ORACIÓN JUBILAR
DEL AÑO DE LA MISERICORDIA
Señor Jesucristo,
tú nos has enseñado a ser misericordiosos
como el Padre del cielo,
y nos has dicho que quien te ve,
lo ve también a Él.
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo
y a Mateo de la esclavitud del dinero;
a la adúltera y a la Magdalena
del buscar la felicidad solamente en una creatura;
hizo llorar a Pedro luego de la traición,
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros
escuche como propia la palabra
que dijiste a la samaritana:
¡Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible,
del Dios que manifiesta su omnipotencia
sobre todo con el perdón y la misericordia:
haz que, en el mundo,
la Iglesia sea el rostro visible de Ti,
su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros
fueran revestidos de debilidad
para que sientan sincera compasión
por los que
se encuentran en la ignorancia o en el error:
haz que quien se acerque a uno de ellos
se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos
a todos con su unción
para que el Jubileo de la Misericordia
sea un año de gracia del Señor
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo,
llevar la Buena Nueva a los pobres
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos
y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María,
Madre de la Misericordia,
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración Antifonal de Confesión
Juan 13:31-35
Nos cuesta amarnos sin distinción
y siempre encontramos excusas para justificarnos.
Perdónanos, Señor.
Permitimos que afloren sentimientos
en medio de la comunidad,
que no son tu voluntad
ni son de bendición para nadie.
Perdónanos, Señor.
No somos comunidades de amor
y aquellos que se acercan
no pueden sentir tu amor en medio nuestro.
Perdónanos, Señor.
Tenemos una lista de requisitos
para amar de verdad a aquellas
personas que son diferentes de nosotros.
Perdónanos, Señor.
Tenemos limitaciones para superar
nuestros prejuicios
y nuestras propias inseguridades o desconocimiento.
Perdónanos, Señor.
No logramos obedecer
el nuevo mandamiento que nos viniste a traer.
Perdónanos, Señor.
Te lo pedimos humildemente,
en el nombre de Jesús, Amén.
P. Maximiliano A. Heusser
Cara a Cara - Marcos Vidal
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