domingo, 26 de febrero de 2023

LIBRO "LA FRAGILIDAD de la LIBERTAD" por FRANCISCO JOSÉ CONTRERAS 🗽


LA FRAGILIDAD
DE LA 
LIBERTAD

FRANCISCO JOSÉ CONTRERAS

Este libro reflexiona sobre la pulsión autodestructiva de la sociedad más libre y próspera de la Historia. Occidente interpreta su pasado como una larga noche de machismo, clasismo y superstición. Se cree en deuda con otras civilizaciones, y por tanto sin derecho a afirmarse frente a ellas (por ejemplo, defendiéndose de la inmigración). Ha dimitido de la reproducción, y se encuentra al borde de un abismo demográfico de difícil salida. Y ha propiciado la fragilización de la célula social que servía para transmitir la vida: el matrimonio de hombre y mujer.
La fragilidad de la libertad se ocupa de cuestiones como: la alarmante situación demográfica de España; la importancia del matrimonio, y cómo la sociedad ya no entiende su sentido; la maternidad subrogada; el aborto; el matrimonio gay; el transhumanismo… 
La sección histórica aborda asuntos como el ethos de la era victoriana y su disolución en la contracultura de los 60; la degeneración relativista-libertaria del liberalismo; la relación de amor-odio entre fascismo y comunismo. Los capítulos religiosos analizan la intolerancia creciente hacia los cristianos y la indiferencia occidental frente a la persecución de los cristianos de Oriente.


INTRODUCCIÓN

No ocultaré que este libro es una recopilación de trabajos independientes. Los recorre, sin embargo, una inspiración de fondo que sirve de hilo conductor: la preocupación por los crecientes síntomas de debili­dad y autodestrucción discernibles en la civilización liberal-democrática del Occidente moderno, a la que tengo por la mejor de la historia. Todavía somos un oasis de bienestar, libertad y seguridad en el que mi­llones de inmigrantes sueñan con establecerse. Pero hemos olvidado hasta qué punto son frágiles esas conquistas. Hemos convertido la libertad en un absoluto, descuidando las condiciones que la hacen posi­ble y le confieren sentido. Un absoluto autodestructivo e insostenible a medio plazo.

La nuestra es una sociedad de "huérfanos voluntarios" que reniega de sus raíces y caricaturiza su pro­pia historia, representándola como una larga noche de machismo, racismo, superstición y represión1. Una sociedad estéril que ha abdicado de la reproducción y será castigada con un invierno demográfico de­solador. Una sociedad de familias volátiles, en la que cada vez menos niños se crian con su padre y su ma­dre. En la que un Estado hipertrofiado lo regula todo, asumiendo funciones que antes cumplían las fami­lias y supliendo imperfectamente las carencias de una sociedad civil en regresión. Una época que, mien­tras proclama la tolerancia como único imperativo, impone una grotesca dictadura de lo políticamente correcto que uniformiza las conciencias y anatemiza comoodiador -homófobo, xenófobo, racista- a quien defienda la familia natural o advierta sobre el fracaso del multiculturalismo. Una sociedad en la que, mientras el Estado ejerce un cuasi-monopolio sobre servicios -como la sanidad o la educación- que podría resolver el mercado, se someten a compraventa, o están a punto de hacerlo, bienes que deberían perma­necer extra commercium, como la procreación y la gestación. Una época en la que la biotecnología hará pronto posible la manipulación del genoma humano y, por tanto, el fin de la humanidad tal como la co­nocemos. En la que el vientre materno ya no es seguro y la etapa intrauterina se ha convertido en la más peligrosa de la existencia (uno de cada cinco embarazos termina en aborto).

El primer bloque temático está dedicado a lo más básico: cómo el Occidente contemporáneo ha descui­dado la transmisión de la vida, poniendo así en peligro la conservación social. La de la vida individual, con la aceptación general del aborto, cuestión tratada en el capítulo 7, en el que resumo los que me pare­cen mejores argumentos sobre el derecho a la vida del no nacido. Y la de la vida colectiva: el capítulo 1 ex­pone la inquietante situación demográfica de España y las razones por las que políticos, opinadores y sociólogos evitan mirarla de frente. El 2 sitúa la crisis demográfica española en un contexto europeo y mun­dial, y se pregunta si cabe sensatamente esperar una repetición del baby boom de 1945-70.

La transmisión de la vida requiere una determinada organización de las relaciones humanas: de ahí que el siguiente bloque temático esté dedicado a la familia. El 3 ("Una teoría sexual del matrimonio") exa­mina el proceso de desinstitucionalización de la noción de matrimonio: lo que siempre fue entendido como una "forma social" objetiva e indisponible que estructuraba las relaciones hombre-mujer en fun­ción de las necesidades de los hijos y de la comunidad pasa ahora a ser visto como la mera certificación de una relación emocional entre dos (¿o más?) adultos, que tendrá las condiciones y la duración que deseen éstos. El 4 ("La Manif Pour Tous, una revolución conservadora") pone la lupa sobre el sorprendente fenó­meno de La Manif Pour Tous francesa, que ha sido capaz de movilizar a cientos de miles de personas en defensa de la familia y de la maternidad natural, en lo que ha sido interpretado por muchos como un Mayo del 68 al revés. El 5 ("Matrimonio gay y transhumanismo") analiza más en profundidad lascuestiones antropológicas que están enjuego en el debate francés sobre la familia y la naturaleza humana. La ex­tensión del matrimonio a las parejas del mismo sexo tiene una relevancia conceptual que va más allá del reducido porcentaje de parejas directamente concernidas. Por otra parte, al "derecho al matrimonio" le si­gue inevitablemente el "derecho a la paternidad", que obliga a la liberalización de técnicas de reproduc­ción artificial como la inseminación artificial y la maternidad subrogada, para que puedan tener hijos los gays y lesbianas. Y eso no es sino el primer paso de un proceso posible de alteración biotecnológica de la condición humana, que podría continuar con el "bebé a la carta", la clonación o el human enhancement mediante la manipulación del genoma. Es la vertiginosa perspectiva del "transhumanismo", que ya es ob­jeto de debate abierto -y de cuantiosas inversiones- en laboratorios, universidades y empresas de Silicon Valley, y que podría llevarnos a un mundo con dos o más "humanidades", como en la época en que coexis­tieron -parece que no muy pacíficamente- Neanderthales y Cromañones2. El capítulo 6 ("Contra la gesta­ción subrogada") expone mis argumentos contra esta práctica que cosifica a la mujer, mercantiliza la reproducción y priva al niño del amor de una madre.

El siguiente bloque temático nos lleva a la historia de las ideas, y más concretamente al análisis de la gran distancia que media entre el liberalismo clásico y su degeneración libertaria actual. El capítulo 8 ("Virtud y libertad: De la Inglaterra victoriana a la revolución familiar") examina cómo el liberalismo se desarrollóen el siglo XIX en un contexto socio-cultural caracterizado por el respeto (al menos nominal, y a menudo también efectivo) de ciertas virtudes. Se estimaba que la libertad era indisociable de la digni­dad: tenía que ser merecida y utilizada responsablemente. La libertad no era concebida como arbitrio de indiferencia, sino como libertad para la excelencia. La revolución cultural de los años 60-70 cortó esa vinculación, arrojando al basurero histórico la noción de virtud y desdeñando cualquier faro moral que no sea el "ser fiel a sí mismo". Las consecuencias sociales han sido muy negativas, especialmente para los más pobres.

El capítulo 9 es el más extenso, y propone una teoría del liberalismo conservador. Mi tesis es que el libe­ralismo clásico presentaba muchos elementos de continuidad con la philosophia perennís aristotélico-to­mista y la concepción clásica del mundo. Pero ese liberalismo conservador está actualmente en peligro de extinción, desplazado por un "libertarianismo" postmoderno caracterizado por el relativismo moral y el ultraindividualismo adanista. Expongo las vetas conservadoras discernibles en el pensamiento de clási­cos del liberalismo como Locke, Adam Smith o Hayek (sí, el autor de "Por qué no soy conservador"). Sos­tengo que la visión del mundo de los Padres Fundadores norteamericanos -y, más genéricamente, lo que podríamos llamar el ADN histórico de EE.UU. -fue liberal-conservadora. Analizo las ideas del llamado "li­beralismo perfeccionista".E introduzco finalmente la hipótesis de que el paso del liberalismo clásico al libertarianismo sea consecuencia inevitable de la transición de una cosmovisión teísta a otra ateo­ materialista.

Los capítulos 10, 11 y 12 tratan sobre "Cristianismo y espacio público". Pues la aparente tolerancia postmoderna excluye de hecho a los conservadores, y muy particularmente a los cristianos, que son apartados del debate público -cuando no llevados a los tribunales por "homofobia" o "discurso de odio"­ con el pseudoargumento de que "no deben intentar imponer sus creencias a los demás". La cristianofobia encuentra una confirmación miserable en la indiferencia general al genocidio de los cristianos de Oriente, cuestión a la que dedico el capítulo 10. El 11 ("Hostilidad anticristiana en España") analiza los obstáculos y riesgos que afronta cualquiera que pretenda defender sin autocensuras la moral cristiana en la España actual. Y el 12 ("El derecho a ser laico") disecciona la "imputación falaz de confesionalidad" como trampa dialéctica que permite a los laicistas silenciar a loscreyentes.

Los capítulos 13 y 14, finalmente, tratan temas históricos. En el centenario de la Revolución soviética, aprovecho el comentario de un libro de Vladimir Tismaneanu para exponer una interpretación personal sobre el origen, éxito y caída -desgraciadamente no total ni irreversible- del comunismo. Y libros recien­tes de Hermann Tertsch y Pío Moa me sirven de punto de partida para hincar el diente al melón del fran­quismo. Haber regalado a la izquierda el monopolio de la interpretación del periodo 1931-1975 es, en mi opinión, una de las principales causas del complejo de inferioridad moral y abdicación ideológica de la derecha española.

He llegado a una edad en la que la tentación del escepticismo y la sospecha de la futilidad del combate intelectual empiezan a ser muy poderosas. El móvil principal para seguir escribiendo es no defraudar a amigos que todavía esperan algo de uno. Así que dejo aquí testimonio público de gratitud a las personas de las que partieron los encargos o sugerencias que dieron pie a algunos de los trabajos de este libro: Elio Gallego, Ignacio lbáñez, Alejandro Macarrón, Mario Noya, Gonzalo Fernández de la Mora, Ignacio Ar­suaga, Gádor Joya, Antonio José Sánchez. Tuve el honor de que Carlos Rodríguez Braun leyera y comen­tase el capítulo sobre Hayek. El artículo sobre la gestación subrogada surgió de un debate con Juan Ra­món Rallo y Santiago Navajas en la prensa digital: les agradezco a ambos la disposición al diálogo. Pepe Quique Rosendo, triste y prematurnmente desaparecido, publicó en Stella Maris el volumen colectivo ¿De­mocracia sin religión?, que incluía el trabajo "Hostilidad anticristiana en España"; también me pidió el co­mentario sobre "El diablo enla Historia", punto de partida del capítulo sobre el comunismo.
Los amigos del grupo Baco, exigentes jueces, leyeron y mejoraron con sus sugerencias varios de estos trabajos. Y el interés común por la época victoriana (capítulo 8) es una gozosa ocasión de complicidad con mi hija Clara.
Sevilla, 12 de Noviembre de 2017
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1 (Traduciré a) español todas las citas de obras extranjeras) "Aceptando con complacencia caricaturas parciales de nuestra historia, esta falsa Europa sufre la hipoteca de un insuperable prejuicio contra el pasado. Sus partidarios son huérfanos por elección y pretenden que ser huérfano, no tener hogares un noble logro. De este modo, la falsa Europa se felicita a si misma como la precursora de una comunidad universal que no es ni universal ni comunidad" (VV.AA. Una Europa en la que podamos creer: Declaración de París", Octubre 2017)
2 Dado que, presumiblemente, solo una minoría accedería al principio a los caros procedimientos biotecnológicos que permitirían el "mejora­miento" (capacidades multiplicadas, juventud alargada...) de ellos mismos o de su progenie. La especie quedaría así dividida entre los nuevos superhombres y los "hombres viejos", aún atados a la enfermedad y la caducidad. Ya Huxley vislumbró en Un mundo feliz una humanidad divi­dida en varias castas biológicas ("Alfas", "Betas"', etc.). Vid. F.J. Contreras, "De BlaBlaCar al superhombre", Actuall.com, 21 Nov. 2017.

[CONFERENCIA] La crisis de la unidad familiar

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