lunes, 18 de julio de 2022

15º ANIVERSARIO (BODAS DE CRISTAL) DE EL RINCÓN DE YANKA: A VIRXE DO CRISTAL













"Delante del trono había como un mar transparente semejante al cristal; y en medio del trono y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás". Ap 4:6
"Vi también como un mar de cristal mezclado con fuego, y a los que habían salido victoriosos sobre la bestia, sobre su imagen y sobre el número de su nombre, en pie sobre el mar de cristal, con arpas de Dios". Ap 15:2
El cristal es un símbolo de limpidez y de pureza, así como de ideas claras y de mente lúcida. La luz que penetra el cristal es una imagen tradicional del nacimiento de Cristo; así AngeLus Silesius: «María es un cristal, su Hijo, la luz celeste; así la atraviesa él sin romperla empero en absoluto». Es objeto de una misma admiración entre los místicos.


A Virxe do Cristal
por Manuel Curros Enríquez
1877

La Virgen del Cristal ("A Virxe do Cristal" en lengua gallega) es un poema narrativo de más de mil versos escrito por Manuel Curros Enríquez y publicado en Orense en 1880 como parte de "Aires da miña terra". Relata una historia con base popular.

El argumento recogido del pueblo por Curros cuenta la historia de la Virgen del Cristal, que transcurre en 1630. Los protagonistas son Rosa y Martiño, una pareja de enamorados. Ambos trabajan para el señor del castillo de Vilanova, que vive en la Corte y que no viene más que para cobrar la renta y el fuero. Otro personaje es Xan de Bentrances (rival de Martiño por el amor de Rosa, pero a quien ella rechazó), que le comenta a Martiño calumnias sobre la virtud de su novia. Martiño da crédito a las palabras de Xan y rompe su relación con la chica.
Entonces la Virgen María se le aparece en sueños a Rosa para reconfortarla y al día siguiente cae del cielo, junto a un rayo, un cristal con la imagen de la Virgen dentro. Martiño encuentra el cristal pero no se cree que sea una prueba que demuestre la pureza de su novia. Al día siguiente, Rosa se encuentra con el cristal y la Virgen le dice a Rosa que la ha enviado Dios para demostrar su pureza, a la vez que manifiesta su deseo de que le levanten una capilla en aquel valle. El pueblo celebra el milagro y Rosa entra en un convento. Martiño se venga de Xan arrancándole la lengua. La narración acaba con la muerte de Martiño en Allariz, congelado en una noche nevada, al pie del convento de Rosa.

La Virgen del Cristal (Virxe do Cristal), también conocida como La Pequeñita (A Pequeniña), es una talla de reducidas dimensiones del siglo XVII que estuvo ubicada en el Santuario de la Virgen del Cristal, en Celanova, Orense (Galicia, España), hasta 2015, año en que fue robada, permaneciendo en paradero desconocido desde entonces.

La leyenda sostiene que la imagen fue hallada en Vilanova dos Infantes en el siglo XVII por un pastor que se encontraba trabajando la tierra. El labriego la guardó inicialmente en su faldriquera pero, debido a que la pieza no le permitía moverse y al no considerarla valiosa, la arrojó al suelo, donde al día siguiente fue descubierta por una joven pastora la cual llevó la imagen ante el cura de Vilanova.​
Su fama llegó a la corte de Felipe IV poco después de su aparición. El rey mandó trasladar la imagen ante él para que fuese estudiada por los sabios palaciegos, quienes llegaron a la conclusión de que no era obra humana puesto que no era posible introducir la imagen en aquel cilindro de cristal sin juntas ni marca alguna.​
La fama de la Virgen del Cristal aumentó considerablemente en el siglo XIX gracias a Manuel Curros Enríquez, quien publicó en 1880 una larga composición de más de mil versos la cual narra una historia de amor en la que la Virgen intercede entre dos enamorados, Martiño y Rosa, para reponer el honor de esta última, calumniada por otro pretendiente​

Desaparición

La Virgen del Cristal desapareció en marzo de 2015 tras ser robada de la casa rectoral en la que permanecía guardada. El párroco que la custodiaba, Adolfo Enríquez Méndez, murió asesinado durante el asalto, siendo su cadáver hallado por uno de sus hermanos en el pajar de la casa rectoral boca abajo y con signos de tortura. El cura vivía con la única compañía de un perro el cual fue hallado encerrado bajo llave en la casa, cuyas dependencias estaban desordenadas, lo que desde el principio planteó la hipótesis del robo como el principal móvil del crimen. Según los testimonios recabados por los investigadores, la talla sólo ocupaba su lugar en la iglesia cuando se celebraba alguna ceremonia religiosa, siendo custodiada el resto del tiempo por el párroco, quien solía llevarla encima como medida de seguridad aunque ocasionalmente también la dejaba en un mueble de la casa rectoral envuelta en la funda de una cámara de fotos.​
Se desconoce si los autores del crimen tenían conciencia del escaso valor material de la talla, la cual había sido tasada en 200 euros. El delegado de Patrimonio de la Diócesis de Orense, Miguel Ángel González, declaró que su valoración como obra artística es testimonial: «No es una obra de arte de primer orden, pero tiene un gran valor emocional e histórico». Entre los objetos que había en la casa rectoral se encontraban piezas de mayor valor y más fácil salida en el mercado negro que la imagen, muy difícil de vender dada su fama y peculiaridad.​

Pese a las detenciones practicadas, actualmente se desconoce la identidad de los responsables así como el paradero de la imagen.

Réplicas

Poco después de su desaparición, el restaurador de arte y pintor granadino Manuel Granai Luna elaboró una réplica de la Virgen del Cristal. Tras cuatro meses de investigación y trabajo, Granai fabricó un relicario de sesenta piezas ensambladas, el 80% de metal, con madera y material sintético dorado con pan de oro y, en su interior, el diminuto cristal sintético, a diferencia del original de cristal, con las dos imágenes de la Virgen.​
Según Granai, cualquier detalle y pieza del relicario tardaba días y hasta semanas en ser encontrado. Algunas piezas, como el angelito y el dragón, fueron enviadas de Estados Unidos y Francia respectivamente. La mayor dificultad en la elaboración de la réplica radicó en la realización de la cápsula de cristal con la imagen de la Virgen dentro, siendo necesario llevar a cabo un gran número de pruebas así como el cálculo de las proporciones mediante el uso de un ordenador con el fin de que la imagen no quedase distorsionada al introducirla en el cristal.​
Pese a que la réplica de Granai fue utilizada en 2015 durante la procesión, en 2016 esta imagen fue reemplazada por otra sufragada por el nuevo párroco la cual se asemeja más a la original. El proceso de construcción de la pequeña bola que alberga la imagen policromada de esta nueva réplica fue laborioso debido a que se necesitaron múltiples dibujos y pruebas para hacer una reproducción exacta. Pese a que el trabajo fue realizado a mano, se tuvo que renunciar al material que daba nombre a la Virgen puesto que pese a los numerosos intentos, no se consiguió insertar la imagen en un vidrio como en la talla original sin que se quemasen ésta o su policromía, por lo que se tuvo que hacer de resina. En lo que respecta al camarín bañado en oro que alberga la imagen, el actual es de plata en vez de bronce como el original.​

LENDA

Rapazas de Vilanova,
ben vos podedes gabar;
que non hai Virxe no mundo
como a VIRXE DO CRISTAL.

(Cantar do pobo)

Almas ardentes pra chorar nacidas
unha cencia que Dios non quixo darvos;
volvoretas xentís, esparexidas
arredor dunha lus que ha de queimarvos;
almas cheas de duda, de fe espidas;
dunha eterna inorancia eternos parvos;
vermes envoltos no montón aceso
de ósos de mortos que chamás progreso:
Parade un pouquichiño o fatigoso
paso en que vades a rodar sin tino,
e non ó vento dedes, enganoso,
a balbucente vos dun peregrino,
sombra dun sol que nace esprendoroso,
póla esgallada de xigante pino,
recordo vivo dunha idá pasada,
entre o polvo dos tempos enterrada.
A vos amiga que hastra vós se astreve
é de xente de paz. Eu sonvos ave
de pío morosiño i aas de neve,
que só aniñar nos campanarios sabe.
Dende eles colle lus, dende eles bebe
o incenso en ondas que rubiu da nave.
e cando cai esborrallada a torre,
mirra as aliñas, e piando morre.
Cando teñades esta vos ouído,
cal eco de fantástica viola,
xa esta sombra terá desaparecido,
cinza sólo quizais será esta póla;
estonces, que tra-lo último queixido,
sólo será un cadavre esta ave tola,
¡almas, volvede ó voso afán, voade,
buscade o fin da cega humanidade!
¡Eu non podo seguirvos! Si amo tanto
o progreso i a lus, ¿por qué na frente
grabado hei de levar o desencanto
desta doce ilusión que o peito sente?
¿Por qué, cando profétecos levanto
ó porvir os meus ollos, tristemente,
tíreme a sen remordemento xordo,
e dos pasados tempos me recordo?
Medroña queixa espállase no vento
por cibdades e vilas á redonda,
que inda zoa con tanto sentimento
como na praia cando toupa a onda.
Ese triste queixido, ese lamento,
de alguén vos sai que sofre pena fonda...
iÉ o pasado que morre! A lira daime,
e si canto ese morto... perdonaime.
Sí, eu cántovo-la vida no pasado;
que outros canten a vida no futuro:
eu dun tesouro sei que está olvidado,
e pra sacalo á lus a terra furo.
Si o tempo é sempre o mesmo, i agarrado
vai o presente ó que pasou, seguro,
podia ser, ben na vila ben na aldea,
que útil pra moitos o meu canto sea.

I

Preto da cibdá de Ourense,
camiño de Celanova,
onde é máis tépedo o vento
que a terra gallega azouta,
dun círcolo de montanas
na faldra, sempre verdosa,
esténdese un val frorido,
cuberto de herbas cheirosas,
piñeirales e arboredos
ricos de frutas e sombra.

Alí, pola primaveira,
dispois de saír da escola,
van os rapaces buscar
freixós pra comer i apóutigas;
i as nenas, máis delicadas,
e non como eles golosas,
topan alí os caraveles
con que os cabelos adoman,
e fan, con espriego e néveda,
ramiños que logo esfollan.

Deste val no medio e medio,
entre edras e musgo envoltas,
ergue as torres un castelo,
feito alá n'eras remotas
de pedra de sillería,
cáxeque co tempo roxa.
Como este antigo edificio
outro non hai, según contas,
pois diz que foi levantado
por unha princesa moura
dendes da posta do sol
hastra a saída da aurora;
e inda hai vellos que aseguran,
e podia que certo fora,
que debaixo dos cementos
que os altos muros soportan,
deixou a monta princesa
pra que quen se astreva, morra,
sobre unha trabe en quilibrio
dúas cántaras que asombran:
unha de alquitrán inchida
i outra de moedas e xoias.
De sorte que quen quixere
coller a que ouro atesoura,
creba unha cántara e morre,
feito carbón, baixo a outra,
quedándose ó mesmo tempo
sin o santo i a limosna.

A carón deste castelo,
agarimadiñas todas,
ou pola veiga cribadas,
como bandada de pombas,
as retelladas troneiras
abertas ó sol que as doura,
alcóntranse as brancas casas
da vila de Vilanova.

Vilanova dos Infantes
é vila de grande sona:
n'hai zapateiros no mundo
que batan millo-la sola;
non se cocen en ningures
petadas que aquí non cozan,
e de aquí sán prós teares
as millores mazarocas.
Aquí está a gracia dos homes
i a fror i a nata das mozas;
en fin, sólo aquí naceron,
sólo aquí, Martiño e Rosa.

II

Alá polo ano de gracia
de mil seiscentos e trinta,
era dono do castelo
que en Vilanova se ve inda,
don Xácome Mazcareñas,
señor de catorce vilas.
Home de fárragos vellos,
na corte do Rei vivía,
pois gallego como hai moitos,
dáballe noxo Galicia.
Sólo dela se acordaba,
si algunha ves o faguía,
pra cobrar rendas e foros
sin aviso e por xusticia.

Por estas falcatruadas
todos olleira lle tiñan,
e cando cara a Madril,
aló polo vrau, saían,
en carros acugulados,
diñeiro, graus e fariñas,
os probes dos levadores,
que naqueles carros vían
irse as mizquiñas ganancias
con que seus fillos mantiñan,
de traballar eslombados,
mentres os carretos se iban,
quedaban pra sí dicindo:
"¡Que de solimán che sirvan!"

Entre a baixa servidume
que don Xácome mantiña
pra que lle coide dos eidos,
dos bés e das regalías,
estaban Martiño e Rosa:
el pra faguer as vendimas,
prás sachas e prás decotas
dos xardís, hortas e quintas,
i ela pra gardar o gando
nas carballeiras veciñas.

Dos dous, solasmentes
Rosa dentro o castelo vivía.
Martiño tiña vinte anos
e Rosa dezaséis tiña,
el era un mozo arrogante,
i ela un feitizo de linda;
nunca tiveran amores,
i anque por ela bebía
os ventos Xan de Ventraces,
Rosiña tomábao a risa.

Orfos entrambos a dous,
sin amparo nesta vida,
servindo os dous ó mesmo amo
topáronse certo día.
De estonces, Martiño e Rosa
sentiron a alma ferida,
e quizais que se morreran
de mal de malenconía,
si unha mañá non quedaran
noivos ó saír da misa.

III

Moito deben de quererse
os criados de Mazcareñas,
moito deben de quererse
cando tanto parrafean.
Tódalas noites sentados
nun grande poio de pedra,
están parolando solos
ó pé do castelo el i ela.

Mentira ou verdade, il corre
dendes da vila hastra a aldea,
que pra no outono casárense,
teñen a roupa xa feita;
pero hai quen xura e perxura
(nunca faltan malas lenguas)
que deica que os namorados
sallan xuntados da igrexa
han de pasar moitas cousas
i han de nacer moitas herbas...
Mala cousa é neste mundo
a condenada da envexa,
mais non van descamiñados
os que o casamento negan;
pois unha noite de lúa,
noite caladiña e fresca
do mes de Santiago, cando
todas son frores as veigas,
todo é, aromas o campo
e doce música a terra,
na praza de Vilanova,
do castelo onde a cancela,
Martiño e Rosa falaban
de semellante maneira:
-Martiño, ¿qué diaño
tes hoxe? ¿Non falas?
¿Pra estar como o moucho
viñeche da sacha?
Si cando te fuches
noxado n'estabas,
¿qué frema trouxeche
do monte prá casa?
¿Picoute unha cobra?
¿Guindoute unha galla?
¿Saíronche os lobos?
¿Botáronche a fada?...
Respundel, Martiño,
¿qué tes, que te calas?

-Non sei cómo te oio,
garduña eslavada,
non sei cómo te oio
¡i estoume con calma!
¡Qué teño! ¿Qué teño
pergúntasme, maula?...
¡Qué teño! Direicho...
Pois... iténoche lástema!
¡Treidora!
-¡Dios mío!
-Fiai de rapazas
que din que vos queren...
¡Fiai de palabras!...
-¡Martiño!
-O Martiño
n'impórtalle a nadia!...
-Pero, home, ¿toleas?
¡Asús, qué disgracia!
¡Veciños!...
-¡Non berres!
¡Non berres... e cala!
-Pero, home, si cousas
me dis que me espantan...
¡Si mesmo dás medo!
¡Si os ollos che saltan!
Martiño, ven, séntate,
sosega, descansa;
en nada che figuen
pra o mal que me tratas.
Soliña no mundo,
de nadia mirada
¡faltábaine agora
que ti me deixaras!

Pois eu ben te quero...
¡Por eso non marra!
-Ti quéresme moito...
Rosiña... rosada...
Ti quéresme moito...
Ti dícelo... e basta.
O mesmo dixeches
a Pedro Balada,
i a Xan de Ventraces
i ó amo da casa,
cando hai ano e medio
ven ver a labranza...
¡Que nunca el viñera!
¡Que nunca el chegara!
-¡Santísimo Cristo
de Ourense me valla!...
-Pra que hoxe te axude
xa é tarde, rapaza.
I eu, tolo, quería,
i eu, tolo, pensaba
casarme contigo...
¡Miniña da casta!...
-Martiño, anque probe,
faltar non me faltas.
¡Pois coida o que pensas!
¡Pois coida o que falas!
Pra bulra, xa abondan
seis meses de palra...
¿Qué Xan, nin qué Pedro?
¿Ti seique tes gana?...
No, pois... ¡Esmiólame
co rabo da sacha,
mais déixame a honra,
que é cousa sagrada!
¡A¡! Ti andas, Martiño,
con malas compañas
ti xúntaste agora
con xente malvada
e crés esas lenguas
peores que a rabia.
Fas ben, xa que podes.
Dende hoxe n'hai nada
de canto prá boda
decirche esperaba...
Tocante á limpeza
(¿e pois qué pensabas?),
¡cristal nunca viche
que á miña egualara!
-Rosiña!...
-¡A Rosiña
n'impórtalle a nadia!
I adiós. Si autra queres...
porveito che faga.
Desta sorte marmurando
Rosa, de esconsolo chea,
facendo como que ría
entrou no castelo apresa;
pero anque fai que fagamos
pra que se lle non coneza,
ela vai limpando os ollos
mentres que rube a escaleira.
Na porta, como unha estauta,
Martiño mórdese a léngoa,
i anque tose i asubía,
como quen non sente penas,
unha da boca lle sai
i outra no corpo lle queda...

Cando por fin, acordando,
pensou no que lle arrodea,
dixo, falando consigo:
"Ou mente Xan, ou mente ela".
E logo, tirando ó chau,
desesperado, a monteira,
añidíu: "No, pois... si Rosa
ten do cristal a pureza,
¡xuro a Dios, Xan de Ventraces,
que che hei de arrinca-la léngoa!



IV

Namentres, icoitadiña!, a nena namorada,
de pena esmorecida, chorando a fío está;
mais vive do castelo na cámara aleixada
e naida dos seus males se compadecerá.

¡Miraina! Polo lombo caíndolle o cabelo,
os ollos arrasados, partido o corazón,
meteuse no seu carto, pechou co taravelo
i está, imiña cousiña!, xemendo nun rincón.

Da alcoba en que ela dorme pola alta lumieira,
de albahacas tapizada, mapolas i alelís,
esbara o branco raio da lúa pracenteira
i o recendente aroma da campesina bris.

Dalí, Rosiña escoita o burbullar do río
que do castelo preto dende us penedos cai,
dos páxaros da noite o resonante pío
i a música que o vento nas alboradas fai.

Mais ten tan consumido o corazón de pena,
que en nada topar pode consolo nin pracer,
e chora que te chora, como unha Madalenal,
dá lástema, abofellas, dá lástema de a ver.

Primeiro desengano do noso amor primeiro,
que trás contigo o frío dunha mañá sin sol,
¡tu rosnos como os vermes a fror do laranxeiro,
i o corazón nos trocas en seco pirifol!

Por onde pasas deixas a baba corrompida
da lesme venenosa, amarga como a fel,
convirtes nun infemo a máis hermosa vida,
detrás de ti non queda sinón fastío cruel!

No peito remordida por ese desengano,
Rosiña desbautízase, murchada de pesar;
enxúgase as bagullas ca punta do seu pano
i escrama moitas veces, volvéndoas derramar:

"¡Eu, que así Dios me salve, si entendo o que me dixo!

De algunha malquerencia calunia debe ser,
porque cu xurar xurara, ó pé dun crucifixo,
que a nadia máis qu'el quixen, nin penso máis querer.

Si probas me el pidira e darllas eu pudese;
si a arquiña das virtudes poidéralle amostrar,
vería que, gardada, anqu'el non lle interese,
aquela virtú teño que é meu deber gardar".

De solouzar ó cabo e pelexar cansada
con tanto pensamento que na cabeza ten,
a coitadiña Rosa deitouse apesarado,
no cabezal chantando a fatigada sen.

Pouquiño a pouco os ollos fóronselle pechando,
doíñas acendidas na lus dun puro amor,
i á Virxen entre dentes unha oración rezando,
quedouse adonnecida nun sono encantador.

Estonces, unha Señora
toda de lus rodeada,
de estreliñas coroada
que como diamantes son,
cun mantelo na cabeza
de pano negro, moi lindo,
caladamente, surrindo,
entrou pola habitación.

Nunca se víu neste mundo
máis feiticeira criatura,
nin pra tan grande hermosura
comparación pode haber:
por ollos ten dous luceiros,
por dentes, pelras dos mares,
por greñas, raios solares,
por risa... un amañecer.

Das orellas pendurados
leva us aretes de lume,
e por gallega costume,
dengue de pano sedán;
zoquiños de pau de almendro
nos pés de feitura enana,
i ó cinto unha muradana
con plegues que xenio dan.

Pasiño a paso, chegouse
á cama en que dorme Rosa,
e botándolle graciosa
unha mirada de amor,
díxolle cun tono brando
que música parecía:
"Rosiña, a Virxe María
traiche consolo e favor".

"Eu ben sei que a túa ialma
está cuberta de loito;
eu ben sei que sofres moito
porque hai quen duda de ti;
pero eu, que dendes do ceo
coido daquél que me chama,
eu farei -¿si?- que a túa fama
quede cal foi hastra aquí".

"Non chores, miña pequena,
non chores máis, pastoriña;
eu velo por ti, miniña,
ti da miña conta estás.
Martiño estará pesante
mañá quizais do que figo;
pasado serei contigo
no monte, si ó monte vas".

Calouse Nosa Señora
i envolta en dourada nube,
rube... que rube... que rube,
perdeuse na inmensidá.
Rosa quedouse dormindo
a seu pracer e regalo.
Pronto espertará: xa o galo
cantou. ventando a mañá.

V

-Moito madrugas huxe-, dixo Xan de Ventraces a Martiño, topándoo cunha cara de forruxe pola mañá moi cedo nun camiño. -Nunca fun perguiceiro-, repúxolle Martiño de mal modo, porque Martiño é pouco paroleiro. -Pois fillo, así e todo, outro-lo seu negocio fan primeiro... -Ande eso... ¡qué lle queres!... Si foran como ti tódolos homes... -Olla, a mal non mo tomes, mais... tes pouco partido entre as mulleres. -Xan, levo moita presa, porque teño que faga na devesa. Vou pra Porto de Outeiro, que si non, ten presente o que che digo: sobre esas i autras cousas que me calo moito tería que falar contigo, moito que agora vale máis calalo... – ¡Ouga! ¿Xa te enrabuxas? A¡, Martiño, calquera que te escoite e ben non te coneza, dirá que non tes miolo na cabeza a forza de pensar dende onte á noite. ó meu conto volvendo, como antes che decía, non hai unha muller que non se ría do parviño que es ti... -En non te entendo. Fala craro, si sabes; pois, o demo me leve, si dende que me dis cousas tan graves me non tes tiritando, como a neve. ¿Conque... dis que as rapazas do concello falan por ahí de min? ¡ Mirai o diaño! ¡Pois estouche servido!... Pero teño entendido que inda me qués cal quer o lobo ó año. ¡Qué lle hemos de facer! I eu que creía que nadia que talar de min tería... -¡Ma... canté! Pero vives enganado, porque onte á noite aíña, díxome en certo són certa veciña falando de que estabas namorado, que máis sorte que ti tiñaa calquera, esguízaro mirrado, de pemas tortas e de cara fera. "l esto ben se adiviña –dicíame a rapaza do relato porque despois de que a levou o gato, é cando el vai en busca da sardiña..." -Cálate, Xan, e vaite, que inda é cedo pra que contigo un escarmento faga; non afondes a chaga... non me fales xa máis dise segredo que pesa sobre min como unha praga... No meu pelexo ponte: ¿non che abondou canto dixeches onte?... Líscate, Xan, líscate axiña, pronto; que sin que nadia o note nin sospeite, cando me fagas falla, buscareite... porque che teño que contar un conto... ¡Ladras ben.... rabearas! Mais, si cal tes maldá tiveras forza, as probas do que dis xa me amostraras sin agardar que a gorxa che retorza. -Martiño, ¿logo pícaste? Folgárame de ver que eras valente, porque inda hai quen che di -¡cousas da xente!- que cando cún te atopas... esfurrícaste... -0 que che diga tal, dille que mente... Eu nunca de gabarme fun amigo, nin loitas deprendín, nin o pau xogo; pero o que me fixo unha -¡olla o que digo! quer quixera, quer non, pagouma logo. Si ti crerme non queres, o mal será pra ti; pois che prometo que si de hoxe nun mes conta non deres da honra de Rosa, á que furtache o creto, ¡heiche crava-la lengua nun espeto para escarmento de homes e mulleres! -¿E verdade o que dis? -Non cho repito. -Pois entón... ¡hastra agosto! -O dito... idito!

Desta sorte falando Xan de Ventraces i o infelís Martiño fóronse separando, e sin decir máis nada colleron cada cal por seu cainiño, Mairtiño triste, Xan asubiando. O día crarexaba; do sol, que a relumbrar encomenzaba, unha franxa marela polos altos petoutos se estendía; a brisa nas silveiras rebuldaba, i alá no ceio -pendurada estrela chilraba aletexando a cutuvía.

Do lado de Levante de sombra e lume pabellón flotante, vai correndo mainiña, mainamente, tapando os hourizontes, negra nube, e dela por didiante trévoa de fogo ardente esparxe húmedo cheiro a terra quente.

Martiño camiñaba máis triste cada ves, a toda presa. ¡Cántas bágoas choraba por aquel camiñiño da devesa!

"Querer unha rapaza hermosa e pura; pedila por muller con cortesía; ir forrando prá boda e máis pró cura; gardarlle lei un día i outro día; respetala, adorala con loucura; pegar por ela choutos de alegría; e cando ún está lévedo, ceguiño pola amorosa febre, escoitar unha noite nun camiño: "Non te cases, Martiño, si non queres levar gato por lebre...

"Traballar toda a vida; andar bregando sempre coesta aixada pra conservar sin lixo, ennobrecida, a limpa fama de meus pais herdada, e de pronto escoitar de boca allea unha mañá, no medio dun camino: "Mira o que fas, Martiño, que che se rin de ti por toda a aldea...

"¡A¡, coéstes comparados, nada os tormentos son dos condenados! ¿Será verdá, Xan de Ventraces?... ¡Dimo! ¡Ten piedade de min, destas bagullas, deste infemo en que ximo, devorado por dentes como agullas! Eu non sei si te crea, pero..., ¡Virxe María!, si dixeses verdade, en morrería... ¿Sera-lo demo?... i Arrenegado el sea!"

Así decindo o mísero labrego, sin calma nin sosego, meteuse na devesa decontado, e do seu sacho armado comenzou sin refolgo o seu trafego.

Levaba xa Martiño, rapaz de moito aguante, sete horas de trabarlo seguidiño, cando nesto, de vento un remuíño ergueu a terra pola veiga adiante. A densa polvareira oscurecen o sol por un istante, i estremecendo val e carballeira rachou a negra nube de Levante o rouco són dun trono frameante.

As gárgolas do ceo esgazáronse entón, e do seu seo tanta chuvia mandaron que as hortas se arrasaron, o río esbordou, cheo, i os álbores i as prantas esfollaron. Na tempestade aquela caía como on raio cada gota i en ningures se víu outra como ela.

Martiño, arripiado, no ventre se meteu dunha caflota. ¿Qué lle importa ó coitado? Si está da auga do ceo agarimado, a¡, non o está da que dos ollos bota!... ¡Poidera ser -decía-, poidera ser que Rosa me enganara? Rosa, por quen daría canto Noso Señor no mundo cría, hastra un reino, si en sorte me tocara? Non pode ser; non pode ser, de fixo. Pura como un cristal, dixo onte á noite. ¡Pura como un cristal!... Cando mo dixo. non hai razón pra que coa duda loite".

Brillou entón, de súpeto, nos ceos un relampo, que esparexendo a brétema nun raio reventou. Ardeu en fogo a atmósfera, alumiouse o campo i esnaquizouse o álbore en que Martiño entrou.

Da labazada eléutrica que lle espidíu o raio, Martiño cego, atóneto, caíu tumbado ó chau. Mais logo, repoñéndose do natural esmaio, xusgándose cadávere levouse ó peito a mau.

Pouquiño a pouco os párpados abrindo, persinouse, i ó ver pasada cáxeque tan forte tempestá, saniño e salvo véndose, da terra levantouse e da cañota cóncava saíu tranquilo xa.

Mais inda ben, ¡meu ánxele!, non dera unha zancada, cando trasposto en xúbilo no chau se acrequeñou. ¡Nunca eu nacera! "... díxose, e recadando a aixada, unha non vista endrómena da terra levantou.

Era unha pediriña pedra, era unha pedra pedriña, como un ovo de galiña tallado en fino cristal; unha pedra primorosa, elíptica, limpa, pura, de artificio e soldadura sin xiquera unha sinal.

Mirada dendes de lonxe reloce como un diamante, parece de algún xigante ollo sin párpado, atrós; pero mirada de preto, sospende, ademira, espanta, vendo nela a imaxe santa da bendita Nai de Dios.

Non é un coíño formado polos gotexos da terra, nin en canteira nin serra puido topalo ninguén. Non é unha pedra de neve que a calor derretería, nin salación, que tería outra forma da que ten.

Non é un aerolito ardente, anaco de pedra estrano cuio orixe soberano iña se non alcontrou. Non é volcánica lava, que fora de cór máis louro, estalacta, nin metouro... nin o diario que o inventou.

Esta é unha pedriña pedra, ésta é unha pedra pedriña, tan rara, tan pulidiña, como outra no orbe non hai. ¡Mesmo parece unha bágoa dos ollos de Dios caída pra se quedar convertida en cárcere de súa Nai!

¡Qué hermosa está dentro dela, qué linda Nosa Señora! ¡Con qué gracia sedutora deixa seu sembrante ver! Por ollos ten dous luceiros, por dentes, pelras dos mares, por greñas, raios solares, ¡por risa... un amanecer!

Vendo tanta maravilla metida en tan curto espacio, en tan pequeno palacio tanta grandeza de Dios, Martiño, pasmado todo, tomando o cristal a peso, escramou: -" ¡Ande por eso!... ¡Ande por eso... olla¡ vós! "

Quíxose pór de arrudillas, quixo quitarse a monteira e gardar na faltriqueira o milagroso cristal; pero dos seus pensamentos segunda ves asaltado, decindo: -"¡Estou rematado!", tirouno dun saque ó val.

"Non, -continou- Dios non quere que logre a miña demanda; xa Dios á súa Nai non manda pra ós namorados valer. Eses foron outros tempos... i ese cristalino gaio foi a chizpa daquel raio ¡que me debera fender! "

Neste veuse vindo a noite, i arrematada a faena, Martiño, sempre con pena, foise indo cara ó lugar; e cando entrou pola vila dixo, de remordos cheo: "¿Será un aviso do ceo?... ¡Non che quixera apostar!"
VI

Si a tradición que sigo nalgo non mente,
das escenas pasadas ó día siguente
pola mañá,
dun salgueiriño á sombra sentada, fiando,
no val de Vilanova gardando o gando
Rosiña está.

Inorante de canto lle acontecía
ó probe de Martiño, por quen sofría
soedades mil,
Rosa, na cinturiña cravada a roca,
mazaroca fiando tras mazaroca,
pensaba nil.

E mentres que en suspiros lanzaba ós ventos
os ais que lle arrancaban seus pensamentos
tristes, crués,
polo campo os cabirtos corretexaban
i as vacas i as ovellas depinicaban
toxo e cardés.

Coitada pastoriña sin paz nin calma,
icántas feles no fondo da túa alma
deixa o amor!
¡Cántas sombras no ceo dos teus encantos!
¡Cántas bágoas nos ollos -ivállante os santos!-,
cánto delor!

Orfa desque naciche, triste, esfameada,
anque probe hastra agora, túa vida honrada
por ti falou.
¿Qué che importou das touzas dormir á sombra?
¿Qué che importou de espinos pisar alfombra?
¿Qué che importou?

Todo o pasache rindo... Todo se pasa
mentres que quede a honra dentro da casa;
pero ¡a¡ de ti!,
despreciaches un home por pretendente,
e destonces túa fama, de xente en xente,
vai por ahí...

¿Qué fixeches, Rosiña desventurada,
qué fixeches?... ¿Estabas empecatada
pra tál faguer?
Despreciar por Martiño, Xan de Ventraces...
Non sabes do que os homes che son capaces,
¡probe muller!

"Traballar toda a vida desosegada
pra conservá-la honra de abós herdada,
santa virtú,
e cando unha co noivo ten parrafeo,
escoitar que nos dice: -Xa en ti non creo,
¡rabearas tu!"

"Ir comprando prá boda tod’os trebexos,
todo o día toparse do noivo lexos
morta de afán,
e cando a noite chega prós namorados,
escoitar que nos dicen labios amados:
¡Vaite con Xan!"

"Non hai pena como ésta tan horrorosa,
non hai pena como ésta!" -marmura Rosa
no salgueiral.
E de pronto a coitada, pró chau mirando
recolleu de entre as herbas, toda sembrando,
aquel cristal.
........................................................................................

¡Asús, qué galanura! -repuxo- ¿Estarei cega?
¿Vestida de gallega a Reina da hermosura,
na miña mau, afé?
¡Non pode ser! i Toleo!... Rirase o que llo conte;
pero eu soñei nantronte que viña dende o ceo
da miña cama ó pé".

"¿Será verdade, Rosa? ¿metida nun oviño
tan piquirriquichiño, tan linda, tan hermosa
como a mirei entón?
¡A mesma muradana que lle caía tanto!
¡O mesmo dengue!... ¡o manto de terciopelo ou pana!
Non estou tola.... non".

"Si en torno non pacera, mirándome, meu gando,
que estou inda soñando dixérase calquera...
i Asús! i Vaia que ser!
¡Qué olliños, qué mirada, qué beizos, qué cabelo,
qué orellas, qué mantelo, qué frente anacarada,
qué diaño de muller"!

"E mira... e rebuldexa... e rise a Santa Imaxe...
¡Cómo me amostra o traxe! ¡Cómo me parpadexa!
¡Algo me va¡ pasar!
¿,Qué dis?... ¡Falarme quere! ¿Escoitareina?... ¡Cala!
¡Pois é verdá que fala!... ¿Señora?... O que quixere...
Xa estouvos a escoitar".

¿Que acoda á cita? ¿E logo? ¿Que ven por Dios mandada,
pra que me vexa honrada o que en celoso fogo
xusgoume criminal?...
¡Señora! Unha pastora, baldón de toda a xente,
non era merecente de ter tal defensora...
Pero... falai, si tal".

¿Que quer que lle levanten no val unha capilla?
¿Que quer que de arrudilla lle recen e lle canten?
Pois ben, querida, ben.
¡Pero... calouse... axiña! ¡Xa non, xa non a escoito!
¡Quizáis non fale moito, como é tan piquiniña!...
Pero, ¡qué gracia ten!"

"Pois ela algo me dixo de que eu non me recordo...
Non teño ouído xordo, mais eu non sei de fixo
qué palabriñas son...
¡Mamá!... 'Prós que non amen serei sempre invisible
-decía- i é imposible que falte ós que me chamen
de todo corazón...' "

"¿Qué farei eu, coíño, que agora máis che agrade?
¿Levarte onda o Abade? ¿Levarte onda Martiño?
¿Qué diaños eu farei?...
Teique, ovelliñas, teique... Tó aquí, chiviña trenca...
¡Cardosa! ¡Aquí, xuvenca!... ¿Quéreste bulrar, seique?...
¡Ei pró cortello, ei..."

VII

Unha noite azul de agosto
como de vrau regalada;
Vilanova dos Infantes
toda é bulla e algazara.
Nunca misteriosa lúa
verteu por lus tanta prata,
nin nas silveiras a brisa
esparramou máis fragancia.
Pola praza e polas rúas
as mozas cantando pasan,
i os mozos van detrás delas
dando atruxos e palmadas.
Imporvisando un turreiro
á porta de cada casa,
por todas partes se escoita
són de pandeiros e gaitas.
De legua e media á redonda
os mociños da montana
saúdan aquela festa
coa lus dos fachós de palla.
As vellas de toda a vila
sán dos balcós ás barandas
i os nenos emporranchiños,
coa cabeciña rapada,
brincando e choutando enrédense
entre as pemas dos que bailan.
Esta noite os zapateiros
non queren collé-la chaira,
nin as rapaciñas fían,
nin os fomeiros amasan.
Esta noite en Vilanova
é noite de fuliada;
que así o dispuxo o Concello
i o señor Abade o manda.
O Abade de Vilanova,
que don Xan de Barros
chaman, pra congregar ós frigueses
mandou toca-las campanas.
Encasquetado o bonete,
vestido de estola e alba,
subiuse ó púlpeto e dixo
ós que debaixo escoltaban:
-Hirmauciños, xa sabedes
como fai catro somanas
se dinou Nosa Señora
pro medio dunha rapaza
vir visitar esta vila
pra facer nela morada.
De tanta mercé asombrado
como Dios nos dispensaba,
o señor Bispo de Ourense
quixo ve-la imaxe santa;
pero correu tantas terras
neste tempo a súa fama,
que cando o Bispo faguerlle
unha capilla pensaba,
o Rei don Fulipe Carto
que hoxe en paz gobema España,
coidando non fose certa
maravilla tan sonada,
mandouna pedir de presa
pra vela i adimirala.
Eu mandeilla moi envolta
entre outras reliquias váreas:
o Rei mirouna, tocouna,
volveu a vela e tocala,
e con ollos relampados
i a lengua de media vara,
dudaba de canto vía,
como Dídimo dudara.
¿I entón qué fixo? Temendo
que o cristal en que encerrada
está a Virxe fose cousa
en que pudese haber trampa,
chamou ós máis afamados
artífices á súa cámara,
díxolles que saminaran
o cristal con toda calma,
e declarasen en autos
canto de raro notaran.
Así se fixo: prateiros
e péretos da Real Casa,
homes de letras e cencias
xuntáronse nunha sala
do seu Pazo, na presencia
de mil xentes cortesanas,
e despois de grande estudio
i adimiraciós sin tasa,
dixeron todos a unha
que o que de ver acababan
non tiña no mundo enxempro
i así, que o cristal i a Santa
eran de orixe divino,
pois outro non lle atopaban.
"Despois deste Juramento
todos caíron ás prantas
da nosa Virxe, i estonces
Rei, cabaleiros e damas
fixéronlle ofrendas ricas
de xoias, de ouro e de prata,
pra que se lle erga unha ermida
no eido en que foi topada.
Todos estes pormenores
damos o Rei nunha carta
que unha posta de Madril
mesmo de entregarme acaba.
"A virxe xa volve estare
en Vilanova: iadoraina!
E namentres que os pedreiros
non lle levantan a casa,
vinde rezarlle a esta igrexa,
VIRXE DO CRISTAL chamándoa.
"l agora ídevos con Dios-,
e deste día en lembranza,
hoxe e maiñá, si Dios quere,
ninguén na vila traballa.
O mesmo quer o Concello,
cedendo ás miñas istancias.
De darvos a mesma orde
o pregoeiro se encarga".

Cando da igrexa saíron

cantos dentro dela estaban,
Martiño foise rondare
de Rosa baixo a ventana.
Rosa estaba no castelo,
de xentes arrodeada,
porque como era bonita
e vive en fama de santa,
dendes que gardando o gando
no val á Virxe topara,
a todos lle gusta, e todos
van, pra que peque, a tentala.
Xa fixo un mes que Martiño
tivo con Rosa palabras,
e inda as paces non fixeron,
porque a tesón nadia os gana.
Pero Martiño está seco
de celos, como onhas pallas,
e non pode aturar máis
un mal de que el mesmo é causa.
Por eso, como arastora,
veu moitas veces de husmada;
pero Rosa, ou non o vía,
ou por non velo, esviaba.
Levaba agora de espera
bo anaco baixo a ventana;
pero Rosa non saía;
como o outro que di... nin ganas.
Martiño tose que tose...
Martiño canta que canta...
Pasea que te pasea...
Pero o que é Rosiña... ¡nada!
Alá arriba o coitadiño
ouía gromas e cántigas,
e cecais Rosa se ría
mentres el se enrabexaba.
Por fin, cando xa Martiño
se iba meter na súa casa,
Rosa somouse, i estonces
trabaron estas palabras:
-Gracias a Dios, miña Rosa...
¿Dasme un ramiño de albahaca?
-Cando o que podo me piden,
nunca neguei nada a nadia.
-Dios che faga tanto ben
como lle dás á miña alma;
que dende que te non vexo
parece que algo me falta.
-Non te me veñas coesas,
Martiño, que... todo acaba...
¿Non te acordas xa da noite
que treidora me chamabas?
-¡A¡! Bo castigo me deches
i outro máis grande esperaba.
Dudei de ti.... un mal amigo
díxome... ¿quén non dudara?
Pero ese crime... custoume
si viras... ¡a¡! ¡tantas bágoas!...
-¿I arrepentíchete?
-Escoita:
esa noite malfadada
Dixécheme: "Estou tan limpa
como un cristal". ¡Ben falabas!
Porque á mañá do outro día,
sin que ti mas amostraras,
Dios mesmo me daba as probas
da pureza da túa alma.
O cristal que ti alcontraches
antes de que ti alcontraras,
eu cho topei, eu cho tiven
nesta mau callosa i áspora,
eu fun quen o vin caíre
i eu quen o tirei con rabia,
Sin conecer.. ¡malos demos!
cánta grandeza encerraba.
¡Ti sí que sorte tiveches...!
Dio-lo quixo i é moi sabia
súa divina voluntade.
-¡Quén sabe si me chamaba
Dios pra sí desa maneira,
Martiño!
-¿Qué dis?... ¿Qué falas?...
-Non xures por Dios, Martiño.
-¿Pensas morrerte, rapaza?
-¡Non, pero a conta éche a mesma:
penso casarme!...
-¡Acabaras!
Pois o que é por min... agora mesmo,
si queres.
-_Fai falla
ter dote: o señor Abade
de aportarma deu palabra.
-¿Dote? Ti non a precisas.
-Pois xa che vendín as saias
i o pano de frores... todo,
pra que haxa na festa gaita.
-¿Logo vas casarte emporra?
Si en ves de vender, compraras...
-É que... pró meu casamento
abóndarne unha mortaxa.
-¡Ouga! ¿Casarse é morrere?
-Cando con Cristo ún se casa,
morre pró mundo...
-¡Rosiña!
¿Monxa ti?
-¡Martiño, cala!
¡Cala... e vaite! Si eu non puden
¡que outra felice te faga!
-¿I así... me deixas..., Rosiña?...
-¡Martiño.... a Virxe mo manda!

VIII

Nesto, Rosa arretirouse
da ventana do edificio,
deixando teso, na rúa
ó desdichado Martiño.
Páledo, sombrío, atóneto,
como un mámore de frío,
sin pestanexar xiquera
cravado está naquel sitio.
Estonces unha risada
bulrona chegoulle ó ouído,
risada de lobo farto....
risada de cucudrilo...
-¡Raxo de Dios! -dixo ó punto,
todo en cólera acendido-. ¿Quén se ri?
-Xan de Ventraces.
-¿Ti, ladrón de honras?
. –O mismo.
-¡Fólgome! Así como así,
teño unha deuda contigo
e vouna cumprir agora.
-Cantas queiras. Veño listo.
-Pois abonda de parola.
-Abonda, o mesmo che digo.
-Cara a Soutoverde, Xan.
IX

Pola mañá do outro día,
no monte de Soutoverde,
por cima de Vilanova,
non se cabía de xente.
Alí todos asombrados,
rapaces, homes, mulleres,
miraban coa boca aberta
unha cousa que estremece.
Sobre o marco dunha herdade
cravada unha estaca vese,
e dela no cuturiño
está unha lengua pendente.
Us din: "Polo que é de longa
a dunha besta parece".
o outros: "Parece a dun bácoro
según o sangue que verte".
Estando nestas e noutras
sin saber cómo, correuse
que era de Xan de Ventraces
aquel cativo presente.
Pois pola maiíá moi cedo,
Xan, derrengado, morréndose.
chegou á vila mostrando
non ter a lengua entre os dentes.
Cando esta nova se soubo,
moitos lástema lle teñen,
pero moitos máis excraman:
i Ben feito, pra que escarmentes!
A xusticia andivo tola
procurando ó delincoente,
mais como Xan non falaba,
non pudo darse coele.
Martiño fígose o zorro,
e cando a que tanto quere
foise a Allariz meter monxa,
el, enamorado sempre,
foise detrás, pra vivire
do seu conventiño enfrente.
¡Pobre rapaz! Unha noite
do frío e triste decembre,
da profesión de Rosiña
pasados xa cuatro meses,
Martiño, ó pe do convento,
ardendo en morosa febre,
estaba mirando a reixa
da celda en que moitas veces
se lle figurou de Rosa
ver o sembrante celeste.
Pensaba que tra-las pedras
daquel recinto solene
habería quen sentise
da mesma sorte que el sente,
sin conocer que as miniñas
que a vida a Cristo lle ofercen,
deixan á porta os amores
cando no claustro se meten.
Nevaba. Mainiñas mainas,
quediña, quediñamente,
iban caíndo.... caíndo...
as folepiñas da neve.
Moito os ollos as regala
e moito a cabeza ergue,
pero na reixa da celda
nada Martiño destengue.
Sémper fitando, fitando,
nin a refolgar se astreve,
e por pensar na súa Rosa
hastra do frío se esquece.
Tras unha hora, outra hora
vai pasando lentamente
i el, nin se move do sitio,
nin se coida da entemperie.
De ves en cando o coitado
sin darse conta, estremécese,
arripíaselle o corpo
e bate dente con dente.
Vales, outeiros e montes
bórranse e desaparecen
i on branco sudario, triste,
por todas partes se extende.
Acolá enriba, na reixa,
todo é escuridá entramentres;
nada se sinte, nin nadia
detrás dos ferros parece.
Martiño naquel istante
ver a Rosa parecéndolle,
quixo falarlle... e non pudo...
Asuspiróu... e morreuse.
A neve que nel caíra,
foi facendo del a rentes
unha foxa que o tragaba
dendes dos pés hastra a frente
Sobre o seu corpiño morto,
quediña, quediñamente,
iban caíndo.... caíndo...
as folepiñas da neve.

X

Leutores, si olvidando do mundo os traballiños
vos fordes de paseo de Vilanova ó val,
entrade respetosos, entrade caladiños,
na primorosa ermida da VIRXE DO CRISTAL.
Si escasos de fortuna bicades a súa pranta,
si a visitala vades faltiños de salú,
secorrerávos logo a milagrosa Santa;
no mundo non ha¡ outra que teña máis virtú.
De tristes agarimo, de probes esperanza,
dos namorados guía, sostén do labrador,
canto de Dios quixere, tanto de Dios alcanza;
non hai quen lle non deba consolos e favor.
Cando en era pequeno, por miña nai levado,
da aparición pedínlle a lenda celestial;
si cal a deixo escrita non for do voso agrado,
a culpa non botedes á VIRXE DO CRISTAL.

María de Jesús - Gonzalo Mazarrasa

Soy como el cristal, que deja cada día la luz pasar, 
que encierra claridades por donde va, 
soy como luna llena, para brillar, 
asì soy yo... la Madre del Señor...

2 comentarios:

  1. Muchas Felicitaciones mi estimado Juan Carlos por esos primeros 15 años de existencia, de creación y de compartir interesantes publicaciones que ocupan un lugar importante en mis frecuentes lecturas.
    Deseo que sigas cosechando éxitos y satisfacciones por tan loable y digna labor mi apreciado compatriota y amigo, recibe un cordial abrazo desde Venezuela junto a mis mejores deseos para ti en lo personal y para El Rincón de Yanka por ser el "cumpleañero" y homenajeado con el más puro y fino cristal.
    Paz y bien.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Viktor, paisano. Muchas gracias por tus felicitaciones... Gracias...

    ResponderEliminar

Gracias por Comunicarnos, por Compartir:

Gracias a ello, nos enriquecemos desde la pluralidad y desde la diversidad de puntos de vista dentro del respeto a la libre y peculiar forma de expresión.

La Comunicación más alta posee la gracia de despertar en otro lo que es y contribuir a que se reconozca.

Gracias amig@ de la palabra amiga.

"Nos co-municanos, luego, co-existimos".

Juan Carlos (Yanka)