miércoles, 4 de noviembre de 2020

👉👥 LIBRO "EL DOMINIO MENTAL": LA GEOPOLÍTICA DE LA MENTE POR PEDRO BAÑOS BAJO y DECÁLOGO DE ESTRATEGIAS PARA LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA


EL DOMINIO MENTAL 
La geopolítica de la mente


Qué es el dominio mental, para qué sirve y cómo se controlan las poblaciones.
Tras los exitosos "Así se domina el mundo" (traducido a 11 idiomas) y "El dominio mundial", Pedro Baños dirige su atención en este nuevo libro a las técnicas que el poder utiliza para controlar nuestras emociones, porque quien. consigue controlar nuestra mente controla el poder.
Con su reconocida amenidad y lucidez, Pedro Baños aborda en "El dominio mental" un perturbador porvenir —que, en muchos sentidos, ya es plenamente actual— desde múltiples perspectivas: la manipulación cultural y psicológica, la (de)formación de las voluntades personales, el control de la información y también las posibilidades que se abren con la evolución de las neurotecnologías o la inteligencia artificial en todos los campos, incluido el militar. Además de combinar una rica divulgación con un abundante caudal de información puesta al día, esta obra se presenta como un claro aviso a navegantes, porque se trata, en palabras del propio autor, «de abrir los ojos para estar alerta. Solo si conocemos en qué consiste y cómo se consigue esta forma perfecta de dominación mental, tendremos la posibilidad de ofrecer cierta resistencia a ella y preservar nuestras libertades». Aferrémonos, pues, a esa posibilidad porque todos —niños, adolescentes y adultos— estamos aún a tiempo de desintoxicarnos, de desengancharnos del dominio mental, utilizando el arma más potente de la que disponemos: pensar por nosotros mismos.

Con la dominación mental, con la dominación psicológica, se persiguen básicamente dos fines. Por un lado, el fin político, que estaría liderado por los Estados; y por otro, el económico. Y ahí es donde entran en juego las grandes multinacionales digitales, que lo que hacen es influirnos para, entre otras cosas, obtener datos que luego son vendidos a través de data brokers y que se venden también a los propios Gobiernos, que los compran para ejercer su propia dominación política y psicológica.
Para dominarnos, para manipular completamente nuestra mente y dirigirnos en la dirección que quieran -algo que consiguen todos los días- lo primero es saber todo de nosotros. Y ahí es donde entra en juego la vigilancia, tanto la vigilancia física (que hoy en día es la que menos importancia tiene) como la vigilancia electrónica, la vigilancia digital, que es la trascendente hoy en día. Nosotros mismos aportamos constantemente una enorme cantidad de información, tanto a través de los datos como de los metadatos, lo que permite establecer un perfil absolutamente perfecto sobre nosotros. Nos quedaríamos sorprendidos de lo que pueden llegar a conocer sobre nuestra propia vida, conocen cosas que incluso ni nuestros familiares o amigos más cercanos conocen.

La palabra smart significa siempre espía, significa que están obteniendo datos sobre nosotros. Desde las horas que estamos en nuestro domicilio, cuando utilizamos ese electrodoméstico, cuando usamos la televisión... Cuando por ejemplo vemos en televisión películas o series a través de plataformas digitales como Netflix o HBO, estamos ofreciendo muchísima información sobre nosotros. Nosotros vemos la película, pero la película o la serie nos ve a nosotros. Y de ese modo saben nuestros gustos, el tiempo que pasamos viéndola, si repetimos sobre esa misma afinidad... Y por eso saben lo que nos tienen que recomendar para mantenernos el mayor tiempo posible enganchados a esas plataformas. Y sucede exactamente igual con cualquier aparato que esté conectado a internet, a través de él estamos aportando información.
Pensar se está convirtiendo en un verdadero acto subversivo. Las sociedades cada vez están más narcotizadas, más adormecidas, incluso ante los hechos más execrables que en el plano internacional se conozcan de nuestros dirigentes. Parece que ya no somos capaces de alzar la voz, o por lo menos no con la suficiente energía. Y uno de los instrumentos principales para conseguir eso es el entretenimiento. Vemos que cada vez hay más gente a la que, lamentablemente, hay que tener entretenida porque no va a encontrar un trabajo digno en el que pueda desarrollarse plenamente como persona. Y obviamente, para que no se desate una revolución social, hay que tenerla entretenida.

Nos encaminamos a una especie de 'mundo feliz', la distopía de la que hablaba Aldous HuxleyNo sólo en el ámbito del entretenimiento sino también en el de las drogas. Esa droga que en Un mundo feliz de Huxley se llama soma y que la gente toma cuando está deprimida, también nos la tendrán que administrar, porque si no estamos abocados clarísimamente a una revolución. Sobre todo, viendo la situación en la que se encuentra en toda Europa la juventud, una juventud muy desmoralizada, muy frustrada, que ve que no puede ejercer con dignidad -y a veces incluso sin dignidad- aquello para lo que se ha formado durante años. Antes o después a la gente se le terminará agotando la paciencia y, para evitarlo, los dirigentes pretenden tenernos entretenidos y también drogados, drogados con droga digital, porque al final también nos estamos convirtiendo en yonquis digitales.
Con los grandes avances que hay en la neurotecnología, van a ser capaces de leer nuestro pensamientoDe leerlo y de condicionarlo. Ahora mismo sistemas como Neuralink, desarrollado por Elon Musk, permiten relacionar el cerebro con un ordenador, es decir, que a través de nuestro pensamiento se pueda manejar un ordenador. Pero también el ordenador, una máquina, va a poder relacionarse con nuestros pensamientos y cambiarlos. Esto no es ninguna fantasía, no es algo que pueda pasar dentro de muchísimos años. De esta situación nos está alertando ni más ni menos que Rafael Yuste, la persona que convenció a Barack Obama para sacar adelante el proyecto BRAIN, que inicialmente era algo maravilloso para intentar paliar enfermedades tan terribles como el Parkinson o Alzheimer. Pero el mismo Rafael Yuste se ha dado cuenta -como sucedió en su momento con los creadores de la bomba atómica- de que puede haber creado un Frankenstein. Y nos está alertando de que si no somos muy prudentes en este campo, si no tenemos unos neuroderechos perfectamente establecidos y aplicados por los gobiernos, estamos abocados a que controlen absolutamente nuestro cerebro, nuestra mente, nuestros pensamientos y a ser verdaderos zombis vivientes.

Siempre, a lo largo de la Historia, ha habido unas élites que han manejado el mundo. Hablamos de las grandes élites económicas de verdad, de quienes tienen el verdadero poder, y hoy eso está relacionado con las nuevas élites económicas y tecnológicas, que van a ser las que verdaderamente estén en la cúspide de la sociedad. Y curiosamente, los miembros de esas élites no permiten a sus hijos que estén involucrados en el mundo tecnológico como lo estamos el resto de la sociedad. Impiden que sus hijos se conviertan en yonquis digitales, a ellos los preparan para dominar el sistema, no para servir al sistema como hacen con los demás. Estas élites también pelean entre ellas para intentar imponernos sistemas sociales y modos de conducta. Pero, desde luego hay alguien que lo está intentando y, en cierto modo, con gran éxito.

A la democracia hay que darle otra vuelta de tuerca, se nos ha quedado fría y hay que volver a calentarla, hay que darle otro hervor. Y hay que hacer un nuevo contrato social porque si no la democracia como tal, como deberíamos ser, con los ciudadanos como verdaderos soberanos de las naciones, desde luego va a desaparecer.
Nos encaminaríamos a sistemas mucho más totalitarios que ejercerían un control pleno sobre los ciudadanos, por más que aparentemente sigan manteniendo el nombre de democracia. Los ciudadanos debemos exigir una política diferente. Debemos exigir una política verdaderamente transparente, con personas altísimamente capacitadas, con los mejores, y con un nuevo contrato social que nos permita recuperar la soberanía popular que es la esencia de la democracia.

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Tras los exitosos "Así se domina el mundo" y "El dominio mundial", Pedro Baños dirige su atención en este nuevo libro a las técnicas que el poder utiliza para controlar nuestras emociones, porque quien consigue manejar las emociones es capaz de condicionar las decisiones de las personas. El poder, como estructura de control de la masa, no ignora que esta es manipulable por medio del contagio sugestivo, ni que tiene sed de sometimiento y demanda ilusión, fantasía y afectividad. Para lograr este dominio mental existen técnicas muy sofisticadas, como el lavado de cerebro, que supone el adoctrinamiento repetitivo, el monopolio y control de la información y las comunicaciones, la anulación del sentido crítico, el refuerzo de las dependencias grupales y emocionales, la modificación y restricción de la dieta (reducción de glucosa y proteínas), y la despersonalización. Hoy en día estas acciones son mucho más sencillas gracias a los avances tecnológicos, y lo serán aún más a corto plazo, lo que permitirá que los poderosos logren el dominio absoluto de las poblaciones.

¿Has tocado alguna vez un campo magnético? ¿Y sentido una onda de radio? ¿Tu oído ha percibido los rayos cósmicos? ¿Has podido oler o degustar una muy baja frecuencia? Salvo que tengas inusitadas facultades extrasensoriales, seguro que tu respuesta a esas cuatro preguntas es la misma que la de cualquier otra persona: ¡no! Pero que ninguno de tus cinco sentidos te haya permitido percibir elementos del espectro electromagnético, o que estos últimos no se pudieran cuantificar con aparatos específicos hasta no hace tantos años, no significa que no existan. Evidentemente, aceptar la realidad del espectro electromagnético, por seguir el ejemplo, no debe llevarnos a caer en la credulidad absoluta ante cualquier cosa que nos cuenten, exigiéndonos un acto de fe. Pero sí hacernos reflexionar. Que no podamos sentir algo, verlo con nuestros ojos, oírlo con nuestros oídos, no significa, ni mucho menos, que no sea real, que no esté pasando, que no nos afecte incluso muy directamente. Esa ignorancia puede ser debida a un desconocimiento sobre el tema concreto —la cual no nos debe obsesionar, es imposible saber de todo—, a que nunca haya despertado nuestra curiosidad o, simplemente, a no haber tenido ni la más mínima noticia sobre ello. Aunque no debemos descartar que ese «algo» se nos haya ocultado de manera intencionada porque no interesa su difusión universal, para así aplicarnos sibilinamente, sin que nos demos la menor cuenta, aquello que desconocemos. 

Esto es lo que sucede con las muy diversas técnicas, procedimientos y estratagemas de dominio mental que sufrimos a diario, de forma constante, los ciudadanos. Un dominio favorecido, además, por las imparables innovaciones tecnológicas. El propósito de esta obra es llegar a una amplia parte de la población, popularizar unos conocimientos sobre los que, por afectarnos a todos, tenemos derecho a estar debidamente informados. De este modo, podremos percibir lo que no nos dejan sentir, desarrollar una hipersensibilidad —por así decirlo— que nos permita detectar las artimañas psicológicas con las que nos condicionan y prever lo que nos espera si no abrimos los ojos a tiempo. Para lograrlo, he procurado evitar al máximo el empleo de terminología científica compleja que pudiera dificultar la lectura a las personas menos avezadas en estas cuestiones. Así, quitándonos la venda de la mente, seremos no más libres, sino verdaderamente libres y dueños de nuestras decisiones y nuestro destino, como personas y como sociedad. Podremos pensar por nosotros mismos. Este es un libro con muchas claves, que pone sobre el tapete abundantes aspectos cotidianos, pero sin nombrarlos o concretarlos. 

La idea es que seas tú, lector, quien piense en ello, se plantee su significado y resuelva las incógnitas creadas. Sin duda, este ejercicio te será de utilidad personal. He tenido el privilegio de contar con la contribución, en forma de apéndices, de cuatro grandísimos expertos en los campos de la psicología, la psiquiatría y la neurociencia, como atestiguan sus dilatados currículums. Además de su indiscutible conocimiento de la materia sobre la que versa el libro, son personas que tienen un especial significado para mí. No solo por considerarlos amigos, sino también porque tres de ellos —Manuel MartínLoeches, José Manuel Muñoz y José Miguel Gaona— son compañeros en el programa de televisión Cuarto Milenio , el cual suele contar con personalidades científicas de primera línea. En cierto modo, el hecho de que ellos estén presentes en la obra es un homenaje a nuestro admirado Iker Jiménez. El cuarto es Pedro Rocamora García-Valls, un ejemplo de los extraordinarios cerebros con los que contamos en España en tantos campos del conocimiento.

Estoy convencido de que la aportación de todos ellos da lustre y prestigio a esta obra. Disfruta y aprovecha la lectura. Y si en algo no estás de acuerdo, detectas cualquier errata o simplemente quieres ayudarme a mejorar la obra, siempre me tendrás a tu disposición en esta dirección de correo electrónico: . Suerte y salud.

Introducción 

La geopolítica actual va mucho más allá de límites geográficos concretos — origen de su nombre— para convertirse en el ejercicio de un geopoder con ambiciones universales. Se materializa en la permanente rivalidad por el control de toda la humanidad. Y la forma mejor, la más completa, de lograr dicho control total es actuar sobre la mente de las personas, lo que hoy es más sencillo que nunca gracias a las nuevas tecnologías. Así, el geopoder definitivo se alcanza cuando las mentes quedan subyugadas, a merced de los grandes hacedores. De ahí el subtítulo de este libro, pues, lo creamos o no, existe todo un mundo de tácticas y estrategias, de trucos y engaños, perfectamente planificados, diseñados e implementados, para conseguir el poder definitivo: el dominio mental. 

Antiguamente, se conquistaban territorios en busca de recursos y mano de obra, dominando así a las poblaciones de forma física. Lo hacían los Estados y también las empresas, como la Compañía Británica de las Indias Orientales y la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. En la actualidad, la conquista —virtual y remota— se realiza directamente sobre la mente de las personas, con las mismas finalidades de dominio, también por Estados y por compañías (Google, Facebook, etcétera). El resultado es mucho más beneficioso para el «ocupante», el conquistador. Adquiere todas las ventajas, sin los inconvenientes de tener que preocuparse por los dominados, ni siquiera levemente, pues una gran mayoría de estos no se entera de que lo están siendo, con lo cual no hay rebeldía ni oposición por su parte. De hecho, muchos incluso van con agrado más allá de lo que el dominador pretendía, subordinándose —digitalmente— con complacencia. Ya no hace falta enviar decenas de barcos de guerra, lanzar andanadas de misiles, invadir con tropas terrestres o amenazar con ataques masivos para someter a poblaciones enteras, a países completos. 

Basta con actuar en las mentes de los ciudadanos, con subyugarlos psicológicamente, con condicionar sus pensamientos y comportamientos. Así, millones de individuos se subordinan a los dictados que se les imponen, reaccionando mansamente y felices con su situación. ¿No es esto el verdadero geopoder? ¿Puede existir mejor geopolítica para dominar por completo el mundo? ¿No ha sido siempre el sueño de cualquier líder o grupo de poder? 

MANIPULAR, UN INSTINTO BÁSICO 

Nacemos con un poder que rara vez llegamos a desarrollar ni siquiera a la mitad de su capacidad. Nuestra mente tiene todas las claves para ser felices, para superar pruebas que se presentan como insuperables, para seguir adelante cuando la adversidad apremia, para paliar el dolor o, por el contrario, enfermarnos. Nuestro cerebro es también, eso sí, la clave para manipularnos. Quien conozca sus secretos, conocerá también los nuestros. En estos tiempos, la mayor parte de los habitantes del planeta vivimos en dos planos distintos, el físico y el virtual. Pero hay un punto de contacto que une a ambos: la mente. Por tanto, para dominar a las personas hay que influir en ella. Podríamos decir que las técnicas de control mental son «etéreas» o intangibles, al ir dirigidas contra algo que sigue siendo tan indefinido como nuestra psique. De lo que no hay duda es de que el verdadero dominio de la sociedad, el más eficaz, es el que se realiza a través de la mente, sin coerción ni represión física. Y va mucho más allá del uso del electroshock, el lavado de cerebro, las drogas y la tortura física o mental. Los métodos son cada vez más sofisticados, menos perceptibles por el que los padece. El objetivo final es claro: controlar emociones para controlar decisiones. 

CONTROL INNATO DE LAS MENTES 

Aunque la manipulación puede parecer un invento moderno, nos ha acompañado durante nuestra evolución como seres humanos. Cuando solo nos preocupaba conseguir recursos para alimentarnos y sobrevivir, ya importaba manejar a nuestros semejantes. Quien más control tenía sobre la mente de los demás, mejor acceso a los recursos conseguía, más fuerte se hacía y mejor era su línea evolutiva. Esto se explica si dejamos de entender la manipulación únicamente como un conjunto de técnicas modernas que conllevan el uso de medios de comunicación, de ondas cerebrales o de reconocimiento facial para mantenernos bajo control y decidir por nosotros. Nuestro intelecto, sin necesidad de ningún añadido externo, nos permite adentrarnos en la mente de otras personas para conocer sus emociones, para diseccionar su modo de pensar y comportarse, y, en última instancia, poder utilizarlas a nuestro antojo.

Uno de los mecanismos que los humanos incorporamos «de serie», por ejemplo, es la interpretación del blanco de los ojos, la esclerótica ocular blanca, para obtener claves sobre las intenciones de nuestros interlocutores cuando miran para uno u otro lado, o de una u otra forma (el importante lenguaje no verbal). La manipulación innata nos permite interactuar con nuestros semejantes y juzgar sus reacciones, crear una empatía básica como parte de nuestra supervivencia. Aunque ahora la relacionemos con intereses encubiertos que buscan nuestro perjuicio u opresión, la manipulación es parte de nuestro instinto más primario. Precisamente por eso, si dedicásemos al conocimiento de nuestro cerebro el esfuerzo y el tiempo requeridos, podríamos convertirnos en maestros de la manipulación y el control mental; pero también podríamos aprender a protegernos ante los mecanismos de control que nos intenten imponer. O, por lo menos, a ser más conscientes de su existencia. Lo cierto es que adquirir el control de la mente humana es una aspiración que se remonta a un pasado lejano, bajo distintos nombres y distintas técnicas, pero con el mismo objetivo. Pocos métodos hay más efectivos para controlar la voluntad de un pueblo que controlar la mente de los individuos. ¿A qué finalidad mayor podría aspirar un dirigente que a anular el proceso de pensamiento de sus súbditos y mantenerlos en un estado de ensoñación en el que no se ponga en duda ninguna de sus decisiones y se acaten sus órdenes voluntariosamente? Una vez anulado el pensamiento consciente, la mente se encuentra en su punto más débil y sugestionable, y está plenamente receptiva para ser programada por un agente externo. 

MÉTODOS DE MANIPULACIÓN MENTAL 

Si siempre ha sido importante controlar las «mentes y corazones» de las personas, vencer en la guerra de las ideas, las narrativas, las emociones y los afectos, cada vez lo es más. Aunque con esa misma finalidad, los métodos y medios empleados a lo largo de la historia han variado. Tradicionalmente se ha empleado la educación —civil y religiosa—, la propaganda o la difusión de bulos y rumores. En la actualidad se consigue mediante el amplio y aparentemente inocente campo del entretenimiento, del que cada vez es más difícil sustraerse en las sociedades avanzadas. Como las películas, las series de televisión y los reality shows . Por no hablar de la televisión de pago, sector dominado por potentes multinacionales como Netflix o HBO. Así mismo, y de modo muy destacado, se emplean con profusión la manipulación mediática y las diversas formas de desinformación. Herramientas básicas dentro del amplio espectro de la guerra híbrida que se libra actualmente entre las principales potencias, y cuyo objetivo es precisamente la mente de las personas, convertidas en campo de batalla por su control absoluto. Sin olvidar las hábiles estrategias de neurocomunicación y neuromarketing , como es la «obsolescencia percibida». Con ella, llevan a las sociedades a comprar, desechar y reemplazar sus bienes de consumo a un ritmo cada vez más acelerado, sin dejar tiempo para reflexionar sobre la verdadera necesidad de la adquisición. Lo mismo sucede con las ideas políticas. El sistema de pago electrónico será otra herramienta de control y dominio social. Una vez completamente incorporado, la siguiente fase será que alguien decidirá en qué y para qué se debe gastar el dinero. Solo afectará a la gente normal, pues los delincuentes y las agencias de inteligencia, por ejemplo, siempre encontrarán otras formas de pago, sea con metales y piedras preciosas, drogas, tráficos ilícitos o servicios diversos. Otra forma tradicional de dominación indirecta de la sociedad es el miedo. Si el poder es capaz de inculcar en las poblaciones un temor tal a cierta amenaza, haciéndole creer que tiene el potencial de afectar de modo estructural, cuando no existencial, a su modo de vida, pocos ciudadanos se resistirán a la imposición de las más estrictas medidas de seguridad. Aun cuando les limiten, o incluso les prohíban, el ejercicio de derechos que hasta entonces habían considerado fundamentales y, por tanto, inamovibles. 

VIGILANCIA, EL COMPLEMENTO NECESARIO 

La vigilancia no tiene que ver con la seguridad, 
tiene que ver con el poder. 
EDWARD SNOWDEN 

Para poder manipularnos, primero han de conocernos. Y de eso se encarga la vigilancia, que nunca ha sido tan amplia y constante como ahora. Saber sobre nosotros es muy sencillo. Nos hemos rodeado de todo tipo de dispositivos electrónicos que aportan infinidad de datos sobre nuestras vidas, incluidos los detalles más íntimos. Unos datos que, además, proporcionamos con total displicencia. Móviles, ordenadores, tabletas, altavoces inteligentes y un sinfín de dispositivos nos vigilan día y noche, sin descanso. Verdaderos espías que hemos metido en nuestros bolsillos y en nuestros domicilios. A los que se añaden sistemas de reconocimiento facial o de videovigilancia instalados en cada vez más lugares. No podemos escondernos. No hay escapatoria a la hipervigilancia. Incluso si no tenemos redes sociales, ni teléfono inteligente, ni televisor. Da igual que nos recluyamos en una cueva o nos vayamos al lugar más remoto. Seguro que algún satélite nos puede localizar e identificar desde su órbita. Nadie nos asegura que estemos a salvo. La principal consecuencia es que, a pesar de que prestamos una mayor y creciente atención a nuestra privacidad, cada vez nos es más difícil preservarla. Puede que creamos gozar de mayor seguridad porque ahora nos preguntan sobre la política de privacidad al navegar por internet, o porque desactivamos la opción de rastreo de las aplicaciones en el móvil, pero no son más que espejismos. Y una vez que nos conocen a fondo, física y psíquicamente, manipular nuestras emociones y sentimientos no puede resultarles más sencillo. 

SIGUIENTE PASO: MANEJAR EL CEREBRO 

Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho. ISAAC ASIMOV Pero si que nos dominen la mente ya da escalofríos, el que se actúe directamente sobre el cerebro, con métodos invasivos o no, es para preocuparnos sobremanera. No son visiones futuristas. Muchos de estos avances relacionados con el cerebro, el organismo que rige todo el cuerpo, ya son una realidad. Además, las investigaciones prosiguen a un ritmo vertiginoso. Pensemos, por ejemplo, en la implantación de chips, cada vez más habituales. No estamos lejos de que se puedan enviar mensajes directamente al cerebro, sin ni siquiera pasar por los sentidos de la vista o el oído. Mensajes «cerebrales» que pueden ser también colectivos, afectando a grupos de personas con afinidades comunes. Estaremos ante la dictadura del microchip.



A pesar de las estadísticas y los modelos matemáticos que sobrestiman dramáticamente el riesgo del virus y los efectos secundarios obvios de la vacuna, muchos no son capaces de verlo. La característica más destacada de esta tendencia psicológica es que ciega radicalmente a las personas ante todo lo que vaya en contra de la narrativa en la que creen.

HISTORIA DE UN VISTAZO 
  • La “formación de masas” es una forma de hipnosis de masas que emerge cuando se cumplen condiciones específicas y casi siempre precede al surgimiento de sistemas totalitarios.
  • Cuatro condiciones centrales que deben existir para que surja la formación de masas son la soledad generalizada y la falta de vínculos sociales, lo que lleva a experimentar la vida sin sentido, lo que lleva a una ansiedad y un descontento generalizados y flotantes, que conducen a una frustración generalizada y libre. y agresión, lo que resulta en sentirse fuera de control.
  • Bajo la formación masiva, una población entra en un trance de tipo hipnótico que los hace dispuestos a sacrificar cualquier cosa, incluidas sus vidas y su libertad.
  • Las estrategias clave para interrumpir el proceso de formación de masas son hablar en contra y practicar la resistencia no violenta. Las voces disidentes evitan que los sistemas totalitarios se deterioren hasta convertirse en una inhumanidad abyecta donde la gente está dispuesta a cometer atrocidades atroces.
  • En definitiva, “totalitarismo” se refiere a la ambición del sistema. Quiere eliminar la capacidad de elección individual y, al hacerlo, destruye el núcleo de lo que es ser humano. Cuanto más rápido un sistema destruye al individuo, más pronto colapsa el sistema.
El profesor Mattias Desmet, psicólogo belga con maestría en estadística, ganó reconocimiento mundial a finales de 2021, cuando presentó el concepto de “formación de masas” como explicación al comportamiento absurdo e irracional que veíamos con respecto a la pandemia de COVID y sus contramedidas.
También advirtió que la formación de masas da lugar al totalitarismo, que es el tema de su nuevo libro, “La psicología del totalitarismo”. El trabajo de Desmet fue popularizado aún más por el Dr. Robert Malone, cuya aparición en el podcast de Joe Rogan fue vista por unos 50 millones de personas.
Pero a medida que el término de búsqueda «formación masiva» se hizo cada vez más popular, Google respondió manipulando los resultados del motor de búsqueda en un intento de desacreditar a Desmet y mostrar a las personas en sus resultados de búsqueda información que les haría descartar la importancia de este trabajo. ¿Por qué? Porque Google está en el centro de la camarilla global y el movimiento hacia el totalitarismo.

Comprender la psicología de la época es crucial

Aquellos que se niegan a aprender de la historia están obligados a repetirla, dicen, y esto parece particularmente pertinente en la actualidad porque, como explica Desmet, si no entendemos cómo se produce la formación de masas y a qué conduce, no podemos Prevenirlo. ¿Cómo llegó Desmet a la conclusión de que estábamos en el proceso de formación masiva? El explica:
“Al comienzo de la crisis del coronavirus, allá por febrero de 2020, comencé a estudiar las estadísticas sobre las tasas de mortalidad del virus, las tasas de mortalidad por infección, la tasa de letalidad, etc., e inmediatamente tuve la impresión, y conmigo, varios estadísticos de fama mundial, como John Ioannidis de Stanford, por ejemplo, que las estadísticas y los modelos matemáticos utilizados sobrestimaron dramáticamente el peligro del virus.
Inmediatamente, escribí un artículo de opinión tratando de llamar la atención de la gente sobre algunos de los errores. Pero me di cuenta de inmediato que la gente simplemente no quería saber. Era como si no vieran ni los errores más flagrantes al nivel de las estadísticas que se usaban. La gente simplemente no era capaz de verlo”.
Esta temprana experiencia le hizo decidirse a centrarse en los mecanismos psicológicos que intervienen en la sociedad, y se convenció de que lo que estábamos viendo eran, de hecho, los efectos de un proceso de formación de masas a gran escala, porque la característica más destacada de esta tendencia psicológica es que vuelve a la gente radicalmente ciega a todo lo que vaya en contra de la narrativa en la que cree.
Básicamente, se vuelven incapaces de distanciarse de sus creencias y, por lo tanto, no pueden asimilar o evaluar nuevos datos. Desmet continúa:

“Otra característica muy específica es que este proceso de formación en masa hace que las personas estén dispuestas a sacrificar radicalmente todo lo que es importante para ellos, incluso su salud, su riqueza, la salud de sus hijos, el futuro de sus hijos.
Cuando alguien está en las garras de un proceso de formación de masas, se vuelve radicalmente dispuesto a sacrificar todo su interés individual. Una tercera característica, por nombrar solo algunas, es que una vez que las personas están atrapadas en un proceso de formación en masa, generalmente muestran una tendencia a la crueldad hacia las personas que no aceptan la narrativa o no la siguen... Por lo general, lo hacen como si fuera un deber ético.
Al final, suelen tender, primero, a estigmatizar, y luego a eliminar, a destruir, a las personas que no van con las masas.

Y es por eso que es tan extremadamente importante comprender los mecanismos psicológicos en funcionamiento, porque si comprende los mecanismos en funcionamiento, puede evitar que la formación de masas se vuelva tan profunda que las personas lleguen a este punto crítico en el que realmente están fanáticamente convencidas de que deben destruir a todo el que no los acompañe.

Por lo tanto, es extremadamente importante entender el mecanismo. Si lo entiendes, puedes estar seguro de que la multitud, la masa, primero se destruirá a sí misma, o se agotará, antes de comenzar a destruir a las personas que no están de acuerdo con la masa.
Entonces, es de crucial importancia, y eso es lo que describe mi libro. Describe cómo surge una masa, una multitud, en una sociedad, bajo qué condiciones surge, cuáles son los mecanismos del proceso de formación de masas y qué se puede hacer al respecto. Eso es extremadamente importante. 
Voy a mencionar esto desde el principio.
Por lo general, es imposible despertar a las masas. Una vez que surge un proceso de formación de masas en una sociedad, es extremadamente difícil despertar a las masas. Pero [despertarlos es] importante, [porque] puedes evitar que las masas y sus líderes se convenzan tan fanáticamente de su narrativa que comiencen a destruir a las personas que no están de acuerdo con ellos”.

De hecho, para aquellos de nosotros que no caímos bajo el hechizo de la narrativa irracional de COVID, la crueldad con la que el liderazgo político, los medios y la gente en general intentaron forzar el cumplimiento fue sorprendentemente abominable. Muchos fueron agredidos físicamente, y algunos incluso asesinados, simplemente por no usar cubrebocas, lo que sabíamos era una estrategia de prevención inútil.

Contexto histórico de la hipnosis masiva

Es más fácil entender qué es la formación de masas si la consideras como hipnosis de masas, porque no son simplemente similares, son idénticas, dice Desmet. La formación de masas es una especie de hipnosis que surge cuando se cumplen determinadas condiciones. Y, de manera inquietante, estas condiciones, y el trance hipnótico que surge, casi siempre preceden al surgimiento de los sistemas totalitarios.
Si bien el totalitarismo y una dictadura clásica comparten ciertas características, existen claras diferencias a nivel psicológico. Según Desmet, una dictadura clásica, a nivel psicológico, es muy primitiva. Es una sociedad que le teme a un grupo pequeño, a un régimen dictatorial, por su potencial agresivo.
El totalitarismo, por otro lado, surge de un mecanismo psicológico muy diferente. Curiosamente, el estado totalitario en realidad no existía antes del siglo XX. Es un fenómeno relativamente nuevo y se basa en la formación de masas o la hipnosis de masas.

Las condiciones para este estado hipnótico masivo (que se enumeran a continuación) se cumplieron por primera vez justo antes del surgimiento de la Unión Soviética y la Alemania nazi, por lo que ese es nuestro contexto histórico. Estas condiciones se volvieron a cumplir justo antes de la crisis del COVID. Lo que estamos viendo ahora es un tipo diferente de totalitarismo, en gran parte debido a los avances tecnológicos que han creado herramientas extremadamente efectivas para influir inconscientemente en el público.
Ahora tenemos herramientas muy sofisticadas con las que hipnotizar a masas de personas mucho más grandes que en épocas anteriores. Pero mientras nuestro totalitarismo actual es global en lugar de regional, y la guerra de la información es más sofisticada que cualquier cosa que los soviéticos o los nazis pudieran reunir, las dinámicas psicológicas básicas siguen siendo idénticas.

Comprender la hipnosis

Entonces, ¿cuáles son esas dinámicas psicológicas? “Formación en masa” es un término clínico que en la jerga de los profanos podría traducirse simplemente como una especie de hipnosis en masa, que puede ocurrir una vez que se cumplen ciertas condiciones.
Cuando estás siendo hipnotizado, lo primero que hará el hipnotizador es separar o retirar tu atención de la realidad o el entorno que te rodea. Luego, a través de su sugerencia hipnótica, generalmente una narración muy simple o una oración en voz alta, el hipnotizador enfocará toda su atención en un solo punto, por ejemplo, un péndulo en movimiento o simplemente su voz.
Desde la perspectiva de la persona hipnotizada, parecerá como si la realidad se hubiera desvanecido. Un ejemplo extremo de esto es el uso de la hipnosis para hacer que las personas sean insensibles al dolor durante la cirugía. En esa situación, el enfoque mental del paciente es tan estrecho e intenso que no se da cuenta de que su cuerpo está siendo cortado.

De la misma manera, no importa cuántas personas resulten heridas por las medidas del COVID, porque el foco está en el COVID y todo lo demás se ha desvanecido, en términos psicológicos.
Las personas pueden ser asesinadas por no usar una máscara y el hipnotizado no levantará una ceja. Los niños pueden morir de hambre y los amigos pueden suicidarse por desesperación financiera; nada de esto tendrá un impacto psicológico en los hipnotizados porque para ellos, la difícil situación de los demás no se registra. Un ejemplo perfecto de este cegamiento psicológico de la realidad es cómo las muertes y lesiones por pinchazos de COVID simplemente no se reconocen y ni siquiera se consideran causales.

Las personas recibirán la inyección, sufrirán lesiones masivas y dirán: «Gracias a Dios que recibí la inyección o hubiera sido mucho peor». No pueden concebir la posibilidad de que hayan resultado heridos por el disparo. ¡Incluso he visto a personas expresar su gratitud por la inyección cuando alguien a quien supuestamente amaban murió a las pocas horas o días de recibirla! Es alucinante. La dinámica psicológica de la hipnosis explica este comportamiento irracional e incomprensible, pero sigue siendo bastante surrealista.

“Aunque conozco los mecanismos en funcionamiento, sigo desconcertado cada vez que sucede”, dijo Desmet. “Casi no puedo creer lo que veo. Conozco a alguien cuyo marido murió unos días después de la vacuna, mientras dormía, de un infarto”.
“Y pensé: ‘Ahora abrirá los ojos y se despertará’. En absoluto”, agregó. “Simplemente continuó de la misma manera fanática, incluso más fanática, hablando de lo felices que deberíamos estar porque tenemos esta vacuna. Increíble, sí.

Las raíces psicológicas de la formación de masas

Como se mencionó, la formación masiva, o la hipnosis masiva, puede ocurrir cuando ciertas condiciones psicológicas están presentes en una parte suficientemente grande de la sociedad. 
Las cuatro condiciones centrales que deben existir para que surja la formación masiva son:
  • Soledad generalizada y falta de vinculación social, lo que conduce a:
  • Experimentar la vida como sin sentido, sin propósito y sin sentido, y/o enfrentarse a circunstancias persistentes que no tienen sentido racional, lo que conduce a:
  • Ansiedad y descontento flotantes y generalizados (ansiedad/descontento que no tiene una causa aparente o distinta), lo que conduce a:
  • Frustración y agresión flotantes y generalizadas (la frustración y la agresión no tienen una causa discernible), lo que da como resultado una sensación de descontrol.
Cómo surge la formación de masas en una sociedad

Una vez que una parte suficientemente grande de la sociedad se siente ansiosa y fuera de control, esa sociedad se vuelve altamente vulnerable a la hipnosis masiva. Desmet explica:
“El aislamiento social, la falta de significado, la ansiedad flotante, la frustración y la agresión son altamente aversivos porque si las personas se sienten ansiosas, sin saber por qué se sienten ansiosas, por lo general se sienten fuera de control. Sienten que no pueden protegerse de su ansiedad.
Y, si en estas condiciones se distribuye una narrativa a través de los medios de comunicación, indicando un objeto de ansiedad y, al mismo tiempo, brindando una estrategia para lidiar con el objeto de ansiedad, entonces toda esta ansiedad flotante podría conectarse con el objeto. de ansiedad
Y puede haber una gran voluntad de participar en una estrategia para lidiar con el objeto de la ansiedad, sin importar cuán absurda sea la estrategia. Entonces, incluso si está claro desde el principio, para todos los que quieran verlo, que la estrategia para lidiar con el objeto de la ansiedad podría cobrar muchas más víctimas que el objeto de la ansiedad en sí mismo… incluso entonces, podría existir esta gran voluntad. participar en una estrategia de trato con el objeto de la ansiedad.
Ese es el primer paso de todo mecanismo importante de formación de masas. Ya sea que se trate de las Cruzadas, la caza de brujas, la Revolución Francesa, el comienzo de la Unión Soviética o la Alemania nazi, vemos el mismo mecanismo, una y otra vez.
Hay mucha ansiedad flotante. Alguien proporciona una narrativa que indica un objeto de ansiedad y una estrategia para lidiar con él. Y luego toda la ansiedad se conecta con el objeto [propuesto] de ansiedad.
Las personas participan en una estrategia para lidiar con el objeto de la ansiedad que arroja una primera ventaja psicológica importante, ya partir de ahí las personas tienen la impresión de que pueden controlar su ansiedad. Está conectado a un objeto y tienen una estrategia para lidiar con él”.
La problemática vinculación social de la formación de masas

Una vez que las personas que solían sentirse solas, ansiosas y fuera de control comienzan a participar en la estrategia que se les presenta como la solución a su ansiedad, surge un nuevo vínculo social. Esto, entonces, refuerza la hipnosis masiva, ya que ahora ya no se sienten aislados y solos.
Este refuerzo es una especie de intoxicación mental, y es la verdadera razón por la que la gente compra la narrativa, sin importar cuán absurda sea. “Continuarán aceptando la narrativa, porque crea este nuevo vínculo social”, dice Desmet.
Si bien el vínculo social es algo bueno, en este caso se vuelve extremadamente destructivo, porque la frustración y la agresión que flotan libremente todavía están allí y necesitan una salida. Estas emociones necesitan ser dirigidas a alguien. Lo que es peor, bajo el hechizo de la formación en masa, la gente pierde sus inhibiciones y el sentido de la proporción.
Entonces, como hemos visto durante la pandemia de COVID, las personas atacarán y arremeterán de las maneras más irracionales contra cualquiera que no crea en la narrativa. La agresión subyacente siempre estará dirigida a la parte de la población que no está hipnotizada.

Hablando en términos generales, por lo general, una vez que se está formando la masa, alrededor del 30 por ciento de la población será hipnotizada, y esto generalmente incluye a los líderes que pronuncian la narrativa hipnotizadora al público, el 10 por ciento permanece sin hipnotizar y no acepta la narrativa. , y la mayoría, el 60 por ciento, siente que hay algo mal con la narrativa, pero acepta simplemente porque no quiere sobresalir o causar problemas.

Otro problema con el vínculo social que surge es que el vínculo no es entre individuos, sino un vínculo entre el individuo y el colectivo. Esto da lugar a un sentimiento de solidaridad fanática con el colectivo, pero no hay solidaridad hacia ningún individuo determinado. Entonces, los individuos son sacrificados sin piedad por el «bien mayor» del colectivo sin rostro.


“Esto explica, por ejemplo, por qué durante la crisis del coronavirus todo el mundo hablaba de solidaridad, pero la gente aceptaba que si alguien tenía un accidente en la calle, ya no se le permitía ayudar a esa persona a menos que tuviera una máscara quirúrgica y guantes. a tu disposición”, dijo Desmet.
“Eso también explica por qué, mientras todo el mundo hablaba de solidaridad, la gente aceptaba que si su padre o su madre se estaban muriendo, no se les permitía visitarlos”.

Al final, terminas con una atmósfera radical y paranoica en la que las personas ya no confían entre sí y en la que las personas están dispuestas a denunciar a sus seres queridos al gobierno.

“Entonces, ese es el problema con la formación de masas”, afirmó Desmet. “Es la solidaridad del individuo con el colectivo, y nunca con otros individuos”.

“Eso explica lo que sucedió durante la revolución en Irán”, continuó. “Hablé con una mujer que vivió en Irán durante la revolución, que en realidad fue el comienzo de un régimen totalitario en Irán”.
“Ella presenció, con sus propios ojos, cómo una madre denunció a su hijo al gobierno, y cómo le colgó la soga al cuello justo antes de que muriera, y cómo afirmó ser una heroína por hacerlo. Esos son los efectos dramáticos de la formación masiva”.

Sin enemigo externo, ¿qué sucede?

Ahora nos enfrentamos a una situación más complicada que en cualquier momento anterior, porque el totalitarismo que ahora está surgiendo no tiene enemigos externos, a excepción de los ciudadanos que no están hipnotizados y no compran las falsas narrativas. La Alemania nazi, por ejemplo, fue destruida por enemigos externos que se levantaron contra ella.
Por otro lado, hay una ventaja en esto, porque los estados totalitarios siempre necesitan un enemigo. Eso es algo que George Orwell describió muy bien en su libro “1984”. Para que el proceso de formación de masas continúe existiendo, debe haber un enemigo externo sobre el cual el Estado pueda enfocar la agresión de las masas hipnotizadas.

La resistencia no violenta y la franqueza son cruciales

Esto nos lleva a un punto clave, y es la necesidad de una resistencia no violenta y de hablar en contra de la narrativa. La resistencia violenta te convierte automáticamente en un objetivo para la agresión, por lo que “la resistencia dentro de un sistema totalitario siempre tiene que apegarse a los principios de la resistencia no violenta”, dijo Desmet. Pero también debe continuar hablando de manera clara, racional y no abusiva. Desmet explica:

“El primer y más importante principio al que debe adherirse la resistencia durante un proceso de formación de masas y totalitarismo emergente, es que las personas que no están de acuerdo con las masas tienen que seguir hablando. Eso es lo más crucial.
Como el totalitarismo se basa en la formación de masas, y la formación de masas es una especie de hipnosis, la formación de masas siempre es provocada por la voz del líder, que mantiene a la población en un proceso de hipnosis. Y cuando las voces disonantes continúen hablando, no podrán despertar a las masas, pero perturbarán constantemente el proceso de formación de masas.
Interferirán constantemente con la hipnosis. Si hay personas que continúan hablando, la formación de masas generalmente no será tan profunda como para que haya una voluntad en la población de destruir a las personas que no están de acuerdo con las masas. Eso es crucial.
Históricamente hablando, si miras lo que pasó en la Unión Soviética y en la Alemania nazi, está claro que fue exactamente en el momento en que la oposición dejó de hablar en público que el sistema totalitario comenzó a volverse cruel.
En 1930, en la Unión Soviética, la oposición dejó de hablar y, entre seis y ocho meses, Stalin comenzó sus grandes purgas, que se cobraron decenas de millones de víctimas. Y luego, en 1935, sucedió exactamente lo mismo en la Alemania nazi.
La oposición fue silenciada o detenida para hablar. Prefirieron pasar a la clandestinidad. Pensaban que se trataba de una dictadura clásica, pero no fue así. Estaban lidiando con algo completamente diferente. Se enfrentaban a un estado totalitario.
Y al decidir pasar a la clandestinidad, fue una decisión fatal para ellos. Entonces, también en la Alemania nazi, dentro de un período de un año después de que la oposición dejó de hablar en público, comenzó la crueldad y el sistema comenzó a destruir primero a sus oponentes. Eso es siempre lo mismo.
En la primera etapa, los sistemas totalitarios o de masas comienzan a atacar a quienes no les acompañan. Pero, después de un tiempo, simplemente comienzan a atacar y destruir a todos, grupo tras grupo.
Y, en la Unión Soviética, donde el proceso de formación de masas fue muy lejos, mucho más lejos que en la Alemania nazi, Stalin empezó a eliminar a la aristocracia, a los pequeños granjeros, a los grandes granjeros, a los orfebres, a los judíos, a toda la gente que según él nunca se convertiría en buenos comunistas.
Pero después de un tiempo, simplemente comenzó a eliminar grupo tras grupo sin ninguna lógica. Solo todos. Por eso Hannah Arendt decía que un estado totalitario es siempre un monstruo que devora a sus propios hijos. Y ese proceso destructivo comienza cuando la gente deja de hablar.
Esa es probablemente la razón por la que, a principios del siglo XX, hubo varios países donde hubo formación de masas, pero donde nunca hubo un estado totalitario en toda regla.
Probablemente, hubo suficientes personas que no se callaron, que continuaron hablando. Eso es algo que es tan crucial de entender. Cuando surge la formación de masas, la gente suele sentir que no tiene sentido hablar porque la gente no se despierta. La gente no parece sensible a sus contraargumentos racionales.
Pero nunca debemos olvidar que hablar claro tiene un efecto inmediato. Quizás no que despierte a las masas, sino que perturbe el proceso de formación de masas y la hipnosis. Y de esa manera, evita que las masas se vuelvan altamente destructivas hacia las personas que no las acompañan.
También pasa algo más. Las masas comienzan a agotarse. Comienzan a destruirse a sí mismos antes de comenzar a destruir a las personas que no los acompañan. Entonces, esa es la estrategia que se utilizará para la resistencia interna hacia los regímenes totalitarios”.

Rechazar el transhumanismo y la tecnocracia

Como se mencionó anteriormente, los líderes que declaran las narrativas también están siempre hipnotizados. Son fanáticos en ese sentido. Sin embargo, si bien los líderes mundiales de hoy son fanáticos del transhumanismo y la tecnocracia, es posible que no crean necesariamente lo que dicen sobre el COVID.
Muchos saben que están diciendo mentiras, pero justifican esas mentiras como necesarias para llevar a buen término las ideologías del transhumanismo y la tecnocracia. La ridícula agenda de COVID es un medio para un fin. Esta es otra razón por la que debemos seguir presionando y alzando la voz, porque una vez que desaparezcan los contraargumentos, estos líderes se volverán aún más fanáticos en su búsqueda ideológica.

“Al final, el desafío final no es tanto mostrarle a la gente que el coronavirus no era tan peligroso como esperábamos, o que la narrativa de COVID está mal, sino que esta ideología es problemática: esta ideología transhumanista y tecnocrática es un desastre para la humanidad; este pensamiento mecanicista, esta creencia de que el universo y el hombre es una especie de sistema mecanicista material, que debe ser dirigido y manipulado de una manera transhumanista tecnocrática mecanicista.
Ese es el desafío final: mostrarle a la gente que, al final, una visión transhumanista del hombre y del mundo implicará una deshumanización radical de nuestra sociedad. Entonces, creo que ese es el verdadero desafío al que nos enfrentamos. Mostrando a la gente, ‘Mira, olvídate por un momento de la narrativa de la corona’.
A lo que nos dirigimos, si seguimos en el mismo camino, es a una sociedad transhumanista radicalmente controlada tecnológicamente, que no dejará espacio alguno para la vida de un ser humano”.

Empeorará antes de mejorar

Al igual que yo, Desmet está convencida de que nos dirigimos rápidamente hacia el totalitarismo global y que las cosas empeorarán mucho antes de mejorar. ¿Por qué? Porque estamos solo en las etapas iniciales del proceso de totalitarismo. En el horizonte, la identidad digital todavía ocupa un lugar preponderante, y con eso viene una red de control insondablemente poderosa capaz de quebrar a casi cualquiera.
El rayo de esperanza es este: todos los que han estudiado la formación de masas y el totalitarismo han llegado a la conclusión de que ambos son intrínsecamente autodestructivos. No pueden sobrevivir. Y cuantos más medios tenga a su disposición para controlar a la población, antes podrá destruirse a sí mismo, porque el totalitarismo destruye la esencia del ser humano.

En definitiva, “totalitarismo” se refiere a la ambición del sistema. Quiere eliminar la capacidad de elección individual, y al hacerlo, destruye el núcleo de lo que es ser humano, “porque la energía psicológica en un ser humano emerge en cada momento en que un ser humano puede hacer una elección que es realmente su elección propia”, dice Desmet. Cuanto más rápido un sistema destruye al individuo, más pronto colapsa el sistema.
Una vez más, la única arma contra la destrucción brutal de la humanidad es hacer retroceder, alzar la voz, resistir sin violencia. Puede que no detenga el totalitarismo en seco, pero puede mantener a raya las atrocidades más atroces. También proporcionará un pequeño espacio donde los resistentes puedan tratar de sobrevivir juntos y prosperar en medio del paisaje totalitario.

“Entonces, si queremos tener éxito, tendremos que pensar en estructuras paralelas que nos permitan ser un poco autosuficientes. Podemos intentar asegurarnos de que ya no necesitamos demasiado el sistema. Pero incluso estas estructuras paralelas serían destruidas en un momento si la gente no continúa hablando. Entonces, eso es crucial.
Trato de traer esto a la atención de todos. Podemos construir estructuras paralelas tanto como queramos, pero si el sistema se vuelve demasiado destructivo y decide usar todo su potencial agresivo, entonces las estructuras paralelas serán destruidas. Pero el sistema nunca llegará a este nivel de profundidad de la hipnosis si hay voces disonantes que continúan hablando. Por lo tanto, estoy muy dedicado a seguir hablando”.


Si bien es imposible hacer predicciones precisas, el presentimiento de Desmet es que probablemente pasarán al menos siete u ocho años antes de que el sistema totalitario que emerge actualmente se consuma y se autodestruya. Podría ser más, podría ser menos. La sociedad es un sistema dinámico complejo, e incluso los sistemas dinámicos simples no se pueden predecir ni siquiera con un segundo de anticipación. Esto se conoce como la imprevisibilidad determinista de los ecosistemas dinámicos complejos.

Más información

Independientemente de cuánto tiempo tome, la clave será sobrevivir a todo y hacer lo que podamos para minimizar la carnicería. Un desafío clave a nivel individual será mantener los principios elementales de la humanidad. En la entrevista, Desmet habló sobre el libro de Aleksandr Solzhenitsyn, «El archipiélago Gulag», que destaca la importancia de aferrarse a su humanidad en medio de una situación inhumana.
“Eso, tal vez, es lo único que puede garantizarnos un buen resultado de todo el proceso, que es un proceso necesario, creo. Esta crisis no tiene sentido. No es sin sentido. Es un proceso en el que la sociedad puede dar a luz algo nuevo, algo mucho mejor de lo que existe hasta ahora”, dijo.
Para obtener más información sobre este tema verdaderamente crucial, asegúrese de obtener una copia del libro de Desmet, 
«La psicología del totalitarismo» .


Introducción 

«EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS», eso es lo que nuestro subconsciente nos dice cuando escuchamos o leemos la palabra «maquiavélico». Aunque la célebre frase no aparece en las obras de Nicolás Maquiavelo, ha servido para definir un pensamiento político que tiene su origen en el siglo XVI y que se asocia a una forma de gobierno autoritaria, incluso malvada. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que, en ocasiones, por simplificar y porque somos víctimas de nuestros sesgos cognitivos, tan solo vemos el árbol (la frase) pero no el bosque (el libro), en parte también porque ignoramos el contexto histórico. 

Esto nos lleva a rechazar ideas que podrían resultar muy interesantes. Nicolás Maquiavelo, con su obra principal, El príncipe, nos ofrece lo que hoy llamaríamos un manual o una guía. Un recetario para «torpes» con las estrategias necesarias para alcanzar el poder político o mantenerlo, para crear un Estado fuerte, sin dar demasiada importancia a los medios empleados. Nos encontramos, en definitiva, ante un pensamiento despojado de idealismos y utopías, alejado de justificaciones religiosas y centrado en la naturaleza humana como condicionante eterno de las relaciones sociales y, por lo tanto, también de las de poder. 

Hoy en día vivimos una época de cambio profundo, una era disruptiva marcada por innovaciones tecnológicas que no dejan de sorprendernos, y que incluso son parte fundamental del enfrentamiento geopolítico entre Estados Unidos, que ahora es vista como la superpotencia en decadencia, y China, cuyo imparable desarrollo tiene como objetivo final hacerse con el dominio mundial. Las tecnologías emergentes (o ya emergidas y en constante mejora), en el ámbito de la inteligencia artificial, la computación cuántica, el internet de las cosas, los sistemas y procedimientos de comunicación, la biotecnología, la robótica o los avances en el espacio, están redefiniendo al ser humano y también la manera en que nos relacionamos, tanto con otras personas como con las máquinas. En este punto de inflexión histórico, en el que los acontecimientos se precipitan con increíble velocidad, estas profundas transformaciones nos obligan a redefinir algunos conceptos que se han mantenido casi invariables desde el siglo XVI. 

En las siguientes páginas descubriremos si Maquiavelo todavía nos ofrece lecciones de vida válidas y revelaciones acerca del poder, que se puedan aplicar al contexto actual, puesto que es indudable que la psicología humana sí ha permanecido invariable en sus valores fundamentales. Y también en sus debilidades y pasiones.

10 estrategias de la manipulación mediática

El coronel del Ejército de Tierra en la reserva, Pedro Baños, exjefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo, relató en su libro –un auténtico «best seller»–, «Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial», las 10 estrategias de la manipulación mediática que elaboró el francés Sylvain Timsit.
Una vez más se hace realidad el viejo dicho, lo evidente es lo que nadie ve hasta que alguien lo explica con claridad.
Baños lo hace con la mayor de las claridades, lo que induce a una serena reflexión sobre quién mueve los hilos.

Las diez estrategias son estas:

1. DISTRAER LO IMPORTANTE

La distracción se convierte en el elemento primordial del control social. Consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de las decisiones de las élites políticas y económicas, empleando para ello el bombardeo constante de distracciones y de informaciones irrelevantes, al tiempo que se evita que la gente se interese por los conocimientos esenciales.
En Occidente, por ejemplo, el deporte se ha convertido en la principal distracción para desviar el interés público de lo verdaderamente importante.

2. CREAR PROBLEMAS Y DESPUES OFRECER SOLUCIONES

Esta estrategia, conocida también como «problema-reacción-solución», consiste en crear un problema para causar cierta reacción en el público a fin de que sea éste quien exija las medidas que los dirigentes deseaban imponer.
Puede ir desde desencadenar violencia urbana, perpetrar atentados sangrientos o crear crisis económicas con el fin de que la gente demande mayores medidas de seguridad, incluso a costa de su libertad, o de un retroceso en las prestaciones sociales.
También se la podría denominar «estrategia del caos constructivo», consistente en generar caos, violencia y destrucción, o al menos aparentarlo de modo que la gente se lo crea, con la finalidad de generar luego otro modelo de sociedad al antojo y voluntad plena, sin ninguna oposición popular, pues será la propia gente la que reclame la vuelta a la normalidad.

3. GRADUALIDAD

Para conseguir la aceptación de una medida extrema, basta con aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Así lo que hubiera podido conducir a una revolución se va tolerando mansamente.

4. DIFERIR EN EL TIEMPO

Presentar una decisión impopular como «dolorosa y necesaria», consiguiendo así la aceptación pública instantánea de algo que será aplicado en el futuro.

5. DIRIGIRSE AL PÚBLICO COMO CRIATURAS DE POCA EDAD

Cuanto más se intenta engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono pueril, empleando lenguaje y mensajes básicos comprensibles hasta por los más torpes.

6. UTILIZAR MÁS LA EMOCIÓN QUE LA REFLEXIÓN

Emplear al emoción provoca un cortocircuito en el análisis racional, afectando al sentido crítico de los individuos. Al quedar así inermes, se les puede implantar ideas, deseos, miedos, temores y compulsiones o inducir comportamientos.

7. MANTENER AL PÚBLICO EN LA IGNORANCIA Y LA MEDIOCRIDAD

Hacer que el público sea incapaz de comprender las técnicas y métodos utilizados para su control y su esclavitud, comenzando por una educación deficiente de las clases más bajas para que queden sometidas a las élites.

8. ESTIMULAR AL PÚBLICO A SER COMPLACIENTE CON LA MEDIOCRIDAD

Promover entre la gente que está de moda ser estúpido, vulgar e inculto, algo fácilmente reconocible en los «realities shows».

9. REFORZAR LA AUTOCULPABILIDAD

Hacer creer al individuo que él es el único culpable de su propia desgracia por ser poco inteligente, tener pocas capacidades o no esforzarse lo suficiente. De este modo entra en un estado depresivo que inhibe su acción, y sin ella no puede haber revolución.

10. CONOCER A LOS INDIVIDUOS MEJOR DE LO QUE ELLOS MISMOS SE CONOCEN

Actualmente la tecnología posibilita un conocimiento de las personas que puede llegar a ser superior al que tienen de sí mismas, por lo que pueden ser controladas con mayor facilidad por quien lleva las riendas.

El decálogo de manipulación de masas de Pedro Baños a examen: laclave está en la literatura española

VER+:




1º - DISTRACCION
2º - PROBLEMA REACCION SOLUCION
3º - GRADUALIDAD
4º - DIFERIR EN EL TIEMPO
5º - MENSAJE BASICO
6º - MAS EMOCION MENOS REFLEXION
7º - EDUCACION DEFICIENTE
8º - MEDIOCRIDAD
9º - AUTOCULPABILIDAD
10º - CONOCIMIENTO DE LOS INDIVIDU@S


Nos preparan una realidad que será un infierno. Lo dice también Barak Obama. Con la luz azul activarán neuronas que en ratones, los hacen comer por el tiempo que ellos quieran, o ponerse violentos. Poner pensamientos. Como si fuera una frase que se repite ininterrumpida mente.
Ya hay videos de lugares públicos que en lugar de las clásicas luces blancas las tienen azules. La noche será como un estado de sitio para nosotros.
Si están haciendo de todo para que escaseen los alimentos y si sumaran escasez más activar el comer, están creando canibalismo.
Masas violentas de repente sin causa y sin control más que el de ellos.
Tendremos que tener rifles para dispararles a las luces.
O bien empezar a practicar con una onda o gomera como el rey David.

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ZAPATERO | ¿BUEN TALANTE?

El mercenario y psicópata José Luis Rodríguez Zapatero autorizó en España, el empleo de las Armas Psicotrónicas, me quedé de piedra, y es que no me lo podía creer, porque no fue Aznar, tampoco fue Felipe, ni Rajoy. Es que fuiste tu, el Presidente del buen Talante. Tu fuiste, el que autorizó el uso, de estas armas del Diablo, y ahora mientras tu vives tu vida, a mi me están machacando y robando la mía. Para tu conocimiento te diré,que en la actualidad este tipo de armamento, se está utilizando para torturar a distancia, las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, a mas de 200 familias en España, y lo hacen en cuadrilla, con alevosía, y nocturnidad, El control mental, aunque desde un punto de vista teórico, pueda parecer, que esta relacionado con la Seguridad Nacional, en la practica, y para los que lo sufrimos diariamente, es una desgracia, es sufrimiento, es dolor, es exclusión, es limitación, es incomprensión y es anulación. El control mental destruye nuestras vidas, en todas sus facetas, la profesional, la familiar, la social, la personal, la física, la religiosa, la anímica, y hasta la sexual. Destruye también el ultimo reducto de nuestra privacidad, que son nuestros propios pensamientos, de la misma forma, que también destruye, nuestras relaciones sociales, dejándonos totalmente aislados, incomprendidos marginados y sin pareja.

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