martes, 19 de marzo de 2019

EL CURA Y EL TAXISTA DEL MISMO NOMBRE 🚕🎤


EL CURA Y EL TAXISTA DEL MISMO NOMBRE: 
Joaquín González 
Había una vez, en un pueblo dos hombres que se llamaban igualmente Joaquín González. Uno era sacerdote y el otro era taxista. Quiere el destino que los dos mueran el mismo día. Entonces llegan al cielo, donde los espera San Pedro. 
- ¿Tu nombre?, pregunta San Pedro al primero.
- Joaquín González. 
- ¿El sacerdote? 
- No, no, el taxista. 

San Pedro consulta su planilla y dice:
- Bueno, te has ganado el paraíso. Te corresponden estas túnicas con hilos de oro y esta vara de platino con incrustaciones de rubíes. Puedes ingresar... 
- Gracias, gracias..., dice el taxista.

Pasan dos o tres personas más, hasta que le toca el turno al otro.

-¿Tu nombre? -Pregunta San Pedro.
- Joaquín González.
-¿El sacerdote?
-Sí.
-Muy bien, hijo mío. Te has ganado el paraíso. Te corresponde esta bata de lino y esta vara de roble con incrustaciones de granito.

- Perdón, no es por desmerecer, pero... debe haber un error. ¡Yo soy Joaquín González, el sacerdote! 
- Sí, hijo mío, te has ganado el paraíso, te corresponde la bata de lino...
- ¡No, no pude ser! Yo conozco al otro señor, era un taxista, vivía en mi pueblo, ¡era un desastre como taxista! Se subía a las aceras, chocaba todos los días; una vez se estrelló contra una casa; conducía muy mal, tiraba los postes de alumbrado, se  llevaba todo por delante... 

Y yo me pasé setenta y cinco años de mi vida predicando todos los domingos en la parroquia, ¿cómo puede ser que a él le den la túnica con hilos de oro y la vara de platino y a mi esto? ¡Debe haber un error! 

- No, no es ningún error, dice San Pedro. Lo que pasa es que aquí, en el cielo, nosotros nos hemos acostumbrado a hacer evaluaciones como las que hacen ustedes en la vida terrenal.
- ¿Cómo? No entiendo.
- Claro... ahora nos manejamos por objetivos y resultados... Mira, te voy a explicar en tu caso y lo entenderás enseguida:

Durante los últimos veinticinco años, cada vez que tu predicabas, la gente dormía; pero cada vez que él conducía, la gente  rezaba. ¡Resultados! ¿Entiendes ahora?

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