lunes, 14 de agosto de 2023

LIBRO "CLIMODEMIA": EL HIMALAYA DE MENTIRAS DEL "CAMBIO CLIMÁTICO" y "LA DICTADURA EN TIEMPOS DEL VIRUS" por LAUREANO BENÍTEZ


CLIMODEMIA: 
El Himalaya de mentiras 
del cambio climático


Climodemia: el Himalaya de mentiras del cambio climático es un trabajo de investigación que pretende demostrar la falsedad que mantiene la ideología globalista consistente en afirmar que la Humanidad está en peligro de extinción debido a un catastrófico cambio climático provocado por el hombre, debido al peligro de los gases de efecto invernadero –especialmente el CO2-- que emitimos en gran cantidad a la atmósfera por causa de nuestro afán depredador sobre el Planeta.

Tras la infodemia que creó la plandemia, estamos ya plenamente insertos en otra “demia” de cuidado: la climodemia, que se está uilizando como pretexto para implantar salvajes ecodictaduras, con las que el globalismo quiere quitarnos las libertades y los bienes, condenándonos a vivir en prisiones de 15 minutos, arrebatándonos nuestros vehículos privados, conminándonos a devorar insectos, amenazándonos con la exclusión si no cumplimos con la “huella de carbono”, desmantelando casi todo el tejido productivo –agricultura, ganadería, industria y transporte-- hasta llevarnos a la ruina más absoluta, asegurándonos que es un sacrificio necesario para nuestra supervivencia.

En este trabajo se aporta documentación elaborada por científicos contrastados –generalmente en forma de gráficos y de citas-- que demuestra sin lugar a dudas las enormes mentiras del cambio climático, ya que, aunque es cierto que la temperatura está aumentando levemente, ese fenómeno no se debe en absoluto a la acción humana, puesto que las informaciones climáticas registradas en las rocas, en los sedimentos, en los fósiles y en el hielo permiten afirmar que en el transcurso de la historia geológica de nuestro Planeta éste ha sido escenario de multitud de cambios climáticos, la mayoría muchos más extremos que el calentamiento actual, por lo cual es una falacia afirmar que éste tiene un origen antropogénico, teniendo una causalidad natural múltiple: la radiación solar, variaciones en el eje de rotación, variaciones en la órbita, la actividad volcánica, la radiación cósmica, las manchas solares... fenómenos naturales que se siguen desarrollando en la actualidad, y que están totalmente al margen del control humano.

Por este motivo, una parte importante de esta obra irá orientada al estudio de los cambios climáticos ocurridos en la historia geológica de la Tierra, con una especial referencia a las temperaturas y a los niveles de CO2, con el objetivo de colocar en este contexto cronológico el cambio climático de la actualidad.

Además, en el libro también se denuncian los ataques a la humanidad que se desarrollan con las técnicas de la geoingeniería –estelas químicas, siembra de nubes, HAARP--, para describir finalmente los horrores de la ecodictadura con la que las élites quieren esclavizar a la Humanidad, y las medidas que podemos tomar para luchar contra ella.

Laureano Benítez, Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea, es autor de 38 libros, cuyo denominador común es la promoción de los valores y la defensa de los derechos humanos, seriamente amenazados por la maléfica Agenda 2030, contra la cual combate desde hace años con artículos, vídeos y libros.
Esta verdadera guerra, para Laureano Benítez, tiene su frente de lucha más importante en la defensa de la verdad, con la que hay que desmontar los gigantescos Himalayas de mentiras con las que el Nuevo Orden Mundial adoctrina a las masas, con el objetivo de que esta programación las persuada a la aceptación de la esclavitud con las que el globalismo quiere controlar a la Humanidad.
Desde este enfoque hay que entender la aparición de su último libro, “Climodemia: El Himalaya de mentiras del cambio climático”, del cual hablamos con su autor en la siguiente entrevista:

¿Cuál es el objetivo de este libro, la motivación que te llevó a escribirlo?
Pues el objetivo fundamental de la obra es desmontar con verdades científicas el colosal Himalaya de embustes con el que los medios de comunicación están adoctrinando a las masas, inculcando la falsaria teoría de que la vida en nuestro planeta se encuentra amenazada por un catastrófico desastre ambiental, concretado en un peligroso aumento de las temperaturas provocado por la depredadora acción humana, y concretamente por la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero, entre los cuales ocupa un lugar preponderante el dióxido de carbono.
La motivación fue la misma que me llevó a escribir dos libros sobre la fraudulenta plandemia del coronavirus (“La dictadura en tiempos del virus”, y “Crónicas desde el Armageddón): echar abajo la ingeniería social basada en la mentira, con el arma de la verdad.

El título de “Climodemia” es bastante revelador y expresivo del contenido del libro: ¿Se puede decir realmente que la obsesión globalista con el cambio climático es una “demia”, es decir, una enfermedad que se contagia?
El siglo XXI está siendo sin duda el siglo de las “demias”, entendiendo bajo este sufijo aquellos fenómenos de tipo enfermizo que afectan a amplias capas de la población. Estas enfermedades pueden ser tanto físicas como mentales, de modo que una idea implantada mediante un adoctrinamiento masivo de la sociedad a través de los medios de comunicación también es una “demia”, habiéndose acuñado la palabra “infodemia” para describir este fenómeno, verdaderamente pandémico.
Mientras que la plandemia fue un fenómeno casi MK-ULTRA que ha durado unos pocos años, el adoctrinamiento salvaje sobre una falsa catástrofe ecológica creada por el hombre lleva bastantes más años, desde mediados de los 60, así que su infiltración en tejido social ha sido realmente impresionante, una verdadera “demia”.
Llamo la atención sobre el hecho de que, mientras que las plandemias tienen fecha de caducidad, la climodemia no, así que lleva muchos años con nosotros, y puede proyectarse sin problema hasta un futuro lejano, así que más nos vale estar bien informados para luchar contra ella.

Parece que todo el mundo está de acuerdo en afirmar que la Tierra está experimentando un aumento de la temperatura global, y este hecho es el que se pone como causa del cambio climático: ¿qué magnitud tiene este incremento térmico? ¿Es peligroso para la vida en nuestro Planeta?
Desde el comienzo de la era industrial, que podemos fijar en torno al año 1.850, se ha comprobado que la temperatura ha aumentado 0,6ºC, de modo que la temperatura media de la Tierra está en torno a los 14,3ºC. Para que se pueda hablar de cambio climático, los organismos internacionales –todos globalistas—dicen que el incremento térmico debe ser de más de 6ºC. En comparación con la temperatura de otras eras geológicas, estamos en uno de los momentos más bajos, con excepción de las épocas glaciales. Incluso en el Holoceno –la época que abarca desde hace 10.000 años hasta la actualidad– hemos tenido tres óptimos climáticos, superiores al actual: el minoico (6.000-2.500 a.C), el romano (siglos I-IV), y el medieval (900-1.300), surgiendo un nuevo enfriamiento llamado “Pequeña Edad de Hielo”, que duró aproximadamente el año 1850 para posteriormente surgir un nuevo período de calentamiento.
Es curioso y sospechoso fijarse en la manipulación del vocabulario, ya que a los incrementos térmicos de épocas pasadas (superiores al actual) se les llama “Óptimos Climáticos”, mientras que al actual se le llama “calentamiento global”, con tintes catastrofistas.
La temperatura media actual no es peligrosa en absoluto para la vida en la Tierra: si examinamos otras eras geológicas donde la temperatura era bastante superior, se descubre que en esos tiempos se vio muy favorecida la vida vegetal.
Un aumento leve de la temperatura no puede dar pie a hablar de cambio climático, y menos en una época interglaciar como en la que estamos. El verdadero cambio climático es que, como demuestro claramente en el libro, estamos entrando en una nueva era glacial, aunque suene extraño decirlo. Los datos que lo confirman los publica incluso la NASA.

¿Cuáles son las causas reales de este calentamiento global? ¿Qué factores producen este fenómeno?
El factor más importante es la radiación solar, es decir, la cantidad de insolación que recibe la Tierra. Esto, a su vez, depende de la mayor o menor actividad solar, lo cual está en función del número de manchas solares: cuando hay muchas, se produce menos radiación cósmica, lo cual obstaculiza la formación de nubes, aumentando por tanto la temperatura. Cuando disminuyen las manchas, se produce el fenómeno contrario.
Otros factores importantes son los cambios en la órbita terrestre, y el fenómeno “ENSO (El Niño-Southern Oscilation), consistente en la alternancia entre “El Niño” y “La Niña”, que se producen por el nivel de la temperatura del Pacífico a la altura del Ecuador.

La segunda gran mentira del cambio climático consiste en afirmar que ese calentamiento se está produciendo debido a la acción del hombre, cuyas actividades emiten a la atmósfera una gran cantidad de gases de efecto invernadero, y especialmente el dióxido de carbono. ¿Cuál es la verdad sobre esta afirmación, repetida hasta la saciedad por los medios de comunicación?
En primer lugar, hay que decir que el CO2 no es un gas contaminante, sino todo lo contrario, ya que es la base de la vida en la Tierra, por ser el factor necesario para la fotosíntesis de la vida vegetal. Por este motivo, un aumento en sus niveles de concentración es muy beneficioso para las plantas y la agricultura.
Es cierto que es un gas de efecto invernadero, pero su importancia es escasa en la temperatura, ya que su concentración en la atmósfera (400 partes por millón) es muy pequeña, comparada con el vapor de agua, que produce aproximadamente un 70% del efecto invernadero.
Si investigamos los niveles de CO2 en nuestra historia geológica, se descubre que precisamente nuestra época presenta los niveles más bajos de CO2 en la atmósfera, junto con el período Carbonífero.

También se habla desde el oficialismo que el cambio climático está aumentando el número de desastres climáticos (tsunamis, huracanes, fusión de los hielos y glaciares, sequías, incendios, etc.) ¿Es esto otra mentira?
Por supuesto, ya que es un hecho comprobado que los desastres naturales están disminuyendo.

En tu libro dedicas también una parte importante a denunciar la geoingeniería, que usa técnicas que pueden cambiar el clima. ¿Cuáles son estas técnicas?
Admitido ya por las instancias oficiales que actualmente hay operando técnicas de geoingeniería para cambiar el clima, en el libro demuestro los peligros para la salud y el medio ambiente de las estelas químicas (los “chemtrails”), del fatídico HAARP, de la siembra de nubes, y de las técnicas para disminuir la radiación solar.
El verdadero cambio climático es el que el globalismo está provocando mediante la geoingeniería: por ejemplo, es un hecho sabido que los perniciosos chemtrails producen sequías y calentamiento. Y en el libro también explico cómo interactúan el HAARP y las estelas químicas.

La conclusión de tu libro es que el engaño del cambio climático tiene el objetivo de servir de pretexto para la implementación de la llamada ECODICTADURA. ¿En qué consiste esto?
En efecto, tras la dictadura sanitaria –que aún continúa en muchos aspectos– los gerifaltes luciferinos están ya empezando a implementar la ecodictadura, el ecoterrorismo, cuyo objetivo es el control total de la población, llevándonos a la ruina económica, y a una totalitaria reducción de nuestras libertades y nuestros derechos, con la excusa de ser absolutamente necesaria para la pervivencia de la especie humana en un mundo amenazado por un apocalipsis ambiental, regulando lo que comemos, descerrajando tarjetas de calorías, proclamando las maravillas del veganismo, dificultando al máximo el uso de nuestros vehículos de combustibles fósiles, intentando imponer la gran estafa de los coches eléctricos, imponiendo el crédito social mediante la “huella de carbono”, encerrándonos en las “ciudades de 15 minutos, llevándonos al suicidio económico mediante la política del “Carbono Cero”…
Y, por supuesto, afirmando la imperiosa necesidad de establecer un Gobierno Mundial que faene por evitar la supuesta catástrofe planetaria en la que estamos ya inmersos, ya que un problema global que afecta al sistema mundo requiere también de un Gobierno autoritario a escala universal que tenga autoridad para imponer sus medidas coercitivas ambientales a escala planetaria.
Esta Autoridad Mundial ejercería su acción planetaria a través de un sistema totalitario de control y dominación, donde los policías-burócratas del organismo rector internacional impondrían una «agenda verde» que controlaría todos los ámbitos de nuestra vida.
Y esta Autoridad Mundial del desarrollo sostenible tiene ya hasta su «Constitución»: la llamada “Agenda 2030”.

Por último, ¿qué podemos hacer para detener esta siniestra conspiración contra la Humanidad?
Nada de esta destrucción orquestada tiene que desarrollarse como está planeado para nosotros. Estamos permitiendo que un pequeño puñado de lunáticos, detrás de la escena, a través de una red de gobierno en la sombra que maneja los hilos del mundo avance para llevar a cabo sus planes sin obstáculos y sin competencia. Es como si acabáramos de rendirnos y nos hubiéramos asentado en un cumplimiento reticente, porque creemos que es una maquinaria demasiado compleja para detener las ruedas… cuando la verdad es que podríamos detener este monstruoso programa de la noche a la mañana si suficientes de nosotros nos unimos de todo el mundo para detenerlo, practicando la desobediencia civil pacífica. Esta actitud debe cambiar o simplemente no tenemos futuro alguno.

-Introducción-

La conspiración de la marmota

Estamos en guerra. Realmente, la historia del mundo no ha sido otra cosa que una interminable guerra entre el Bien y el Mal, entre la Luz y las Tinieblas, una contienda cósmica por las almas, que las fuerzas malignas quieren llevarse a los abismos infernales, mientras que las fuerzas celestiales quieren llevarlas a los mundos celestiales.

Esta guerra inmemorial ha librado ya muchas batallas, pero en la actualidad está desembocando en el clímax final, en la madre de todas las batallas, en un verdadero Armagedón en el que se va a decidir la suerte de las almas, último capítulo de este colosal conflicto, ya plenamente apocalíptico. La guerra larvada, latente, "fria", que ha proyectado sus malignos vectores a lo largo de muchos siglos, se ha decla­rado ahora abiertamente, en toda su plenitud, en un verdadero aluvión de acontecimientos que se suce­den sin descanso, sin pausa, sin tregua, en escenarios bien visibles, pero que, sin embargo, no son perci­bidos por la mayoría de la población, que vegeta amodorrada en un mundo cada vez más orwelliano.

Ciñéndonos a los tiempos presentes, tuvimos el crack del 29, las dos guerras mundiales, la guerra fría, el SIDA, el terrorismo yihadista, el 11S, plandemias fracasadas, las "primaveras árabes", muchas guerras locales, la crisis del 2008... pero desde la plandemia covidiana iniciada en 2020 no ha habido descanso, no se nos ha dado cuartel, no hemos tenido ningún momento de respiro. Ante esta concatenación de ataques, de agresiones, de amenazas, cabe preguntarse por qué esta tre­menda aceleración de la campaña para la implementación del satánico Nuevo Orden Mundial.

Plandemia, bozales, vakunas, quiebras de empresas, encierros despóticos, pasaportes covidianos, guerra en Ucrania, subida de los precios de los alimentos, subida de los combustibles, incremento desor­bitante del precio de la luz, persecución al coche, Zonas de Bajas Emisiones, "Ciudades de 15 minutos", vigilancia digital, amenaza al dinero en efectivo, huella de carbono, campaña por la moneda digital mundial, avance del transhumanismo, "cambio climático", amenaza de hambrunas, fumigación de los cielos con productos tóxicos, aprobación como alimento de asquerosos insectos, persecución a la carne, acoso a los agricultores y ganaderos, uso de venenos como aditivos en el agua y muchos alimentos, gra­feno por todas partes, irradiación constante por el maligno 5G, adoctrinamiento salvaje a nuestros hijos, aplastante imperio del movimiento LGTBI, pederastia, apuntes de canibalismo por lontananza, suicidio asistido, crisis bancarias, descarada publicidad del transexualismo, asalto de iglesias, corrupción vatikana, aprobación de una montaña de leyes liberticidas, inacción de la justicia ante tanto despropósito dictatorial, amenaza de confiscaciones, alarma antes nuevas "pandemias", vakunación masiva de los ni­ños con una ingente cantidad de productos tóxicos, sequías provocadas, vaciamiento de pantanos, con­trol absoluto de los medios de comunicación, chips por doquiera, disponibilidad de interfaces cerebro­ computadora...

Todo esto encascada interminable, en una campaña de destrucción total, de aniquilación de liber­tades, de promoción de la ruina, de supresión de los valores, de degeneración de la especie humana, de robo de almas mediante nanotecnologia y radiaciones electromagnéticas.

Guerra total, absoluta, que está bien visible, a las claras, pero que, sin embargo, no es vista como tal para las mentes empobrecidas de una parte mayoritaria de la población, incapaz de aceptar de una vez que los gobernantes que presuntamente eligen para que les garanticen seguridad, libertad y prospe­ridad se dedican a perjudicarles, a robarles, a engañarles, a enfermarles, a arruinarles, a esclavizarles... Enorme disonancia cognitiva ésta, que impide a las masas tomar consciencia de que estamos goberna­dos por psicosociópatas, personajes de una maldad tan horrible que cuesta trabajo aceptar, porque la gente cree que es imposible este grado de perversidad.

Guerra ya plenamente apocalíptica, que, tras la batalla de la plandemia covidiana, ha reavivado otro frente que ha cogido el relevo, intensificando un ataque contra la especie humana que ya llevaba tiempo entre nosotros: la climodemia.

El siglo XXI está siendo sin duda el siglo de las "demias", entendiendo bajo este término desde un punto de vista lingüístico un sufijo proveniente del griego demos, que significa "pueblo, gente, pobla­ción". Este sufijo se puede aplicar, por tanto, a cualquier fenómeno que afecte a gran parte de una población determinada, pero su uso más frecuente es en el campo médico, en especial en el campo de las en­ fermedades. Así tenemos, por ejemplo, conceptos tales como hipertrigliceridemia (exceso de triglicéridos), hiperlipidemia (exceso de lípidos), uricacidemia (exceso de urea)...

Como se ve, el sufijo indica siempre un exceso, una sobreabundancia de algo, la profusión de un elemento, que no tiene por qué ser algo que afecte a mucha gente, ya que, como se desprende de las pala­bras médicas expuestas en el párrafo anterior, se aplica también al exceso de algo dentro de una sola per­sona, exceso que provoca una enfermedad. La única excepción a sus malévolos significados es la palabra "Academia": algo es algo...

Las palabras más famosas con el sufijo "demia" son: "endemia" (factor que pertenece a una región determinada), "epidemia" (enfermedad que afecta a la población de un país), y "pandemia"(enfermedad que afecta a varios paises).

Con el COVID, se ha acuñado una nueva palabra con ese sufijo: "plandemia", que no es exacta­ mente una enfermedad global, sino la causa subyacente, que se atribuye a un plan, a un diseño, a un pri­mado negativo, a un protocolo "de los médicos de Sión". Esta nueva palabra ha sido el mantra de la disidencia contra el Himalaya de mentiras del coronavirus. Mas ese concepto no es el único que se ha creado con ocasión del SARS-COV-2, ya que la farsa covidiana ha servido para crear otro vocablo de exquisita precisión: "infodemia", que sirve para describir la enfermedad generalizada que -como una verdadera pandemia- ha afectado a gran parte de la población mundial, mediante la inoculación a través de los medios de comunicación (sic) de una avalancha impresionante de informaciones falsas sobre el corona­ virus, cuyo objetivo era crear un terror de tales dimensiones que muchedumbres de corderillos, absolu­tamente lobotomizados por esa catarata de mentiras, fuesen triscando alegremente a los pinchódromos.

La "infodemia" usa como arma, como un "virus" letal, la emisión de noticias tremendistas y fal­sas, transmitidas además mediante unas ondas electromagnéticas que descerebran a los corderillos televidentes, sumiéndoles en un trance muy parecido a la hipnosis.

Tal es el poder de los medios de comunicación, capaces de crear, con su tremenda potencia y con el bajo coeficiente intelectual de las muchedumbres, auténticas enfermedades sociológicas, patologías co­lectivas que infectan a la sociedad mediante el virus del miedo, del pánico, del terror a la muerte que de­ manda imperiosamente una desmesurada obsesión por la seguridad.

Pero no solo son capaces de crear enfermedades de la nada, sino que pueden crear "demias" muy variadas: votar a tal candidato, promover el aborto como un derecho humano, presentar  a los comunis­tas como demócratas, afirmar que la culpa de todo la tiene el heteropatriarcado machista, que comer cu­carachas es estupendo para la salud como fuente de proteínas... En general, pueden crear una "demia" con las ideas más disparatadas, más abyectas, más antinaturales, usando estrategias de ingeniería social que tienen su origen en Edward Bernays -sobrino de Freud, oh, la, la- pasando por el Instituto Tavis­ tock, y alcanzando su momento más actual con la ingeniería MK-ULTRA y el Proyecto Monarca.

Tras la infodemia que creó la plandemia, estamos ya plenamente insertos en otra "demia" de cui­dado: la climodemia. Personalmente, a mi no me ha cogido por sorpresa esta nueva demia, ya que la ma­fia luciferina creadora de "demias" no descansa, no da cuartel, están en trance, desencadenados por completo, en un avanti toda imparable dispuesto a arrollar de una vez a esta especie humana que tanto odian.

Pero ya desde la gran variedad de titulares que ha presentado esta climodemia hay motivos de sobra para sospechar que en esta nueva guerra contra la humanidad algo huele a podrido, puesto que desde los 70, se ha pasado por los siguientes términos catastrofistas: enfriamiento global, calenta­miento global, cambio climático, disrupción climática global, clima extremo y emergencia climática glo­bal. Incluso en la década de los 70 se afirmó que íbamos ¡hacia un enfriamiento global!, en la mismísima portada de la revista Times, nada sospechosa de disidencia antisistema.

Lo que me llama la atención es que, en este baile de títulos para descríbir el fenómeno, durante mucho tiempo se habló de "calentamiento global", pero ahora se habla de "cambio climático". La pre­gunta surge por sí misma: ¿han cambiado la terminología porque no pueden demostrar la realidad del supuesto calentamiento? Total, que solo les falta por inventar un término: "calenfriamiento global".

El caso es que, pasada la plandemia, hay que mantener activo el avispero del miedo, de las amena­zas, de los estados de alerta, de las emergencias, de las alarmas, amenazando a la humanidad con la ex­tinción total debido a que -como sostíene la famosa "científica Greta Thunberg"- el Planeta está herído de muerte por nuestra culpa, y podemos morir todos si no nos arruinamos y nos privamos de nuestras libertades: es lo de siempre, porque ante el miedo la muerte el ser humano entrega su bolsa y sus dere­chos, buscando la seguridad que les dará el Papá Estado.

Por si no tuviéramos suficiente con tanta extinción por un meteorito, supervolcán, megatsunami, llamaradas solares, supernovas, agujeros negros, invasiones extraterrestres, y todas esas cosas que los cientificos gustan de inventar para reventarnos nuestra plácida siesta a la hora del documental de sobre­ mesa, ahora nos llegan con que el Planeta puede suicidarse en un mero descuido.

En efecto, como la plandemia infodémica ya no daba más de sí, era urgente elaborar otra que co­giera el relevo a la hora de mantener a los borregomatríx en el estado de miedo necesario para quitarles la bolsa, las libertades, la vída y el alma... mejor dicho, no para robarles, sino para que los mismos corderillos les entreguen todo eso a cambio de una "seguridad" que no es otra cosa que el mayor libertícidio que han visto los siglos.

Se ve que, como la plandemia coronavírica les funcionó, pero no daba más de sí, se han echado al monte con todo, han ensalivado de tal manera que ya vienen tocando a rebato los tambores del llano, con los dientes largos, los cuchillos bien afilados, sabiendo que las masas hipervakunatí también se van a tragar el dantesco Himalaya de mentiras del cambio climático.

Es del todo normal que estén confiados, que bailoteen en sus logias y hemiciclos, pues una gente que comulgó con las ruedas de molino de la plandemia, que se tragó toda la impresionante infodemia que les llevó a los vakunaderos, a la eterna maskarilla, a los más burdos secuestros domiciliarios... una población que aplaudió a sus captores desde sus balcones, que fue al paro o la paguita temporal,que vio caer sin ninguna protesta a sus abuelos en residencias y hospitales de manera sospechosa; que soportó tarascadas totalitarias, abusos policiales, humillaciones sin cuento, bochornosos tratamientos "sado" por parte de gobernantes sociopsicópatas... una población masoca, imbecilizada, esclavizada, es la víc­tima perfecta para toda clase de "demias", por más absurdas que sean, aunque la creencia en estas "de­mias" comporte su ruina económica, el fin de sus libertades y derechos, y la pérdida de su dignidad humana.

Sí, ya tenemos aquí la climodemia, la impresionante propaganda que nos qtúere hacer creer que la especie humana está a un paso de su extinción debido a un catastrófico cambio climático creado por un aumento de las temperaturas del que la especie humana es responsable por su insolidaria y alocada de­predación del medio ambiente y sus excesivas ventosidades carbónicas... Es decir, que quien nos puede arrebatar la vida no es ya un cojonavirus, sino el pobre carbono, el carbonovirus, maléfico producto químico que sobrecalienta el mundo.

Es curioso -Y sospechoso- que la élite satánica que dirige el mundo esté siempre inventando mie­dos para acogotar a la humanidad, con la particularidad de que los enemigos, los maléficos productores de ese miedo, son siempre invisibles: no sé si alguien habrá visto al Wally ese de los cómics, pero... ¿al­guien ha visto al cojonavirus? ¿alguien tiene pruebas del carbonovirus?

El caso es que no hay tregua, no hay respiro, y la disidencia va de trinchera en trinchera, de barri­cada en barricada, de batalla en batalla, pues tras un ataque a nuestras libertades viene el siguiente, en apariencia con una temática distinta, pero coincidentes en sus ingenierías, en sus estrategias, en sus mentiras, en sus objetivos: estamos ante una verdadera "conspiración de la marmota", en una guerra in­terminable que se repite día tras día, en una especie de videojuego donde tenemos que salvar continua­mente pantallas para encontrar el camino a la libertad: apoteosis del dejá vu.

«El Día de la Marmota es un método folclórico usado por los granjeros de Estados Unidos y Canadá para predecir el fin del invierno, basado en el comportamiento biológico de la marmota cuando sale de hibernar el 2 de febrero»

Según la creencia, si al salir de su madriguera la marmota no ve su sombra por ser un día nublado, dejará la madriguera, lo cual significa que el invierno terminará pronto. Por el contrario, si la marmota «Ve su sombra» por ser un día soleado y se mete de nuevo en la madriguera, ello significa que el invierno durará seis semanas más -no resisto la tentación de preguntarme qué haría la marmota si, al salir de su madriguera, contempla el cielo arrasado por los satánicos chemtraíls-. 

EI presente trabajo pretende ser un torpedo en la línea de flotación del gigantesco Himalaya de mentiras de la climodemia, como en su día escribí dos libros para desmantelar el enorme trampantojo de la plandemia covidiana.

En él aportaré documentación elaborada por científicos contrastados -generalmente en forma de gráficos y de citas- que demuestra sin lugar a dudas el enorme tocomocho de mentiras del cambio cli­mático, ya que, aunque es cierto que la temperatura está aumentando levemente, ese fenómeno no se debe en absoluto a la acción htunana, puesto que las informaciones climáticas registradas en las rocas, en los sedimentos, en los fósiles y en el hielo permiten afirmar que en el transcurso de la historia geoló­gica de nuestro Planeta éste ha sido escenario de multitud de cambios climáticos, la mayoría muchos más extremosque el calentamiento actual, por lo cual es una falacia afirmar que éste tiene un origen an­tropogénico, teniendo una causalidad natural múltiple: la radiación solar, variaciones en el eje de rota­ción, variaciones en la órbita, la actividad volcánica, la radiación cósmica, las manchas solares... fenó­menos naturales que se siguen desarrollando en la actualidad, y que están totalmente al margen del control humano, aunque éste pretenda luchar contra las alteraciones climáticas como quien lucha con­tra molinos de viento.

Por este motivo, una parte importante de esta obra irá orientada al estudio de los cambios climá­ticos ocurridos en la historia geológica de la Tierra, con el objetivo de colocar en este contexto cronoló­gico el cambio climático de la actualidad. Una vez conseguida la verdadera magnitud del aumento de la temperatura en la actualidad, estaremos en condiciones de asegurar si estamos o no ante una catástrofe térmica. 

«El progreso de la Ciencia debe evitar los dogmas, facilitar el debate y cuestionar continua­mente las hipótesis que explican los fenómenos observados, ya sea para confirmarlas o para sustituirlas por otras más satisfactorias. Actualmente, ese debate está siendo inhibido por la publicidad de una su­ puesta unanimidad científica, que está lejos de ser real. Para tener la certeza de que estamos realmente ante una emergencia climática, debe demostrarse que lo que está ocurriendo ahora es muy diferente de lo acaecido anteriormente, de forma repetitiva y cíclica, en épocas más antiguas. Es decir, tener la seguridad de que el planeta no ha atravesado ya ante­riormente por circunstancias similares, o incluso mucho más extremas. Esa verificación sólopuede rea­lizarse recurriendo al registro de la historia geológica, incluyendo en los estudios periodos de tiempo mucho más amplios de los considerados hasta ahora. No es de recibo atemorizar a la población anun­ciando los centímetros que va a subir el nivel del mar en las próximas décadas, como si se tratase de un hecho extraordinario e insólito, mientras se silencia o se oculta que oscilaciones de más de 100 metros en el nivel de los océanos vienen ocurriendo desde hace millones de años. Con oscilaciones, similares a las de la evolución de la temperatura, el nivel del mar está ascendiendo de forma prácticamente conti­nua desde hace 18.000 años».

Posteriormente, analizaremos los niveles de C02 a lo largo de eras geológicas anteriores, y demos­traremos que estamos ante uno de los niveles de dióxido de carbono más bajos de nuestra historia geoló­gica. También demostraremos que no es su incremento lo que causa el calentamiento global, sino que es a la inversa, ya que es el aumento de temperatura lo que provoca aumento en los niveles de C02.

Como escenario de estas investigaciones, indagaremos en los factores naturales que han provocado los cambios climáticos del pasado, factores que siguen presentes hoy también.

En la última parte, acometeremos la denuncia de las estrategias de geoingenieria -estelas, HAARP, siembra de nubes, etc.-, con las que se está induciendo un cambio climático productor de sequías y ca­lentamiento, de ruina y enfermedades.

Terminaremos esbozando un cuadro con los apocalípticos objetivos de esta guerra contra la Huma­nidad, y las posibles medidas para vencer en esta contienda universal contra la tiranía del NOM.

Evidentemente, habrá quien diga que no tengo los suficientes conocimientos científicos para opi­nar sobre meteorología y geología, por no estar titulado en esas ramas científicas, ya que soy un simple historiador.

Algo parecido podría decirse de los dos libros ya citados que dediqué a desmontar implacable­ mente el Himalaya de mentiras de la plandemia, a pesar de que no soy ni biólogo, ni médico, ni epidemió­logo, ni virólogo. Tiempos tremendos éstos, donde un disidente como yo ha tenido que aprender muchas ramas científicas y jurídicas que estaban fuera de sus especialidad y sus conocimientos para defenderse del ataque a sus libertades, y para contribuir en la medida de los posible al despertar de la gente engañada por tantas mentiras.

A esos críticos les puedo decir que gran parte de este libro trata precisamente de historia, de la his­toria geológica de la Tierra, y puedo aventurarme en ella como he sido capaz de escribir sobre la historia humana sin ser economista, ni político, ni especialista en Historia del Arte, ni militar... campos que están presentes en los hechos históricos.

Junto a esto, la ciencia se ha desacreditado enormemente a raíz de las mentiras de la plandemia, que ha demostrado que una parte importante de los científicos han colaborado con el horror de la farsa covidiana, mientras que otros han optado por guardar un silencio cobarde a sabiendas de que esta pos­tura de inacción les hacía cómplices del sufrimiento de tantas personas. En efecto, ¿qué médico podía ig­norar que es totalmente imposible que una vacuna -además novedosa, basada en una técnica que nunca antes se había ensayado- esté disponible en solamente 6 meses, cuando el tiempo de elaboración suele estar entre 5 y 10 años. ¿Se creerá acaso la opinión de estos científicos y médicos, que han antepuesto las prebendas y supuesto a su juramento hipocrático, aunque estuvieran titulados en Medicina?

Con la climodemia, está sucediendo exactamente lo mismo, ya que en este plano tenemos a los co­laboradores y a los cobardes, porque es completamente imposible que un científico con conocimientos de geología y meteorología pueda creer que estamos ante una emergencia catastrófica de cambio climático creado por el hombre.

Los conflictos de intereses, la cobardía, e incluso la ignorancia -la gran mayoría de los médicos no tienen ni idea sobre las vacunas- arruinan la credibilidad de esos supuestos "expertos", que podrán te­ner conocimientos, pero que carecen de honor, de honestidad, de empatía por la humanidad, de concien­cia moral.

No pretendo ser un dechado de conocimientos, pero sí puedo alardear de objetividad, de trabajo in­vestigador, de ausencia de intereses personales, de amor por mis semejantes, porque el horizonte de mi trabajo es la búsqueda de la verdad y de la justicia, el compromiso con la libertad, y el servicio a los de­ más, a los hijos de Dios que el satánico imperio del Nuevo Orden Mundial quiere arrebatar a su Creador.

Pero no lo conseguirán, ya que venceremos, porque ¿quién como Dios?


LA DICTADURA EN TIEMPOS DEL VIRUS:
ACABA LA VIDA Y EMPIEZA LA SUPERVIVENCIA

La dictadura en tiempos del virus es un exhaustivo trabajo de investigación sobre la pandemia originada por el coronavirus, que proporciona informaciones basadas en un laborioso trabajo de documentación, las cuales contradicen gran parte de la versión «oficial» con la que se ha adoctrinado a la población mundial, ejecutando una dantesca operación de ingeniería social a través de unos medios de comunicación puestos al servicio, como siempre, de sus amos globalistas. El objetivo de esta versión oficial ha sido y es sembrar el miedo, crear alarmas en las poblaciones, para que éstas, a cambio de su «seguridad», entreguen sus libertades y derechos a ominosas dictaduras, cuyo horizonte final es acelerar los cambios en el mundo para implementar ya plenamente el Nuevo Orden Mundial, que será tiránico y despótico, siguiendo el modelo chino de una dictadura tecnotrónica, de un Estado policiaco digital que nos controle, vigile y aplaste mediante una sofisticada biotecnología que nos borre la identidad y la dignidad de seres humanos. En un mundo donde no cae una hoja al suelo sin que lo dictamine la élite globalista, es absurdo pensar que una crisis como la pandemia del coronavirus, que afecta a todo el Planeta, no ha sido diseñada y orquestada por la plutocracia que gobierna el mundo, y más cuando se comprueba que sus efectos encajan a la perfección con los objetivos que figuran en su agenda mundialista, pues, si queremos saber quién o quiénes están detrás de un acontecimiento, no hay más que cerciorarse de a quién benefician sus consecuencias. En esta obra se abordan todos los aspectos de la pandemia, comenzando por establecer el origen del virus, demostrando que estamos ante un agente patógeno creado en un laboratorio de biotecnología. En cuanto a su origen, se prueba que no es ni chino ni americano, ya que sus creadores ―y los que lo soltaron― pertenecen a la mafia del «Estado Profundo», entidad paragubernamental que opera al margen de los Estados, buscando el Nuevo Orden Mundial. Las instancias directivas de este «Estado Profundo» están en manos de una élite caracterizada por su desprecio la humanidad, lo cual les lleva a desear reducir la población mundial de manera drástica, argumentando razones eugenésicas y ecológicas, utilizando guerras, crisis económicas, pandemias… Un hecho significativo es el corpus profético existente sobre la pandemia, previamente anunciada sin tapujos por la casta globalista. En el apartado estadístico, se estudian con detenimiento las cifras de la pandemia, resaltando el dato de que ha afectado de manera abrumadora al sector de población de la tercera edad, y demostrando su estrecha conexión con la temporada de gripe, subrayando que la incidencia del coronavirus podría deberse a los efectos de la vacuna contra la gripe. En la segunda parte del libro se analizan los mecanismos de que se han servido muchos gobiernos para instalar dictaduras con la excusa de la «seguridad», explicando las causas y consecuencias de los confinamientos, la distancia social y las mascarillas. Un apartado importante se le dedica a investigar sobre las vacunas en general, y sobre la pretendida vacuna contra el coronavirus, demostrando sus maléficos efectos, hasta el punto de que todo este circo mediático tiene como objetivo crear el miedo en la población para que ésta acepte sin problemas la vacunación masiva. Finalmente, se estudia la dictadura tecnotrónica, el «Matrix» en el que estamos ya plenamente inmersos, un «mundo feliz» ominoso y aplastante que encarna a la perfección la distopía orwelliana de su novela «1984», done las masas aborregadas son controladas y explotadas implacablemente por Estados opresores.

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