viernes, 12 de enero de 2018

📘 "LAICADO Y MISIÓN": OMISIÓN ECLESIÁSTICA Y JERÁRQUICA


'Laicado y misión': 
La hora de los laicos 
está todavía sin llegar


"La visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el pueblo de Dios"
La Iglesia no es una elite de sacerdotes, de los consagrados y de los obispos, sino que todos formamos el santo pueblo fiel de Dios, cuya identidad es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios
Aparecen como autores, y coordinadores, Fabrizio Meroni y Anstasio Gil, y recopila y comenta las ponencias dictadas en el Seminario acerca del laicado y misión, celebrado recientemente en Roma, en el "Centro Internacional de Animación Misionera".

En el léxico, preocupación y ocupación de la Iglesia en la actualidad, los términos "laicado" y "misión" alcanzan importancia bastante aproximada a la que deberían haber logrado y practicado permanentemente, y como parte y tarea primordial de la tarea esencial encomendada a la Iglesia. En ella, la teología del laicado está aún en mantillas, y sus posibilidades inmensas permanecen inéditas, con lo que a la Iglesia les faltan caminos y caminantes que los recorran para alcanzar sus sagrados fines de redención, de libertad y de comunión.


La presencia del laicado en la actividad misionera de la Iglesia es cada vez más significativa, independientemente de los contextos sociales, eclesiales o culturales en los que se promueven. En las últimas décadas Dios está suscitando vocaciones laicales a la misión. Por una parte enviadas por las Iglesia locales y acogidas por aquellas otras Iglesias en formación. Es una hermosa realidad, un nuevo Pentecostés. Su atractivo, sin embargo, no oculta alguna de las carencias que pudieran estar socavando la vocación misionera de otros laicos igualmente llamados vocacionalmente para la misión. A nadie se le oculta que algunas urgencias evangelizadoras pudieran empañar la misma identidad laical de estos servidores del Evangelio. Se hace necesaria una reflexión teológica.


Reflexión que interpela a pastores y a misionólogos. Los Directores nacionales no hacen otra cosa que constatar la necesidad de clarificar la vocación misionera del laicado y de situar eclesialmente estas vocaciones nacientes en el compromiso de la misión ad gentes. Dilatar una adecuada respuesta a estos interrogantes pudiera ser la causa de reducir la grandeza de estas vocaciones laicales a la misión en un “funcionalismo” para atender urgencias de carácter social o pastoral, o residuar la actividad misionera del laicado en los ámbitos subsidiarios de clérigos o religiosos. Es decir, caer de nuevo en un clericalismo o funcionalismo claramente denunciado por el Papa Francisco en su Carta al cardenal Ouellet (19-III-2016)

Obispos, sacerdotes y laicos en general, son -habrán de ser- lectores obligados del "Laicado y Misión" (304 páginas), con el más elemental convencimiento de su imprescindible -esencial- participación en lo que es y se relaciona con la Iglesia.

En la "Carta-Presentación" del libro, firmada por el papa Francisco, al Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, el cardenal Marc Ouellet, recuerda con santa, limpia y veraz insistencia franciscana, la famosa expresión de que "es la hora de los laicos", añadiendo con segundas y terceras intenciones, "pero pareciera que el reloj se hubiera parado". Sí, esta es la triste e inoperante realidad, con sus consecuentes responsabilidades jerárquicas, más o menos conscientes, teológicas o "teologizadas". La hora de los laicos está todavía sin llegar. En ocasiones, a veces, se la espera, pero nada más. Los laicos son laicos, y la Iglesia es cosa del papa, de obispos, de sacerdotes, de frailes y monjas y de algunos -pocos- grupitos clericales "et ultra".

No obstante, el papa invoca la condición sacramental del bautismo "en el que hunde sus raíces nuestra primera y fundamental consagración", y destaca que "a nadie han bautizado cura y obispo. Nos han bautizado laicos y este es el signo indeleble que nadie podrá eliminar. Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una élite de sacerdotes, de los consagrados y de los obispos, sino que todos formamos el santo pueblo fiel de Dios, cuya identidad es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios ...El clericalismo no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y a desvalorizar la gracia bautismal. El clericalismo lleva a la funcionalidad del laicado, tratándolo como "mandaderos", coarta las distintas iniciativas y esfuerzos y apaga el fuego profético que toda la Iglesia está llamada a testimoniar. El clericalismo se olvida de que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el pueblo de Dios".
¿Cuántos obispos y clérigos, en general, están de acuerdo, predican y practican estas palabras "franciscanas"? ¿A cuantos habría que jubilar y, en determinados casos, "suspender a divinis" o, al menos, no ascenderlos en las aspiraciones burócratas de sus "carrerismos" eclesiásticos.
Unas preguntas claras y obligadas, para algunas de las cuales tienen correcta y sana respuesta las páginas de este libro, en el que, por supuesto y para bien, no aparecen el "Nihil Obstar" ni el "Imprimatur". "Todo sea para mayor gloria de Dios", que es lo que importa.



Concluimos recogiendo una frase de S. Pié y Ninot, quien define así las claves para una teología, espiritualidad y misión del laicado: “una condición sacramental de servicio, una condición carismática de libertad, un testimonio evangelizador en el mundo, y una presencia eclesial de corresponsabilidad”.


“Los pastores tienen miedo de que no seamos prudentes ni responsables (de responder). No terminaremos de crecer suficientemente; nos miran como mocetones que pueden equivocarse en cualquier momento".


VER+:

LA REALIDAD ECLESIAL ACTUAL






NECESITAMOS "PASTORES" LAICOS YA



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