Las 6 etapas de una iglesia moribunda
Pero si no hablamos de iglesias moribundas, actuaremos como si no hubiera un problema. La primera etapa para que cualquier iglesia invierta las tendencias negativas es estar al tanto de la situación, o dicho de otra manera, confrontar las brutales realidades.
Alrededor de 7,000 a 10,000 iglesias en Estados Unidos cerrarán sus puertas el próximo año. Y muchas de ellas mueren porque se niegan a reconocer los problemas antes de que se vuelvan irreversibles.
Por lo tanto, es con dolor y gran amor por las iglesias locales que comparto un patrón que es cada vez más común. Yo lo llamo: “Las seis etapas de una iglesia moribunda”.
Negación. La iglesia está disminuyendo numéricamente, pero nadie parece preocuparse por ello. Menos personas son alcanzadas con el evangelio, pero eso no alarma a nadie. El impacto de la iglesia en la comunidad es insignificante, pero la vida continúa en la iglesia como si nada hubiera sucedido.
Recalibración. Hay una sensación de que algo está mal en la iglesia, así que la iglesia responde de una de dos maneras. Hacer más de lo que está haciendo, cosa que ha demostrado ser inefectivo. O en segundo lugar, buscar una “fórmula mágica”, un nuevo énfasis o nuevo pastor. La iglesia realmente no quiere cambiar; solo piensa que necesita un ajuste.
Enojo. Los líderes de la iglesia y los miembros comienzan a reconocer que la fórmula mágica no revirtió las tendencias negativas, por lo que desvían la culpa. Es culpa de la denominación. Son aquellos jóvenes que no respetan la manera en la que siempre lo hemos hecho. Es la cultura desenfrenada. Es la gente de nuestra comunidad que dejó de asistir a las iglesias. El enojo en estas iglesias es palpable.
Éxodo. La iglesia había estado perdiendo miembros gradualmente hasta ese punto, pero ahora el flujo de salida aumenta. E incluso aquellos que no se van oficialmente, asisten con menos frecuencia. El centro de adoración está desolado los domingos por la mañana. El enojo en la iglesia se convierte en desmoralización.
Desesperación. Por primera vez desde que comenzó el proceso de detrimento, los miembros restantes afirman estar más abiertos a las nuevas ideas y al cambio. Pero sus palabras son más palabras de desesperación que de convicción. Ahora sí ven la letra en la pared. Saben que su iglesia morirá pronto.
Muerte. La iglesia se convierte en otra triste y trágica estadística. En el mejor de los casos, la iglesia entrega su propiedad a una iglesia saludable. Antes, el proceso desde la negación hasta la muerte se tardaba hasta treinta años. Hoy en día el proceso es mucho más corto, diez años o menos.
Algunas iglesias se han librado de la etapa de la muerte, pero son la excepción. Y cuanto más tiempo la iglesia espera para hacer cambios sustanciales, más difícil se vuelve revertir la situación. Es mucho más fácil hacer cambios en la primera etapa que en la cuarta etapa.
Además, ten en cuenta que casi nueve de cada diez de las iglesias que mueren están en comunidades que están creciendo.
El problema no es escasez de gente. El problema es una escasez de coraje, compromiso, y sacrificio.
Los 7 pecados de una iglesia moribunda
Si su iglesia muestra señales de una salud pobre, un crecimiento atrofiado u otras deficiencias espirituales, quizás el asunto sea más grave de lo que usted piensa. Analice, medite, ore y tome una acción, pues las consecuencias pueden ser desastrosas.
Pecado #1: Una doctrina diluida
Están de moda las predicaciones que levantan el ánimo y la autoestima, alentándonos a tener una actitud mental positiva. También los temas que tienen que ver más con los aspectos psicológicos de la mente humana, que la necesidad del arrepentimiento y la esperanza de salvación. Esto es un error fatal, pues equivale a alimentar a un bebé recién nacido con una leche que es más agua que alimento. Eventualmente perece.
Pecado #2: La pérdida de la pasión por la evangelización
Muchos pastores y líderes están perdiendo el “amor por las almas” lo cual se refleja en las iglesias estancadas en un pantano de apatía e indiferencia. Aunque la evangelización es responsabilidad de todos los cristianos, el ejemplo de los líderes influye muchísimo en el comportamiento de la congregación. Aunque parezca increíble, un pastor cuya iglesia está muy cerca de mi casa me comentó una vez, que él no visitaba a nadie porque los miembros de su iglesia no lo hacían. “Yo sólo no voy a hacer el trabajo” dijo este líder y pastor.
Pecado #3: Inhabilidad de ser relevantes
Lamentablemente hay algunos ministerios e iglesias que han perdido el contacto con la realidad de las tendencias culturales de la sociedad que les rodea. El resultado es la pérdida de las nuevas generaciones, las cuales no encuentran en la iglesia ninguna relación o ningún punto en común para entablar el diálogo, anulándose así la oportunidad para poder presentar la Palabra.
Pecado #4: La falta de ministerios enfocados hacia afuera de la iglesia
Las iglesias que ofrecen solamente servicios enfocados para sus miembros están destinadas a desaparecer. La iglesia necesita ministrar a los miembros, pero aun más importante es alcanzar, ministrar o llegar a aquellos que no están dentro de la iglesia. Lamentablemente el 95% de los ministerios de las iglesias están enfocados para los miembros, una práctica que convierte a la iglesia en un tipo de entidad social donde los miembros sólo esperan recibir y sentirse bien en la compañía del pastor. “Yo me siento bien, tú te sientes bien, todos nos sentimos bien aquí juntitos compartiendo entre nosotros sin que nadie nos moleste”.
Pecado #5: Conflictos por preferencias personales
Algunas iglesias se han destruido por las diferencias de opiniones en cuanto a temas que tienen que ver más con el estilo, que con la sustancia. Cosas tan triviales como el color de una alfombra o el tamaño de un letrero han creado verdaderos campos de batalla, donde sólo quedan egos heridos y gente que eventualmente abandona el ministerio. En los últimos 20 años muchas iglesias se dividieron por el asunto de la música o el estilo de la adoración, lo cual demuestra que sus miembros estaban más interesados en sostener sus opiniones que mover el ministerio hacia adelante.
Pecado #6: La prioridad de la comodidad
Es triste decirlo pero la realidad es que hay líderes que se han acomodado a un patrón, y no quieren cambiar, pues eso significa trabajo y hasta en algunos casos conflictos. Simplemente esperan cómodamente algún día obtener resultados diferentes haciendo la misma cosa.
Cuando se llama a un pastor por varios días seguidos, y no lo encuentras nunca antes de las 10:00 a.m.; cuando su secretaria te indica que él se va para la casa a las 3:00 p.m., cuando el viernes a medio día te dicen que no regresa hasta el lunes, es fácil entender por qué la iglesia no crece.
Pecado #7: El analfabetismo bíblico
El conocimiento de la Palabra se ha relegado a un segundo plano, y la doctrina se ha contaminado con otros elementos que, aunque bien intencionados, están produciendo cristianos enclenques y desnutridos, incapaces de defender su fe. Cuando sólo el 3% de las iglesias están ofreciendo un programa organizado para la enseñanza bíblica, hay razón para preocuparse.
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