Guadalupe:
Milenario Río de Luz
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El libro tiene 720 páginas y su contenido se distribuye en 9 capítulos principales.
- El primero hace un rápido repaso a la historia de las apariciones de la Virgen y su importancia para la evangelización.
- El segundo profundiza en el significado del nombre Guadalupe a partir de su etimología: río, luz y espejo.
- El tercero es la narración de los hechos históricos que configuran la advocación en el que distingo tres etapas históricas en el Nuevo Testamento y una anterior, en la historia de la Reina Esther.
- El cuarto profundiza en la descripción de la imagen milagrosa de México
- El quinto hace un completo estudio sobre las estrellas y planetas que se proyectan sobre la tilma, de 170 páginas, tanto de tipo geométrico como, sobre todo, simbólico.
- El sexto está dedicado al mensaje doctrinal de la advocación que recalca los Dogmas marianos y enseña como Mujer del Apocalipsis los principales elementos escatológicos sobre de la restauración de todas las cosas.
- El séptimo se centra en el mensaje espiritual dirigido a nuestro tiempo de gran tribulación. La casita sagrada, que Ella pide y muestra pone el acento en la Eucaristía; los girasoles, bordados sobre la túnica, enseñan a mirar al Sol divino como centro de vida y, el borde del manto estrellado, una cinta Moebius sin principio ni fin, une cielo y tierra y habla de la necesidad de unir lo divino infinito y lo humano limitado.
- El octavo está dedicado al mensaje profético de la Mujer que va a dar a luz al hijo varón que ha de regir a las naciones, cabeza de primicias, tomadas de la tierra y avance de la restauración de todas las cosas, al ritmo de los tiempos de la profecía de las 70 semanas de Daniel y de las estrellas en la tilma.
- El noveno es un rápido comentario de los principales errores que han dificultado la difusión del mensaje de Guadalupe en los siglos: indigenismo y racionalismo, cada uno representado con mayor profusión a uno u otro lado del Atlántico.
No se trata de un libro para eruditos, por su estilo divulgativo y ameno, aunque integra tantos detalles sobre la advocación como probablemente no haya visto en ningún otro sobre Guadalupe. Presenta el mensaje de la Virgen como un todo unitario en el que lo último no se entiende sin lo primero, la época más moderna sin las raíces históricas previas. Y tampoco olvida mirar hacia adelante, con la proyección como faro de luz y esperanza de la Mujer del Apocalipsis. Más de 3000 citas de la Sagrada Escritura integradas en el texto, sin dejar de hacer amena la lectura, justifican cada hallazgo y planteamiento.
El estilo es descriptivo, pero va más allá de la historia particular y el arte porque encuentra tras ellos continuos mensajes que interpelan al lector a la vez que le atrapa la necesidad de releer para asimilar mejor lo ya leído. Es un libro para aprender, pero también para reflexionar y hacer oración con muchas nuevas e increíbles enseñanzas y hallazgos. Entre ellas destaca el análisis simbólico de las estrellas de hasta 35 constelaciones que se proyectan sobre el mapa de la tilma, de las señales temporales que dan los planetas sobre el manto y el aura de la Virgen, del mensaje doctrinal de la restauración de todas las cosas (Hch 3,21), del mensaje espiritual que envía como casita sagrada con ocho girasoles entre sus adornos dorados, que cada uno mira al sol de modo distinto según su posición y del mensaje profético que habla del hijo varón que va a dar a luz (Ap 12,5) y las pistas temporales que contiene para entender la profecía de las 70 semanas de Daniel (Dn 9, 24-27).
El Gran Monarca y la Virgen de Guadalupe: Milenario Río de Luz.
El video es una charla que repasa las grandes apariciones de la Virgen María, desde Guadalupe hasta Medgujorge, pasando por la Medalla Milagrosa, La Salette, Lourdes, Fátima, Ámsterdam y Garabandal, en busca del sentido escatológico del conjunto a través del significado del nombre de los videntes en cada una de ellas.
A través de algo aparentemente intrascendente y aleatorio como el hecho de que los videntes se llamen Juan Diego, Lucía o Bernardette se descubre que estos detalles transmiten toda la hondura del plan divino para la salvación del hombre, cuyo desenlace se muestra en los secretos del Apocalipsis.
Los nombres ilustran el sentido de la batalla anunciada en el Génesis entre la Mujer y la serpiente y dentro de ella el hecho central del Apocalipsis, la señal de la Mujer y el parto del hijo varón, en su relación con la segunda Venida de Jesucristo, ya próxima.
La historia de las Apariciones marianas no ha puesto suficiente énfasis en los nombres de Juan Diego (Dios es Misericordioso y protege y conduce) de Guadalupe, Catalina (del linaje puro, perfecto) Labouré de la Medalla Milagrosa, Maximino (la máxima) y Melania (oscuridad) de la Salette, Bernardette (luchadora) Soubirous de Lourdes, Francisco (pequeño francés), Lucía (Portadora de luz) y Jacinta (Lirio) de Fátima, Ida (trabajadora) Pederman de Ámsterdam, Mari Loli, Mari Cruz, Conchita y Jacinta de Garabandal, e Ivan (Juan), Ivanka (Juana), Jakov (Jacob), Mirja o Mirjana (de María), Vicka (Victoria), de Medujorge.
El video muestra que Dios no deja ningún detalle de su plan de batalla o Redención al azar, así como la íntima unión de los nombres con los textos referentes a los últimos tiempos en la Sagrada Escritura y especialmente en el libro del Apocalipsis. Su Providencia cuida especialmente de todo aquello que tiene que ver con su Madre y nuestra Madre, la Virgen María. Por último, la charla trata sobre la unión y síntesis que tiene el rezo de la Salve, con que universalmente nos acogemos los cristianos a la protección de la Virgen María.
El nuevo libro tiene 720 páginas. En él no sólo se describen hechos, lugares e imágenes, sino que se penetra en el núcleo del sentido de la advocación, para lo cual se integran y comparan sucesos de sus tres etapas históricas, que enraízan en la historia bíblica de la Reina Esther y muestran un progresivo desarrollo, sin limitarse al periodo de México. Respecto a lo descriptivo el libro tiene aspectos nunca mostrados como el mensaje de las estrellas que embellecen su manto, desde el punto de vista geométrico, temporal y espiritual; de los motivos astronómicos que explican la rápida conversión de los indígenas y nos advierten del próximo Aviso; del anuncio que hace el embarazo “impropio” en una imagen Inmaculada y Asunta y el doble encargo a Juan Diego en su primera aparición; del argumento que resuelve definitivamente la disputa sobre posibles añadidos humanos en la imagen de la tilma, del significado del corazón que aparece sobre su mano derecha, del nahui-hollin y las flores tetralobuladas en el vestido de Extremadura, de diversos importantes símbolos en los adornos florales y del misterioso 8 sobre la túnica, tantas veces intentado explicar desde el siglo XVIII,…
En mensaje de la advocación, el libro lo ordena según los tres aspectos que repite toda aparición mariana: doctrinal, espiritual y profético. La parte doctrinal incide en los dogmas marianos y en los argumentos con que la advocación refuerza la enseñanza de la restauración de todas las cosas. La parte espiritual explica el sentido de la casita sagrada o eucaristía viviente que pide construir, del estar continuamente orientados a Dios como los 8 girasoles de sus adornos florales o la órbita de Venus que culmina en conjunción con el Sol el día de su aparición, y la unión de lo humano y lo divino expresada en la cinta Moebius que bordea el manto, horizonte entre el cielo estrellado y la tierra-túnica florida. Por último, el mensaje profético sistematiza lo que Daniel explica acerca de 4 reinos-bestia que dan paso al Reino Eucarístico y de los santos en una nueva Tierra, junto al Anticristo, la misión del Hijo Varón, surgido del embarazo místico de la Mujer del Apocalipsis, y de las primicias representadas en los 144 rayos que rodean la imagen de la Virgen. La sucesión de hechos de la gran tribulación y los plazos de Daniel, se explican con la ayuda y encaje de los marcadores temporales que surgen de las estrellas en su manto. En resumen, el libro amplía mucho la perspectiva que habitualmente se muestra del llamado “hecho guadalupano” en México.
Oración
¡Oh!, Reina mía, Rosa Mística de Guadalupe, Rosa brillante que embellece el cielo, como Estrella de la Mañana que anuncia la aurora de los nuevos tiempos.
1. Introducción
Anda, haz lo que esté de tu parte1. Estas palabras de la Virgen a Juan
Diego me animaron a poner por escrito estas consideraciones sobre su
advocación de Guadalupe. Durante años he conocido, reflexionado,
conversado, dado charlas y realizados videos divulgativos sobre los hechos que
la configuran, pero, como aquel indio santo, solo me considero bestia de carga,
mecapal, parihuela2, que necesito ser conducido y llevado a cuestas3
ante las
profundidades de los misterios que Dios ha unido a este título de nuestra
Señora, desde antes de los orígenes del cristianismo.
Mucho se ha escrito sobre este inagotable río de luz a lo largo de los
siglos. Intentar transmitir nuevos conocimientos parece presuntuoso, sin
embargo, ese es el objetivo de mi trabajo. Para amar, es necesario conocer y
a lo largo de este libro hay mucho contenido nuevo y distinto a todo lo que
he leído y escuchado en tantos lugares sobre la Virgen de Guadalupe.
Necesitaré hacer referencia a investigaciones y hallazgos anteriores, aunque
sobre todo expongo otros muchos nuevos surgidos del sustrato histórico y
las capacidades investigadoras personales, que me han llegado al corazón.
Las aportaciones del libro surgen en gran parte por la circunstancia ventajosa
de ser posterior en el tiempo a muchos sabios que me precedieron: como un
enano subido sobre sus espaldas, he podido llegar a ver más lejos. Con
agradecimiento a la Virgen dirijo estos descubrimientos a los que veneran a
nuestra Madre y Madre del verdaderísimo Dios4.
Este no es un libro para eruditos, aunque integra multitud de detalles
particulares que conforman la advocación a través de los siglos. Busca
exponer la historia y descubrimientos con esa amenidad y síntesis que hace
difícil dejar de leer a la vez que volver más tarde a releer más despacio lo
que ya se ha leído. He intentado mostrar el mosaico en su conjunto como
cada una de las piezas que lo configuran con atractivo particular de forma
que envíen el mejor mensaje que subyace tras ellas. No me limito a lo
descriptivo. Aunque me sorprenden aspectos particulares de la historia e
imágenes, como la escena completa pintada en el minúsculo espacio de las
córneas de la imagen de México o que los siglos no hayan deteriorado los
tejidos del vestido que cubría la talla en Extremadura, o la tilma en México, sin embargo, más que quedarme en su descripción, busco ahondar en su
razón última y extraer el mensaje que transmiten.
Si siempre importa mucho desentrañar los mensajes de Dios, pienso
que esta tarea es especialmente necesaria en nuestra época, que parece
empeñada en seguir una alocada carrera para separar a la humanidad de Dios.
Explorar este deseo divino, desde la perspectiva del comienzo del siglo XXI,
tiene la ventaja de tener muchos más datos y medios que en épocas
anteriores.
Entre los miles de advocaciones con que todas las generaciones5
honran a Nuestra Señora, Guadalupe no es una más, sino que tiene
preeminencia por los numerosos hechos singulares y bendiciones de la
Iglesia a lo largo de los siglos que denotan una presencia especial del Cielo.
Dios que es puro orden y jerarquía que muestra en toda la Creación, también
obra con orden en las cosas de su Madre.
En ocasiones se ha dividido la historia de las manifestaciones de la
Virgen en tres épocas diferentes dirigidas cada una al sostenimiento de la fe,
la esperanza y la caridad. La etapa más antigua comienza con la aparición al
Apóstol Santiago cuando evangelizaba España y Ella habitaba entre los
primeros cristianos y alcanza hasta el siglo XII. A este grupo pertenecen
manifestaciones como la Virgen de las Nieves, los iconos bizantinos
(Hodighitria, Glycofilusa, Stràstnaia, Panaghìa, Pancorìtiza...), Covadonga,
la primera etapa de la advocación de Guadalupe, etc. La segunda época llega
hasta el siglo XV y a ella pertenecen manifestaciones como Ntra. Sra. de las
Mercedes (1218), Ntra. Sra. del Carmen (1251) con la devoción del
Escapulario, la difusión del Sto. Rosario, Loreto, Czestochowa, Montserrat,
las Vírgenes de la Reconquista española incluida la segunda etapa de
Guadalupe (de la que toma su nombre), etc.
Por último, en el siglo XVI comienza la tercera etapa con la
manifestación en México de la Virgen de Guadalupe, la primera en la que
nuestra Señora mantiene un diálogo prolongado con el vidente y, a través de
la imagen que deja impresa, permite que la vean los hombres de todas las
épocas. A este grupo pertenecen la Medalla Milagrosa, La Salette, Lourdes,
Fátima y todas las acontecidas en el siglo XX como Fátima, Amsterdam,
Garabandal, Akita,... Las apariciones de esta última época para sostener
nuestro Amor, quedan también históricamente entrelazadas con
manifestaciones de nuestro Señor, como las que enseñan la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús y la Divina Misericordia.
Este trabajo se presenta en el entorno del 490 aniversario de la
manifestación en México de la Virgen de Guadalupe. Es cifra bíblica que
aparece en la profecía de las semanas de Daniel6, la más importante acerca
de los plazos marcados por Dios para la primera y segunda Venida de Su
Hijo, nuestro Señor Jesucristo. La primera como Salvador7 y la segunda, que
es Dogma, sin relación al pecado8, para reinar9. La Virgen en Guadalupe se
presenta primero como Reina en Extremadura y después en México como
Mujer encinta con los dolores de parto de quien va a regir a las naciones
con cetro de hierro10.
El contenido del libro se distribuye en 9 capítulos principales. En este
primer capítulo se hace un rápido repaso a la historia de las apariciones de
la Virgen y su importancia para la evangelización. Con diversos ejemplos se
describe cómo cada una de ellas tiene tres mensajes, doctrinal, espiritual y
profético, pero también en su conjunto siguen un plan de enseñanza ordenado
y creciente en los mismos tres aspectos. Desde el punto de vista profético, a
pesar de las tribulaciones próximas, todas ellas apuntan con optimismo a una
época ya cercana en la que su Corazón Inmaculado triunfará y los hombres
vivirán una larga etapa de paz y amor a Dios. Este capítulo también explica
la importancia de la aprobación de la Iglesia y los criterios intrínsecos y
extrínsecos que sigue para el estudio y análisis de estas manifestaciones que
desemboca en aprobación, indefinición o condena sobre el origen
sobrenatural de los hechos. Por último, se hace una relación de las
aprobaciones y bendiciones emitidas para el caso de las apariciones de la
advocación de Guadalupe.
El segundo capítulo profundiza en el significado del nombre
Guadalupe a partir de su etimología: río, luz y espejo. El nombre en las cosas
de Dios no es casualidad sino explicación de la misión. Guadalupe es nombre
relacionado con la nueva Jerusalén. Sin embargo, en México existe una
corriente de varios siglos, sin apoyo documental, que desacredita que la
Virgen escogiera ese nombre y sugiere sustituirlo por otros de fonética
parecida en idioma nahuatl, pero de significado poco congruente. Por ello,
se hace necesario tratar con detalle este aspecto de la advocación al comienzo
del libro.
El tercer capítulo es la narración de los hechos históricos que
configuran la advocación. Se distinguen tres etapas históricas en el Nuevo
Testamento y una anterior, en la historia de la Reina Esther del siglo VI
antes de Cristo, figura de lo que será el mensaje de esta advocación. La
primera etapa histórica recoge los hechos considerados, en mi opinión
erróneamente, como leyenda en muchas obras sobre la advocación en
Extremadura. Se trata del recorrido inicial de la talla que hoy se venera en
España, por Grecia, Roma y Sevilla, entre santos como San Lucas, San
Gregorio Magno, San Leandro, o San Isidoro. La segunda etapa comienza
con el hallazgo hacia el año 1280 de la talla de la Virgen a orillas del río
Guadalupejo en la comarca de las Villuercas por Don Gil de Santa María,
venerada por reyes. santos e innumerables fieles que llega hasta nuestros
días. La tercera etapa surge con una serie de 4 apariciones en México el año
1531 al indio San Juan Diego y una aparición a su tío Juan Bernardino,
narrada en nahuatl en el Nican Mopohua, que finalizan con la impresión
milagrosa de la imagen que hoy se venera en el Tepeyac.
El cuarto capítulo profundiza en la descripción de la imagen
milagrosa de México, comenzando por una perspectiva general y sus
simbolismos, tanto para indígenas como para europeos. Se continua con la
descripción particular del rostro, manos, túnica, velo sobrepuesto a la túnica,
aura, cíngulo, broche, ángel, peinado, zapatilla, luna, cruces… Finaliza con
un apartado dedicado a las alteraciones artificiales sufridas por la imagen y
el desgaste natural padecido por el paso de los siglos, así como otro apartado
de sugerencias para realizar nuevos estudios con técnicas no invasivas de
tratamiento digital de imagen sobre el original, con las que se podrían
obtener nuevos descubrimientos y mejorar la comprensión del mensaje.
El quinto capítulo es un completo estudio sobre las estrellas que se
proyectan sobre el original de la tilma, tanto de tipo geométrico como
simbólico, comenzando por las estrellas del manto y siguiendo por aquellas
que están sobre la imagen, aunque no sean visibles, sobre su cabeza, manos,
túnica, aura y nubes. Es la primera vez que se publica un estudio que va más
allá del hecho geométrico y que podría por sí mismo formar un libro
separado. Incluye los simbolismos de la Astronomía Sagrada, que llevaron
a los Reyes Magos11 ante el Niño Dios en Belén. Entre otras cosas, las
estrellas demuestran que la imagen se imprimió toda de una vez y no existen
en ella partessustanciales que fueran añadidas por la mano del hombre, como
algun estudio con fotografía infrarroja sugirió en el pasado. El análisis
incluye el planeta Júpiter que aparece en el manto como marcador de
importantes hechos de los últimos siglos que quedaron relacionados con la protección de la Virgen y de la conjunción Venus-Sol que se presenta a partir
de la aparición en México como señal de la Inmaculada Concepción a lo
largo de la historia del pasado y motivo de reflexión para el futuro.
El capítulo sexto está dedicado al mensaje doctrinal ligado a las
apariciones de la advocación. Este mensaje recalca los Dogmas marianos de
la Maternidad divina, Virginidad perpetua, Inmaculada Concepción y
Asunción al Cielo, además de dar elementos a los teólogos para la reflexión
de un quinto Dogma sobre la Corredención, Mediación de todas las gracias
y Abogada nuestra. Por otra parte, como Mujer del Apocalipsis, el mensaje
enseña los principales elementos escatológicos acerca de la restauración de
todas las cosas12 o palingenesia, que parece olvidada en el estudio de los
teólogos y en la predicación. Se presenta la descripción revelada sobre los
elementos materiales de una nueva Creación, sociales del Reino Eucarístico
de Jesucristo y espirituales que permitirán hacer del hombre una copia de su
casita sagrada de la Virgen, tal como pide a Juan Diego.
El capítulo séptimo se centra en el mensaje espiritual de la
advocación, especialmente dirigido al hombre de nuestro tiempo que se
presenta en el evangelio como una gran tribulación13. La casita sagrada que
Ella pide y muestra al estar embarazada pone el acento en la Eucaristía. Los
girasoles bordados en el velo sobre la túnica y el caminar de Venus para
encontrarse con el Sol periódicamente, como en el día de la aparición,
enseñan al hombre a mirar como centro de su vida al Sol divino y el borde
del manto estrellado, cinta Moebius sin principio ni fin, presenta al hombre
la necesidad de unir lo divino infinito y lo humano limitado, como enseñó
San Josemaría cuyo caminar hacia los altares estuvo sorprendentemente
unido al de San Juan Diego, hace ya tres décadas.
El capítulo octavo está dedicado al mensaje profético de la advocación
que surge por el hecho de ser Mujer del Apocalipsis y ser la pequeña fuente
que se convierte en río (guada) en el sueño que enmarca el principio y final
de la historia de la reina Esther. Comienza con un resumen de la escatología
bíblica sobre el eje de los 4 reinos al fin de los tiempos y el desarrollo que
describe Daniel. Después, se muestra en detalle el perfil y la misión del hijo
varón que va a dar a luz la Mujer y que ha de regir a las naciones14. A
continuación se trata de las primicias15 tomadas de la tierra como avance de
la restauración de todas las cosas que trata el mensaje doctrinal de la
advocación. Por último, se detalla la profecía de las setenta semanas de Daniel, tanto los hechos profetizados como el cómputo de los plazos, que
llegan hasta nuestros días. También se describen los diez hechos que la
Sagrada Escritura incluye durante la última semana de la gran tribulación y
las señales en las estrellas16 de la tilma que asocian la tribulación con el
entorno de los tiempos que vivimos.
El capítulo noveno y último es un rápido comentario de los principales
errores que han dificultado, a mi entender, la difusión del mensaje de
Guadalupe en el paso de los siglos, cada uno representado con mayor
profusión a un lado u otro del Atlántico. Se trata del indigenismo que olvida
las raíces históricas de la advocación y exclusivamente la observa desde la
óptica del mensaje dirigido a los habitantes de las antiguas culturas
mexicanas. Al otro lado del Atlántico el racionalismo se ha encargado de
minimizar la primera etapa de la advocación relegándola a pura leyenda y
posteriormente desvalijando en el siglo XIX los bienes artísticos, espirituales
y científicos que forjaron durante siglos la devoción a la Virgen de
Guadalupe, que hizo del Santuario en Extremadura el templo más visitado
de Europa entre los siglos XV y XVIII y una fuente de piedad y amor a la
Madre de Dios, por la que España ha sido llamada por los Papas tierra de
María.
Por último el libro incluye tres Anexos: Los dos primeros transcriben
los documentos originales que narran la aparición de la Virgen en México y
en Extremadura. El tercero es un breve estudio que pone de relieve algunos
aspectos de la historia del desarrollo del Opus Dei, institución a la que tengo
especial gratitud, con la advocación de Guadalupe.
Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino
después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que
dé semilla al sembrador y pan al que come, así será la Palabra, que sale de
mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo
mi encargo17. Con esa esperanza escribo este libro, de modo que al terminar
el lector haya conocido más a nuestra Madre y en consecuencia aumentado
su amor por Ella.
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5 Lucas 1, 18 6 Daniel 9, 24-27 7 Mateo 1, 21 8 Hebreos 9,28 9 1 Corintios 15,25
10 Apocalipsis 12,5 11 Mateo 2, 1-20 12 Hechos 3, 21 13 Mateo 24, 21
14 Apocalipsis 12, 5
1 15 Apocalipsis 14, 4 16 Lucas 21, 25 17 Isaías 55, 10-11
El embarazo anunciado de la Mujer del Apocalipsis, la Virgen María, que pisa la cabeza a la serpiente infernal. Con frecuencia se piensa que el personaje que ha de nacer es Jesucristo, sin embargo esto no encaja con el hecho de que se trate de un parto con dolor, puesto que a Jesucristo fue dado a luz virginalmente sin dolor. Un análisis más cuidadoso nos lleva a determinar que se trata de un embarazo místico que simbólicamente se aplica a la nueva humanidad y literalmente a un personaje histórico que será cabeza o comienzo de esa nueva humanidad, libre del pecado y de la muerte, que nos obtuvo la Redención de Jesucristo y al que el Apocalipsis denomina “hijo varón que ha de regir a las Naciones con cetro de hierro” (SHILOH). Se trata pues de una persona que asume en modo vicario la función regia de Jesucristo (GRAN MONARCA O CAUDILLO DEL TAJO), tomando el trono de David su padre, profetizado por el Ángel Gabriel, y estableciendo en la tierra el Reino de Jesucristo o Reino de los santos que no tendrá fin. Este personaje hará frente al poder del Mal liderado por el Anticristo durante el tiempo de Tribulación. De nuevo este será un importante enfrentamiento en la historia entre el Bien y el Mal, semejante al ocurrido en tiempos del Éxodo entre Moisés y el Faraón de Egipto, que como entonces finalizará con la victoria del pueblo de Dios.
Las profecías sobre este personaje abundan en la Sagrada Escritura, las revelaciones privadas desde hace siglos e incluso su figura está representada en los antiquísimos símbolos de las constelaciones estelares.
***
Estas profecías llaman al gran Pontífice "Pastor angelicus" desde antes de conocer la profecía atribuida a San Malaquías sobre los Papas. No será italiano sino francés. Reconstruirá la Iglesia y restaurará las órdenes religiosas. Se convertirán los judíos y todas las naciones. Nombrará al gran Monarca, que algunos dicen será de ascendencia francesa, otros que será español. El santo Cura de Ars afirma que vendrá este rey después de la destrucción de París, y restaurará todas las cosas.
ABATE WERDIN D'ORANTE (SIGLO XIII) "El gran Monarca y el gran Papa precederán al Anticristo. Las naciones estarán en guerras por cuatro años y gran parte del mundo será destruida. El Papa se ira a través del mar llevando el signo de la Redención en la frente. El gran Monarca volverá a restaurar la paz y el Papa compartirá la victoria".
VEN. BARTOLOMEO HOLZHAUSER (SIGLO XVII)
"Durante este período, muchos hombres abusarán de la libertad de conciencia concedida. Es a este tipo de hombre que el Apóstol Judas se refería cuando decía: "Esos hombres blasfeman de cualquier cosa que no puedan entender; y ellos corrompen todo lo que conocen de manera natural tal como los animales irracionales lo hacen. Ellos ridiculizarán la simplicidad Cristiana; ellos la llamaran tonta y sin sentido, y tendrán el mayor avance tecnológico, y por las mañas de la ley y sus axiomas, los preceptos de moralidad, los Cánones Sagrados y los dogmas religiosos serán opacados por preguntas sin sentido y elaborados argumentos."
"Habrá un gran Papa (el ángel de Apoc. 10,1) y el mayor concilio, que interpretará toda la Escritura (el libro de Apoc., 10,2). Este Papa dará orden al gran Monarca de acabar con los enemigos de la Iglesia (Apoc., 14,15) y dominar en todo el mundo".
"Habrá un gran Papa (el ángel de Apoc. 10,1) y el mayor concilio, que interpretará toda la Escritura (el libro de Apoc., 10,2). Este Papa dará orden al gran Monarca de acabar con los enemigos de la Iglesia (Apoc., 14,15) y dominar en todo el mundo".
"Aquellos son los tiempos de la maldad, un siglo lleno de peligros y calamidades. La Herejía esta en todas partes y los seguidores de la Herejía tendrán poder en casi todos los lugares.... Pero Dios permitirá una gran maldad en contra de Su Iglesia: Los Herejes y tiranos caerán súbita e inesperadamente sobre la Iglesia destruyéndola ...Ellos entrarán en Italia y dejarán Roma desbastada; ellos incendiaran las iglesias y lo destruirán todo."
La exposición más pormenorizada de la profecía sobre el advenimiento de un Caudillo en España se debe a Bug de Milhas, un ermitaño francés de la aldea de Milhas de Cominges (Pirineos franceses), fallecido en 1.846 con casi cien años de edad.
Bug predijo la aparición de ese caudillo -el Caudillo del Tajo-, con unas palabras categóricas:
“Iberia, Iberia, veo crecer tu poder, nada podrá detener la grandiosidad de tu destino. Se cumplirán las predicciones de una guerra que llevará sus estragos por todas partes, junto con la peste y otras plagas, que sembrarán el terror. Iberia será el asilo de todos los perseguidos; esta inmigración prodigiosa aumentará la grandeza de la nación. Entonces el Tajo producirá un guerrero que con el el estandarte de la Fe, en el combate más feroz de la Historia, durante tres días en los Pirineos, derrotará al gigante que intente conquistar la Península, y con la ayuda de Dios llegará hasta el río Neva (Rusia). En toda la tierra triunfará la religión católica y hará la felicidad del género humano". Otra profecía llega a decir que España será la nación más poderosa del mundo. Setecientos años de guerra formaron de tí el imperio más grande que se ha conocido. Combatida por la tempestad de los partidos y la ambición de los extranjeros, lucharás, te costará sangre, tesoros, edificios… pero llegará el día de la paz, recuperarás tu poder y tus anteriores pérdidas, tu esplendor se extenderá hasta las regiones más remotas”.
El desconocimiento de esta figura entre los católicos de nuestro tiempo lleva a pensar a muchos que Dios se ha olvidado de su Pueblo y a pensar que no hay nada que hacer ante el desarrollo progresivo del mal que vemos en el mundo de la sociedad civil y la política internacional. Por el contrario, conocer estas profecías divinas alimenta la fe y la esperanza en que pronto veremos la solución al deterioro y amenazas que se ciernen sobre el mundo.
La Virgen María es quien una vez más está detrás de esta definitiva victoria sobre Satanás y a eso apunta el embarazo de la Mujer que describe el Apocalipsis y que quedó plasmado pictóricamente de modo maravilloso en la imagen de Santa María de Guadalupe en México.
GUADALUPE: UN RÍO DE LUZ
Carlos Caso-Rosendi
Este libro narra la historia de Nuestra Señora de Guadalupe, desde los días de San Lucas, el autor del Evangelio homónimo y de los Hechos de los Apóstoles. Según tradiciones bien establecidas, San Lucas talló la imagen de Nuestra Señora que hoy se encuentra en Guadalupe de Extremadura, España.
Reproducciones de esa misma imagen llegaron a América con Cristóbal Colón y Hernán Cortés, pero ese es solo el comienzo de una fascinante historia que sin duda cautivará al lector.
A menos que haya una intervención sobrenatural ...
Era el 12 de diciembre de 1531. El día del solsticio de invierno por el hemisferio norte, cuando todavía se usaba el Calendario Juliano, un hombre humilde llamado Juan Diego Cuauhtlatoatzin, de origen chichimeca, se estaba moviendo rápidamente hacia México con una misión. Era un nativo mexicano, testigo de la caída del Imperio Azteca y de la conquista española. Era también un converso a la fe de los conquistadores que los sacerdotes enviados a España por el rey Carlos V le hablan predicado pacientemente.
En un día como el de hoy, Cuauhtlatoatzin el 'Águila que Habla' iba en camino a ver a Juan de Zumárraga, el obispo católico enviado por el rey de España y dotado con extraordinarios poderes temporales. México era un polvorín listo para encenderse en una guerra civil. Zumárraga se esforzaba por ver cómo podía preservar a sus fieles del ataque de los partidos hostiles: los nativos que se negaban a convertirse a la fe, y el partido de los codiciosos españoles que querían mantener a los nativos para siempre ignorantes y paganos con la intención de explotados a voluntad.
El pobre Zumárraga había pasado la noche anterior orando y pidiendo ayuda a Dios. La tarea que le habían asignado era abrumadora, casi imposible. Poco antes había enviado una triste pero sincera evaluación de la situación en un mensaje secreto al Rey Carlos:
"A menos que haya una intervención sobrenatural, el país está perdido".
Rezó de rodillas hasta tarde, rogando por la ayuda de Dios. La situación lo sobrepasaba, se estaba quedando sin tiempo mientras las fuerzas sociales en juego se preparaban para un choque violento. Aproximadamente en el momento en que el obispo terminó sus oraciones y se fue a dormir, el Águila Cuauhtlatoatzin comenzaba su descenso desde la colina de Tepeyac.
El águila desciende en el lago
Juan Diego portaba un mensaje del cielo: envueltas en su tilma iban muchas frescas y fragantes rosas de Castilla. No iba caminando, sino corriendo con ese trote indio incansable que devora las distancias. Había aprendido de sus antepasados el secreto de coordinar el movimiento y la respiración. Su gente cruzaba al trotecillo las altas llanuras de México desde tiempos inmemoriales. La estrella de la mañana se alzaba sobre la ciudad, todavía dormida, cuando vio los puentes y el lago a lo lejos, que aún reflejaban la luna y las estrellas. Atravesó las puertas de la ciudad con la primera luz del día y marchó a la residencia del obispo.
Allí esperó varias horas hasta la media mañana. Los guardias y los asistentes del obispo abusaron de la paciencia del pobre Juan y lo dejaron esperar largo rato mientras Zumárraga hacía su rutina matinal. Después de terminada la misa de la mañana, el obispo fue abordado por una familia nativa -sabemos todo esto por deducción. La joven pareja vino a saludarlo después de presentar a su bebé recién nacido para el bautismo. Los amigos de la familia estaban allí: el padrino y la madrina, el recién nacido, su otro hijo y un hombre que tocaba música. La música no era meramente para entretener. Los mexicanos asocian la música con todo tipo de eventos: llegadas, salidas, cumpleaños, funerales, matrimonios... ya entonces entendían instintivamente que la música era una conexión con el mundo más allá, un sonido con el misterioso poder de alegrar o ensombrecer el alma. Recordemos que el primer contacto de Juan Diego con Nuestra Señora fue a través del canto de los pájaros. Nuestra Señora de Guadalupe se presentó así de una manera muy mexicana, con música.
El grupo de trece personas estaba reunido detrás de las pesadas puertas de entrada a la parroquia. Ahí afuera, todavía esperando después de cinco o seis horas de soportar estoicamente la fría temperatura, estaba nuestro hombre, Juan Diego. No tenía intención de irse. Estaba callado, como el águila que guarda el rudo y soporta el viento frío, posada tranquilamente en la cima de la montaña Los ojos de Juan Diego estaban fijos en lo etemo, como los ojos de águila que exploran el valle profundo desde las inaccesibles alturas.
Dos de los sirvientes decidieron interrogar a Juan Diego. No lo querían allí. El obispo no había sido informado de que un hombre lo estaba esperando afuera. Los sirvientes se acercaron a Juan Diego y exigieron ver lo que llevaba. Como se negó, trataron de agarrar el borde de su capa. Juan Diego se dio cuenta que no podía guardar su preciosa carga de la curiosidad de esos dos hombres. Decidió entonces permitirles echar una vista a las flores. Por supuesto, los dos hombres se sorprendieron de que flores tan hellilosas pudieran brotar durante el inviemo. Intentaron sacar una rosa, pero cada vez que trataban, la flor desaparecía en el ayate y no podían asirla. Tres veces trataron y luego se asustaron. ¿Será un hechicero ese hombre? ¡Podría ser el mismo diablo o un demonio!
Asustados, irrumpieron en la cámara donde el obispo estaba recibiendo a aquella familia... Uno de ellos arrastró a Juan Diego ante el obispo. Todo sucedió tan rápido que Juan Diego no tuvo la oportunidad de quitarse el sombrero. Allí estaba él, anee coda esa gente importante, todavía con el sombrero puesto, como un rey coronado presidiendo su corte. Nuestra Señora le había prometido: "Te concederé honor y gloria" y ese era el momento. Juan Diego estaba entrando en la historia. El Águila había llegado de la misma manera que aquella otra águila de la leyenda azteca se había posado en el nopal. Alli estaba en medio del lago, frente al hombre más poderoso de México, el obispo Zumárraga, el enviado oficial del rey Carlos V de España, Emperador del Sacro lmpeóo Romano.
Juan Diego entró en la habitación y se presentó ante el Prelado diciéndole una vez más las maravillas que había visto:
"Querido Obispo, he hecho lo que me pediste que hiciera. Le dije a la Señora del Cielo, mi Señora, mi amada celestial, Santa María, la Madre de Dios, que le has pedido una señal para que puedas creer en mi mensaje: que una pequeña casa sea construida en el lugar donde ella lo pidió. También le dije que te había prometido que regresaría con un signo, una prueba de su voluntad, tal como lo pediste. Ella escuchó tu insistencia, tus palabras, y estuvo complacida de recibir tu petición de una señal para que se cumpla su preciosa voluntad. A primera hora de hoy, cuando aún estaba oscuro, ella me dijo que fuera a verte. Le recordé que ella había prometido darme una señal para traerte.
Ella cumplió inmediatamente su palabra. Me envió a la cima de la colina donde la había visto antes, para cortar varios tipos de rosas y una vez que los corté se los presenté. Ella los tomó en sus santas manos y los colocó en mi ayate para que pudiera traerlos y dártelos en persona. Sabía muy bien que la cima del Tepeyac no era un lugar para encontrar flores, ya que es un lugar donde no crece nada excepto arbustos espinosos, tunas y mezquites en medio de peñascos y rocas, pero no dudé en ir. Cuando subí a la cima de la colina, encontré un paraíso. Había todo tipo de hermosas flores, las mejores, cubiertas de gotas de rocío, que florecían espléndidamente, así que procedí a cortar una cantidad. Luego la Virgen me indicó que le diera estas flores en su nombre para que su preciosa voluntad se cumpliera una vez que vieras la prueba que habías solicitado. Ahora, cree la verdad de mis palabras. Aqui las tienes, por favor acéptalas".
Entonces Juan Diego abrió el pliegue de su tilma donde estaban las flores. Mientras permitía que las hermosas flores cayeran al sucio, se transformaron en un signo: la imagen amada de la Virgen Perfecta Santa María, Madre de Dios, apareció de repente en la misma figura que ahora contemplamos en su pequeña casa preciosa, su santo pequeño lugar en Tepeyac que se llama Guadalupe. Y cuando el Obispo y todos los que estaban allí la vieron, cayeron de rodillas y se maravillaron mucho con ella. (Tornado del Capítulo 4, citando del Nican Mopohua de Antonio Valeriano).
Nuestra Señora le había prometido al Águila: ''Te daré honor y gloria" y allí estaba Juan Diego, de pie en medio de un círculo de personas arrodilladas delante suyo como si él fuera un rey. La familia representa a la gente de México, los españoles representan a la raza que vino del otro lado del mar, Zumárraga representa al Papa y al Sacro Emperador Romano... pero Juan Diego, "Juan Diegotzin, mi pequeño" representaba a la Madre del Rey de Reyes, Dios mismo, que había enviado a su embajador a México, el Águila Cuauhtlatoatzin.
Es cosa pequeña que seas mi siervo,
y que restaures a las tribus de Jacob,
que hagas volver a los de Israel,
a quienes he preservado.
Yo te pongo ahora como luz para las naciones,
a fin de que lleves mi salvación
hasta los confines de la Tierra. 1
No ha tratado así con ninguna otra nación
La Ley dada a Israel lleva en sí misma la prueba de su origen divino. El Evangelio de Jesucristo dado a su Iglesia también es una maravilla de evídente origen sobrenatural. La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es también una comunicación milagrosa y un signo. La situación histórica, las personas involucradas, la manera en que el milagro sucedió; todo lo relacionado con los acontecimientos de 1531 en México no son más que una gran parábola puesta en escena por el insondable poder de Dios para enseñamos algo que se parece a la Ley y al Evangelio. Este mensaje de salvación es un llamado a la acción. Las Américas de entonces eran un mundo muy parecido a nuestra propia civilización global, completamente controlado por las fuerzas espirituales del mal. A través de un milagro de comunicación que supera cualquiera de los logros tecnológicos modernos del hombre, Nuestra Señora de Guadalupe dio a luz a una nueva nación usando ese lienzo imposible, la tilma de Juan Diego. Impreso en ese humilde manto dejó un mensaje para México y para el mundo que aún resuena a través de los siglos hasta nuestra época.
Hoy, las Américas están volviendo a la oscuridad del error y el paganismo. Las viejas prácticas abominables vuelven como maleza que crece en un campo trillado. Incluso la Iglesia ha sido infectada con las prácticas de las antiguas religiones nativas: la homosexualidad ritual, el sacrificio humano en forma de ahorro, y cosas peores. Este es el momento de orar como Juan Zumárraga en la víspera del 12 de diciembre de 1531:
"A menos que haya una intervención sobrenatural, el país está perdido".
En tu día, querida Madre, oramos. Por favor obtén para nosotros la gracia de purificar y salvar nuestro mundo y nuestra Iglesia para que sigamos el ejemplo de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y enviemos tu palabra pura de salvación a esta generación perdida en la oscuridad.
Dios viene y su gloria cubre el cielo
Su alabanza llena la tierra.
Su brillantez es la del relámpago;
Una plaga moral lo precede,
un fuego abrasador le sigue los pasos.
Se detiene, y la tierra se estremece;
lanza una mirada, y las naciones tiemblan.
Se desmoronan las antiguas montañas
y se desploman las viejas colinas,
pero los caminos de Dios son eternos.
Saliste a liberar a tu pueblo,
saliste a salvar a tu ungido.
Aplastaste al rey de la perversa dinastía,
¡lo desnudaste de pies a cabeza!
Con tu lanza le partiste la cabeza a sus guerreros,
que enfurecidos querían dispersarme,
que con placer arrogante se lanzaron contra mí,
como quien se lanza contra un pobre indefenso.
Pisoteaste el mar con tus corceles,
agitando las inmensas aguas. 2
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1 lsaías 49: 6
2 Habacuc 3
Ahora sé que el Señor salvará a su ungido,
que le responderá desde su santo cielo
y con su poder le dará grandes victorias.
Éstos confían en sus carros de guerra,
aquéllos confían en sus corceles,
pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.
Ellos son vencidos y caen,
pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos.
¡Concede, Señor, la victoria al rey!
¡Respóndenos cuando te llamemos!
Salmo 20:6-9
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Juan Carlos (Yanka)