miércoles, 3 de abril de 2019

LIZ MURRAY, UNA ADOLESCENTE INDIGENTE EN HARVARD 🎓



Liz Murray, 
la historia de una joven indigente 
que se graduó en Harvard
"No dejes que lo que no puedes hacer interfiera en aquello que puedes hacer", del entrenador de baloncesto John Wooden
Las memorias de una adolescente que pasó de dormir en la calle a ser una estudiante modelo en esta prestigiosa universidad se han convertido en un fenómeno editorial.


El día en que Liz Murray nació su padre se encontraba en la cárcel y su madre intentaba desengancharse de las drogas. Cuando su padre salió de prisión Liz y su hermana se acostumbraron a ver a sus padres consumir en casa. A duras penas iba al colegio y en clase sus compañeros se reían de ella por llevar la ropa y el pelo sucios. Esa situación provocó que hiciera novillos a diario y que al final acabase en un reformatorio. Después de varios problemas su madre la echó de casa. Liz sobrevivió comiendo basura y durmiendo en el metro. Un día conoció a Carlos, que la protegió durante un tiempo. Cuando su madre murió decidió retomar las riendas de su vida y volvió a estudiar. Se graduó y fue aceptada en Harvard.


Quemar la noche es la reconstrucción de un viaje a los infiernos, el periplo de una joven por el escenario de hambre, drogas y mendicidad que le tocó vivir y al que podría haberse visto abocada sin remedio. Su fuerza y su determinación por cambiar el curso de un destino en apariencia escrito hicieron que Liz Murray lograse sobreponerse a la calle y a la desesperación, y seguir adelante porque tenía algo valioso por lo que luchar: su vida. Una historia real conmovedora que nos enseña a confiar en nuestro instinto y en el poder del ser humano de cambiar frente a la adversidad y conseguir sus objetivos

Liz Murray, ahora de 30 años, tiene un trabajo estable, vive en un bonito apartamento en Nueva York y su nevera siempre está llena. Sin embargo, su vida no siempre fue así. Durante su adolescencia tuvo que dormir en estaciones de metro y comer desperdicios. Todas esas experiencias están incluidas en su primer libro, "Quemar la noche. Mi viaje desde la indigencia hasta la  Universidad de Harvard (Breaking night. A memoir of forgiveness, survival, and my journey from homeless to Harvard), un recuento de sus años en las calles del Bronx, luego de que sus papás se volvieron adictos a la heroína y contrajeron el virus del sida. Su testimonio es un ejemplo para millones de personas en el mundo, y la publicación se ubicó en la lista de los más vendidos del diario "The New York Times" apenas una semana después de salir al mercado.


Su historia es tan conmovedora que en 2003 inspiró una película para televisión nominada a tres premios Emmy. Liz recuerda que antes, cuando caminaba por la calle, la gente la miraba con asco y cambiaba de acera. Ahora se le acercan a pedirle autógrafos y consejos. Oprah Winfrey, la reina de la televisión gringa, le entregó un premio por su labor. Y hoy dicta conferencias en todo el mundo al lado de personalidades como el Dalái Lama, Tony Blair y Mijail Gorbachov. Uno de los episodios más impactantes que suele contar a los asistentes a sus charlas es que, con su hermana Lisa, para calmar el hambre solían comer cubos de hielo, crema dental y hasta humectante labial con sabor a cereza.


Pero hay detalles aún más escalofriantes. Las sábanas, sillas y paredes de su casa estaban manchadas de sangre porque sus papás se inyectaban heroína a toda hora y en cualquier lugar. En una ocasión su mamá le robó la plata que le habían regalado de cumpleaños, y, en otra, vendió el televisor y un pavo de acción de gracias para comprar droga. Aunque su papá también era adicto, había alcanzado a cursar unos semestres en la universidad. Era un lector voraz de la revista "The New Yorker" y nunca devolvía los libros que alquilaba en las bibliotecas públicas. Además, se sabía todas las respuestas del famoso concurso de televisión Jeopardy!, y en sus momentos de lucidez les enseñaba a leer a sus hijas. 


Liz sacaba muy buenas notas en el colegio, pero casi no iba a clase porque los niños le decían "piojosa". Podía pasar varias semanas sin bañarse y sus papás ni siquiera se daban cuenta. A pesar de su descuido, no les guarda rencor. "Ambos tenían una adicción muy seria, pero no eran malos. Aunque cometieron errores, yo siempre supe que, de no ser por su enfermedad, habrían sido mejores padres". Por eso, cuando a los 15 años se enteró de que su mamá tenía sida, se dedicó a cuidarla día y noche. Poco después de su muerte, su papá, también infectado, dejó de pagar el arriendo y se fue a vivir a un hogar de paso donde falleció en 2006. Fue entonces cuando Liz y Lisa quedaron abandonadas. Su hermana solía quedarse en la casa de sus amigos, mientras que ella dormía en estaciones del metro y en las bancas de los parques.

Durante cuatro años Liz se mantuvo a punta de limosnas y se hizo amiga de otros jóvenes desamparados como ella. "Yo sabía que tenía que cambiar mi vida. Acababa de cumplir 16 y estaba siguiendo los mismos pasos de mi mamá cuando tenía mi edad. Ella también se había quedado sin hogar y había abandonado la escuela. Su muerte me impactó profundamente y me di cuenta de que debía romper ese ciclo de pobreza". 


La joven decidió entonces validar el bachillerato. En 1999 ganó una de las becas que anualmente entrega "The New York Times" para estudiar en Harvard, y se inclinó por la Psicología. Al poco tiempo la llamaron para que hablara de su experiencia frente a un grupo de estudiantes en una escuela; el primer día solo asistieron ocho, luego llegaron 30 y la siguiente semana ya eran 200. Después de una década, hoy a muchos todavía les parece difícil creer que, con todo ese historial a cuestas, Liz no terminara convertida en una delincuente.


De la calle a Harvard


Liz Murray. De mendiga a universitaria en Harvard


El proyecto arthur
ACABAR CON LA POBREZA GENERACIONAL ATRAVÉS DEL APRENDIZAJE BASADO EN RELACIONES
El Proyecto Arthur es un programa único que transforma la mentoría tradicional mediante el uso de mentores profesionales para trabajar intensamente con jóvenes en riesgo durante la secundaria.

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