-Introducción-
La conspiración de la marmota
Estamos en guerra. Realmente, la historia del mundo no ha sido otra cosa que una interminable guerra entre el Bien y el Mal, entre la Luz y las Tinieblas, una contienda cósmica por las almas, que las fuerzas malignas quieren llevarse a los abismos infernales, mientras que las fuerzas celestiales quieren llevarlas a los mundos celestiales.
Esta guerra inmemorial ha librado ya muchas batallas, pero en la actualidad está desembocando en el clímax final, en la madre de todas las batallas, en un verdadero Armagedón en el que se va a decidir la suerte de las almas, último capítulo de este colosal conflicto, ya plenamente apocalíptico. La guerra larvada, latente, "fria", que ha proyectado sus malignos vectores a lo largo de muchos siglos, se ha declarado ahora abiertamente, en toda su plenitud, en un verdadero aluvión de acontecimientos que se suceden sin descanso, sin pausa, sin tregua, en escenarios bien visibles, pero que, sin embargo, no son percibidos por la mayoría de la población, que vegeta amodorrada en un mundo cada vez más orwelliano.
Ciñéndonos a los tiempos presentes, tuvimos el crack del 29, las dos guerras mundiales, la guerra fría, el SIDA, el terrorismo yihadista, el 11S, plandemias fracasadas, las "primaveras árabes", muchas guerras locales, la crisis del 2008... pero desde la plandemia covidiana iniciada en 2020 no ha habido descanso, no se nos ha dado cuartel, no hemos tenido ningún momento de respiro. Ante esta concatenación de ataques, de agresiones, de amenazas, cabe preguntarse por qué esta tremenda aceleración de la campaña para la implementación del satánico Nuevo Orden Mundial.
Plandemia, bozales, vakunas, quiebras de empresas, encierros despóticos, pasaportes covidianos, guerra en Ucrania, subida de los precios de los alimentos, subida de los combustibles, incremento desorbitante del precio de la luz, persecución al coche, Zonas de Bajas Emisiones, "Ciudades de 15 minutos", vigilancia digital, amenaza al dinero en efectivo, huella de carbono, campaña por la moneda digital mundial, avance del transhumanismo, "cambio climático", amenaza de hambrunas, fumigación de los cielos con productos tóxicos, aprobación como alimento de asquerosos insectos, persecución a la carne, acoso a los agricultores y ganaderos, uso de venenos como aditivos en el agua y muchos alimentos, grafeno por todas partes, irradiación constante por el maligno 5G, adoctrinamiento salvaje a nuestros hijos, aplastante imperio del movimiento LGTBI, pederastia, apuntes de canibalismo por lontananza, suicidio asistido, crisis bancarias, descarada publicidad del transexualismo, asalto de iglesias, corrupción vatikana, aprobación de una montaña de leyes liberticidas, inacción de la justicia ante tanto despropósito dictatorial, amenaza de confiscaciones, alarma antes nuevas "pandemias", vakunación masiva de los niños con una ingente cantidad de productos tóxicos, sequías provocadas, vaciamiento de pantanos, control absoluto de los medios de comunicación, chips por doquiera, disponibilidad de interfaces cerebro computadora...
Todo esto encascada interminable, en una campaña de destrucción total, de aniquilación de libertades, de promoción de la ruina, de supresión de los valores, de degeneración de la especie humana, de robo de almas mediante nanotecnologia y radiaciones electromagnéticas.
Guerra total, absoluta, que está bien visible, a las claras, pero que, sin embargo, no es vista como tal para las mentes empobrecidas de una parte mayoritaria de la población, incapaz de aceptar de una vez que los gobernantes que presuntamente eligen para que les garanticen seguridad, libertad y prosperidad se dedican a perjudicarles, a robarles, a engañarles, a enfermarles, a arruinarles, a esclavizarles... Enorme disonancia cognitiva ésta, que impide a las masas tomar consciencia de que estamos gobernados por psicosociópatas, personajes de una maldad tan horrible que cuesta trabajo aceptar, porque la gente cree que es imposible este grado de perversidad.
Guerra ya plenamente apocalíptica, que, tras la batalla de la plandemia covidiana, ha reavivado otro frente que ha cogido el relevo, intensificando un ataque contra la especie humana que ya llevaba tiempo entre nosotros: la climodemia.
El siglo XXI está siendo sin duda el siglo de las "demias", entendiendo bajo este término desde un punto de vista lingüístico un sufijo proveniente del griego demos, que significa "pueblo, gente, población". Este sufijo se puede aplicar, por tanto, a cualquier fenómeno que afecte a gran parte de una población determinada, pero su uso más frecuente es en el campo médico, en especial en el campo de las en fermedades. Así tenemos, por ejemplo, conceptos tales como hipertrigliceridemia (exceso de triglicéridos), hiperlipidemia (exceso de lípidos), uricacidemia (exceso de urea)...
Como se ve, el sufijo indica siempre un exceso, una sobreabundancia de algo, la profusión de un elemento, que no tiene por qué ser algo que afecte a mucha gente, ya que, como se desprende de las palabras médicas expuestas en el párrafo anterior, se aplica también al exceso de algo dentro de una sola persona, exceso que provoca una enfermedad. La única excepción a sus malévolos significados es la palabra "Academia": algo es algo...
Las palabras más famosas con el sufijo "demia" son: "endemia" (factor que pertenece a una región determinada), "epidemia" (enfermedad que afecta a la población de un país), y "pandemia"(enfermedad que afecta a varios paises).
Con el COVID, se ha acuñado una nueva palabra con ese sufijo: "plandemia", que no es exacta mente una enfermedad global, sino la causa subyacente, que se atribuye a un plan, a un diseño, a un primado negativo, a un protocolo "de los médicos de Sión". Esta nueva palabra ha sido el mantra de la disidencia contra el Himalaya de mentiras del coronavirus. Mas ese concepto no es el único que se ha creado con ocasión del SARS-COV-2, ya que la farsa covidiana ha servido para crear otro vocablo de exquisita precisión: "infodemia", que sirve para describir la enfermedad generalizada que -como una verdadera pandemia- ha afectado a gran parte de la población mundial, mediante la inoculación a través de los medios de comunicación (sic) de una avalancha impresionante de informaciones falsas sobre el corona virus, cuyo objetivo era crear un terror de tales dimensiones que muchedumbres de corderillos, absolutamente lobotomizados por esa catarata de mentiras, fuesen triscando alegremente a los pinchódromos.
La "infodemia" usa como arma, como un "virus" letal, la emisión de noticias tremendistas y falsas, transmitidas además mediante unas ondas electromagnéticas que descerebran a los corderillos televidentes, sumiéndoles en un trance muy parecido a la hipnosis.
Tal es el poder de los medios de comunicación, capaces de crear, con su tremenda potencia y con el bajo coeficiente intelectual de las muchedumbres, auténticas enfermedades sociológicas, patologías colectivas que infectan a la sociedad mediante el virus del miedo, del pánico, del terror a la muerte que de manda imperiosamente una desmesurada obsesión por la seguridad.
Pero no solo son capaces de crear enfermedades de la nada, sino que pueden crear "demias" muy variadas: votar a tal candidato, promover el aborto como un derecho humano, presentar a los comunistas como demócratas, afirmar que la culpa de todo la tiene el heteropatriarcado machista, que comer cucarachas es estupendo para la salud como fuente de proteínas... En general, pueden crear una "demia" con las ideas más disparatadas, más abyectas, más antinaturales, usando estrategias de ingeniería social que tienen su origen en Edward Bernays -sobrino de Freud, oh, la, la- pasando por el Instituto Tavis tock, y alcanzando su momento más actual con la ingeniería MK-ULTRA y el Proyecto Monarca.
Tras la infodemia que creó la plandemia, estamos ya plenamente insertos en otra "demia" de cuidado: la climodemia. Personalmente, a mi no me ha cogido por sorpresa esta nueva demia, ya que la mafia luciferina creadora de "demias" no descansa, no da cuartel, están en trance, desencadenados por completo, en un avanti toda imparable dispuesto a arrollar de una vez a esta especie humana que tanto odian.
Pero ya desde la gran variedad de titulares que ha presentado esta climodemia hay motivos de sobra para sospechar que en esta nueva guerra contra la humanidad algo huele a podrido, puesto que desde los 70, se ha pasado por los siguientes términos catastrofistas: enfriamiento global, calentamiento global, cambio climático, disrupción climática global, clima extremo y emergencia climática global. Incluso en la década de los 70 se afirmó que íbamos ¡hacia un enfriamiento global!, en la mismísima portada de la revista Times, nada sospechosa de disidencia antisistema.
Lo que me llama la atención es que, en este baile de títulos para descríbir el fenómeno, durante mucho tiempo se habló de "calentamiento global", pero ahora se habla de "cambio climático". La pregunta surge por sí misma: ¿han cambiado la terminología porque no pueden demostrar la realidad del supuesto calentamiento? Total, que solo les falta por inventar un término: "calenfriamiento global".
El caso es que, pasada la plandemia, hay que mantener activo el avispero del miedo, de las amenazas, de los estados de alerta, de las emergencias, de las alarmas, amenazando a la humanidad con la extinción total debido a que -como sostíene la famosa "científica Greta Thunberg"- el Planeta está herído de muerte por nuestra culpa, y podemos morir todos si no nos arruinamos y nos privamos de nuestras libertades: es lo de siempre, porque ante el miedo la muerte el ser humano entrega su bolsa y sus derechos, buscando la seguridad que les dará el Papá Estado.
Por si no tuviéramos suficiente con tanta extinción por un meteorito, supervolcán, megatsunami, llamaradas solares, supernovas, agujeros negros, invasiones extraterrestres, y todas esas cosas que los cientificos gustan de inventar para reventarnos nuestra plácida siesta a la hora del documental de sobre mesa, ahora nos llegan con que el Planeta puede suicidarse en un mero descuido.
En efecto, como la plandemia infodémica ya no daba más de sí, era urgente elaborar otra que cogiera el relevo a la hora de mantener a los borregomatríx en el estado de miedo necesario para quitarles la bolsa, las libertades, la vída y el alma... mejor dicho, no para robarles, sino para que los mismos corderillos les entreguen todo eso a cambio de una "seguridad" que no es otra cosa que el mayor libertícidio que han visto los siglos.
Se ve que, como la plandemia coronavírica les funcionó, pero no daba más de sí, se han echado al monte con todo, han ensalivado de tal manera que ya vienen tocando a rebato los tambores del llano, con los dientes largos, los cuchillos bien afilados, sabiendo que las masas hipervakunatí también se van a tragar el dantesco Himalaya de mentiras del cambio climático.
Es del todo normal que estén confiados, que bailoteen en sus logias y hemiciclos, pues una gente que comulgó con las ruedas de molino de la plandemia, que se tragó toda la impresionante infodemia que les llevó a los vakunaderos, a la eterna maskarilla, a los más burdos secuestros domiciliarios... una población que aplaudió a sus captores desde sus balcones, que fue al paro o la paguita temporal,que vio caer sin ninguna protesta a sus abuelos en residencias y hospitales de manera sospechosa; que soportó tarascadas totalitarias, abusos policiales, humillaciones sin cuento, bochornosos tratamientos "sado" por parte de gobernantes sociopsicópatas... una población masoca, imbecilizada, esclavizada, es la víctima perfecta para toda clase de "demias", por más absurdas que sean, aunque la creencia en estas "demias" comporte su ruina económica, el fin de sus libertades y derechos, y la pérdida de su dignidad humana.
Sí, ya tenemos aquí la climodemia, la impresionante propaganda que nos qtúere hacer creer que la especie humana está a un paso de su extinción debido a un catastrófico cambio climático creado por un aumento de las temperaturas del que la especie humana es responsable por su insolidaria y alocada depredación del medio ambiente y sus excesivas ventosidades carbónicas... Es decir, que quien nos puede arrebatar la vida no es ya un cojonavirus, sino el pobre carbono, el carbonovirus, maléfico producto químico que sobrecalienta el mundo.
Es curioso -Y sospechoso- que la élite satánica que dirige el mundo esté siempre inventando miedos para acogotar a la humanidad, con la particularidad de que los enemigos, los maléficos productores de ese miedo, son siempre invisibles: no sé si alguien habrá visto al Wally ese de los cómics, pero... ¿alguien ha visto al cojonavirus? ¿alguien tiene pruebas del carbonovirus?
El caso es que no hay tregua, no hay respiro, y la disidencia va de trinchera en trinchera, de barricada en barricada, de batalla en batalla, pues tras un ataque a nuestras libertades viene el siguiente, en apariencia con una temática distinta, pero coincidentes en sus ingenierías, en sus estrategias, en sus mentiras, en sus objetivos: estamos ante una verdadera "conspiración de la marmota", en una guerra interminable que se repite día tras día, en una especie de videojuego donde tenemos que salvar continuamente pantallas para encontrar el camino a la libertad: apoteosis del dejá vu.
«El Día de la Marmota es un método folclórico usado por los granjeros de Estados Unidos y Canadá para predecir el fin del invierno, basado en el comportamiento biológico de la marmota cuando sale de hibernar el 2 de febrero»
Según la creencia, si al salir de su madriguera la marmota no ve su sombra por ser un día nublado, dejará la madriguera, lo cual significa que el invierno terminará pronto. Por el contrario, si la marmota «Ve su sombra» por ser un día soleado y se mete de nuevo en la madriguera, ello significa que el invierno durará seis semanas más -no resisto la tentación de preguntarme qué haría la marmota si, al salir de su madriguera, contempla el cielo arrasado por los satánicos chemtraíls-.
EI presente trabajo pretende ser un torpedo en la línea de flotación del gigantesco Himalaya de mentiras de la climodemia, como en su día escribí dos libros para desmantelar el enorme trampantojo de la plandemia covidiana.
En él aportaré documentación elaborada por científicos contrastados -generalmente en forma de gráficos y de citas- que demuestra sin lugar a dudas el enorme tocomocho de mentiras del cambio climático, ya que, aunque es cierto que la temperatura está aumentando levemente, ese fenómeno no se debe en absoluto a la acción htunana, puesto que las informaciones climáticas registradas en las rocas, en los sedimentos, en los fósiles y en el hielo permiten afirmar que en el transcurso de la historia geológica de nuestro Planeta éste ha sido escenario de multitud de cambios climáticos, la mayoría muchos más extremosque el calentamiento actual, por lo cual es una falacia afirmar que éste tiene un origen antropogénico, teniendo una causalidad natural múltiple: la radiación solar, variaciones en el eje de rotación, variaciones en la órbita, la actividad volcánica, la radiación cósmica, las manchas solares... fenómenos naturales que se siguen desarrollando en la actualidad, y que están totalmente al margen del control humano, aunque éste pretenda luchar contra las alteraciones climáticas como quien lucha contra molinos de viento.
Por este motivo, una parte importante de esta obra irá orientada al estudio de los cambios climáticos ocurridos en la historia geológica de la Tierra, con el objetivo de colocar en este contexto cronológico el cambio climático de la actualidad. Una vez conseguida la verdadera magnitud del aumento de la temperatura en la actualidad, estaremos en condiciones de asegurar si estamos o no ante una catástrofe térmica.
«El progreso de la Ciencia debe evitar los dogmas, facilitar el debate y cuestionar continuamente las hipótesis que explican los fenómenos observados, ya sea para confirmarlas o para sustituirlas por otras más satisfactorias. Actualmente, ese debate está siendo inhibido por la publicidad de una su puesta unanimidad científica, que está lejos de ser real. Para tener la certeza de que estamos realmente ante una emergencia climática, debe demostrarse que lo que está ocurriendo ahora es muy diferente de lo acaecido anteriormente, de forma repetitiva y cíclica, en épocas más antiguas. Es decir, tener la seguridad de que el planeta no ha atravesado ya anteriormente por circunstancias similares, o incluso mucho más extremas. Esa verificación sólopuede realizarse recurriendo al registro de la historia geológica, incluyendo en los estudios periodos de tiempo mucho más amplios de los considerados hasta ahora. No es de recibo atemorizar a la población anunciando los centímetros que va a subir el nivel del mar en las próximas décadas, como si se tratase de un hecho extraordinario e insólito, mientras se silencia o se oculta que oscilaciones de más de 100 metros en el nivel de los océanos vienen ocurriendo desde hace millones de años. Con oscilaciones, similares a las de la evolución de la temperatura, el nivel del mar está ascendiendo de forma prácticamente continua desde hace 18.000 años».
Posteriormente, analizaremos los niveles de C02 a lo largo de eras geológicas anteriores, y demostraremos que estamos ante uno de los niveles de dióxido de carbono más bajos de nuestra historia geológica. También demostraremos que no es su incremento lo que causa el calentamiento global, sino que es a la inversa, ya que es el aumento de temperatura lo que provoca aumento en los niveles de C02.
Como escenario de estas investigaciones, indagaremos en los factores naturales que han provocado los cambios climáticos del pasado, factores que siguen presentes hoy también.
En la última parte, acometeremos la denuncia de las estrategias de geoingenieria -estelas, HAARP, siembra de nubes, etc.-, con las que se está induciendo un cambio climático productor de sequías y calentamiento, de ruina y enfermedades.
Terminaremos esbozando un cuadro con los apocalípticos objetivos de esta guerra contra la Humanidad, y las posibles medidas para vencer en esta contienda universal contra la tiranía del NOM.
Evidentemente, habrá quien diga que no tengo los suficientes conocimientos científicos para opinar sobre meteorología y geología, por no estar titulado en esas ramas científicas, ya que soy un simple historiador.
Algo parecido podría decirse de los dos libros ya citados que dediqué a desmontar implacable mente el Himalaya de mentiras de la plandemia, a pesar de que no soy ni biólogo, ni médico, ni epidemiólogo, ni virólogo. Tiempos tremendos éstos, donde un disidente como yo ha tenido que aprender muchas ramas científicas y jurídicas que estaban fuera de sus especialidad y sus conocimientos para defenderse del ataque a sus libertades, y para contribuir en la medida de los posible al despertar de la gente engañada por tantas mentiras.
A esos críticos les puedo decir que gran parte de este libro trata precisamente de historia, de la historia geológica de la Tierra, y puedo aventurarme en ella como he sido capaz de escribir sobre la historia humana sin ser economista, ni político, ni especialista en Historia del Arte, ni militar... campos que están presentes en los hechos históricos.
Junto a esto, la ciencia se ha desacreditado enormemente a raíz de las mentiras de la plandemia, que ha demostrado que una parte importante de los científicos han colaborado con el horror de la farsa covidiana, mientras que otros han optado por guardar un silencio cobarde a sabiendas de que esta postura de inacción les hacía cómplices del sufrimiento de tantas personas. En efecto, ¿qué médico podía ignorar que es totalmente imposible que una vacuna -además novedosa, basada en una técnica que nunca antes se había ensayado- esté disponible en solamente 6 meses, cuando el tiempo de elaboración suele estar entre 5 y 10 años. ¿Se creerá acaso la opinión de estos científicos y médicos, que han antepuesto las prebendas y supuesto a su juramento hipocrático, aunque estuvieran titulados en Medicina?
Con la climodemia, está sucediendo exactamente lo mismo, ya que en este plano tenemos a los colaboradores y a los cobardes, porque es completamente imposible que un científico con conocimientos de geología y meteorología pueda creer que estamos ante una emergencia catastrófica de cambio climático creado por el hombre.
Los conflictos de intereses, la cobardía, e incluso la ignorancia -la gran mayoría de los médicos no tienen ni idea sobre las vacunas- arruinan la credibilidad de esos supuestos "expertos", que podrán tener conocimientos, pero que carecen de honor, de honestidad, de empatía por la humanidad, de conciencia moral.
No pretendo ser un dechado de conocimientos, pero sí puedo alardear de objetividad, de trabajo investigador, de ausencia de intereses personales, de amor por mis semejantes, porque el horizonte de mi trabajo es la búsqueda de la verdad y de la justicia, el compromiso con la libertad, y el servicio a los de más, a los hijos de Dios que el satánico imperio del Nuevo Orden Mundial quiere arrebatar a su Creador.
Pero no lo conseguirán, ya que venceremos, porque ¿quién como Dios?
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