martes, 13 de noviembre de 2012

VERSOS DE LA SABIDURÍA HUMILDE (IX)



NEBULA CARINA DE LA VIA LACTEA 
donde se forman Estrellas
“Toda sabiduría viene del Señor y con él permanece para siempre. ¿Quién podrá contar los granos de arena a orilla de los mares, las gotas de lluvia, los días ya transcurridos? ¿Quién puede medir la altura del cielo, la extensión de la tierra, las profundidades del océano?
 
La sabiduría fue creada antes de cualquier cosa, la inteligencia que todo lo dispone viene de más lejos que el principio del tiempo. ¿A quién ha sido revelada la fuente de la sabiduría? ¿Quién ha conocido sus secretas intenciones?
 
Sólo hay un sabio, muy digno del más alto respeto:
¡El que se sienta en su trono! El Señor fue quien creó la sabiduría; la vio, le tomó las medidas, la difundió en todas sus obras, en todos los seres vivos, según su generosidad. La distribuyó con largueza a todos los que lo aman.
 
El temor del Señor es nuestra gloria y de ello podemos estar orgullosos; es la alegría y la corona de los vencedores. El temor del Señor regocija el corazón, da buen humor, alegría y larga vida. Todo acabará bien para el que teme al Señor; será bendito en el día de su muerte. El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría; puso la sabiduría en el corazón de sus fieles desde antes de su nacimiento. Ella estaba en su puesto desde antes del tiempo; anidó en medio de los hombres, permanecerá fiel a su descendencia. El temor del Señor es la plenitud de la sabiduría; te sacia con sus frutos, repletando tu casa con cosas muy especiales, y tus graneros, con sus riquezas.
 
El temor del Señor es la corona de la sabiduría; hace que florezcan la paz y la buena salud. El Señor la vio y la midió; dejó caer una lluvia de saber y de inteligencia; los que tienen la sabiduría no pueden disimularla. El temor del Señor es la raíz de la sabiduría; su ramaje se llama larga vida. La violencia injusta no tiene excusa alguna; se destruye por sus propios excesos. El hombre paciente soportará todo el tiempo que sea necesario, al final se le concederá la alegría; se retendrá de hablar hasta el momento preciso, todos entonces reconocerán su valor.
 
La sabiduría guarda entre sus tesoros máximas de rico contenido; pero el pecador no se preocupa de las cosas de Dios. ¿Deseas la sabiduría? Cumple los mandamientos y el Señor te la concederá generosamente. Pues el temor del Señor es sabiduría y doctrina; lo que le agrada es la fidelidad y la dulzura. No te apartes del temor del Señor, acércate a él con un corazón íntegro. 
 
No seas hipócrita ante la gente, más bien vigila tus palabras. No cantes tus propias alabanzas; podrías caer y atraerte la deshonra. Si no tienes el temor del Señor y vives en la mentira, él revelará tus secretos y te echará por tierra en público”.
 
  Eclo 1,1-30

 

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