HABÍA UNA CRUZ EN EL CORAZÓN DE DIOS
ANTES QUE HUBIERA UNA CRUZ
EN EL MONTE DEL GÓLGOTA
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¿Cómo es posible que siendo Dios tan omnipotentemente sabio y bueno permita que haya terremotos, con la consiguiente destrucción de personas y bienes materiales imprescindibles para vivir?
Así preguntaba Voltaire en su Poema sobre el desastre de Lisboa, ocurrido el 1 de noviembre de 1755.
En tiempos de gran sufrimiento, las personas afligidas a menudo plantean un desafío: "¿Por qué permitió Dios que ocurriera este mal?"
Para responder a esa pregunta, un pastor debe desarrollar una teodicea (es decir, una respuesta que justifique la creencia en un Dios todo amoroso y todopoderoso a pesar del pecado y el mal). Aunque la existencia y la extensión del mal es un misterio profundo, el mensaje del cristianismo brilla incluso en la oscuridad. Según la Biblia, ni siquiera Dios se eximió de la agonía del sufrimiento humano. La segunda Persona de la Trinidad, Jesucristo, Dios de Dios mismo, experimentó un horrible encuentro con el dolor y la agonía en la cruz.
Esta misma verdad golpeó al reverendo Edward Shillito, mientras veía a oleadas de jóvenes heridos regresar de la Primera Guerra Mundial.
¿Cómo podría el cristianismo ser una "buena noticia" para aquellos que vieron la matanza de una brutal guerra de trincheras en el teatro de batalla europeo?
Shillito, un ministro de la Iglesia Libre en Inglaterra, vio una respuesta parcial en las siguientes enseñanzas: entre todas las religiones del mundo, solo el cristianismo retrata a un Dios que sufre como hombre. El siguiente poema, Jesús de las Cicatrices, fue su intento de explicar esta verdad claramente reconfortante en un mundo sacudido por la guerra, la muerte, la injusticia y los desastres naturales.
"JESÚS DE LAS CICATRICES"
Edward Shillito
"Si antes nunca Te buscábamos,
Te buscamos ahora;
Tus ojos traspasan la oscuridad,
nuestras únicas estrellas;
Tenemos que ver las marcas de las espinas
en tu frente,
Tenemos que tenerte a Ti,
Oh Jesús de las cicatrices.
Los cielos nos asustan;
están demasiado calmos;
Ningún lugar tenemos en todo el universo.
Nuestras heridas nos duelen;
¿dónde está el bálsamo?
Señor Jesús, por Tus cicatrices,
conocemos Tu Gracia.
Los otros dioses eran fuertes;
pero Tú eras débil;
Ellos cabalgaban, pero Tú tropezabas
camino al trono;
Pero nuestras heridas,
sólo las heridas de Dios
pueden comprender,
Y ningún dios tiene heridas, sino sólo Tú".
“Jesus of the Scars”
by Edward Shillito
If we have never sought, we seek Thee now;
Thine eyes burn through the dark, our only stars;
We must have sight of thorn-pricks on Thy brow,
We must have Thee, O Jesus of the Scars.
The heavens frighten us; they are too calm;
In all the universe we have no place.
Our wounds are hurting us; where is the balm?
Lord Jesus, by Thy Scars, we claim Thy grace.
If, when the doors are shut, Thou drawest near,
Only reveal those hands, that side of Thine;
We know to-day what wounds are, have no fear,
Show us Thy Scars, we know the countersign.
The other gods were strong; but Thou wast weak;
They rode, but Thou didst stumble to a throne;
But to our wounds only God’s wounds can speak,
And not a god has wounds, but Thou alone.
JESÚS DAS CICATRIZES - Layza Freire
LA SAETA
Antonio Machado
"¿Quien me presta una escalera,
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazarano?"
Saeta popular
¡Oh la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero,
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
LA SAETA AL CRISTO DE LOS GITANOS
CAMARÓN DE LA ISLA
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