jueves, 7 de enero de 2021

SÍNDROME DE DESORIENTACIÓN REFERENCIAL DE LAS MASAS ⛖🚶⛞


Síndrome de desorientación 
referencial de las masas
Imagínese que usted está en un bosque porque ha ido a buscar setas y tras hacer la recolección decide regresar a su coche. Se ha echado la niebla. Está desorientado. Se está poniendo nervioso porque ha perdido las referencias y no ve el camino. Empieza a andar sin dirección fija, pero al cabo de un tiempo le da la impresión de que ha andado en círculo. No encuentra la dirección y no tiene ni idea de hacia dónde señalan los puntos cardinales.
Eso es lo que nos está ocurriendo hoy en todos los aspectos de nuestra vida. Hemos perdido las referencias axiológicas, vitales, las del sentido de pertenencia, las culturales. Ya no se valora la familia como antes. Algunos adolescentes insultan y agreden a sus padres o abuelos, porque son los más desorientados respecto a las normas y reglas de conducta, es decir, respecto a la moral del comportamiento. Son víctimas de un sistema que les ha arrancado la autoestima y la estabilidad emocional. Los hijos se desprenden de sus padres cuando alcanzan cierta edad y tienen deterioro cognitivo. Por eso las residencias están llenas y con lista de espera para entrar. Precisamente en ellas se han producido la mayor parte de las víctimas en la primera fase de pandemia. Muchos de ellos fallecidos por otras patologías desatendidas y adjudicadas esas muertes al coronavirus para ampliar las estadísticas y provocar un terror generalizado en la población. No hubo autopsias y se llevaban a los muertos a la incineradora. Provoca mucho miedo y tendrás controlada a la gente, dicen los psicosociólogos.

Las escuelas adoctrinan en lugar de instruir. Los padres se desprenden de sus hijos pequeños que molestan, concibiendo las instituciones educativas como lugares de custodia y cuidado de sus hijos. ¡Para eso pagan! Oía yo a algún padre o madre cuando reclamaba su colaboración para corregir la conducta de sus hijos, como si ellos no tuvieran la obligación de educarles y descargaran toda su responsabilidad sobre los profesores. No es una generalización. Hablo de casos, también afectados de una disonancia cognitiva, o sea un síndrome de desorientación por pérdida de las referencias fundamentales de existencia vital. Mañana los discapacitados dejarán de tener el derecho a la educación. Se cerrarán sus centros especiales, dice la Ley Celáa.

Se priva a los niños del conocimiento que les va a servir para desarrollar los marcos referenciales de su identidad ontogénica y de su cultura antropocéntrica. Es decir, se les deja en un desarrollo sin raíces para que sean manejables, manipulables, ciudadanos sin carta de ciudadanía en el futuro. Y se produce un fenómeno que es un oxímoron en sí mismo, que es que se dice que la escuela es para reducir desigualdades mientras que se generan las mayores diferencias de formación jamás habidas. Los niños de estratos sociales desfavorecidos son los que más fracaso escolar tienen. No por proceder de situaciones económicas deplorables, sino porque aquellos que más necesitan de su lengua materna para aprender y hacer un recorrido intenso y sin demoras en el proceso de desarrollo son los más afectados del déficit cognitivo por no desarrollar su vehículo primario de conceptualización, mientras los de capas altas de la sociedad llevan a sus hijos a colegios de élite pagando sumas de dinero que no están al alcance ni mucho menos de la mayoría.

Más gente desorientada en el futuro, susceptible de ser esclavizada y reducida al hacinamiento de una población subvenida por las ayudas sociales, sin autoestima ni perspectiva de mejora, y sin posibilidades reales de ascenso social. Con Franco eso no pasaba. Yo venía de un estrato social muy bajo y he tenido oportunidades de alcanzar niveles académicos ahora impensables para esas capas de población sujetas al fracaso y al abandono escolar, pese a que se regalan títulos que no sirven para nada pues han ido pasando de nivel con materias suspendidas, en un apaño fraudulento de maquillar el fracaso. Llevamos decenios maquillando el fracaso sin que nadie haga nada para remediarlo. Más desorientados.

A todo esto, junto a la desinformación programada y a la ocultación intencionada de la verdad informativa, a la degradación televisiva que no es facilitadora de la transmisión de valores, más bien de los contravalores. Junto a la manipulación del lenguaje, dando la apariencia de que se dice una cosa cuando se afirma justo la contraria. (“Ministerio de la Verdad”. “Memoria democrática”). Junto a la exaltación de la muerte, no de la vida. Aborto, eutanasia, insensibilidad insultante respecto a los muertos por el coronavirus, abandono de los sanitarios a su suerte, vaivén en las cifras, funerales de Estado que son una descarada puesta en escena de un rito masónico, por no decir satánico, etc. Podría seguir, pero me voy a quedar sin palabras para poderlo describir al completo.

Todo eso es lo que yo llamo crisis de referencias, es decir síndrome de desorientación referencial de las masas. Es decir, modificación cognitiva de las masas para controlarlas, anular su voluntad, descomponer su capacidad para ejercer su carta de ciudadanía y hacer uso de su albedrío consciente. Eso es un síndrome provocado.
Los que están tras todo este gran manejo son los causantes de un resultado que no tiene aún nombre a efectos de un nuevo Nuremberg, pues no es un genocidio. Es algo más atroz. No acaba todo con la muerte física, dicen los legionarios. Pero sí acaba todo con la muerte espiritual, con el nihilismo, con un existencialismo suicida que nos arranca el alma.
Algún día, Dios lo quiera, habrá un Nuremberg para los causantes de todo esto. Ellos son culpables, y no es aplicable en este caso el epíteto “presunto”.

VER+:
Hay crisis de identidad política, nacional, social, profesional, religiosa, familiar, personal y hasta sexual. La pérdida de identidades es la esquizofrenia, el suicidio, el caos...


ACUERDO DE NUREMBERG 1947 

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