jueves, 3 de febrero de 2022

BATALLA ESPIRITUAL EN NUESTRA HISTORIA DE SALVACIÓN 🕂💥🕂

"Tú, pues, hijo mío, manténte fuerte en la gracia de Cristo Jesús; 
 y cuanto me has oído en presencia de muchos testigos 
confíalo a hombres fieles, que sean capaces, 
a su vez, de instruir a otros.
Soporta las fatigas conmigo, 
como un buen soldado de Cristo Jesús".

"Desde la creación del hombre por manos de Dios y, tras su primer pecado, hemos enfrentado la vida en el destierro del jardín del edén, condicionados a una supervivencia continua, en una lucha permanente frente a los elementos de las leyes de la naturaleza que un día estaban equilibradas y en armonía.

Nuestro pecado hizo que el hombre viviera en violencia consigo mismo y sus repercusiones afectarían al conjunto de la creación; la concupiscencia de nuestra naturaleza herida nos ha llevado a ser actores y protagonistas de nuestra historia terrenal al margen de Dios, porque tras la primera herida del pecado original, la dimensión espiritual también fue herida y ya no gozábamos de su presencia visible. Esa violencia pecaminosa tiene su máxima representación en los hechos y situaciones que el mismo hombre ha
provocado, en el uso de su libertad y el libre albedrío. 

La razón y el discernimiento sobre las eternas preguntas de quiénes somos, de dónde venimos, y adónde vamos se hicieron presentes desde que el hombre abandona la presencia de Dios, por su incapacidad de verle cara a cara. En diversos periodos históricos se desarrollaron materias del pensamiento que trataban de dar respuestas a esa búsqueda de la verdad, de nuestra existencia, es entonces cuando nuestra chispa divina de la razón y nuestro ser espiritual da con una realidad: Dios. En ese momento nuestra existencia despierta del letargo espiritual de la evolución y, se empieza a manifestar en la antropología del hombre, sentimientos espirituales que elevan la mirada a Dios creador. 

Comenzamos a distinguir que el hombre es una realidad eterna en el espíritu y, constatamos que nuestro destino no es la muerte, sino que existe algo más después de ella y, que las acciones y el aprendizaje transmitido por nuestros padres, así como nuestros propios actos, suponen un valor para la eternidad, en la comunión con Dios. 

A través de la experiencia de Dios comenzamos a abrirnos a una dimensión espiritual y, es ahí donde Dios sale a nuestro encuentro, disponiendolo todo para un diálogo entre Padre e hijos, superando el abismo de nuestros pecados, rescatándonos del mismo, estableciendo un pacto, una alianza con sus hijos, creados a su imagen y semejanza. 
Dios se conmueve  al ver al hombre desterrado de su amor y, dado que su destino no era la muerte, ejerce su omnipotencia para la salvación de sus almas, interviniendo en nuestra historia para llevarla a la vida eterna. Es entonces, cuando habla directamente a sus elegidos, pues en su corazón se hallaba el fuego del temor de Dios. 

Un día irrumpe en la vida de Abraham, nuestro padre en la fe, prometiéndole una tierra y una descendencia como las estrellas del cielo, prueba su fe para sellar su alianza con el pueblo elegido donde se desarrollará la historia de la salvación, del antiguo testamento y terminará en una alianza nueva en cumplimiento de sus promesas para la redención definitiva del hombre, la plenitud de los tiempos en Jesucristo, el Unigénito, el Mesías esperado del Pueblo de Israel".
(...)
Líbranos de todos los males, Señor, 
y concédenos la paz en nuestros días, 
para que ayudados por tu misericordia, 
vivamos siempre libres de pecado 
y protegidos de toda perturbación, 
mientras esperamos la gloriosa venida 
de nuestro Salvador Jesucristo. 
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, 
por siempre, Señor.
(RITO DE LA COMUNIÓN)



ORACIÓN PARA LA BATALLA ESPIRITUAL

Padre Celestial, yo ahora, por la fe, pido la protección de tu armadura para que pueda permanecer firme contra Satanás y todas sus huestes y, en el nombre del Señor Jesús, vencerlas. Yo acato tu verdad contra las mentiras y los errores del enemigo astuto. Yo tomo tu justicia para vencer los malos pensamientos y las acusaciones de Satanás. Yo tomo el equipo del Evangelio de la paz y dejo la seguridad y las comodidades de la vida para combatir al enemigo. Y, por encima de todo, tomo tu fe para cerrar el camino de mi alma a las dudas e incredulidades. Yo tomo tu salvación y confío en Ti para que protejas mi cuerpo y mi alma contra los ataques de Satanás. Yo tomo tu palabra y oro para que el Espíritu Santo me capacite para usarla eficazmente contra el enemigo, para cortar toda esclavitud y para liberar a todo cautivo de Satanás, en el poderoso y conquistador nombre de Jesucristo, mi Señor. Yo me visto con esta armadura, viviendo y orando en completa dependencia de Ti, bendito Espíritu Santo. AMEN. 

Padre Celestial, te amo, te alabo y te adoro. Te doy gracias por enviar a Tu Hijo Jesús que ganó la Victoria sobre el pecado, el diablo y la muerte para mi salvación. Te doy gracias por enviar al Espíritu Santo que me da el poder, me guía y me dirige a la plenitud de la vida. 
Te doy gracias por María, mi Madre Celestial que Intercede con los ángeles y santos por mi. Señor Jesucristo, me pongo al pie de Tu Cruz y te pido que me cubras con tu Preciosa Sangre, que brota de tu Sacratísimo Corazón y de tus llagas. 
Límpiame Jesús mío, en el Agua Viva que fluye de Tu Corazón. Te pido Señor Jesús me cubras con Tu Santa Luz. 

Padre Celestial: 
permite que las aguas vivificadoras de mi bautismo, fluyan retroactivamente ahora, a través de las generaciones de mi madre y de mi padre, para que purifiquen de Satanás el árbol genealógico de mi familia. Vengo ante Ti Padre, y te pido perdón por mi, mis parientes y mis antecesores, por cualquier poder que se haya opuesto a Ti, o que no honra con verdad a Jesucristo. 

En el Santo Nombre de Jesucristo, reclamo ahora cualquier territorio que fuera entregado a Satanás y lo coloco bajo el Señorío de Jesucristo. Por el Poder de Tu Santo Espíritu revélame, Padre, cualquier persona que yo necesite perdonar y cualquier área de pecado no confesado. 
Revélame los aspectos de mi vida que no te agradan Padre, o detalles de la misma que le pueden dar a Satanás dominio sobre mi vida. Padre, te entrego cualquier falta de perdón en mi vida y te entrego mis pecados, te entrego todas las formas en que Satanás tiene atada mi vida. 
Gracias Padre por estas revelaciones. Gracias por Tu perdón y Tu Amor. Señor Jesús de Nazareth, en Tu Santo Nombre, yo ato todos los espíritus malignos en el aire, en la tierra, debajo de la tierra y en los abismos. 
En el Nombre de Jesús de Nazareth, también ato todos los enviados del ejército o jerarquía de Satanás. 
Invoco la Preciosa Sangre de Jesús de Nazareth: rodee en el aire, la atmósfera, el agua, la tierra y sus frutos, debajo de la tierra y los abismos que están debajo de la misma. 

Padre Celestial: 
Permite que Tu Hijo Jesús venga ahora con el Espíritu Santo, la Virgen María y los Santos Ángeles, para que me protejan de todo daño, y eviten que los espíritus malignos tomen venganza de mi en cualquier forma. 
En el Santo Nombre del Padre: 
me sello, sello a mi familia, sello a mis parientes, sello este lugar y todo el resto del universo, con la Preciosa Sangre de Jesucristo.
En el Santo Nombre de Jesús de Nazareth: 
me sello, sello a mi familia, sello a mis parientes, sello este lugar y todo el resto del universo, con la Preciosa Sangre de Jesucristo. 
En el Santo Nombre del Espíritu Santo: 
me sello, sello a mi familia, sello a mis parientes, sello este lugar y todo el resto del universo, con la Preciosa Sangre de Jesucristo. 
En el Santo Nombre de la Santísima Trinidad: 
rompo y disuelvo cualquiera y todas las maldiciones, hechizos, conjuros, acechanzas, trampas, mentiras, obstáculos, decepciones, diversiones, influencias espirituales; deseos malignos, sellos hereditarios (conocidos y desconocidos), y cualquier disfunción o enfermedad de cualquier origen, incluyendo errores y pecados. 
En Nombre de la Santísima Trinidad, rompo cualquier promesa satánica, pactos, ataduras espirituales, ataduras del alma y obras satánicas (3 veces).

Señor Jesús, lléname con tu Amor, compasión, fe, gentileza, esperanza, humildad, gozo, generosidad, luz, misericordia, modestia, paciencia, paz, pureza, seguridad, serenidad, tranquilidad, confianza, verdad, comprensión y sabiduría. 
Ayúdame a caminar en Tu Luz y Tu Verdad, iluminado por el Espíritu Santo, para que juntos podamos alabar, honrar y glorificar a nuestro Padre en el presente y en la eternidad. 
Porque Tú Señor Jesús eres...”el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), y Tú...”has venido para que tengamos vida y vida abundante” (Jn 10,10). 

Dios es verdaderamente mi salvación, confío en Él y no tengo miedo, porque mi fortaleza y mi poder están en el Señor, que ha sido mi salvación (Is 12,12). Amén. Aleluya. Amén.


"Y no me digas que no quieres combatir; porque en el instante mismo en que me lo dices, estás combatiendo; ni que ignoras a qué lado inclinarte, porque en el momento mismo en que eso dices, ya te inclinaste a un lado; ni me afirmes que quieres ser neutral, porque cuando piensas serlo, ya no lo eres; ni me asegures que permanecerás indiferente, porque me burlaré de ti, como quiera que al pronunciar esa palabra ya tomaste tu partido. No te canses en buscar asilo seguro contra los azotes de la guerra, porque te cansas vanamente; esa guerra se dilata tanto como el espacio, y se prolonga tanto como el tiempo. Sólo en la eternidad, patria de los justos, puedes encontrar descanso; porque sólo allí no hay combate; no presumas, empero, que se abran para ti las puertas de la Eternidad si no muestras antes las cicatrices que llevas; aquellas puertas no se abren sino para los que combatieron aquí los combates del Señor gloriosamente, y para los que van como el Señor, crucificados". José Donoso Cortés
El cristiano debe ser soldado de tiempo completo. No hay tiempo para la remembranza de batallas pasadas, como hacen los generales retirados. La lucha no termina sino hasta que alcancemos la bienaventuranza eterna. No hay tiempo para descansos ni para armisticios con el error y el pecado. Ni niño, ni joven, ni adulto, ni viejo, ni enfermo, puede detenerse. Su lucha puede adecuarse a su momento y circunstancia, pero nunca termina.
«La guerra se dilata tanto como el espacio, y se prolonga tanto como el tiempo. Sólo en la eternidad, patria de los justos, puedes encontrar descanso; porque sólo allí no hay combate; no presumas, empero, que se abran para ti las puertas de la eternidad si no muestras antes las cicatrices que llevas; aquellas puertas no se abren sino para los que combatieron aquí los combates del Señor gloriosamente, y para los que van, como el Señor, crucificados». Donoso Cortés.

Guerreros de Cristo


LOS MALOS SOLDADOS

"Debo decir algo sobre los malos soldados del Rey Cristo, es decir, los cristianos cobardes. Nada aborrece tanto a un Rey como la cobardía de sus soldados; si sus soldados son cobardes, el Rey está listo. No hacen honor al Rey Cristo los cristianos que tienen una especie de complejo de inferioridad de ser cristianos. [...] 
Para que Cristo sea realmente Rey, por lo menos en nosotros, hemos de vencer el miedo, la cobardía, la pusilanimidad; no ser ‘hombres para poco’, como decía Santa Teresa, y ¡pobre de aquel a quien ella se lo aplicaba! ¿Y cómo podemos vencer al miedo? ¡El miedo es un gigante! ‘¿Os olvidasteis que Yo estaba con vosotros?’." Padre Leonardo Castellani

"EL CRISTIANO HA NACIDO PARA LUCHAR"
 PAPA LEÓN XIII

“Retirarse ante el enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamoreo para oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan.

"La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del individuo y a la seguridad del Bien Común, y provechosas únicamente para los enemigos del cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos. El cristiano ha nacido para la lucha”.

VER+:




El Combate Espiritual por el hermano Elías de la Comunidad Agnus Dei


Ef 6,10-18 
Por lo demás, reconfortaos en el Señor y en la fuerza de su poder, revestíos con la armadura de Dios para que podáis resistir las insidias del diablo, porque no es nuestra lucha contra la sangre o la carne, sino contra los principados, las potestades, las dominaciones de este mundo de tinieblas, y contra los espíritus malignos que están en los aires. Por eso, poneos la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo y, tras vencer en todo, permanezcáis firmes. Así pues, estad firmes, ceñidos en la cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia y calzados los pies, prontos para proclamar el Evangelio de la paz; tomando en todo momento el escudo de la fe, con el que podáis apagar los dardos encendidos del Maligno. Recibid también el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, mediante oraciones y súplicas, orando en todo tiempo movidos por el Espíritu, vigilando además con toda constancia y súplica por todos los santos. 
Un tema que no pierde actualidad, porque el combate espiritual durará hasta el final, sea hasta que el Señor nos llame a la Patria celestial o hasta que Él retorne en Su gloria… Evadir este combate sería perder de antemano. Por tanto, es muy importante que lo aceptemos conscientemente. Esto no significa, de ninguna manera, que debamos ocuparnos constantemente del diablo. Basta con saber que existe y conocer sus intenciones, y prestar mucha atención a lo que nos dice el Apóstol sobre cómo ofrecer resistencia a sus astutos ataques, para ponerlo en práctica. 

Ciertamente este combate es también una carga, porque ¿quién no quisiera vivir en paz con Dios y con el prójimo? Pero, al mismo tiempo, nos conduce cada vez más a Dios, puesto que con nuestras propias fuerzas no podríamos resistir contra este enemigo, y en todo momento necesitamos la ayuda del Señor. Así, este enfrentamiento nos lleva a Dios y puede hacer que nuestra oración sea realmente suplicante. 

Si nos revestimos con la armadura descrita en el texto, Dios nos llevará, por una parte, a una mayor vigilancia; y, por otra parte, nos introducirá más profundamente en la fe. Aprenderemos cómo afrontar estos ataques, sacando provecho espiritual de ellos. 

“Ceñirnos con la verdad” significa vivir de acuerdo a la Voluntad de Dios, seguir a Su Hijo y también ser sinceros con nosotros mismos y con los demás. Vivir en verdadera justicia es una “coraza” que difícilmente permitirá que nos hieran los dardos del Maligno. 

Asimismo, el diablo perderá terreno cuando luchemos por el Evangelio; cuando otras personas hallen la fe a través de nuestro testimonio. Emplear el “escudo de la fe” significa aferrarnos a Dios y a todo aquello que Él nos ha concedido como verdad. Este “escudo” nos ayuda también contra los malos pensamientos, que vienen como flechas envenenadas (podrían ser, por ejemplo, pensamientos contra la fe, fuertes dudas, etc.) Si empuñamos la “espada de la Palabra de Dios”, que separa la verdad de la mentira y es luz en nuestros senderos oscuros (cf. Sal 119,105), tendrán que retroceder las tinieblas del ángel caído. Vemos, entonces, que Dios se vale de la enemistad del Maligno para bien de Sus fieles. Ellos están llamados a resistir y a consolidarse así en la fe. Y, más aún: 

A través de los Suyos, el Señor vence los poderes del Mal en la Tierra, pues el Reino de Dios ha de expandirse y son el diablo y sus secuaces quienes lo combaten. ¡Así que tenemos el honor de luchar en el ejército de Dios como “guerreros de la luz”! De nuestra parte están los Ángeles fieles, los santos del cielo e incluso el ejército de las benditas almas del purgatorio. ¡Ellos intercederán por nosotros! Vivamos conscientemente nuestra fe y crezcamos cada día en el amor; llevemos a cabo las obras que Dios nos encomienda, unamos nuestros sufrimientos a los de Cristo, levantémonos una y otra vez después de las derrotas y confiemos en la Misericordia de Dios. Así podremos resistir en este combate, con la gracia de Dios. 

Él está a toda hora junto a nosotros y siempre se apresura a socorrernos. Pero desea que también nosotros hagamos la parte que nos corresponde, para así demostrarle nuestro amor y lealtad. Antes de terminar, quisiera hacer referencia a la “oración de Jesús” u “oración del corazón”, que recomiendo encarecidamente para aquellos que quieran profundizar su vida de oración y poner en práctica las palabras de San Pablo, que nos exhortan a “orar en todo tiempo”. Al igual que el Santo Rosario, la “oración del corazón” es una oración maravillosa y muy eficaz contra los poderes de la oscuridad (Para profundizar en este tema, se recomienda leer las páginas 32-40 de este escrito del Hno. Elías.

Escuchemos a este respecto las palabras de un “staretz”, un maestro espiritual del mundo ortodoxo: 

“Hijos míos, por el amor de Dios os suplico que ni por un solo instante dejéis de rezar la oración de nuestro Cristo. Vuestros labios han de invocar incesantemente el Nombre de Jesús, que destruye al diablo y a todas sus maquinaciones. Invocad sin cesar a nuestro Cristo, y Él se apresurará de todo corazón a ayudarnos. Así como uno no puede tocar y ni siquiera acercarse al hierro cuando está al rojo vivo, sucede también con el alma de aquel que pronuncia la oración con fervor. Los demonios no se le acercan… Pues, ¿cómo podrían?, siendo así que, al acercarse a él, son quemados por el fuego divino que está contenido en el Nombre de Jesús. El que ora queda iluminado; el que no ora, oscurecido. La oración nos concede la luz divina. Por eso, todo el que ora bien se convierte en luz y el Espíritu de Dios mora en él”.

Batalla Espiritual I

Batalla espiritual - Fabricio Alvarado

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