El mundo como puro objeto es algo que no existe.
No es una realidad exterior a nosotros, por la cual existamos...
Es un misterio viviente y autocreador del que yo mismo soy una parte,
y hacia el que no tengo otra puerta que yo mismo.
Cuando encuentro el mundo en mi propio fundamento,
resulta imposible alienarse en él.
Thomas Merton
Cuando sueñas solo, sólo es un sueño;
cuando sueñas con otros,es el comienzo de la realidad.
Hélder Cámara
“El que busca la vida encuentra la forma,
y el que busca la forma encuentra la muerte”
"Dicen los que saben que la interpretación de la realidad es la realidad. Al menos, la realidad de los hombres. Es decir: no hay tanto un “conocer” una realidad más allá de nosotros (un conocer que se liga al “dominar”), sino una interpretación (individual, colectiva) de ella. Dicha interpretación, según los entendidos, a su vez, y de maneras misteriosas, constituye y genera lo real, y nos hace partícipes, como en una danza, delo que va “siendo”. Lo antedicho nos libera de percibirnos tan solo como víctimas o victimarios, fieles o traidores, de eso que llamamos realidad objetiva. Esto tranquiliza un poco. Es que hacerse cargo de la Realidad (así, con mayúsculas) para captarla (engullirla) en su totalidad y, de esa forma, dominarla, es demasiada presión para nuestras pobres humanidades. Uno hace lo que puede, no lo que no puede, y, en verdad, me gusta la idea de que uno interpreta y, sobre esa interpretación, mueve su mundo y, a partir de mover su mundo, mueve al mundo.
Chesterton decía que el poeta quiere ubicar su cabeza en el cielo y que el hombre racional quiere ubicar el cielo todo en su cabeza, por lo cual ésta explota. Uno participa de lo real como la cabeza del poeta participa del cielo, y esa participación tiene la medida de nuestra propia vivencia personal y comunitaria. Digamos que ese espacio de participación, circunscrito a nuestro lugar en un “cielo” que nos trasciende, es el punto a partir del cual moveremos el universo. No es el “todo” lo que nos corresponde como humanos que somos. Sí lo es el “algo”: lo que nos toca en nuestro punto de poder. Viene al caso lo anterior a la hora de escribir acerca de lo que es interpretar la realidad. Y apunta a una forma de vivir el poder y lo poderoso del liderazgo (o de lo que sea) “en”, “desde” y “a partir de” la realidad y no “sobre” ella.
Lo que significa “interpretar” lo que “hay”, donándole a lo “real” nuestros mejores sueños, no sólo nuestras pesadillas.
Hablamos acá de interpretar la realidad con un “para qué” y un “desde dónde”específico, no una interpretación en el aire, que no tenga raíz en el interpretador concreto del caso. Interpretamos en clave de una estructura precedente, un deseo, una escala de valores o una función determinada que nos marca una tarea. Por ejemplo, en este capítulo el tema es el liderazgo y la interpretación de la realidad, no otra cosa, y es por allí que enfocamos el tema, interpretándolo en esa clave.Insertos en esa estructura que precede a la interpretación de la realidad, están nuestros sueños, nuestros deseos ocultos o no, nuestros dolores, miedos, rencores,amores, tradiciones, genes… La interpretación está constituida, teñida y sesgada por todo esto. Por eso es bueno conocernos lo más posible a la hora de interpretar, para que aquello que nos habita no cierre las puertas a lo nuevo, a la alteridad, a lo que lo otro nos trae, al misterio...
"No tenemos en nuestras manos la solución del mundo, pero para los problemas del mundo contamos con nuestras manos. Cuando el Señor de la Historia venga, nos mirará las manos". Mamerto Menapace
La tragedia de los Andes es un profundo ejemplo de lo que es, de manera trascendente, interpretar la realidad. Una realidad tallada, también, por un deseo hondo, un sueño, un eco de nosotros mismos que le da un sentido al camino, y una energía a veces gigantesca. Eso hizo Nando Parrado: a la realidad implacable de la montaña le insufló y agregó la energía de su deseo de llegar lo más cerca posible de su hogar, marcándole a la muerte algunas condiciones, sin quedarse sentado a esperarla.Aun cuando no hubiesen llegado, el éxito de los dos estaba asegurado desde el momento en que decidieron marcar el cómo de su morir en vez de esperar la llegada del final, abrumados por lo imponente del obstáculo que los enfrentaba. Entiendo que este tipo de actitud nos hace capaces de ser libres aun en las peores circunstancias. No es un negar esas circunstancias sino, en todo caso, hacer algo con ellas teniendo siempre algo que ofrecerle a lo que el destino nos marca. Eso hizo Nando Parrado junto a su amigo Roberto Canessa, y de allí que elija su vivencia como una muestra de lo que es ser un interpretador de lo real sin que eso signifique ser objeto pasivo de“eso” llamado “realidad”. No ser un “algo” frente a lo real sino un “alguien”, en una relación sujeto-sujeto con el mundo. Cuando eso pasa, no hay derrota posible más allá de lo que sean los resultados del caso. Y el destino se transforma en inicio del camino, no en su final.
La realidad es vista como una autopsia, más que como un proceso vivo. Los hechos se nos presentan como una cordillera implacable, y sus detalles se señalan en forma de minuciosos mapas del desasosiego. Como si sacáramos una foto de una herida y, obviando la posibilidad de la cicatrización, llamáramos realidad a lo que se ve en la imagen congelada. Así percibida, la realidad se nos impone como tragedia y no como drama. Es sabido que la tragedia tiene un final cerrado e inexorable, mientras que el drama tiene un final abierto. Si nos fijamos bien, veremos que las lecturas de la realidad se dan en el marco de estas dos opciones de abordaje. La tragedia abate, roba el coraje y… nos niega la fuerza de la vida antes de ponerla en juego. El drama es un final abierto y siempre algo tenemos para aportarle, aunque más no sea un ir caminando hacia donde el corazón nos indica, a modo de lo que hizo Parrado. Como dije antes, el deseo profundo no se subordina a la probabilidad de alcanzarla meta. Es algo diferente, sobre todo cuando lo que se desea es un “caminar hacia” más que llegar (el llegar, si se da, se da por añadidura). En ese contexto, ir yendo ya es llegar. Parrado no traicionó su deseo de llegar a su hogar. Su caminar a través de los valles helados fue posible por lo que “caminó” dentro de sí para encontrar lo más profundo de su deseo de vivir. Llegara o no, él caminaría en esa dirección. Reitero la idea central y, ami gusto, más importante: en ese caminar y no tanto en el arribar estaba su éxito".
******************************************
La extraordinaria e incomparable historia de la tragedia de los Andes que sobrepasa también, a los propios supervivientes resulta inefable, y que necesita un tiempo para irlo comprendiendo un poco... Como todo acontecimiento o vivencia que se experimenta particularmente o en grupo.
¿Cómo se puede explicar después de tanta tragedia, de tanta muerte, de tanta desolación, que dieciséis jóvenes hayan sobrevivido? ¡Es inaudito! ¡Es inenarrable! ¡Es increíble!
No es verdad lo de las sendas cordilleras, de que cada uno tuviera su cordillera. Todos juntos vivieron o convivieron con esa misma cordillera. Hay diferentes perspectivas como todo fenómeno que se perciba desde cada uno. Pero todos juntos se necesitaban para seguir viviendo. Todas las referencias personales forman un todo. Nada se contradice unas de otras. Todas forman parte de la visión y de la realidad. Por ejemplo, de que algunos formaran parte de un equipo de rugby y otros no. Que unos se conocían muy bien y otros no. Todo eso ayudó al bien común de sobrevivir. Cada persona colaboró, conformó y logró la gran proeza de vivir. Cada anhelo, cada corazón, cada deseo individual de voluntad conformó la misión salvadora. La gran gesta de Nando Parrado y Roberto Canessa fue fortalecida por el sentipensamiento colectivo y por la poderosa oración, de sus compañeros y de sus familiares. Ellos no estaban caminando sólos. Ellos caminaban animados por una gran presencia de pertenencia. No estaban sólos.
No hay nada más salvador que el amor unido. Somos energía de comunión que alienta, que anima, que logra seguir viviendo. Somos esperanza animada y humanada. En medio de tanta tragedia, surgieron tantos milagros. Ahí está la prueba: dieciséis sobrevivieron y no se puede explicar. El gran misterio de la vida...
Memorias de los Andes:
45 años después
⛰⛰⛰⛰⛰⛰⛰
45 años después
⛰⛰⛰⛰⛰⛰⛰
Jose Luis Inciarte
José Luis Inciarte, "Coche", relata el viaje espiritual y emocional que realizó durante los setenta y dos días que estuvo malherido y perdido en los Andes chilenos.
En ese mosaico irrepetible de la sociedad que formaron los sobrevivientes de los Andes en el Valle de las Lágrimas, en 1972, siempre me sorprendió " cuando los escuchaba y escribía sobre ellos " la actitud y el rol de Coche Inciarte, calando hondo en la condición humana. Lo conocía de antes y terminé de conocerlo después.
Los diferentes puntos de vista convergían para conformar un mosaico humano difícil de advertir a simple vista: si algunos aportaban la energía, la fuerza, la creatividad, la esperanza, el coraje, el tenaz apego a la vida, Coche tuvo el talento suficiente para aportar el combustible más simple y más difícil, el antídoto para el infierno: la ternura.
Se requiere un temple muy especial para compadecerse de otros, cuando la vida se te escapa día a día, minuto a minuto. Incluso, en el caso de Coche, con fecha de vencimiento: la Nochebuena del 72, como él lo había dispuesto.
Este libro refleja, con palabras e ilustraciones, de la manera más genuina, al Coche de la montaña, tal como lo recuerdan y fundamentalmente lo sienten los otros sobrevivientes. Cuando alguien, las más de las veces del grupo de los jóvenes, se quebraba, ahí aparecía, como una sombra protectora, la presencia sólida y mística de un hombre bueno: esos que mueven montañas, o, en su caso, hacen que el que se quiebra vuelva a erguirse, movido por su naturaleza inspiradora.
El estilo de Coche es su espejo: fuerte y dulce, rotundo y suave. No utiliza el texto o las ilustraciones para embellecer la realidad: el autorretrato es bello en sí mismo.
Con él, el lector aprende una lección imperecedera, que se la lleva en el corazón: si en una situación al borde de la explosión, Coche o su evocación, están a su lado, no todo está perdido.
HABLA LA MONTAÑA
¿Quiénes eran, de dónde venían, qué extraña circunstancia los obligó a atravesarme? No lo sé. Esta es la historia transcurrida en mis dominios, más allá de ellos no existe en mi memoria. Al mirarme, nada dijeron, pero en el silencio se acuñó el comienzo de un reproche. Por primera vez, entendía la crueldad de mi destino. Esperaban, día tras día, miraban el cielo aferrándose a una esperanza que se desvanecía en cada atardecer. Luego empezaron a aceptar mis reglas, habían comenzado a hacerse fuertes.
Hay que tener mucha suerte en la vida, con la fecha de siembra, el clima, los cultivos, etc. pero también es cierto que cuanto más trabajo, más suerte tengo.
Lo único que los inspiraba era volver a la familia, a los amigos, nada importaba más que eso.
Nunca el dolor que sentí por perderlos superó la alegría de haberlos conocido. Reivindicamos a la vida, el coraje, la pasión, el amor, el orgullo; así como la piedad, la misericordia, y sobre todo el amor. Cada cual vive su propia cordillera, la nuestra no es peor que la de los otros.
Antes que llegaran, mi voz era el infinito eco del silencio, era la brisa tenaz venciendo las alturas, era un derrame de nieve en tiempos de deshielo. Ahora, otro sonido se desplaza por el valle. Otra voz retumba entre los picos, es la memoria eterna como el hielo. Inquebrantable como el frío, que perdura en mí como una marca, como un legado de ese grupo de hombres que me ha dejado parte de sus vidas a cambio que nunca los olvide.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo nuevo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás solo, porque yo te quiero.
Mario Benedetti, «No te rindas»
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo nuevo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás solo, porque yo te quiero.
Mario Benedetti, «No te rindas»
Prólogo
Este libro fue escrito en memoria
de Gastón Costemalle, mi amigo.
de Gastón Costemalle, mi amigo.
Querido Gordo:
Van cuarenta y cinco años que no te veo. La última vez fue el 13 de octubre de 1972, entrando al avión en el aeropuerto de Mendoza. ¡Vaya que sabrás por las que pasamos en los siguientes setenta y dos días! Tantas veces deseé estar contigo en ese paraíso de paz y felicidad, que imagino es ese lugar donde te encuentras, mientras yo estaba muriendo bajo toneladas de nieve de un infame alud.
Desde ese frío que duele hasta los huesos, pasando por la sed más sórdida y el hambre más genuina, por la angustia y la desesperación, y por sensaciones mucho peores, a través de los amigos se me ha presentado el hombre, como nunca antes lo había conocido. Sometido en forma continua a todo tipo de sufrimiento y humillaciones, ¡es asombroso y gratificante ver con cuánta entereza e integridad es capaz de responder!
Sabedor de lo que es el calor humano que nos salvó de morir congelados, sabedor de la importancia de la vida del otro para nuestra propia supervivencia, he aprendido también, entre otras tantas cosas, que el amor entre los hombres va más allá del sentimiento, está en el comportamiento humano, que luego de aquel pacto, del que fui partícipe y del que me siento tan orgulloso de haber compartido con todos, nos permitió honrar y defender la vida.
Para que el dolor fuera más soportable, le busqué sentido a la vida y aprendí que esta merece vivirse aun en el sufrimiento. Tú y los otros que están contigo merecían un premio en vida, en cambio recibieron la muerte en la montaña y desde entonces existen en la paz.
Pienso que se puede encontrar la paz en vida y, para eso, esta debe transitar por el camino de la felicidad, la cual es necesario merecer; entonces habrá que darse cuenta de cuánto más gratificante es dar que recibir y que el dar no tiene límite.
Hoy tengo más de sesenta años y debo agradecer a la vida por lo mucho que me ha dado. Me casé, tuve hijos y también gozo del placer de ser abuelo.
A ti, querido Gordo, y a los otros que quedaron contigo en la montaña, quiero decirles que los recordamos siempre y que con las obras de la "Fundación Viven" buscamos trascender. Y si te parece que debemos hacer algo más, antes de volver a vernos, ¡házmelo saber!
A ti y a los otros, muchas gracias.
Tu amigo de siempre, Coche
Alfredo Daniel (Pancho) Delgado Salaverri:
"La Biblia nos dice que en la Última Cena, Jesús compartió su cuerpo y su sangre con sus discípulos.
En ese momento, nos pareció que si Dios existiera, y si Él estaba cerca de nosotros, nuestra única oportunidad de sobrevivir era compartir el mismo tipo de comunión que él (Jesús) había compartido con sus discípulos a tomar el cuerpo y la sangre.
También hicimos un pacto en el grupo que si alguien muere, podríamos usar su cuerpo para sobrevivir".
Conferencia "La condición humana por José luis Inciarte
VER+:
EL MILAGRO DE LOS ANDES
ESTOY VIVO - LA TRAGEDIA DE LOS ANDES
Por primera vez en televisión los 16 sobrevivientes de los Andes
se reúnen para contar una historia de la cual siempre aparece
algo nuevo qué aprender.
se reúnen para contar una historia de la cual siempre aparece
algo nuevo qué aprender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por Comunicarnos, por Compartir:
Gracias a ello, nos enriquecemos desde la pluralidad y desde la diversidad de puntos de vista dentro del respeto a la libre y peculiar forma de expresión.
La Comunicación más alta posee la gracia de despertar en otro lo que es y contribuir a que se reconozca.
Gracias amig@ de la palabra amiga.
"Nos co-municanos, luego, co-existimos".
Juan Carlos (Yanka)