jueves, 3 de noviembre de 2022

"ÉRASE UNA VEZ EL EVANGELIO EN LOS CUENTOS" por DIEGO BLANCO 👦👧👪🐺 y EL IMPACTO DEL MÓVIL EN LA FAMILIA Y EN LA HUMANIDAD 📳

Érase una vez 
el Evangelio en los cuentos

El ateo siente una creencia positiva de que no hay Dios. Yo no tengo esa creencia. Lo que tengo es una ausencia de cualquier razón para creer en Dios, como tampoco en las hadas. Veo perverso que a los niños se les eduque en falsedades cuando la verdad es tan hermosa. No puedo evitar preguntarme si una dieta de cuentos de hadas repletos de encantamientos y milagros, hombres invisibles incluidos, es dañina desde un punto de vista educativo. ¿Por qué los adultos promueven la credulidad de los niños. Richard Dawkins 

El cielo es un cuento de hadas para los que tienen miedo a la muerte. Stephen Hawking
¿Qué esconden en su interior los cuentos de la tradición occidental? 
¿Por qué durante generaciones se les ha leído y enseñado a los niños? 
¿Son meramente ejemplos «morales» o «lecciones de vida» para encauzar el comportamiento de los niños?
«Quizá nunca nos hemos tomado en serio los cuentos de hadas. Tal vez porque no hemos comprendido que son las herramientas que, de forma inmemorial, ha utilizado el ser humano para captar los destellos de Dios en la creación e intentar comprender lo que le rodeaba».
Diego Blanco ha sabido, a través de este libro sencillo, encantador y bellamente ilustrado, hacer ver al lector aquello que, con un poco de atención, podemos descubrir en el interior de los cuentos: que son ecos del Evangelio.

«El mundo de los cuentos está más cerca de ti de lo que crees, porque su significado toca la raíz de tu existencia por medio de una fantasía que es más real que la propia realidad». Adentrémonos, pues, en un mundo de castillos, gigantes, madrastras, hadas, zapatos de cristal y casitas de dulces. La verdad del mundo nos aguarda.

INTRODUCCIÓN
SOBRE LOS CUENTOS DE HADAS

No quisiera parecer muy presuntuoso, pero debes saber que tie­nes en tus manos un libro de incalculable valor. No se debe a la destreza del autor, por supuesto, ni a la increíble belleza de sus ilustraciones. No. Es que este libro revela un montón de secretos que habían permanecido ocultos casi por completo en el mejor es­condite del mundo, ese que está a simple vista justo delante de nuestras narices. Si conoces el camino que conduce al bosque de los cuentos de hadas donde viven Caperucita, Blancanieves y la Bella Durmiente junto con Jack y sus habichuelas, dos hermanos perdidos, un tierno ruiseñor, siete cabritillas, tres cerditos, una bestia, un lobo y un rey desnudo y presumido entre otros muchos personajes, tal vez puedas encontrar, allí escondidos, todos los se­cretos que viven con ellos. Pero, cuidado, porque son muchísimos los que, desde tiempo inmemorial, han intentado apoderarse de estos secretos y son muchos también los que se han jactado de haberlo conseguido, pero en la mayoría de los casos, lo único que han logrado ha sido disfrazar a los habitantes del bosque con las ideas preconcebidas que habían metido en sus mochilas antes de salir de casa. 
Eso es porque se acercaron al bosque por el camino equivocado. El folclore, la psicología jungiana, el marxismo, el estructuralismo, la historiografía, el psicoanálisis, el feminismo o la ideología de género lideraron muchas expediciones que preten­dían desvelar los enigmas del bosque de los cuentos, pero todas ellas fracasaron porque no lograron atravesar la muralla de árbo­les que protege su gran tesoro del exterior.
Uno de los secretos más importantes de todos se lo reveló J.R.R. Tolkien a su amigo C.S. Lewis la noche del 19 de septiembre de 1931 usando unas palabras muy sencillas: «los mitos no son mentiras». Algún tiempo después, el mismo Tolkien reveló un se­gundo secreto, tan importante como el primero, en una conferen­cia a la que llamó "Sobre los cuentos de hadas". El secreto era este: los cuentos contienen «Un eco del evangelium en el mundo real». Cuando escuché el primer secreto me di cuenta de que el viejo profesor de Oxford, al hablar de los mitos, se estaba refiriendo también a los cuentos de hadas. 

Jacob Grimm dijo que «los cuen­tos populares son los últimos ecos de los antiguos mitos» y de­mostró sobradamente la conexión entre mitos y cuentos en su Deutsche Mythologie al revelar que las correspondencias argumen­ tales entre ambos no eran en absoluto coincidencias . Y por lo que parece, algo sabía de cuentos ese tal Grimm. Así que al decir que los mitos no eran mentiras también quería decir que los cuentos tampoco lo son. Tenemos aquí, por tanto, la primera de las razo­nes por las que no deberíamos tomar los cuentos de hadas a la li­gera, a saber:

1. Los cuentos son verdad

Respecto al segundo secreto, debo confesar que desde que leí por primera vez que los cuentos contenían un eco del Evangelio no he vuelto a dormir tranquilo. Así que son muchos años sin dormir tranquilo. Y como en algo había que ocupar las largas horas de vi­gilia y la televisión, salvo contadas excepciones, no daba para mu­cho (¡ay! aquellas noches en Cicely, en la consulta del doctor Fleischman...), entre libro y libro me dediqué a devorar cuentos de hadas, buscando ese eco del Evangelio del que hablaba el profesor. Sabía que estaba ahí porque Tolkien me había dicho que es­taba: «no se trata solo de un consuelo para las tristezas de este mundo, sino de una respuesta al interrogante: ¿es eso verdad?». 

Una cosa era que los cuentos de hadas fuesen verdaderos a un ni­vel pedagógico o moralizante; ¿pero que fueran ecos del Evange­lio? ¿En qué sentido, entonces, eran verdad los cuentos de hadas?
¿Era posible el obstinado final feliz? Si era verdad que la bruja acababa muriendo y la princesa se casaba con el príncipe, ¿qué significaba?
Miraba los cuentos y sus finales felices como quien mira una de esas ilusiones ópticas, esos dibujos en blanco y negro que mues­tran dos imágenes a la vez: ¿es una anciana o una muchacha? ¿Es un indio o un esquimal? Y sin darme cuenta, como suele ocurrir con estos dibujos, bastó un parpadeo para ver con toda claridad lo que se escondía detrás del primer vistazo. Y la misma sensación de asombro que te invade cuando logras ver el otro lado del mismo dibujo es la que se apoderó de mí cuando al fin comprendí por qué todo el mundo piensa que Eva comió una manzana en el Jardín del Edén, a pesar de que la Biblia en ningún momento espe­cifica cuál fue la fruta prohibida. 

Todo se debía a una mala tra­ducción, sí, pero también a una jovencita de piel tan blanca como la nieve, labios tan rojos como ]a sangre y cabellos tan negros como el ébano. Una jovencita, hija de Eva... y de Idún. Después, todo fue encajando de la forma más sencilla. No es difícil encon­trar ese eco del Evangelio si sabes que está. Comprendí que la frase de Tolkien no era una insinuación críptica, sino una indica­ ción objetiva.. Busca y encontrarás. Por eso, esta se convirtió en la segunda razón por la que no conviene tomarse los cuentos de ha­ das a la ligera.

1. Los cuentos son verdad.
2. Los cuentos son ecos del Evangelio.
El tercer secreto lo reveló un hombre llamado Bruno Bettelheim en el estudio más conocido que existe sobre los cuentos de hadas, el famoso Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Ni el libro ni el au­tor pretendían ser considerados religiosos, más bien al contrario. Como Bettelheim quiso interpretar los cuentos de hadas bajo una perspectiva exclusivamente freudiana, para la cual la religión es considerada una neurosis, terminó por reducir su significado todo lo necesario con el fin de hacerlo encajar en los estrechos lí­mites del ateísmo. Sin embargo, y he aquí el secreto, no le quedó más remedio que reconocer que: «La mayor parte de los cuentos de hadas se crearon en un período en que la religión constituía la parte fundamental de la vida; por esta razón, todos ellos tratan, directa o indirectamente, de temas religiosos (...). Muchos relatos occidentales poseen un contenido religioso, pero la mayor parte de estas historias están, hoy en día, olvidadas, siendo desconoci­das para el gran público, precisamente porque, para muchos, estos temas religiosos ya no provocan asociaciones de significado universal ni personal».

Dicho de otro modo, el hombre moderno ignora el eco del Evan­gelio de los cuentos de hadas porque la religión ya no le dice nada y además no le interesa. Pero esto no quiere decir que el eco no esté presente. La afirmación de Bettelheim implica que en los cuentos de hadas existe una dimensión mucho más profunda que la psicológica, una capa rica en significado religioso que él mismo califica de importante y que, por desgracia, los especialistas han estudiado muy poco. De todos modos, lo más significativo de este tercer secreto era descubrir que esta dimensión religiosa de los cuentos de hadas no estaba formada por las creencias de las reli­giones paganas precristianas en las que previsiblemente fueron creados, sino que estaba compuesta por piezas de una fe eminen­temente cristiana; al menos, como es lógico, en los cuentos de ori­ gen occidental, de igual manera que las narraciones de origen oriental estaban repletas de referencias al islam.

Es bien sabido que en sus primeros siglos de historia, el cristia­nismo tomó diversos aspectos del paganismo y los transformó, llenándolos de contenido nuevo, como una ayuda para dar a conacer los rudimentos mínimos de la religión a las grandes masas que pedían el bautismo, ya que a causa de su gran número no era posible iniciarlas en la fe como había sido norma hasta entonces. Así, se sustituyeron unas fiestas por otras, se cambió el uso de ciertos edificios o se añadieron algunos aspectos rituales al culto. De igual modo, la Europa cristiana fue adaptando paulatina­mente sus antiguas fábulas, cuentos y leyendas de origen pagano y las cristianizó, después de examinarlo todo, quedarse con lo bueno y añadir lo que la tradición oral, con el paso de los años, fue considerando necesario.

Otro estudioso de los cuentos, el ruso Vladimir Propp, más im­portante que Bettelheim pero menos conocido para el gran pú­blico, también defendió sin tapujos el germen y contenido reli­gioso de los cuentos de hadas: «podemos convencernos de que, en los cuentos maravillosos, las formas fundamentales están clara­ mente vinculadas con representaciones religiosas». Pero lo que le otorga su verdadero valor a esta idea es que Propp la desarrolló bajo la vigilancia de los comisarios políticos del régimen sovié­tico, una dictadura atea ante cuyas directrices tuvo que plegarse para poder sobrevivir, terminando por convertir sus estudios sobre los mitos heroicos en una serie de cuentecillos sobre superhé­ roes comunistas, cuya única misión, desde los albores de la hu­manidad, consistía en promover la revolución y la dictadura del proletariado. Sin embargo, a pesar de haber tenido que llegar a ese extremo, en ningún momento negó u ocultó el significado reli­gioso de los cuentos de hadas, lo cual nos permite comprender hasta qué punto es evidente para todo aquel que los mire con cierta honestidad.

En este tercer secreto, los mayores estudiosos de los cuentos, sean ateos voluntarios como Bettelheim o ateos forzados como Propp, reconocen el eco religioso que existe en los cuentos de ha­ das, pero no han dedicado ningún esfuerzo en estudiarlos desde esa dimensión, ya que entraría en conflicto con su modelo de ateísmo. Por lo tanto, la tercera razón por la cual no conviene to­ marse los cuentos dehadas a la ligera es esta:
1. Los cuentos son verdad.
2. Los cuentos son ecos del Evangelio.
3. Lo admiten hasta los ateos.

Quizá nunca nos hemos tomado en serio los cuentos de hadas. Tal vez porque no hemos comprendido que son las herramientas que de forma inmemorial ha utilizado el ser humano para captar los destellos de Dios en la creación e intentar comprender lo que le rodeaba. La tarea de todos los pensadores a lo largo de la histo­ria de la humanidad ha consistido en responder a las preguntas fundamentales con las que el ser humano nace: ¿para qué vivo? ¿Por qué sufro? ¿Hay algo después de la muerte? Pero antes de que surgiesen los primeros filósofos tal como los conocemos, nuestros antepasados, por medio de los cuentos, ya intentaban explicar la realidad que habían logrado discernir entre las sombras. Esta es la razón por la que el mundo de los cuentos está más cerca de ti de lo que crees, porque su significado toca la raíz de tu existencia por medio de una fantasía que es más real que la propia realidad.

Los cuentos de hadas hablan de Dios, de su Hijo Jesucristo, de la historia de tu salvación. De hecho, cada cuento es una historia de salvación: de la princesa, del huérfano, del pobre. Así como el pue­blo de Israel ha transmitido la fe de generación en generación por medio de los cuentos, sobre todo de los llamados midrashim, ex­plicaciones de diversos pasajes de la Escritura con forma de cuento, relato maravilloso, narración popular o leyenda; el Occidente cristiano ha hecho lo propio por medio de los cuentos de hadas. Estos son los midrashim de los cristianos, recogidos en los maravillosos Cuentos de la Tebaida. en la Discivlina clericalis de Pedro Alfonso de Huesca, en la Leyenda dorada del beato San­ tiago de la Vorágine. Los mismos en los que san Jorge derrotaba una y otra vez al dragón y salvaba a la princesa; los mismos que se compilaban en gruesos volúmenes para su uso por los predicado­res, como la Gesta Romanorum, del siglo XIV; los mismos de los que se reía Perrault cuando escribía versiones para criticar a los católicos y sus familias numerosas y entretener así a las damas de la alta sociedad parisina; los mismos que los hermanos Grimm, cristianos calvinistas de fe sincera y pura, incluyeron en su Kin­der und Hausméirchen, su Cuentos de la infancia y del hogar, verda­dero cofre del tesoro que contiene la mayoría de versiones que pueblan nuestra memoria colectiva.

Por eso no me sonrojo al decir que este libro tiene un incalcula­ble valor, porque se lo dan los tesoros que contiene y que no vie­nen del autor. Este libro pretende descubrir alguno de estos teso­ros sacando a la luz el eco escondido del Evangelio. Lo ofrezco como una pobre herramienta para ayudar a transmitir la fe a los niños de esta generación. Y es que me ha invadido una sensación familiar de urgencia, de prisa y de apremio al contemplar a estos niños a los que jamás les han contado los cuentos como son. A los que se los han cambiado contándolos al revés. De los intentos, honestos muchos de ellos, por estudiar e intentar comprender los cuentos desde diversas perspectivas, se ha pasado a demonizarlos y cambiarlos radicalmente con el fin de arrodillarlos al servicio de la ideología dominante. 

Espero que este libro te ayude a compren­ der por qué esto es tan grave, tanto como sería cambiar el texto del Evangelio. Esta es la cuarta y triste razón por la que no se de­ ben tomar los cuentos de hadas a la ligera.
1. Los cuentos son verdad.
2. Los cuentos son ecos del Evangelio.
3. Lo admiten hasta los ateos.
4. Cambiarlos significa renegar de la verdad y del Evangelio.

No me detendré a profundizar en las raíces y las consecuencias de esta apostasía cultural. El formato de este libro nos exige en­trar ya en el bosque de los cuentos, dejando inacabada, o mejor, apenas esbozada, esta cuestión. Pero si Dios quiere y la proverbial paciencia de mis editores lo permite, dentro de poco un nuevo li­bro se encargará de ello. De momento, toca ahora contemplar los cuentos de hadas desde la perspectiva del Evangelio. Interpreté­moslos bajo este prisma, a ver qué encontramos. Adentrémonos en el bosque, deprisa, el lobo está a punto de devorar a siete inocentes muchachos que han hecho lo que han podido para es­ quivar sus engaños, pero no han logrado evitarlo.
Porque el lobo ha sido mucho más inteligente que ellos.

NOTA SOBRE LOS CUENTOS

He decidido incluir una versión de cada cuento reducida pero completa en sus partes esenciales antes de su comentario, con una doble intención. En primer lugar, porque tengo la esperanza de que se utilicen para ser leídos a los niños antes de dormir. Para ello, y con el fin de facilitar el contarlos, he procurado conservar lo máximo posible la forma oral en la narración sin dejar de ser fiel al texto seguido. Mi segunda intención es que este libro pueda servir para que, por medio de estas versiones de los cuentos que recoge, pueda conservarse el verdadero espíritu con el que han sido narrados de generación en generación, protegiéndolos así de cambios y adulteraciones que terminen por malograrlos definiti­vamente. Soy consciente, además, de que es muy difícil elegir una versión de los cuentos que logre satisfacer las expectativas de cada lector. 

Todos estamos muy influenciados por nuestras lectu­ras infantiles, nuestras tradiciones familiares y, sobre todo, por las películas de Disney. Por eso, el método que he utilizado para la selección de la versión de cada uno de los diez cuentos que con­forman este libro ha sido el denominado Criterio de Tesalónica, a saber, aquel que dicta: «examinadlo todo y quedaos con lo bueno» (1Tes 5,21). 
Con el fin de facilitar el acceso a las diferentes versio­nes de los cuentos, el lector encontrará en cada uno de ellos una nota bibliográfica que incluye las distintas versiones utilizadas, su lugar en el sistema de clasificación Aarne-Thompson-Uther, información sobre el largometraje de referencia si procede y cual­quier otra información que resulte relevante.

Diego Blanco: "Cuando a un niño no le digo dónde está el mal y dónde el bien lo estoy manipulando"

¿Es bueno leer cuentos de hadas a nuestros hijos? ¿Qué significado tienen los cuentos? ¿Qué reciben nuestros hijos a través de las películas y series? ¿Cuáles son las claves para hacer con éxito la batalla cultural en la educación de nuestros hijos? 

Diego Blanco nos muestra el camino para sobrevivir a los grandes medios de propaganda de los totalitarismos 'blandos', recordándonos que actualmente, "decir que algo es bueno o malo es fascista, y no lo es". Y nos recuerda que "cuando a un niño no le digo dónde está el bien y dónde está el mal, o al revés, cambio el bien por el mal y el mal por el bien, lo estoy manipulando". Además, comenta el contenido de películas y series como El Señor de los anillos, del que tiene un libro explicando su significado (un camino inesperado), Star Wars, Mandalorian, Barbie, las princesas Disney, Juego de Tronos, Marvel... 

Expone, por ejemplo, que "cuando luchan batman contra superman, el guionista dice 'esto es una guerra entre Dios y el hombre'. Lo dice claramente, no se oculta". En cuanto a esto, Diego Blanco especifica que hay que tener en cuenta que "ser bueno no es ser inmaculado, ser bueno es luchar contra el mal. Pero para luchar contra el mal, tienes que saber dónde está". Así, hace referencia al Señor de los Anillos, donde Tolkien se basa en la doctrina católica de que "somos buenos pero inclinados al mal", por lo que en El señor de los anillos, "la culpa nunca es de quién codicia el anillo".



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"Espejo... espejito: el impacto del teléfono móvil en la familia" con Diego Blanco

Bajo el lema “Espejo... espejito: el impacto del teléfono móvil en la familia”, la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) celebró el pasado viernes 9 de junio la quinta edición de las Jornadas Católicos y Vida Pública en Guadix (Granada). El ponente principal fue Diego Blanco, investigador cultural, escritor, guionista y productor de TV. La preocupante capacidad de los dispositivos móviles de absorber nuestra atención, y los problemas sociales y afectivos que esa capacidad están generando, sobre todo en los más jóvenes, fueron la temática central de unas jornadas que contaron con una notable afluencia de público a las instalaciones del Hospital Real de La Caridad. 

Tres grandes cambios sociales 

Al inicio, Diego Blanco aseguró que existen tres grandes cambios sociales: 

el primero es un cambio narrativo, porque el concepto del bien y del mal que reciben nuestros jóvenes perciben en series, películas, cuentos... se ha invertido. La narrativa actual premia lo oscuro, lo confuso y lo monstruoso. 
El segundo gran cambio es psicológico y hace referencia la “psicología positiva” que tiene aspectos beneficiosos porque es mejor afrontar los problemas con optimismo, pero que genera una gran tensión en las personas. El motivo es que fija en el logro de la felicidad personal el objetivo de la existencia, pero al mismo tiempo no define en qué consiste ni cómo se mide esa felicidad, con lo que transmiten la sensación de que nunca se consigue alcanzar. 
El tercer gran cambio es el cambio tecnológico, que incluye la revolución que los teléfonos inteligentes han traído a nuestras vidas. 

Nada es gratis 

Para explicar esa adicción al móvil, el director y guionista de la serie 'Por muchas razones' aludió al cuento de Hansel y Gretel. La bruja atrapa a los niños hambrientos ofreciéndoles una casa entera de dulces y chucherías para ellos. La moraleja de la historia era que nada es gratis y que debes desconfiar de quien te ofrece algo sin coste aparente. Lo mismo ocurre con instagram, fornite, tiktok y el resto de redes sociales... son aparentemente gratuitas porque son una trampa. Al otro lado del smartphone hay miles de ingenieros trabajando para que no lo soltemos y ganar así miles de millones de dólares con los datos que captan de nosotros y subastan a los anunciantes de productos. 

Tristes y enganchados 

Lo más oscuro de este mercado es un hecho denunciado por obras como “tristes por diseño”, un libro que revelaba que las redes sociales manipulan a sus usuarios para generarles un estado de tristeza y ansiedad que intentan calmar incrementando el tiempo que pasan en ellas. 

“Es un acto mafioso, les interesa tener a los chavales tristes” afirmó el creador zaragozano. La autoestima de nuestros jóvenes depende de su valoración en las redes y la atención que reciben del resto de usuarios está moderada por la herramienta, que no deja a nadie del todo satisfecho a propósito para mantener su grado de adicción. Diego Blanco apoyó estas afirmaciones con datos del informe filtrado por la ex-investigadora de Facebook, Frances Haugen, que hizo público un estudio del gigante tecnológico en el que se afirma que los algoritmos de la aplicación son dañinos para sus usuarios, sobre todo las chicas, porque "el 32% de las adolescentes dijeron que cuando se sentían mal con su cuerpo, Instagram las hacía sentir peor". Asimismo, recomendó el documental de Netflix “el dilema de las redes” del que se puede extraer abundante información de interés sobre estas oscuras y perjudiciales prácticas: “las tecnológicas siguen el manual de las tabaqueras para que su oferta sea adictiva desde el principio” aseguró Blanco. 

Acceso al porno con nueve años 

A continuación, incidió en el peligro que supone que el teléfono móvil se haya convertido en el regalo habitual de las familias en las comuniones de los niños. Analizando las palabras clave en las búsquedas del portal más popular de acceso a contenidos pornográficos, se observan temáticas infantiles que indican que los usuarios son cada vez más jóvenes. Los últimos estudios cifran en 9 años la edad del primer contacto con el porno a través del dispositivo móvil. 

La solución: reconocerse adicto 

Al término de la ponencia, el director y productor afirmó, citando a C. S. Lewis, que “hay esperanza si nos enfrentamos a un problema sin solucionar, pero no hay esperanza cuando actuamos como si el problema no existiese”. El primer paso es reconocer que los adictos somos todos y que hay que afrontarlo con mecanismos de control, empezando por los propios adultos. A continuación, sugirió varios consejos prácticos como eliminar las aplicaciones de redes sociales del móvil, suprimir las alertas de aquello que no nos conviene y dejar el móvil fuera de la mesa al comer, incluso fuera del dormitorio con la compra de un sencillo despertador. Para concluir, Diego Blanco resumió su propuesta en “pon normas en tu casa, cúmplelas como padre, como madre y apágalo todos los días cuando te vayas a dormir; hay solución”.

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