Los primeros cristianos
Lo de menos es morir. ¡Es sólo un instante! Pero vivir siempre alienados, es inasumible. Así pensaban los primeros cristianos. Valoraban la libertad. Preferían que los leones se comieran sus cuerpos antes que acatar normas estúpidas impuestas por gobernantes estúpidos, porque eran plenamente conscientes de que, haciendo estupideces, es como uno se estupidiza, pierde la razón, la consciencia, el alma, se deshumaniza, se bestializa. ¡¿Cómo sabes si uno es estúpido sino por las estupideces que le ves hacer?! ¡Por sus hechos los conoceréis!
Si hay que morir, se muere. Se muere, se va al cielo, y punto. Eso pensaban los primeros cristianos. Entendían que eran eternos y que lo importante era el alma (Aquello que nos aleja de la bestialidad y nos acerca a la divinidad). Los de ahora no lo entienden; solo piensan en salvar su cuerpo, al precio que sea. Salvar su cuerpo, aún condenando su alma. ¿O no es la estupidez una condena para el alma?
Condenados a ser estúpidos alienados, de por vida, por acatar órdenes estúpidas. Aceptar ser tratados como ganado. Los pastores nos tientan, nos inducen a actuar como bestias, y si lo hacemos, ya nos pueden matar, sin miramientos, sin remordimientos, como se mata a las bestias. ¿Quién siente pena por un cerdo sacrificado? Así quieren evitar el “mal karma”. Ese es su plan.
Los pastores te dicen -Puedes pasear al perro pero no al niño-. Si lo aceptas, admites que tu hijo te importa menos que el perro. Te cierran la biblioteca, pero mantienen abierto el estanco (lo consideran esencial). Si lo aceptas, admites que te importa menos tu cultura que tus vicios. Si ven que cumples, ellos van dando vueltas de tuerca, y tras muchas vueltas, te dicen que sentado no da pero sí da si estás de pie. Si asumes eso, les estás indicando que ya estás completamente estupidizado. Así quieren evitar el miedo que sienten al hacer lo que hacen. Ese es su plan: Estupidizar al prójimo para dejar de tenerle miedo.
Tener que ponerte un bozal cuando ellos quieran. Soportar que te inyecten lo mejunjes que ellos quieran. Permanecer encerrado, sin poder tomar el sol, el tiempo que ellos quieran. No poder ver siquiera a tus seres queridos, si ellos no quieren. Eso hubiera sido inasumible para los primeros cristianos, pero no para los de ahora, que han permitido incluso que les cierren el templo. Todo para que sus cuerpos puedan durar un poco más. Todo por quedarse en tierra un poco más. Todo por no querer ir al cielo. Los cristianos de ahora ni siquiera se han parado a pensar qué es eso del cielo. ¿Es posible que sea un enorme redil, un lugar donde se hacinan los estúpidos?
Para los primeros cristianos, lo de menos era morir. Prestaban atención a la calidad, no a la cantidad. Bien podrían haberse llamado “los sibaritas de la vida”. ¿Cómo iban a decantarse por la cantidad, entendiendo que eran eternos? ¿Cómo se podría añadir, un solo día, a la eternidad? Los de ahora no entienden: Tienen miedo y es sabido que el miedo nubla la razón. Están muertos de miedo (Porque el miedo es un sinvivir). Vivir siempre con miedo era inasumible para aquellos primeros cristianos. -Si hay que morir se muere- dirían -pero después de haber vivido-.
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Juan Carlos (Yanka)