos, sino la obediencia a la verdad1.
Benedicto XVI propuso recientemente el ejemplo de San Juan Leonardi, sintetizándolo en “tender constantemente a la ‘medida elevada de la vida cristiana’ que es la santidad” porque “sólo de la fidelidad a Cristo puede surgir la auténtica renovación eclesial”. San Juan Leonardi vivió en los años en que empezó a perfilarse el pensamiento moderno “que ha producido entre sus efectos negativos la marginación de Dios, con el espejismo de una posible y total autonomía del hombre que elige vivir ‘como si Dios no existiera’. Es la crisis del pensamiento moderno, que varias veces he puesto de relieve y que desemboca frecuentemente en formas de relativismo. San Juan Leonardi intuyó cuál era la verdadera medicina para estos males espirituales y la sintetizó en la expresión: ‘Cristo ante todo’, Cristo en el centro del corazón, en el centro de la historia y del cosmos. (…)
En diversas circunstancias recalcó que el encuentro vivo con Cristo se realiza en su Iglesia, santa pero frágil, enraizada en la historia y en su evolución a veces oscura, donde trigo y cizaña crecen juntos (cf. Mt 13, 30), pero que es siempre Sacramento de salvación. Con la lúcida conciencia de que la Iglesia es el campo de Dios (cf. Mt 13, 24), no se escandalizó de sus debilidades humanas. Para contrarrestar la cizaña, optó por ser buen trigo: decidió amar a Cristo en la Iglesia y contribuir a hacerla cada vez más signo transparente de Él.”2.
Al trastabilleo de muchos católicos se suma la dictadura de lo políticamente correcto, mucho más sutil que las conocidas hasta ahora, la cual pretende la complicidad de la religión, una religión que a su vez no puede intervenir ni en la forma de conducta ni en el modo de pensar. La nueva dictadura corrompe y envenena las conciencias individuales, y falsifica casi todas las esferas de la existencia humana.
La sociedad y el estado han excluido a Dios y “donde Dios es excluido entra en su lugar la ley de la organización criminal, no importa si ello sucede de forma desvergonzada o atenuada. Esto empieza a ser patente allí donde la eliminación organizada de personas inocentes -aún no nacidas- se reviste de una apariencia de derecho, por tener a su favor la cobertura del interés de la mayoría” 3 Este camino no será fácil, ni seguro:
“En un mundo en el que la mentira es poderosa, la verdad se paga con el sufrimiento. Quien quiera evitar el sufrimiento, mantenerlo lejos de sí, mantiene lejos la vida misma y su grandeza; no puede ser servidor de la verdad, y así servidor de la fe” 4.
Para ese servicio a la fe contamos con la gracia proporcionada a las circunstancias en las que Dios nos ha puesto:
“No debemos alejarnos de Dios, sino hacer que Dios esté presente, hacer que Dios sea grande en nuestra vida; (…) Es importante que Dios sea grande entre nosotros, en la vida pública y en la vida privada. En la vida pública, es importante que Dios esté presente, por ejemplo, mediante la cruz en los edificios públicos….”5.
Desde que leí esta afirmación me llamó la atención que el Santo Padre concretara en este punto el testimonio público de los católicos, ¿no será que acomplejados o cobardes, estaremos omitiendo deberes elementales con la excusa del pluralismo y la apertura? Son muy poderosos los enemigos con que nos enfrentamos, irremediable el sufrimiento por la verdad, inevitable también la persecución de los buenos y a la vez impostergable la necesidad de testimonio personal y social, individual y colectivo que como cristianos se nos exige6.
Por eso, hoy más que nunca debemos responder en conciencia ante Jesucristo, participando en su oración y en su Cruz, con la guía del Magisterio de la Iglesia: Ubi Petrus, ibi Ecclesia, ibi Deus. Busquemos ser buenos discípulos de Nuestro Señor, sin dar cabida a la tentación de la impaciencia, de procurar inmediatamente el gran éxito, de buscar los grandes números, dejándole a Él el cuándo y el cómo del fruto nuestro trabajo7.
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1 Cfr. Benedicto XVI, Homilía durante la misa con los miembros de la comisión teológica internacional, 06-10-06.
2 Cfr. Benedicto XVI, Audiencia General, 07-10-09
3 Cfr. Ratzinger, J., Iglesia y Modernidad, Ed. Paulinas, Buenos Aires 1992, p. 115
4 Cfr. Benedicto XVI, Homilía en la inauguración del año paulino, 28-VI-2008.
5 Cfr. Benedicto XVI, Homilía en la Solemnidad de la Asunción, 15-08-2005.
6 Recordemos que en vísperas de la Conferencia de El Cairo, Juan Pablo II nos invitó a acudir a San Miguel Arcángel con la oración que “el Papa León XIII introdujo en toda la Iglesia (…) para obtener ayuda en esta batalla contra las fuerzas de las tinieblas” (Juan Pablo II, 17-04- 1994 y 29-04-1994). En 1982 hacía referencia al misterio de iniquidad en la Homilía en Cracovia (18-08-02): “El hombre de hoy vive como si Dios no existiese y por ello se coloca a sí mismo en el puesto de Dios, se apodera del derecho del Creador de interferir en el misterio de la vida humana y esto quiere decir que aspira a decidir mediante manipulación genética en la vida del hombre y a determinar los límites de la muerte. Rechazando las leyes divinas y los principios morales atenta abiertamente contra la familia. Intenta de muchas maneras hacer callar la voz de Dios en el corazón de los hombres; quiere hacer de Dios el gran ausente de la cultura y de la conciencia de los pueblos. El misterio de la iniquidad continúa marcando la realidad de este mundo”.
7 Vid. Ratzinger, J., La nueva evangelización: construcción de la civilización del amor, 12-12-00.
V.- LA IMPOSICIÓN DE LA REINGENIERÍA ANTICRISTIANA
Las 30 páginas que conforman esta parte avanzan en la demostración de las estrategias fundamentales para imponer eficazmente los nuevos paradigmas ético-religiosos que se han explicado anteriormente: la infiltración de las religiones para alcanzar una religión sin dogmas.
Ya desde las grandes Conferencias del Milenio, organizadas por la ONU, surgía una coalición de diferentes credos que bajo el nombre de URI (United Religions Iniciative) condenaba toda forma de proselitismo por considerarlo un modo de dominación, y se comprometía
“…a no enseñar verdades dogmáticas -principios inmutables-, a relativizar su lenguaje y a no hacer proselitismo.“ (p.164).
El relativismo ha pasado de ser una mera amenaza, a un firme y concreto compromiso político, legitimado internacionalmente.
Es aquí donde radica el fundamento de una gran cantidad de “cambios” o “tendencias” en el propio seno de la Iglesia, que muchos miran con estupor, mientas algunos falsos profetas nos lo quieren vender como “novedades del Espíritu”, que sopla donde quiere, y al que no debemos tratar de “enjaular” bajo moldes dogmáticos o rígidos… Lo cierto es que la presión sobre las religiones es múltiple. Mons. Sanahuja cita el ejemplo de The Elders -grupo de 12 ancianos líderes mundiales (¿por qué habrán elegido esa cifra….?) en su momento presididos por Nelson Mandela-, el cual entre otros objetivos se ha propuesto el acceso de las mujeres a los ministerios sagrados de las confesiones cristianas.
“No se escatiman medios para poner las religiones al servicio del nuevo orden, presionando desde afuera y desde dentro para cambiar sus principios morales y su disciplina. Los credos religiosos poco importan a los funcionarios del nuevo orden, son un instrumento para imponer una nueva ética o una religión universal que se asiente, por un lado, en rl relativismo moral, y por otro lado, en la idolatría de la ley positiva, la ley civil, fruto de consensos parlamentarios o políticos que van cambiando con el tiempo al servicio de los intereses de quienes detentan el poder. Evidentemente, el gran enemigo de este programa es la inmutable doctrina de Jesucristo anunciada a los hombres por la Iglesia Católica, de ahí el continuo asedio que ésta sufre.” (p.169)
Se comprende así que –como en el viejo Imperio Romano- el sincretismo religioso se halle al servicio del poder, tal y como lo denunciaba lúcidamente S.Juan Pablo II
“La alianza de la democracia con el relativismo ético (…) que quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral, despojándola más radicalmente del reconocimiento de la verdad” (p.169)
Al tratarse este tema, resulta de inestimable valor el que junto a la clara exposición de la doctrina católica, detalladamente contrapuesta por el Nuevo Orden Mundial, se acompañe el registro documentado de sanciones legislativas y tantos hechos y alianzas que sería necio el no reconocer en esto el desarrollo de la irreconciliable pugna entre las Dos Ciudades y Dos Banderas entre las que se juega nuestra eterna salvación.
Será tal vez por ello que la búsqueda de la unidad al margen de la verdad, pretendiendo asociar a lobos y corderos –como buscando el cumplimiento de promesas mesiánicas, pero al margen o incluso desplazando al Mesías- sea el sello indiscutible del reinado del Anticristo.
En este marco,
“Religiones para la Paz apoyó en la ONU la creación de la nueva religión universal para “una nueva era, era dorada de armonía y prosperidad, de paz y justicia”. El texto mezcla pasajes búblicos, las Profecías de Zoroastro, las promesas del Coraán, la Visión Sikh, la Doctrina Jain y las teorías de Confucio, del Budismo, el Taoísmo, el Bhagavad Gita, el sintoísmo, las escrituras Baha’l y la religión sioux: se trata de la consagración internacional del sincretismo religioso.”(p.171)
Ahora bien, como bien señala Mons. Sanahuja,
“Llama mucho la atención encontrar en el World Council de Religions for Peace personalidades catalogadas por la misma organización como “católicas.
En la nómina de 1995 y 1999 están incluidos el card. G.Danneels (…), el Card. Oscar R. de Maradiaga (…), la hna. Rita Burley, presidente de la Unión Intenacional de Superioras Generales; Hans Küng…(…) Entre los moderadores por regiones afiliadas y miembro del comité ejecutivo, el Card. Raymundo D. Assis, arzobispo de Aparecida, moderador de Religions for Peace- Latin America anda Caribean Council of Religious Leaders..” (p.172-72) .
En la misma dirección se halla la Declaración Interreligiosa de los Líderes Políticos sobre el cambio climático, firmada por 270 dirigentes religiosos de alto nivel, entre cuyos firmantes figuran el Dalai Lama; el obispo Marcelo Sánchez Sorondo; el Card. Gracias, el Card. Schönborn; el Card. Tagle; el Arz. De Marsella, Mons. G. Portier…
Se intercala aquí el recuerdo oportuno de una cita del Card. Ratzinger
“Cristo es totalmente diferente a todos los fundadores de otras religiones, y no puede ser reducido a un Buda o a un Sócrates, o a un Confucio. Es realmente el puente entre el cielo y la tierra, la luz de la verdad que se nos ha aparecido. (1.12.02)” (p. 180)
Por este camino, se llega lógicamente, tarde o temprano, a lo que se aborda inmediatamente en un breve apartado:
El Panteísmo como pensamiento único.
La cita de una declaración de 2007 del Parlamento Catalán de las Religiones es suficientemente elocuente sobre lo que hoy -10 años después- sufrimos casi cotidianamente:
“la protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra son un deber sagrado. Otro mundo será posible si los seres humanos somos capaces de manifestar plenamente a Dios, la Realidad Ùltima, el Todo del que formamos parte. Impulsados por la fe, la esperanza y el amor que brotan de la espiritualidad y la vivencia religiosa particular, queremos profundiezar en un diálogo interreligioso, intercultural e interinstitucional sincero y responsable sobre el destino de la Tierra y la humanidad. Es urgente e insustituible, por lo tanto, promover la educación moral y espiritual para una vida sostenible (…). Por todo esto, nos comprometemos a ‘cuidar la tierra y abrazar la vida’ por medio del estudio, la difusión y la aplicación efectiva de los principios de la Carta de la Tierra; propiciar un cambio de mentalidad y de corazón, empezando por cada uno de nosotros, revisando actitudes, prejuicios, pensamientos y comportamientos, y comprometiéndonos en la mejora de nuestro contexto más concreto y a la vez, global; reforzar nuestra propia espiritualidad y el sentido de lo Sagrado, sabiendo que ahí radica la reforma moral de las personas y de las colectividades; defender y promover el pleno respeto a la libertad religiosa como parte esencial del bien común, así como el diálogo interreligioso ‘puesto que tenemos mucho que aprender en la búsqueda colaboradora de la verdad y la sabiduría’; ejercer un liderazgo creativo (…) unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto a la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y la cultura de paz….” (p. 181)
Leonardo Boff, hoy de hecho rehabilitado por parte de no pocos obispos apóstatas y seminarios pseudoteológicos, afirmaba como comisionado de la Carta de la Tiera en 2006:
“Crece la conciencia de que tenemos una única casa en común: el planeta Tierra. Más aún: como especie formamos una humanidad única y somos parte de la Tierra. Somos la propia Tierra, que en un momento de su evolución, ha comenzado a sentir, a pensar y a amar (…) Las religiones abrahámicas son las más violentas, porque se creen portadoras de la verdad, como el Papa en Ratisbona. Lo necesario es la espiritualidad, no los credos y las doctrinas…” (p.182-183)
Al respecto comenta Sanahuja:
“La New Age presta su vago espiritualismo en la que lo religioso se expresa de manera ligera, liviana; es lo religioso Light, porque se intenta vivir una religiosidad sin dogmas, sin estructuras, sin jerarquías, sin morales rigurosas. Como consecuencia de contraponer espiritualidad a doctrina esta visión avala, o lo que es peor, procura por ejemplo, la perversión de menores, la anticoncepción, el aborto, la eutanasia, la investigación con embriones humanos, la injusta legitimación jurídica de las parejas del mismo sexo, etc.”(pag. 183)
Por eso el llamado universal al diálogo no puede leerse sino como la imposición sibilina del totalitarismo relativista e irremediablemente apóstata para el cual
“afirmar que en la figura de Jesucristo y en la fe de la Iglesia hay una verdad vinculante y válida en la historia misma, es calificado como fundamentalismo. (…) Este fundamentalismo se presenta como la amenaza fundamental emergente contra los bienes supremos de la modernidad, es decir, la tolerancia y la libertad. (…) La noción de diálogo (…) se convierte en la quintaesencia del credo relativista y en la antítesis de la conversión y de la misión…”, según cita del Card. Ratzinger, J. (p.185)
Vemos de esta manera que el proceso de una ética universal relativista lanzada por la UNESCO entre los ’80 y ’90, desemboca en la primera década de este milenio en la consideración de las identidades culturales como “plurales, variadas y dinámicas”, englobando también a las creencias religiosas, y así la diversidad cultural reemplaza la visión cristiana de la realidad, llevando a ser en algunos países de Sudamérica, una violenta arma de descristianización en manos del indigenismo neomarxista.
Luego se pasa revista en el libro a los numerosos “logros” de ese pensamiento único, desde el retiro de crucifijos de los espacios públicos hasta la promoción legal de la homosexualidad y estableciendo un paralelo con el ambiente de la Revolución Francesa, en el capítulo “¿Hacia una nueva Constitución Civil del Clero?” se pregunta Sanahuja:
“¿Llegaremos a la disyuntiva de inscribirnos en el bando de los clérigos juramentados, dóciles a la tiranía de la mentalidad anticonceptiva y doblegados por la inquisición del lobby rosa, o por el contrario, con la gracia de Dios, afrontaremos ser clérigos no juramentados, es decir, perseguidos, marginados, excluidos por fundamentalistas?” (p.192)
Recuerda a propósito de ello, la gran apostasía retratada en la novela de Castellani “Su majestad Dulcinea”, y también a San Agustín:
“Como a nuestros mayores les fue necesaria la paciencia contra el león, así también a nosotros nos es necesaria la vigilancia contra el dragón. Jamás cesa la persecución contra la Iglesia (…) y más ha de temérsele cuando engaña que cuando se ensaña. En otro tiempo incitaba a los cristianos a renegar de Cristo; en éste enseña a negar a Cristo. Entonces impelía, ahora enseña; entonces usaba de violencia; ahora de insidias; entonces se le oía rugir; ahora presentándose con aparente mansedumbre y rondando, difícilmente se le advierte.”
VI.- LA CONFUSIÓN INTRAECLESIAL
Se trata aquí de la parte más extensa y sin duda más dolorosa, de la cual por no agobiar de más al lector, nos limitaremos a señalar algunos capítulos más significativos.
“Más peligrosos para la integridad de la fe que quienes abiertamente han abandonado la Iglesia, son aquellos clérigos y laicos comprometidos que cultivan la ambigüedad en el modo de exponer la doctrina. Los que evitan referirse a las claras enseñanzas del Magisterio, reduciendo la doctrina cristiana a un mensaje de solidaridad o de denuncia social…”(p. 195)
Tras algunas espléndidas citas de León XIII sobre la omisión y desprecio de ciertos puntos de la doctrina cristiana, aplicando a la Iglesia las normas democráticas, llegamos irremediablemente a la confusión generalizada:
“Con tristeza hemos de decir que, a nuestro juicio, la confusión parece haber echado raíces en la Santa Sede y en la Iglesia universal con el advenimiento del Papa Francisco.” (p.199)
En simple honor a la verdad, desde la estrecha relación con Leonardo Boff, quien participara en la redacción de la Laudato Si, la rehabilitación de Ariel Álvarez Valdés, su entrevista con gran cantidad de personajes pública y notoriamente contrarios a la fe de la Iglesia, y las numerosas afirmaciones escandalosas, se detiene asimismo en varios aspectos de la insalubre simiente de AL para la disciplina sacramental, citando a gran cantidad de autoridades civiles y eclesiásticas.
Desplazando luego el foco hacia “Algunos casos de la Curia romana”, se analizan las turbias intervenciones de Mons. Sánchez Sorondo (Canciller de la Pontificia Academia de Ciencias), quien en una entrevista concedida a C-Fam (18/5/15) responde acerca de su posición sobre la Agenda para el Desarrollo Sostenible –léase promoción del control demográfico, aborto, etc.etc.-
“La interpretación y aplicación de esto depende de los gobiernos (…) En lugar de atacar, ¿por qué no entrar en diálogo con estos “demonios” para tal vez, mejorar formulaciones, como lo hicimos con respecto al tema de la inclusión social y nuevas formas de esclavitud?” (p.219)
Se repasa asimismo la connivencia del Card. Ravasi (Presidente el Consejo Pontificio para la Cultura) con la masonería y el panteísmo en su participación en el ridículo culto a la Pachamama; a las ambigüedades de Mons. Fischitella (Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización); al “canto al panteísmo” de Raniero Cantalamessa; etc. etc….. El caso de la tribuna ofrecida por universidades y otras instituciones presuntamente católicas a rotundos enemigos de la Iglesia, ocupa también un extenso apartado, recordando el urgente llamado a una vigilancia crítica sobre el tema. En el Anexo de esta obra se incluyen dos significativos documentos para tener mayor claridad sobre la gravedad de la LCWR (Conferencia de las Superioras Religiosas de EE.UU.), cuyo caso se califica como el “destape del cisma”.
¿Deprimente? En absoluto. Así como un soldado no puede combatir eficazmente sin una hoja de ruta fidedigna sobre los emplazamientos del enemigo, es absurdo pretender una genuina reforma de la Iglesia sin tener conciencia cabal de dónde se hallan sus fisuras, por múltiples que sean.
La alternativa que se nos presenta es, pues, suficientemente clara:
“Ser fieles o quedar bien con el mundo. Asumir la obligación de corregir al que yerra, tal como -gracias a Dios- recibimos el ejemplo en nuestros días por parte de algunos valientes miembros de la Jerarquía que no claudican, teniendo en cuenta, como recordaba el Card. Burke, que
“la unidad que no está fundada en la verdad de la ley moral no es la unidad de la Iglesia. La unidad de la Iglesia se basa en decir la verdad con el amor…” (p.269)
Es también digno de mención lo que señalaba en enero de 2012 Benedicto XVI a los obispos de EE.UU.:
“………una vez más vemos la necesidad de un laicado católico comprometido, articulado y bien formado, dotado de un fuerte sentido crítico frente a la cultura dominante y de la valentía de contrarrestar un laicismo reductivo que quisiera deslegitimar la participación de la Iglesia en el debate público sobre cuestiones decisivas para el futuro de la sociedad…” (p. 279)
VII.- NOTAS PARA UNA CONDUCTA CRISTIANA
Como conclusión, estas notas se desarrollan a través de unos párrafos de Monseñor Sarah para los lectores que han podido superar las 300 páginas precedentes. Dichas notas son fundamentalmente el discernimiento a la luz de la fe y la valorización y defensa del orden natural; el tener en cuenta los “principios no negociables”, y el deber de oponerse, sin ceder a la “falsa inevitabilidad”.
Diagnostica: “El discernimiento es imprescindible en estos tiempos para juzgar con sentido cristiano las realidades temporales, las situaciones humanas, las corrientes de pensamiento, las tendencias de la opinión pública. Sin embargo se podría decir que los cristianos hemos perdido ese sano espíritu crítico y caemos muy fácilmente en el embeleso de lo que otros quieren que pensemos y del modo como quieren que actuemos (…), por ejemplo sobre la libertad religiosa, la democracia, el diálogo, el pluralismo, la preocupación ecológica, que si bien nos hacen aceptables en los ámbitos sociales de poder económico y social, nos alejan de la verdad y nos acercan a la apostasía…” (p.299)
Deteniéndose en las consideraciones del Card. Biffi en los Ejercicios Espirituales predicados en 2007 a la Curia Roman sobre las características del Anticristo, se señala que éste será ante todo pacifista, ecologista y ecumenista, y “las masas de los cristianos entrarán en su juego….”
Sobre el deber de oponerse a esta corriente, cita a S.Juan Pablo II:
“Aunque sea precisa una heroicidad inesperada, es precisamente la obediencia a Dios – a quien sólo se debe aquel temor que es reconocimiento de su absoluta soberanía- de donde nacen la fuerza y el valor para resistir a las leyes injustas de los hombres. Es la fuerza y el valor de quien está dispuesto incluso a ir a prisión o a morir a espada, en la certeza de que ‘aquí se requiere la paciencia y la fe de los santos’ (Ap. 13, 10) “ (p. 314)
VIII.- RECUPERAR LA IDENTIDAD CATÓLICA
De esto se trata, pues, en definitiva. Citando a Mons. Luigi Negri acerca de la disposición del Tribunal de Estrasburgo de retirar los crucifijos de los lugares públicos se advierte que esto es
“…una consecuencia del demasiado irenismo que atraviesa el mundo católico desde hace décadas, por le cual la preocupación fundamental no es nuestra identidad sino el diálogo a toda costa, estar de acuerdo con las posiciones más distantes…” (p.319)
A quienes crean que este libro es “pesimista, negativo”,
“..a ellos les recordamos que la esperanza es la virtud por la que aspiramos al reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. Cultivemos la seguridad de la esperanza sobrenatural, somos hijos de Dios. (…)
Dios espera de nosotros un testimonio de fe íntegra, y no un dialoguismo, que de la pérdida de identidad católica se convierte fácilmente en aspostasía. (…)
No esperamos el advenimiento de un mundo mejor, ni siquiera aquél que podríamos tener la ilusión de conseguir como consecuencia de nuestro esfuerzo por expandir la semilla del Evangelio. No estamos exentos de caer en el optimismo ideológico sobre todo si buscamos el éxito, la realización de nuestros propios planes y deseos, o el aumento del poder y la extensión de nuestras instituciones….” (p.320 ss.)
El peligro del optimismo ideológico ya era señalado por el Card. Ratzinger como
“parodia de la fe y de la esperanza, cuyos orígenes ideológicos se pueden encontrar tanto en el liberalismo como en el marxismo (…) ¿Qué habría que pensar de la exaltación de un optimismo simplemente contrario a la realidad? (…) El optimismo podía ser sencillamente una cobertura, detrás de la que se escondiera precisamente la desesperación, intentando superarla de esa forma. Pero podía tratarse de algo peor: este optimismo metódico venía producido por quienes deseaban la destrucción de la vieja Iglesia, y con la excusa de la reforma, querían construir una Iglesia completamente distinta, a su gusto, pero que no podían empezarla para no descubrir demasiado pronto sus intenciones. Entonces el optimismo público era una especie de tranquilizante para los fieles, a fin de crear el clima adecuado para deshacer, posiblemente en paz, la misma Iglesia, y conquistar así el dominio sobre ella. (…) Este optimismo del orgullo, de la apostasía, se habría servido del optimismo ingenuo, más aún lo habría alimentado, como si este optimismo no fuera sino esperanza cierta del cristiano, cuando en realidad era una parodia de la fe y de la esperanza (…) En la nueva religión el pesimismo es el pecado de todos los pecados, y la duda ante el optimismo, ante el progreso y la utopía, es un asalto frontal al espíritu de la edad moderna, es el ataque a su credo fundamental sobre el que se fundamenta su seguridad, que por otra parte está continuamente amenazada por la debilidad de aquella divinidad ilusoria que es la historia…” (p.322 ss.)
Se cierra la obra -coronada como ya dijimos, por tres anexos documentales- con la invitación rotunda a la Esperanza:
“Servir a Dios, con lucha, persecución y sufrimiento, no es una tarea que ignore nuestra humana naturaleza. Servimos a la verdad siendo hombres y mujeres, con sus necesidades físicas y afectivas, con sus debilidades y fortalezas, con sus gustos y disgustos, con sus aficiones y aversiones. Con la gracia de Dios, ganaremos en profundidad interior, si consideramos con frecuencia el siguiente texto de Spes Salvi:
Digámoslo una vez más: la capacidad de sufrir por amor de la verdad, es un criterio de humanidad. No obstante, esta capacidad de sufrir depende del tipo y de la grandeza de la esperanza que llevamos dentro y sobre la que nos basamos. Los santos pudieron recorrer el gran camino del ser hombre del mismo modo en que Cristo lo recorrió antes que nosotros, porque estaban repletos de la gran esperanza.” (p.326)
Quiera Dios premiar en la Gloria el intenso trabajo en compromiso con la verdad, del que dan amplio testimonio estas páginas, y nos conceda que esta reseña estimule a muchos fieles -laicos y consagrados- a completar y asimilar con fecundidad su lectura.
"LOS ENEMIGOS DE LA IGLESIA CATÓLICA INFILTRADOS EN EL CLERO CATÓLICO"
por P. Sanahúja
en la iglesia católica?
Al acabar la Segunda guerra mundial, el mundo presentaba una configuración impensable tan sólo unos años atrás. La URSS no sólo había visto reconocidas todas sus apetencias territoriales del período de entreguerras sino que además se había hecho con una parte considerable de Polonia. Por si fuera poco, estaba a punto de controlar toda Europa oriental y tenía ambiciones nada desdeñables encaminadas hacia el resto del continente, Asia y África. Su visión expansionista exigía imperiosamente la infiltración y debilitamiento de aquellos poderes que se pudieran oponer a ella. Entre sus adversarios ocupaba un papel especial la iglesia católica que no sólo era la confesión mayoritaria de Polonia y Checoslovaquia sino que además contaba con un enorme poder moral sobre centenares de millones de personas. Pero ¿logró realmente el espionaje soviético infiltrarse en la iglesia católica?
La infiltración de agentes soviéticos en el seno de la iglesia católica comenzó prácticamente en octubre de 1917 cuando tuvo lugar el golpe de estado bolchevique pero tuvo su época de mayor esplendor al concluir la segunda guerra mundial, primero, y después del concilio Vaticano II. Los ejemplos que podrían aducirse de esa infiltración no sólo resultan extraordinarios. Aunque de no escaso éxito, sin embargo, muy pocos lograron resultados en el denominado movimiento Pax.
Éste fue fundado en 1945 por un polaco llamado Boleslaw Piasecki cuya historia era ciertamente novelesca. Durante el período entreguerras, Piasecki dirigió un movimiento juvenil de corte fascista y antisemita. Al caer Polonia ante los ejércitos del III Reich en 1939, Piasecki fue hecho prisionero pero la Gestapo no tardó en ponerle en libertad. Hasta la primavera de 1944, en que fue capturado por el ejército soviético, Piasecki organizó unidades que se dedicaban a combatir a los comunistas polacos.
Teóricamente, Piasecki debía haber sido fusilado pero el NKVD soviético elegía entonces a muchos de sus futuros agentes entre antiguos siervos de la Gestapo ya que conocían el oficio y podían ser extorsionados con facilidad. Fue así como el general soviético Iván Serov lo reclutó para emplearlo en tareas de inteligencia dirigidas contra la iglesia católica. Inicialmente, Piasecki tuvo un éxito notable entre la jerarquía polaca especialmente con monseñor Choromanski, secretario del episcopado. El agente grababa todas las conversaciones y las entregaba a sus superiores. Sin embargo, el mayor éxito fue la creación de Pax. Esta organización se presentaba como un movimiento confesional en el que no menos del noventa por ciento de los miembros eran católicos practicantes. Creado y sustentado por los servicios de inteligencia comunistas, Pax no sólo no desapareció al implantarse en Polonia la dictadura marxista sino que incluso adquirió una mayor importancia contando con centenares de círculos en todo el país.
Sin embargo, lo sorprendente en un país donde había establecida una férrea censura no era sólo la permisividad con que contaba Pax sino, muy especialmente, las dimensiones que llegó a cobrar. Bajo la férula de Pax, se editaron numerosos libros y publicaciones periódicas entre las que se encontraba el Slovo Povzechne, el único diario católico del país. Durante sus once primeros años de existencia, Pax publicó ocho millones de libros de los que 360 títulos eran de literatura polaca y extranjera y nada menos que 185 de contenido religioso. Además contaba con una imagen pública en occidente realmente excepcional. Para muchos, Pax combinaba la fe católica con un contenido progresista —entendiendo como tal una acentuada excoriación política hacia las izquierdas— que se traducía lo mismo en el ofrecimiento de servicios médicos que en exposiciones artísticas. No resulta por ello extraño que cuando la organización ofreció a Graham Greene un “premio literario” de 15.000 zlotys por el “conjunto” de su obra, el autor británico lo recibiera encantado. Como era fácil suponer, la verdad de Pax distaba mucho de identificarse con aquella imagen de catolicismo sumado al progresismo social. En realidad, el colectivo no sólo servía de excusa a la URSS y al gobierno polaco para negar la existencia de una persecución contra el cristianismo sino que además defendía la necesidad de no oponerse a las dictaduras comunistas sino más bien de colaborar con ellas. Por supuesto, también contribuía a las tareas de represión.
Así, algunas grabaciones realizadas por Piasecki sirvieron para preparar el espectacular proceso que se organizó contra monseñor Kaczmareck, el obispo de Kielce, detenido en enero de 1951 y juzgado en septiembre de 1953. A mediados de los años cincuenta, Pax había logrado transplantar su influencia a occidente, más concretamente a Francia, donde recibió amplio eco en un sector de la opinión pública que creía en consignas como el “socialismo con rostro humano” o “el diálogo cristiano-marxista”. Así, en 1954, Piasecki se entrevistaba en París con figuras relevantes del mundo católico procediendo a grabar las conversaciones y a entregar las cintas al KGB. Pax había llegado a la cúspide pero en junio de 1955, un decreto del Santo Oficio condenaba al semanario del movimiento Dzis i Jutro así como la obra Problemas esenciales debida a Piasecki. Asimismo se cursó una prohibición a los clérigos para que no publicaran sus escritos en Pax. La respuesta de Pax fue visitar Roma en la primavera de 1956. Sin embargo, esta vez no resultó tarea tan sencilla el grabar los encuentros. A pesar de todo, Pax contaba con los suficientes aliados entre la progresía
—católica y no-católica— como para que durante los años sesenta muchos la siguieran defendiendo contra una Curia a la que motejaban de retrógrada y antiprogresista.
Todavía el 6 de junio de 1963, cuando buena parte de la documentación sobre Pax había pasado al otro lado del Telón de acero, el cardenal Wyszynski, primado de Polonia, se vio obligado a emitir un comunicado en el que definía a Pax como “tan sólo un medio de propaganda disfrazado, para denigrar la actividad de la Iglesia en Polonia mediante la difusión de informaciones falsas” y donde afirmaba que “ese movimiento recibe órdenes y directrices del partido comunista, de la policía secreta y de la Oficina para asuntos del culto”. Al fin y a la postre, Pax quedaría desacreditada y su labor, que había tenido un enorme éxito durante casi dos décadas, se vería frenada. Sin embargo, la infiltración soviética en el seno de la iglesia católica no había quedado ni mucho menos descabezada. De hecho, una de sus creaciones más brillantes —la denominada Teología de la liberación— aún tendría que obtener algunos de sus mayores triunfos.
UNA CARTA AL PAPA FRANCISCO
Padre Alberto Cutié
Su Santidad:
Por mucho tiempo pertenecí a la misma rama de su ejército. Aunque ahora soy parte de una rama más pequeña y menos influyente, ciertamente seguimos en el mismo ejército del Señor y con el mismo deseo de ver que el Reino de Dios se haga presente “aquí en la tierra, como en el cielo”.
También soy parte de un grupo cultural único y con una experiencia peculiar. Aunque muchos no hemos nacido en Cuba, por accidentes de la historia, en muchas partes del mundo nos dicen, “esos cubanos de Miami”. Y tienen razón, llevamos la cubanía en la sangre.
Damos gracias a Dios por su visita a Cuba, pero al escuchar las opiniones de cubanoamericanos como yo, tengo solo tres preguntas que casi todos nos hacemos a diario, pero que se quedan sin contestar:
¿Por qué usted y otros líderes religiosos condenan tan fuertemente el capitalismo, y nos ofrecen una lista de todos los desastres que surgen como resultado del mismo, pero nunca vemos una condena igualmente fuerte del comunismo ateo, que tanto daño sigue haciendo en el mundo? Esa desigualdad a la hora de condenar nos parece injusta.
Si realmente nos interesa tanto ayudar a los pobres, ¿por qué ignoramos a los que sufren la gran pobreza de la falta de libertad y que, solo por expresar su desesperación y por reclamar que se respeten los más básicos derechos humanos, son detenidos, hostigados y golpeados? Todos los días llegan jóvenes cubanos a nuestras costas –y un sinfín nunca llega– buscando esa libertad.
¿Es más importante tener relaciones diplomáticas con un país que no tiene elecciones libres hace más de 50 años, que maltrata a su pueblo, que tiene un historial bien documentado de oprimir y robar a la misma iglesia, que buscar la justicia, el bien común y la libertad de todos los cubanos? Considero que la iglesia de Cristo tiene que estar más vinculada y preocupada por el pueblo y no tan cercana al opresor. La excusa que se presenta es que esta es una “visita pastoral” y no “política”, pero ese argumento ya no es válido, porque hemos visto muchísimos ejemplos en los cuales la Santa Sede y su cuerpo diplomático se involucran extensamente en situaciones políticas. ¿Por qué en el caso de Cuba esto se trata de forma diferente?
Ya sé. La gran mayoría de las personas que leen estas preguntas dicen que “esos cubanos de Miami” no entendemos aquello. He llegado a la conclusión que tienen razón. La verdad es que no entendemos.
No entiendo, ni creo que pueda empezar a entender, por qué un hombre de Dios se puede reunir con los opresores, pero no con los oprimidos; por qué a las instituciones religiosas se les ha olvidado que el cristianismo nació de los mártires, no de quienes se quedaron callados antes las injusticias. Tampoco entiendo cómo no podemos aprender de la historia, cuando durante la Segunda Guerra Mundial, la gran mayoría de los cristianos nos quedamos callados ante el asesinato de más de seis millones de seres humanos –mayormente hermanos judíos– que fueron víctimas de otro dictador asesino. Son hechos de la historia que no podemos ignorar.
Santidad, qué le vaya bien en su viaje, pero “estos cubanos de Miami” seguimos sin entender.
"Estas raíces ideológicas, no surgieron por casualidad entre los jesuitas, sino que procedían a su vez, de la deriva doctrinal de teólogos muy conocidos como Karl Rahner, quien llevó la teología hacia el relativismo moral con las consecuencias que tuvo; por otro lado por pensadores como Theilard de Chardin quien planteaba la teoría del evolucionismo; sin olvidar a otro muy conocido como Von Baltasar, quien fue derivando su teología hacia posiciones donde planteaba que, en función del amor de Dios, era probable que el infierno estuviera vacío, o también otros teólogos jesuitas como Murray, muy favorables a la línea actual que defiende Francisco sobre el ecumenismo, donde todas las religiones son verdaderas.
No debe sorprendernos por lo tanto que, ante todo este movimiento ideológico y doctrinal que dirigieron los jesuitas hace décadas, sean precisamente ellos quienes controlan la Iglesia en estos momentos de la historia. Y tampoco debe sorprendernos que el actual responsable de la iglesia, Francisco, sea precisamente jesuita. Esta elección de Francisco como responsable de la Iglesia, confirma por sí misma que, la deriva teológica y doctrinal hacia el socialismo popular que se fue infiltrando dentro de la Iglesia a través de los jesuitas, tenía sus orígenes en la deriva doctrinal de la influencia de muchos de sus teólogos. Por lo tanto, la teología de la liberación, no solo tenía sus raíces en esa infiltración del marxismo a través de la nueva generación de teólogos, si no que, a su vez, esta nueva generación de teólogos, eran ateos o agnóstico en su mayor parte.
A partir de ese momento se inició una clara deformación teológica y doctrinal en el ámbito intelectual, consiguiendo que, el marxismo se infiltrara en la iglesia a través de las cátedras en las universidades católicas y en los centros de enseñanza. Esta labor fue llevada a cabo por parte de conocidos teólogos jesuitas, como he citado antes, quienes, todos ellos muy próximos al relativismo moral consumaron esa deriva doctrinal y social que estamos viviendo en estos momentos.
Esto quiere decir que, la actual situación de la iglesia, es el resultado de la deriva doctrinal y teológica de los jesuitas. Por lo tanto, llevado todo esto a los resultados actuales que conocemos, no fue ninguna sorpresa la elección como Papa del jesuita Francisco para quienes ya conocíamos esta deriva doctrinal de la Compañía de Jesús. Dicho de otra forma y para que nos entendamos mejor, Francisco es el resultado de toda esta deriva doctrinal de la Compañía de Jesús, habiendo convertido el relativismo moral, en la nueva teología de la Iglesia católica, donde ya no existen verdades que defender.
Un breve análisis de esta situación nos lleva a percibir que, Francisco es un hombre de ideas muy fijas, formado “teológicamente” en el socialismo popular a través de la influencia marxista marcada por la llamada “teología de la Liberación”. Ahora bien, dicha teología, al menos en el caso de la iglesia argentina, se fue dividiendo en cuatro ramificaciones sociales, una de las cuales, es conocida como la “teología del pueblo”, la cual, es la línea social en la que se formó el actual Francisco. Conviene matizar sin embargo que, en esta formación hacia el socialismo por parte de Francisco, tuvo una influencia decisiva el padre Juan Carlos Scannone, también jesuita y argentino.
¿A qué viene todo esto?, pues se debe a las numerosas preguntas que me llegan y me preguntan sobre la reciente elección, por parte de Francisco, del nuevo arzobispo de Buenos Aires, un tal monseñor Jorge García Cuerva. Lo mismo que he afirmado antes de que, quienes conocíamos la deriva doctrinal de los jesuitas no nos sorprendimos de la elección como Papa de Jorge Mario Bergoglio, tampoco esta vez, nos ha sorprendido la elección de ese obispo argentino, cuya tendencia doctrinal y teológica, sigue exactamente la misma línea de quien, desde Roma, lo ha elegido como arzobispo de Buenos Aires.
Para ser malo, se requiere ser muy inteligente y por esta misma razón, nunca eligen a quienes pueden hacerles sombra". Damián Galerón.
VER+:
SATANISMO ES LA CORRUPCIÓN DE LAS COSAS, SIGNIFICA TOMAR ESO QUE ES EL ORDEN JUSTO NATURAL DE TODO, INVERTIRLO Y CONFUNDIRLO. LA MAYOR PARTE DE LA SOCIEDAD EN QUE CONVIVIMOS ES COMPLETAMENTE SATÁNICA, Y LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS NO LO SABEN NI SE DAN CUENTA.
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La Comunicación más alta posee la gracia de despertar en otro lo que es y contribuir a que se reconozca.
Gracias amig@ de la palabra amiga.
"Nos co-municanos, luego, co-existimos".
Juan Carlos (Yanka)