domingo, 6 de noviembre de 2022

"INSTRUCCIÓN PERMANENTE DE LA ALTA VENDITA" PARA INFILTRAR LA SEDE VATICANA 😈👥⛪


Algunos aún no han podido unir la apostasía que se está viendo en los rangos altos de la Iglesia con la infiltración masónica.
No se percatan que esta apostasía no es fruto de la casualidad, ni del despertar al unísono de altos prelados de que la doctrina católica está anticuada y debe ser cambiada por el humanismo.
Ni que este plan viene de larga data, que no ha sido obra de una generación sino de varias.
Y tampoco de que no se trata de una guerra espiritual de guante blanco, sino de algo mucho más pesado.

En 1859 salió a luz la «Instrucción Permanente Alta Vendita», que instruyó a los miembros de la Logia Masónica italiana a emprender un esfuerzo para infiltrar a la Iglesia Católica desde adentro.
El documento cayó en manos del Papa Gregorio XVI y posteriormente se publicó bajo el pedido de los Papas Pío IX y León XIII.
Y en él se dice, «nuestro fin último es el de Voltaire y de la Revolución Francesa, la destrucción para siempre del catolicismo e incluso de la idea cristiana».
Propone la infiltración de la Iglesia por jóvenes liberales para producir la corrupción de los sacerdotes, que significará por extensión, también la corrupción de los laicos.

Establece que la clave del éxito será la capacidad de los agentes infiltrados para fingir piedad y ortodoxia, y ganarse la confianza y la estima de los católicos, con el fin de abrir camino a las nuevas doctrinas dirigidas al clero joven.
Sostiene según su texto que «en pocos años el joven clero habrá invadido, por la fuerza de los acontecimientos, todas las funciones, gobernarán, administrarán y juzgarán.
Serán llamados a elegir al Pontífice que reinará; y ese Pontífice, como la mayor parte de sus contemporáneos, estará necesariamente imbuido de los principios humanitarios que estamos a punto de poner en circulación».
Este plan marchaba tan bien que la masonería ensoberbecida celebró su 200 aniversario en 1917, marchando descaradamente en la Plaza de San Pedro con una pancarta que decía «Satanás gobernará en el Vaticano y el Papa será su esclavo», según lo presenció San Maximiliano Kolbe que en ese momento estudiaba en Roma.
Pero pronto cambiaron de estrategia ante el revuelo que estas manifestaciones suscitaron, y volvieron a las sombras, que les daban mayores réditos.

Y siempre hay filtraciones que permiten conocer el plan.

Una muy importante fue la de tres cartas escritas en 1961, por el presidente de la Comisión Pontificia para el Patrimonio Cultural de la Iglesia, Monseñor Francesco Marchisano, al gran maestre del Gran Oriente de Italia, donde proponía un plan para tomar los seminarios sacerdotales en las regiones italianas de Piamonte y Lombardía.
Los seminarios de Trento, Turín y Udine fueron identificados como lugares ideales para el intento.
Estas cartas fueron reveladas en septiembre de 2002 por el Padre Luigi Villa, en un dossier, y nuevamente en septiembre de 2019, en su revista Chiesa Viva.
Y el 12 de septiembre de 1978, casi un siglo después de la publicación de Alta Vendita, a casi dos décadas desde el lanzamiento del complot para apoderarse de los seminarios de Italia, y 17 días después de nombrado Papa Juan Pablo I, se publicó la «Lista Pecorelli».

El abogado y periodista de investigación italiano Mino Pecorelli, publicó una lista de 120 cardenales, obispos y sacerdotes del Vaticano de alto rango, que identificó como miembros de una logia masónica, incluyendo sus nombres, fechas de ingreso a la masonería, números de código y nombre en clave por el que eran conocidos en la logia.
Y simultáneamente a la publicación de la Lista Pecorelli, el arzobispo Edouard Gagnon estaba listo para presentar al nuevo pontífice Juan Pablo I, los hallazgos de una auditoría oficial de tres años de todas las oficinas de la Santa Sede, sobre las acusaciones de que ciertos prelados de la Curia romana eran secretamente miembros de la masonería.
La investigación de Gagnon sobre la masonería dentro de la Curia romana había sido encargada oficialmente por Pablo VI, en respuesta a la acusación particular de que dos prelados de alto rango eran masones.

Uno era el Arzobispo Annibale Bugnini, que estuvo a cargo de la Comisión para la reforma de la liturgia latina posterior al Concilio Vaticano II, que produjo lo que se llama misa del Novus Ordo.
Y el otro era el Cardenal Sebastiano Baggio, Prefecto de la Congregación para los Obispos, responsable del nombramiento y elección de obispos en todo el mundo católico.
Y fíjate estas aterradoras fechas, que nos van a persuadir que esta guerra dentro de la Iglesia, desatada por la masonería, no es un juego de niños sino que es algo muy pesado.

El 26 de agosto de 1978 Juan Pablo I fue nombrado Papa.
El 12 de septiembre Mino Pecorelli publicó la lista de funcionarios del Vaticano que eran miembros de la masonería, muchos de los cuales ya se sabía extraoficialmente desde tiempo antes que pertenecían a la logia.
El 25 de septiembre, el arzobispo Gagnon se reunió en privado con Juan Pablo I para presentarle los resultados de su investigación de tres años sobre el mismo asunto, en la que según su secretario, el padre Charles Murr, hablaron más específicamente de la pertenencia del Cardenal Baggio a la Logia Masónica.
El 28 de septiembre, Juan Pablo I llamó personalmente al Cardenal Baggio para que se reuniera con él en su oficina ese día.
Baggio se reunió en privado con el Papa en su apartamento personal esa noche a las 8, durante aproximadamente una hora, y los guardias suizos que estaban afuera de la habitación luego testificaron que lo escucharon gritar al Papa.

A la mañana siguiente, 29 de septiembre, Juan Pablo I fue encontrado muerto en su habitación.
El médico declaró que había muerto alrededor de las 11 de la noche.
Y seis meses después, el 20 de marzo de 1979, Mino Pecorelli fue asesinado a tiros en Roma.
El padre Luigi Villa luego agregaría un dato por demás importante, al cual podemos dar credibilidad porque en 1956, el padre Villa fue asignado por el Padre Pío a la misión de dedicar su vida a defender a la Iglesia del trabajo de los masones, especialmente a los de dentro de la Iglesia.
Y luego el Papa Pío XII confirmó personalmente esta misión y puso al sacerdote bajo la protección de los cardenales Alfredo Ottaviani, prefecto del Santo Oficio, Pietro Parente y Pietro Palazzini.

El padre Villa informó que el Cardenal Palazzini ordenó que se realizara la autopsia a Juan Pablo I.
Se realizaron tres autopsias, llamadas oficialmente «exámenes médicos», y el veredicto de cada una confirmó que el Papa había sido asesinado.
Los resultados de las autopsias no fueron publicados por el Vaticano.
Dos de los altos prelados que aparecían en la Lista Pecorelli tenían funciones especialmente relevantes y eran un peligro potencial.
El arzobispo Annibale Bugnini encabezó los cambios realizados en la liturgia del Novus Ordo, y después se sabría que su objetivo fue eliminar de la Misa del Rito Romano cualquier cosa que pudiera ser objetable para los protestantes.
De él se había encargado Pablo VI antes de su muerte, enviándolo a Irán como Nuncio Apostólico, donde haría menos daño a la Iglesia, por la escasez de católicos en Irán y la relación casi inexistente entre la Santa Sede y el gobierno islámico de Irán.

Pero el Cardenal Baggio, sin embargo, resultó más difícil de eliminar, porque seguiría siendo el encargado de la Congregación para los Obispos, responsable de nombrar a todos los Obispos del mundo hasta 1984, lo que demuestra la fortaleza de la red de poder que los masones habían establecido en el Vaticano.
Y un tercero destacado fue el cardenal Agostino Casaroli, ministro de Relaciones Exteriores de Pablo VI y secretario de Estado de Juan Pablo II, quien fue responsable de la actitud abierta del Vaticano hacia los comunistas durante el pontificado de Pablo VI, la que fue posteriormente rechazada por Juan Pablo II porque sabía de primera mano el daño comunista.

Ahora bien, sería ingenuo pensar que los buenos católicos que hay en el Vaticano, han podido ya quitar de en medio a los masones que infiltraron los puestos más altos.
Porque por ejemplo, Monseñor Pio Vito Pinto, a quien Pecorelli identificó como ingresado a la masonería el 2 de abril de 1970, gobernó como Decano del Tribunal Supremo de la Iglesia, la Rota Romana, hasta marzo de 2021, e incluso hizo declaraciones favorables sobre la admisión a la comunión de los divorciados vueltos a casar.
Y recientemente, el 27 de septiembre de 2022, el obispo Francesco Soddu de Terni, presumió públicamente de asistir a la inauguración de una nueva entrada a la Logia Masónica del Gran Oriente de Italia.




Los documentos de la Instrucción Permanente, fueron a parar a manos del Papa Gregorio XVI durante la primera mitad del siglo XIX. A pedido del Papa Beato Pío IX, la Instrucción Permanente fue publicada por el Cardenal Crétineau-Joly en su libro "The Roman Church and Revolution [La Iglesia Romana y Revolución]". Por medio de su Breve Laudatorio, de 25 de febrero de 1861, dirigido al autor, el Papa Pío IX certificó la autenticidad de la Instrucción Permanente y de los demás documentos masónicos, pero no permitió que se divulgasen los nombres verdaderos de los miembros de la Alta Vendita mencionados en los documentos. El Papa León XIII pidió igualmente su publicación. Indudablemente, esos dos Papas actuaron con el propósito de evitar que ocurriese una tragedia. Estos grandes Pontífices sabían perfectamente que tal calamidad distaba mucho de ser imposible. (El Papa Pío XII también lo sabía, como se puede deducir de los comentarios proféticos cuando aún era Secretario de Estado del Vaticano).

El texto íntegro de la Instrucción Permanente también se encuentra en el libro de Mons. George E. Dillon, "Grand Orient Freemasonry Unmasked [Desenmascarada la Masonería del Gran Oriente]". Cuando le entregaron al Papa León XIII un ejemplar del libro de Mons. Dillon, se quedó tan impresionado que mandó preparar a sus expensas una edición en italiano.
Alta Vendita era la logia más importante de los Carbonarios, una sociedad secreta italiana vinculada a la Masonería, que, juntamente con ésta, fue condenada por la Iglesia Católica. El prestigioso historiador católico P. E. Cahill, S.J., al que no se puede tachar de “maníaco de las conspiraciones”, en su libro "Freemasonry and The Anti-Christian Movement [La Masonería y el Movimiento Anticristiano]", escribió que la Alta Vendita «era comúnmente considerada en la época como el gobierno central de la Masonería europea.» Los Carbonarios fueron muy activos en Italia y Francia [y en Portugal, principalmente de 1910 a 1926].

En su libro "Athanasius and the Church of Our Time [Atanasio y la Iglesia de Nuestro Tiempo]" (1974), el Obispo Rudolph Graber, otro experto objetiva y totalmente irreprochable, que escribió después del Vaticano II, citó a un ilustre masón, el cual había declarado que «el objetivo (de la Masonería) ya no es la destrucción de la Iglesia, sino utilizarla por medio de infiltración». Con otras palabras: como la Masonería no puede eliminar totalmente a la Iglesia de Cristo, pretende no sólo erradicar la influencia del Catolicismo en la sociedad sino también manipular la estructura de la Iglesia como un instrumento de “renovación”, “progreso” e “ilustración”; es decir, como un medio de promover muchos de los principios y objetivos masónicos.


El Papa, sea quien sea, jamás vendrá a las sociedades secretas. Son las sociedades secretas las que deben dar el primer paso hacia la Iglesia, CON MIRAS A CONQUISTAR A AMBOS.»

La tarea que nos disponemos a emprender no es de un día, un mes o un año. Podría durar muchos años, quizás un siglo. Entre nuestras filas los soldados mueren, pero la batalla continúa.»

No intentamos ganar al Papa para nuestra causa, ni hacerlo adepto a nuestros principios o propagador de nuestras ideas. Sería un sueño absurdo; y si en el caso de los prelados y cardenales, por iniciativa propia o sorpresivamente, llegasen a conocer parte de nuestros secretos, sería motivo suficiente para no hacer deseable su elección al solio pontificio. Tal elección supondría nuestra ruina. La sola ambición lo llevaría a la apostasía, y para obtener el poder se vería obligado a sacrificarse. A lo que debemos aspirar, lo que debemos pedir y esperar como los judíos a su Mesías, es un papa que nos sea útil. […]

De esa forma podremos emprender un camino triunfal en el asalto a la Iglesia, mucho más que por medio de los escritos de nuestros hermanos o que con el oro inglés. ¿Sabéis por qué? Porque para destruir la poderosa roca sobre la que Dios ha edificado Su Iglesia ya no tenemos necesidad del vinagre de Aníbal, de la pólvora, ni de nuestros ejércitos. Es preciso meter en el complot a la mano del sucesor de Pedro, y esa mano es tan valiosa para esta cruzada como la de todos los Inocentes, Urbanos o San Bernardos de la Cristiandad.

No tenemos la menor duda de que nuestros esfuerzos se verán coronados por el éxito y alcanzaremos ese fin. ¿Cuándo?. ¿Cómo?. Todavía no nos es dado saberlo. A pesar de ello, como nada ni nadie debe apartarse del plan que se ha trazado tan meticulosamente, y como todos deberán empeñarse en su realización, como si ya a partir de mañana se pudiera realizar la labor que ahora esbozamos, queremos dar en estas intrucciones -que serán secretas para los iniciados novicios- consejos para los oficiales a cargo de la Venta Suprema, los cuales deberán inculcarlos a todos sus hermanos, en forma de instrucción o memorando. […]

Ahora bien, para tener un papa acorde con nuestras necesidades, es necesario formarlo primero. […] Para ese Papa, se moldea una generación digna del reino que soñamos. Dejemos pasar a los ancianos y los adultos. Empecemos a partir de los jóvenes y, de ser posible, hasta por los niños. […] Sin esfuerzo nos ganaremos la reputación de buenos católicos y grandes patriotas.

Esa reputación difundirá nuestra doctrina entre los sacerdotes jóvenes, e incluso en los monasterios. En pocos años, será inevitable que ese clero nuevo y joven llegue a ocupar todos los cargos, que forme el consejo reinante y se lo llame a elegir el Pontífice que deberá regir la Iglesia. Y como muchos de sus contemporáneos, ese pontífice estará forzosamente empapado de los principios patrióticos y humanitarios que comenzamos a poner en circulación. Es una diminuta semilla de mostaza que estamos sembrando. Mas el amanecer de la justicia nos conducirá a los más elevados poderes, y veréis la cosecha tan copiosa que habrá producido tan pequeña semilla.

A lo largo del camino que estamos trazando, para los nuestros será necesario superar numerosos obstáculos y dificultades, pero triunfaremos gracias a la experiencia y la perspicacia. Mas el destino es tan espléndido que se hace necesario desplegar todas las velas para llegar. Si queréis revolucionar Italia, observad atentamente al Papa que acabamos de describir. Si queréis fundar el reino de los elegidos sobre el trono de la prostituta de Babilonia, hacedlo de modo que el clero marche tras vuestra bandera creyendo que sigue la de la Fe apostólica. Si queréis hacer desaparecer el último vestigio de tiranía y opresión, echad las redes como lo hacía Simón bar Joná. Echadlas en las sacristías, seminarios y monasterios en vez de en el mar. Y si no os apresuráis, os prometemos una pesca más milagrosa que la suya. El pescador de peces se vuelve pescador de hombres. Colocaréis a vuestros amigos en torno a la silla de San Pedro. Habréis predicado una revolución vestida con la tiara y la capa pluvial que marcha con la bandera de la cruz. Una revolución que basta con encender mínimamente para que estalle en un fuego que se extienda a todos los rincones de la Tierra».

El testimonio de Mark Winckler, oficial-intérprete del Vaticano

En el libro ¿La iglesia eclipsada? se recoge el relato de M. Winckler, oficial-intérprete:

“Diversas circunstancias, en mi deseo de reunir el ejército Leclerc, hicieron que me encontrara en Túnez durante su ocupación por las tropas del Eje (…) y después de haber pasado a Trípoli, Casablanca y Argelia, desembarqué en el E.M.F. de Roma, como oficial-intérprete… Usted sabe que es tradición en Roma confiar las finanzas de San Pedro a católicos de origen judío. Con la reputación que yo tenía, éstos me recibieron con todos los honores debidos a un hermano que ha sufrido… Ellos me presentaron al gran hermano Montini y yo le ayudé en la misa que él decía el jueves a los diplomados de la universidad. A la orden del día: “La apertura al mundo”, pero muy hábilmente, y con palabras muy, muy encubiertas”.

“Los participantes se molestaban menos, pero yo no fui verdaderamente “puesto al corriente” más que por Mons. Sergio Pignedoli… Él me confirmó que la madre de Montini, Judith Alghisi, se había convertido cuando su matrimonio con Georges Montini, él también de origen judío… Animado por Gasparri, sostenido por muy altas instancias mundialistas, “obligado” por sus costumbres contra-natura, él llegó a ser ¡el “futuro Papa”!”.

“Sus mejores partidarios se encontraban en un grupo iniciático cuyos grandes antepasados tienen nombres que no dicen nada a las personas que llegan a ignorar hasta la existencia del mysterium iniquitatis, por ejemplo, H.P.Blavatsky, H.S.Olcoot, Theodore Reuss, etc. Pignedoli me condujo, el 2 de enero de 1945, a casa del sobrino del cardenal Rampolla (quien era muy amigo de Montini) el cual, sin el veto (motivado por su pertenencia a la O.T.O., Logia de Zurich), nos habría privado de San Pío X, “niente meno” (nada menos !)”.

“Vendiendo la piel de oso antes de haberme … subyugado, Pignedoli me “descubrió el pastel”: me contó toda la historia del complot Rampolla y me aseguró que esta vez, el asunto estaba chupado con Montini. El Venerable de la Logia (el príncipe E. De Naples Rampolla, sobrino del difunto cardenal) perdió el tiempo y yo tomé mis distancias con Don Sergio, así como con Mons. Montini”.

“A causa de esto, por conducto de Maritain, se me dijo que yo no era grato en Roma y se me repatrió. El odioso filósofo se había hecho amigo del obispo traidor, mentiroso y sodomita (Montini). Yo no puedo confirmaros que pertenezca a la B’naï B’rith; sólo sé que el asunto se arreglaba en las más altas esferas de cierto proyecto judío mundialista, dentro de cualquier otro sector como el sionismo” (Latour, Loubier y Alexandre: ¿Quién ocupa la sede de Pedro? ,pp.61-62, Cahiers de Cassiciacum, 1 de mayo de 1979, p.101)

Sergio Pignedoli en la Ceremonia de la Campana (Trento).

Mark Winkcler, en calidad de intérprete del italiano para los Estados Mayores de los Aliados vivió en Roma varios años en tiempos de S.S. Pío XII y conoció del “cardenal” Sergio Pignedoli el fracaso del complot para entronizar a Mariano Rampolla y el nuevo intento a realizarlo con un joven descendiente de la misma rama, llamado Giovanni Batista Montini Alghisi.

Winkcler continúa explicando:
“…los católicos de origen judío que trabajaban en una Secretaría Especial del Vaticano que era una especie de departamento financiero, y que esas personas le buscaron, y le invitaron a pertenecer a una llamada “Asociación de Diplomados de la Universidad”, el capellán de la cual era Monseñor Juan B. Montini, en aquel entonces Substituto de la Secretaría de Estado de Pío XII. Que sus nuevos amigos le habían dicho significativamente refiriéndose a Montini: “ÉL ES DE LOS NUESTROS”…(1)
Y “por esos años precisamente arribó también a Roma a estudiar teología Karol Wojtyla…” (2)
“Monseñor Pignedolli le habló de una gran revancha que se preparaba. Le hizo la reseña de todo el suceso del veto de Austria, cuyo resultado, según Monseñor había sido el de volver a hundir a la Iglesia durante más de medio siglo en el oscurantismo y en el aislamiento de la Edad Media; insistió en la necesidad de una apertura y de una adaptación de la Iglesia; finalmente le hizo entrever que se aproximaba una NUEVA ERA, y esto para muy pronto, gracias al éxito ya seguro (notemos que esto lo decía Pignedolli en 1945) gracias a uno que tendría éxito ahí donde Rampolla había tenido la desgracia de fracasar…”
“¿Quién es él?” le había preguntado Winckler; Pignedolli había respondido: “Usted le sirve en la misa todos los días”… Se trataba de Juan Bautista Montini”. (3)

Según Winckler, el grupo que había creído a principios de siglo dar en el blanco con el cardenal Rampolla o sea colocar a uno de los suyos en la cima de la Iglesia para remodelarla a su propia imagen, ese grupo de presión nunca se encontró desarmado… «¿Quién, -dice Winckler- tuvo la posibilidad de preparar las elecciones de Roncalli y Montini con mucha anticipación, de modo que la primera hiciera posible la siguiente?»… ¿Y las siguientes? añadimos nosotros.
Por los resultados que están a la vista la entrevista Pignedolli-Winckler no puede ser tachada de ficticia. Actualmente Sergio Pignedolli es Presidente del Secretariado para las Religiones no Cristianas, y es quien hace comunes las fiestas musulmanas del Ramadán para los católicos. Convencido de la igualdad de las «tres grandes religiones monoteístas».

(1,2 y 3) Comentario a la obra «Su Santidad», B. Kostas, Editorial Véritas, Santa Fe de Bogotá, Colombia, pags. 161-168.


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A lo largo del último medio siglo se ha desarrollado en el interior de la Iglesia Católica una extraña historia, que podrá tener gravísimas consecuencias para el Mundo entero. En este libro el lector verá por qué razón decimos
que es ―una extraña historia‖, aunque comience (y termine por fin– según la promesa de Nuestra Señora) de una manera muy hermosa. En el núcleo de todo el enredo se encuentra un Mensaje proveniente del Cielo. En 1917, Nuestra Señora descendió del Cielo hasta la pequeña aldea de Fátima, o más propiamente hasta Cova da Iria donde tres pequeñuelos se ocupaban en guardar el rebaño de la familia, para confiarles un Mensaje como un secreto que se debería mantener celosamente guardado por muchos años, hasta que la Santísima Virgen indicase que había llegado el momento de revelar a todo el mundo aquel Mensaje celestial. El contenido, y la forma como se transmitió el Mensaje, son únicos en la Historia de la Iglesia; lo cual distingue las apariciones de Fátima de todas las demás manifestaciones visibles de Nuestra Señora, incluso aquéllas que dieron su nombre a Santuarios Marianos mundialmente conocidos, como Lourdes (Francia) o Guadalupe (México).

Cómo se produjo la Infiltración de los Masones dentro de la Iglesia [y cómo adquirieron poder]


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