lunes, 25 de febrero de 2019

UN MONUMENTO EN BÚSQUEDA DE UN HÉROE: BLAS DE LEZO Y OLAVARRIETA


Un monumento en búsqueda de un héroe 
Blas de Lezo y Olavarrieta 
y la propuesta popular de un monumento 
en su memoria en la capital del reino. 


"Son Españoles que aman más la honra que la vida, 
y temen menos la muerte que la infamia". 
 Sancho de Londoño, 8 de abril de 1568. 



La protesta del Ayuntamiento de Barcelona con motivo de la inauguración en Madrid de una estatua en homenaje a Blas de Lezo ha puesto de actualidad a un personaje que fue sin duda uno de los grandes héroes de la historia de España. Dejando a un lado la mezquindad y estrechez de miras del nacionalismo catalán, es evidente que cualquier país normal -aunque dudo que España lo sea- ha de exaltar la memoria de los personajes que contribuyeron a su historia, algo que hacen muy bien nuestros vecinos franceses o ingleses, que mantienen viva en sus calles y monumentos la huella de una historia que, a diferencia de nosotros, han sabido asumir en su totalidad.
Blas de Lezo y Olavarrieta fue un hombre que desde su tierna infancia se formó, vivió, y dio finalmente su vida en el servicio a las armas, no sin haber sufrido graves pérdidas físicas a lo largo de su carrera con heridas y mutilaciones de gravedad, lo que no le impidió huir de la comodidad que se le ofrecía, buscando siempre el lugar de mayor riesgo y fatiga. Fue el hombre que a mitad del siglo XVIII impidió que el Imperio Español en América se derrumbara a manos de los ingleses, llegando hasta el siglo XIX.
Fue la derrota a la mayor concentración naval de la historia hasta el Desembarco de Normandía. España contaba con seis naves y algo más de 2000 hombres frente a 186 naves y 36.000 hombres, debiendo combatiré los españoles en razón de uno contra diez. La victoria habría llegado mucho antes si se hubieran seguido los dictados de Lezo que sufrió el enfrentamiento frontal y la oposición del Virrey Eslava.

No me cansaré de insistir en la figura de este héroe español. Si España ha sido siempre desagradecida con sus héroes la injusticia llegó a su sublimación con este soldado y marino que dio su vida y su salud por España y su rey, recibiendo el pago del olvido y la degradación tras una vida de servicio y de éxito en combate sin parangón.


Debemos demostrarnos de una vez que el español no es, ni puede permitirse el lujo de ser, un pueblo olvidadizo y cutre, sino un pueblo orgulloso, honorable y agradecido con nuestros antepasados, los que forjaron la arquitectura de lo que somos hoy. Debemos reconciliarlos de una vez con nuestro pasado arrojando muy lejos esos complejos que la propia leyenda negra ha sembrado sobre nosotros a lo largo de los tiempos. Para renacer en estos momentos de crisis no podemos permaneces ajenos a los valores que nos han hecho grandes a pesar de las dificultades y ejemplos no nos faltan en nuestra Historia sino que debemos acometer ilusionantes proyectos y aventuras colectivas, y esta es una de ellas.

Sólo si actuamos de esta manera actuaremos de forma honorable. Apelemos a nuestro espíritu indómito y recuperemos la memoria de estos héroes del zaquizamí de los complejos. Lo único que vengo a recordar en estas líneas s una realidad que está en los libros de nuestra historia común, la historia de los españoles, sembrada de grandes hechos, grandes personajes y de etapas grandiosas pero también de lamentables y egoístas guerras civiles en momentos de sequía de líderes que no supieron estar a la altura del pueblo que lo sacrificó todo por España, Historia con mayúsculas que por si no fuera poco algunos se obcecan en pervertir y como muestra un botón: me quiero referir un momento a lo que leí hace poco del Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, del pasado 18 de septiembre, sobre una propuesta no de ley en relación con la memoria del bravo marino español Blas de Lezo y que si fuera de otra nación europea seguro tendría una plaza en el centro de su capital, en la que un diputado que habla allí porque es español expuso: … quizá, si yo fuera español también compartiría pero no lo podemos compartir porque don Blas de Lezo fue uno de los asaltantes de Barcelona el 11 de septiembre del año 1714, es decir, hace trescientos años… fue uno de los militares que asaltó, después de meses de asedio, a la ciudad de Barcelona, la capital de Catalunya, y ustedes saben que ello conllevó no solo una represión brutal sino la pérdida de las libertades catalanas, así como la prohibición del uso de la lengua catalana. Y sigue…desde la racionalidad, incluso les diría que desde la lejanía que nos permite el análisis frío de la historia, deberían entender que no podamos apoyar una figura que encarna tan bien el poder militar, que asedió y conquistó nuestro país y que conllevó la pérdida de las libertades nacionales...

“Represión”, “prohibición de la lengua”, “nuestro país”, “libertades nacionales”, y más adelante habla de “EL BOMBARDEO DE BARCELONA QUE SE VIVE AÚN HOY EN DÍA COMO UN TRAUMA”… ante todo esto, debemos hacer algunas puntualizaciones. Teniendo presente que “Una nación que olvida, reinventa o borra su pasado, no tiene futuro” pongamos sobre la mesa la vida y obra de este español.

Blas de Lezo, cojo, manco, tuerto y sitiado por una fuerza diez veces superior a la suya, nos demostró que su espíritu indómito, la furia española, que tanto fascina a los ingleses permanecía intacto. Un espíritu fundado en valores como el amor a su patria y a su rey, la sencillez, la humildad, la paciencia, la perseverancia, el trabajo, el sacrificio y una vida de permanente acto de servicio a España. Una lección viva y permanente para cualquier español de cualquier época. Mientras España no dé el paso de reconocimiento permanecerá como Blas de Lezo: 

manca, coja y tuerta, que es así como quieren dejarla los separatistas que desprecian a sus héroes ante el silencio de tantos. La situación puede parecer perdida pero la esperanza es lo único que nos queda y es la llama que mantiene viva nuestra Nación Española, ahora empobrecida y con un sistema educativo más pobre y manipulado todavía, que hace que se den palos de ciego ante un olvido de la propia identidad que otros se apropian tratando de mutilar a España. Las situaciones difíciles son un buen momento para recuperar la visión de conjunto y ahí está Blas de Lezo para con un ojo, y sin una mano y sin una pierna supo mantener su espíritu intacto hasta el final. Loor y respeto a nuestros héroes.






Para ser justos y benéficos hemos de estimular y reconocer el trabajo bien hecho pues España no puede permanecer ni un segundo más ausente sin ser protagonista de su propia Historia. España siempre ha dado y viene dando hombres y mujeres que viven día a día por España de forma honrada, esforzada y valiente, como ejemplarmente lo hizo Lezo que es y debe ser un referente moral por su sencillez, perseverancia y espíritu de sacrificio. Modelo de tesón, trabajo y sacrificio, Valores tan necesarios en el momento de crisis actual, tan turbulento en lo económico como en lo moral, siendo modelo especial de ese principio doctrinal que es la Voluntad de Vencer.

Definitivamente es un ejemplo para las nuevas generaciones en este tiempo nuevo que necesitamos, que exigimos, de regeneración moral, Lezo es un ejemplo de perseverancia, sacrificio, un hombre inasequible al desaliento, que nos demuestra que con falta de medios, algo que nunca ha sobrado a los ejércitos españoles, y que con ingenio y voluntad de vencer nos demuestra que la victoria siempre es posible, aún a costa de la propia vida.
Lezo es un ejemplo palpable de esa máxima: Per aspera ad astra, por la dificultad a las estrellas, además de tremenda sencillez, sin vanagloriarse de sus éxitos, en contraposición a la arrogancia manifiesta por su oponente el almirante Vernon.

No me cansaré de insistir en la figura de este héroe tan español. Si España ha sido siempre desagradecida con sus héroes, la injusticia llegó a su sublimación con este soldado y marino que, desde los quince años de edad, menguó su salud e integridad física dando finalmente su vida por España y su Rey, recibiendo el pago del olvido y la degradación tras una vida de servicio y de éxito en combate sin parangón.

Ese monumento debe ser una semilla que reflejando esos Valores quede para nuestros hijos y recuerden siempre a todos aquellos que con su esfuerzo y su sangre fueron arquitectos de lo que hoy es España. Debemos demostrarnos de una vez que el español no es, ni puede permitirse el lujo de ser, un pueblo olvidadizo y cutre, sino un pueblo orgulloso, honorable y agradecido con sus antepasados.

Debemos reconciliarnos de una vez con nuestro pasado arrojando muy lejos esos complejos que la propia leyenda negra ha sembrado sobre nosotros a lo largo de siglos. Para renacer en estos momentos de crisis no podemos permaneces ajenos a los Valores que nos han hecho grandes a pesar de las dificultades. Ejemplos no nos faltan en nuestra Historia que nos sirvan de modelo para acometer ilusionantes proyectos y aventuras colectivas, en este tiempo nuevo, y esta es una de ellas.

Sólo si actuamos de esta manera lo haremos de forma honorable. Apelemos a nuestro espíritu indómito y recuperemos la memoria de estos héroes del zaquizamí de los complejos. Lo único que deseo recordar en estas líneas es una realidad que está en los libros de nuestra historia común, la historia de los españoles, sembrada de grandes hechos, grandes personajes y de etapas grandiosas pero también de lamentables y egoístas guerras civiles en momentos de sequía de líderes que no supieron estar a la altura del pueblo que lo sacrificó todo por España.
Todo se resume en sus últimas palabras dirigidas a su esposa en el lecho de muerte: “Josefa, dile a nuestros hijos que yo, como buen vasco, defendí siempre a España y a su Imperio”.

"El soldado se formaba pensando que si la espada del enemigo tocara el costado del soldado era como si tocara al mismo emperador".

Ya lo dijo Virgilio: Potest quia potere volentum: Pudo porque estaba seguro que podía.

No se trata únicamente de una victoria de la Armada, el teniente general Blas de Lezo era el jefe del apostadero de Cartagena de Indias pero allí combatieron codo con codo marinos, infantes de marina, ingenieros, artilleros, fuerzas de milicias y unidades de los gloriosos regimientos de Infantería Española.
El total de defensores españoles no superaba los 3.000 hombres, frente a los ingleses contra los que combatieron en proporción de 1 contra 10, encontramos la fuerza veterana, incluidos los de Marina, con unos 400 soldados y 600 marineros embarcados en los 6 navíos anclados en el puerto cartagenero, y sin olvidar a las fuerzas terrestres que seencuadraban en 12 compañías del regimiento Aragón, 12 del regimiento España, 12 de los regimientos de Toledo, Lisboa y Navarra, 9 compañías del regimiento Fijo de Cartagena de Indias, 5 compañías de milicias de blancos y pardos y 600 indios flecheros traídos del interior del virreinato con lo que se alcanzaban los «dos mil setecientos hombres», que con justa equidad señala Bermúdez Plata.

El monumento que queda erigido en Madrid representa también a los caídos del Ejército de Tierra en aquella heroica contienda.










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