sábado, 17 de octubre de 2015

TIEMPO DE QUITARSE LAS CARETAS

"Quien quiera algo que no sea Cristo,

no sabe lo que quiere; 
quien pida algo que no sea Cristo, 
no sabe lo que pide; 
quien no trabaje por Cristo, 
no sabe lo que hace" 
San Felipe Neri


Tiempo de quitarse las caretas

No corras más, no te escondas,
no dejes que te insulten
ni que te acusen ni que te lastimen 
con sus palabras hirientes y sus bromas soeces.

Es tiempo de quitarse las caretas
y de ver quién es quién.
No temas, mujer, que tu pecado
no excusa los otros pecados
ni da derecho al juicio
a quienes se escudan en apariencias
de piedad, de bondad, 
de cumplimiento de la ley,
de perfecta santidad,
de generosidad y hasta de decencia.

Quienes te traen a los pies de Jesús
dicen haberte encontrado amando,
quizá a quien no debías,
sin dudas fuera de la ley de aquel entonces.
Pero ignoran que su dedo acusador,
el veneno de sus lenguas filosas,
y las piedras que cargan en sus manos 
o que esconden en sus bolsillos,
no pueden engañar el corazón del Maestro.

De pronto, ante una mirada y una pregunta simple,
los argumentos condenatorios se derrumban, 
la trampa se desenmascara
y uno a uno comienzan a irse
aquellos que se creían dueños de la verdad,
aquellos que sin misericordia
y buscando justificarse,
querían hacerle una zancadilla
al proyecto de Dios.

Levanta la vista, mujer,
ponte en pie, deja el suelo de la vergüenza
al que te arrojaron con desprecio
y recupera la dignidad que quisieron arrebatarte
aquellos cobardes de medias verdades.

Jesús no condena… 
Jesús abraza, perdona,
restaura, anima, enseña,
¡dignifica!

Tu regreso a la vida cotidiana, mujer,
será un permanente recordatorio
para quienes te trajeron, primero,
y luego te dieron la espalda,
de la necesidad de revisar la propia vida.
Y será, por todos los tiempos,
una señal esperanzadora
para todas las personas calumniadas
por odios discriminadores,
deshumanizadas por leyes crueles,
estigmatizadas por su raza, su condición social,
su religiosidad o su vida sexual;
será un signo luminoso
para las personas arrojadas al suelo del desprecio,
pisoteadas en su fragilidad,
víctimas de sistemas opresores
y de una religiosidad que se ha vaciado de Dios.

Levántate, mujer,
ya no hay piedras, 
sólo un camino nuevo por descubrir
y mucha luz 
en el horizonte de tu vida restaurada.

Gerardo Oberman
A la luz de Juan 8:1-12


VER+:

HIPOCRESÍA



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