La verdad como la peste
'La indignidad de blanquear a Bildu: el PSOE y Bildu se sincronizan para vender un falso 'antes y después'. Otro editorial: 'Decepcionante salida del Tribunal Supremo: a nadie se le escapa que Delgado no cumple ni el requisito formal de ser una jurista de reconocido prestigio, ni el más importante de 'imparcialidad'. Jaime Mayor Oreja en el mismo diario: ‘La mentira sobre la verdad: no hay novedad, hay confirmación de que el proyecto al que hacemos frente se asienta no solo en la mentira, sino en el desprecio brutal de la inteligencia de millones de españoles‘. Federico J. Losantos en el mismo diario: 'Otegi blanquea a Sánchez: el proyecto político de Pedro Sánchez no es mantener la unidad nacional y la monarquía parlamentaria, sino liquidarlas'. contra la Justicia y la democracia. El PSOE y el partido chavista Podemos acaban de sentar un escandaloso precedente al mantener como diputado al delincuente Alberto Rodríguez'.
Una de las causas más profundas de la crisis que sufrimos es la prevalencia de la mentira sobre la verdad. El texto del evangelista san Lucas: «Porque los hijos de las tinieblas son más astutos, en el trato con los demás, que los hijos de la luz», se ajusta mejor que nunca a la realidad de hoy. Lo digo porque en España, por regla general, no hay un diagnóstico correcto, esto es, tenaz y perseverante, de la naturaleza y el significado del ‘proceso’ y del ‘frente popular’ que arrancó en el año 2004, y que se hizo gobierno en 2018, tras la moción de censura a Mariano Rajoy.
Cada vez que hay una novedad, un nuevo resultado electoral, sufrimos una amnesia respecto de la naturaleza y de la permanencia inexorable de este proceso y frente. En primer lugar, lo estamos viendo tras el resultado electoral en Cataluña el pasado 14 de febrero, cuando se apunta y se pronostica un posible gobierno solo entre nacionalistas, y por ello, enfrentado al frente popular que mal gobierna España. Esta fórmula, en mi opinión, no se va a producir porque no es posible una combinación política del Gobierno catalán contra el ‘frente popular’ del Gobierno de España. Esquerra Republicana de Cataluña no puede rebelarse contra el frente, como no lo puede hacer ETA Bildu, ni el Partido Socialista, ni mucho menos Podemos. Todos y cada uno de ellos ya no pueden vivir sin el ‘frente’. Por el contrario, lo que habrá es un ‘frente popular catalanizado’, es decir, un frente de izquierdas y nacionalista, liderados por ERC. Están obligados a encontrar un gobierno de Cataluña en el que haya una participación, dentro o fuera del mismo, del PSC.
En segundo lugar, la falta de un diagnóstico de la naturaleza del frente explica la inexistencia hoy de una alternativa política y social, que tanto necesita España. Si no somos capaces de entender la enfermedad, no seremos capaces de comprender la extrema necesidad de una alternativa, esto es, la única solución y remedio del demoledor virus interior que padecemos. Nadie que impulse una alternativa al frente popular puede pactar nada con él, porque no es un gobierno de coalición, ni un gobierno Frankenstein; es un frente de ruptura. Cualquier tipo de acuerdo con el frente popular se transformará en arma arrojadiza contra la posibilidad de una alternativa y, por el contrario, constituirá una prolongación en el espacio y una extensión en el tiempo del mismo.
He participado en los dos únicos proyectos de gobierno que impulsó y protagonizó el centro-derecha desde el inicio de la democracia: UCD y PP. En mis comienzos políticos participé desde el País Vasco en la tarea de la transición democrática, desde la Unión de Centro Democrático, en aquellos años calificados ‘de plomo’. Poco más de una década después, participé más activamente en la refundación del centro-derecha español, fracturado en la transición democrática, a través del Partido Popular. La primera tarea fue la transición hacia la democracia y la segunda significó la transición del centro-derecha, desde la base de Alianza Popular, con la incorporación de personas que veníamos de la UCD, representados por Marcelino Oreja en aquel Congreso de Refundación de 1989, que culminó brillante y materialmente José María Aznar. Las dos tareas significaron auténticas alternativas. La primera, una alternativa a lo que se denominaba ‘ruptura democrática’. La segunda era la alternativa a un partido político, el PSOE, desgastado lógicamente tras 14 años de gobierno.
Siempre entendí que la causa primera de nuestra fortaleza residía en el proyecto, la dirección, la función y objeto social del mismo. El éxito, la condición necesaria de una alternativa era y es su función social, su objeto social, mucho más que la ‘geometría’ de nuestra opción. La fortaleza de la UCD no era tanto el centrismo como su utilidad, su necesidad, su objeto social, el significado de su reforma, para que, de esta manera, de la Ley a la Ley, desde el espíritu de concordia, se alcanzara la orilla de la democracia. La principal fortaleza del Partido Popular fue su objeto social, la unión y la cohesión de lo que la transición dividió, esto es, el papel diferenciado que jugaron los dos partidos políticos del centro-derecha: UCD y Alianza Popular. En la fecha de hoy, como siempre, la clave de la alternativa no está ni en la aritmética ni en la geometría, esto es, en la estética de la opción: centro-centro, centro-derecha o centro-izquierda.
No habrá alternativa política al frente popular sin un mínimo proyecto político y cultural compartidos, sin una inequívoca explicación del objeto social de todos aquellos que participan en la misma. El objeto social de este proyecto es claro: el desalojo del proceso, utilizando un símil militar del ‘vista a la izquierda’, del frente popular. Para ello además es preciso enunciar, definir las bases políticas y culturales de un tercer proyecto del centro-derecha español, llamémoslo como queramos, pero con más urgencia que nunca, porque creo sin exagerar que la perversidad y la maldad del proceso que ha culminado en el Frente Popular es dramático. No solo quieren destruir el régimen constitucional, el espíritu de la transición democrática, sino que pretenden sustituir, reemplazar y destruir un orden social, basado en valores tradicionales, arraigados en la historia de España y en la reforma, por otro ‘orden’, mejor dicho, por un extremo desorden, propio de una ingeniería social con marcado carácter totalitario y relativista.
La UCD, mi partido, desapareció principalmente porque su objeto social, su utilidad, se evaporó cuando la transición democrática culminó. Los dirigentes políticos de mi partido, la UCD, y algunos de Alianza Popular no pudieron superar el rechazo mutuo que la propia Transición había generado entre ellos, y se desestimó la oferta generosa de Manuel Fraga antes de 1982, pese a que las bases sociales de ambos eran muy similares.
Hoy parece que se está produciendo la misma situación entre los dirigentes del PP y Vox, pese a que sus bases sociales son sustancialmente similares en un porcentaje muy elevado. Vox acaba de emerger, pero el PP tiene una función social que ha sido siempre unir, cohesionar, sintetizar. Por ello, el que tiene más riesgo es el Partido Popular, porque su principal función social ha sido siempre unir y cohesionar el conjunto del espacio político en el centro-derecha.
Antes de que uno gane al otro, como sucedió con Alianza Popular con respecto a UCD, en las elecciones de Galicia, Andalucía y generales de 1982, la gravedad de la situación de España, a diferencia de aquel periodo, es de tal magnitud, que exige a todos que cese la ‘competición’ y que concentren sus esfuerzos en la alternativa cultural y política. Se que es una difícil rectificación, pero más necesaria que nunca. Se precisa un respeto mutuo, y por supuesto, como condición previa, hay que erradicar el cordón sanitario que han urdido la izquierda española y los nacionalismos contra Vox y que sigue siendo una realidad. En definitiva, dos ejemplos en los que se pone de manifiesto la falta de un diagnóstico, y en los que, por comodidad, huimos de la verdad como de la peste: la situación poselectoral en Cataluña y la alternativa. Lo más cómodo es que cada cual continúe su carrera, que otros se pongan de perfil, y que nadie haga esfuerzo alguno. El resultado de esta actitud sería una catástrofe.
Jaime Mayor Oreja
es presidente de la Fundación Valores y Sociedad.
En los últimos tiempos “la prevalencia de la mentira sobre la verdad se ha ido acrecentando” ya que “en las sociedades líquidas la mentira fluye aceleradamente, cada vez más fácilmente, con menos resistencia”. Jaime Mayor Oreja, presidente de la Fundación Valores y Sociedad, y exministro de Interior de España, fue uno de los ponentes en la última sesión de Diálogos de Teología de Almudí 2017 organizados por la Biblioteca Sacerdotal Almudí y la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia.
En su conferencia ‘La vida: política e ideologías’, Mayor Oreja manifestó que la sociedad española “se ha ido alejando de valores sólidos, de referencias permanentes e, incluso, de la verdad como aspiración”, dejándolo todo a la suerte de los estados de opinión.
Cinco grandes mentiras
Mayor Oreja destacó cinco “grandes mentiras” que se han ido extendiendo en los últimos años.
Así, en primer lugar, subrayó el hacer creer que la crisis que estamos viviendo es “económica, financiera y política y no de carácter moral”, ya que se considera que la moral está “dentro de nosotros mismos, de nuestras conciencias, de la persona”.
“Por eso las instituciones que más han padecido esta crisis son las que están más vinculadas a la verdad”, dijo el exministro, citando como ejemplo la familia o la descristianización de Europa. En este sentido planteó que la crisis no ha acabado puesto que todavía se tiene que dilucidar la confrontación entre “el relativismo moral, que ha dominado la sociedad hasta ahora” y el “extremismo o populismo” que ha surgido como reacción.
La segunda mentira es afirmar que “no existe un orden mundial nuevo”.
Para Jaime Mayor “se ha desarrollado un nuevo orden mundial” fruto de “una sociedad líquida sin valores sólidos permanentes” en la que la única referencia es el dinero.
Decir que “este nuevo orden mundial es inocuo para los valores cristianos” es otra de las grandes mentiras. Mayor Oreja no dudó en señalar que los nuevos tiempos tiene “obsesión” por “destruir los valores cristianos en términos de civilización y reemplazarlos por la nada”. Y aunque este nuevo orden mundial está “condenado al fracaso” tiene “una gran capacidad de destrucción” de los valores tradicionales. Por eso animó a los cristianos a dar un paso al frente y huir de la “incomparecencia cultural, en el gran debate de los principios prepolíticos que determinan el futuro de nuestra sociedad”.
Sostener que el debate político es el de siempre, que no ha cambiado es “otra mentira”.
“Se prefiere decir que se está en un debate entre izquierdas y derechas, entre liberales y socialistas, entre cristianodemócratas y socialdemócratas”. Pero para Mayor Oreja, “el único debate que existe en la actualidad es el que protagonizan el relativismo y el extremismo o populismo”.
Por último, afirmar que ante “este nuevo y único debate, lo más urgente es nuestro alineamiento, bien sea con el orden mundial o con el populismo” es la quinta mentira. Ante esto Mayor Oreja no dudó en manifestar que “no oculto mi desconfianza hacia unos y hacia otros”. Por ello, considera que la actitud correcta es “dar una visión diferente de esa crisis total que padece la persona”.
La actitud del cristiano
Ante esta situación de la sociedad que presentó, Jaime Mayor propuso algunas actitudes que pueden tener los cristianos. Así subrayó que “estamos obligados” a “ir a la raíz”. “No podemos quedarnos en la superficie de los acontecimientos” sino que hemos de “buscar y defender la verdad”, manifestó. Y añadió: “la verdad es nuestra fe, pero no podemos olvidar que la fortaleza de la verdad es también parte de la fortaleza de nuestra civilización”. En este sentido, Europa “tiene que saber aceptar sus raíces cristianas”.
Mayor Oreja abogó por “una resistencia” ante el nuevo orden mundial. “Hay que atreverse a decir la verdad sobre lo que tenemos delante”, subrayó. E hizo hincapié en que la descristianización de Europa ha supuesto “la falta de cohesión por la ausencia de valores compartidos”.
Finalmente, manifestó que “puesto que la crisis está en la persona, sólo un cambio en las personas puede hacer frente a dicha crisis. Hay que empezar por uno mismo y seguir por la institución de la que uno forma parte”.
En la última jornada de Diálogos de Teología Almudí también intervino Julio Tudela, director del Máster de Bioética de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, quien impartió una conferencia sobre ‘Sexo, género y transexualidad’. Tras analizar los movimientos que han facilitado el desarrollo de la ideología de género, el profesor Tudela expuso las pruebas científicas que demuestran que, biológicamente, las personas somos diferentes en función del sexo.
El Frente de la mentira
A lo largo de estos últimos años y meses, cuando -tanto en ámbito privado como público- me he referido al proceso que vive España y sobre todo, cuando he afirmado la existencia de un “frente popular”, la reacción de quien lo ha escuchado oscilaba entre la infinita distancia y el rechazo. No se quería aceptar la realidad del proceso que iniciaron ETA y Rodríguez Zapatero en los arranques de los dos mil ni la culminación del mismo en el “frente popular”. Lamentablemente, día tras día, acta tras acta de los encuentros entre los enviados de Rodríguez Zapatero y ETA, derivada tras derivada de aquel proceso, confirman tanto la existencia del mismo como del “frente” resultante.
Resulta una obviedad señalar que esta culminación, el “frente de 2019” es diferente, no es idéntico al que emergió en España en el gobierno de 1936. La sociedad española era radicalmente diferente a la de hoy, pero la fórmula política decidida finalmente no es distinta; La suma de los peores componentes para gobernar España en ambos momentos de nuestra historia.
El “frente” de hoy tiene más componente nacionalista y secesionista que aquel, porque en su origen hace más de una década y media, estaba ETA, porque arrancó con una negociación desde el gobierno de España con un proyecto de ruptura, porque llegó el “proces” catalán como la primera derivada de aquella decisión, porque hoy se instala en Navarra la vanguardia del nacionalismo vasco, de la mano esta vez de los socialistas, porque el número de comunidades periféricas afectadas por el fenómeno nacionalista se acrecienta.
El “frente” no es el gobierno de los españoles ni el de España, sino que es el gobierno del “proceso”. En consecuencia, el frente popular encierra las mismas características del proceso del que nace. Si el proceso, esto es una negociación pactada entre el gobierno de España y ETA, fue opaco, oscuro, vergonzante, escondido, su gobierno, su administración, tendrá exactamente las mismas características. Es un frente asentado y marcado en la mentira, en un juego permanente para esconder su auténtica naturaleza, en el que están hace muchos años. Una mentira en progresión geométrica.
El frente se inició con una mentira; no había negociación ETA-Gobierno, ETA y Bildu se enfrentaron y ganaron los segundos, la mayoría de los españoles derrotamos a ETA; luego continúa con la mentira de que la corrupción era la causa fundamental de la moción de censura contra Mariano Rajoy; al final, Navarra y un gobierno del Frente popular culmina este proceso.
Hoy en particular, la mentira -que ha estado presente siempre en este proceso- se sustancia en los llamamientos permanentes e hipócritas al Partido Popular y especialmente a Ciudadanos para trasladar la impresión de que ellos, los socialistas, no querían el “frente” y que los auténticos responsables del futuro gobierno son los demás.
Estarán condenados a no decir nunca la verdad, porque la mentira con que se impulsó el proceso imprime carácter. Durante estos últimos largos años he comprendido que la crisis actual tiene en la prevalencia de la mentira sobre la verdad su principal componente y que es verdad que, por regla general, los hombres de las tinieblas son más astutos que los hombres de la luz.
Dicho lo cual, lo que más nos debe preocupar en el día de hoy no es la estrategia y el sectarismo de los que componen el frente. El problema auténtico, a veces desesperante, el problema de verdad radica en la ceguera, en la incapacidad de entender lo que sucede, en las personas que no estamos en el frente, tanto en el ámbito político como en el social, como en los medios de comunicación
Uno de los efectos de los frentes es que lamina, expulsa, mata, escojan el verbo que quieran, la alternativa. Por ejemplo, los frentes ridiculizan los partidos bisagra, porque estos últimos pierden su razón de ser, les convierten en un partido imposible, incoherente, porque no se puede pactar de verdad con un frente, ni siquiera territorialmente. La configuración de este “frente” nos desconcierta, porque su diagnóstico nos divide y enfrenta a quienes no somos del mismo.
Me atrevo a afirmar y reiterar el título de una tercera de ABC que tuve el honor de escribir el pasado nueve de febrero, “La urgencia moral de una alternativa”, es decir, todo lo contrario, a la realidad que se ha ido produciendo desde aquella fecha. Todos los partidos políticos que no forman parte del “frente” tienen que ser capaces de concentrar todos sus esfuerzos en la urgente tarea de presentación y diseño de una alternativa, en la refundación inaplazable del espacio político que ocupan, por difícil que ello sea.
No hay que engañarse, hoy todavía no hay alternativa, entre otras razones porque uno de los principales objetivos del frente es que no la haya. Ayer muchos se sorprendieron con el desenlace de la moción de censura, hoy se escandalizan del devenir de Navarra, mañana ya veremos. Sin embargo, la lógica del proceso es implacable. Siempre he reiterado -con poco éxito- que frente a la tozudez extrema de los movimientos nacionalistas, el conjunto de los españoles no sabemos ser tenaces y perseverantes.
Cambiamos de estrategia, de posición y actitud sin razón alguna, sin que ellos, quienes integran el movimiento nacionalista, hayan cambiado un ápice, una coma de su posición y sobre todo, de sus objetivos. Nos cansamos, nos aburrimos de ser coherentes, de decir la verdad, y de vez en cuando, nuestra tendencia a la comodidad nos lleva a la puesta en marcha de genialidades tácticas o estratégicas, abrazando el mal llamado y perverso “proceso de paz”.
La pregunta que debemos hacernos es qué podíamos esperar de un acuerdo contra natura entre el gobierno de España y de un proyecto como el de ETA, fundamentado en la ruptura de España. El resultado no solo es un gobierno mal llamado Frankenstein, porque lamentablemente es mucho más, sino la administración de un proceso letal para la derecha, para la izquierda constitucional y democrática y puede serlo para España.
Los frentes hacen estragos fuera del mismo, su efecto destructivo nos contagia a todos. Mientras no diagnostiquemos, enunciemos y nos concienciemos sobre el frente, estaremos indefensos frente a sus efectos y consecuencias.
Los frentes, por su propia naturaleza, son instrumentos de fractura y destrucción nunca de suma. Empiezan destruyendo la alternativa, desde la división y la fractura, posteriormente y aunque no quieran, destruirán todas y cada una de las instituciones de la nación, especialmente las que más nos unen y cohesión. Acabarán destruyéndose, suicidándose, fracasarán, pero estará por ver el grado de daño que produce al conjunto, a España y a nuestra convivencia.
Seguimos sin comprender la profundidad y naturaleza de la crisis que nos caracteriza, no solo a los españoles, sino a todos los europeos: una crisis moral, de principios, de referentes permanentes, de carácter antropológico, de la verdad. En todos los países la crisis es de la misma naturaleza, que nos está llevando al extremo desorden, pero en España se manifiesta de forma singular: la crisis en España es la crisis de España.
Jaime Mayor Oreja
Presidente de la Federación Europea One of Us
La prevalencia de la mentira
sobre la verdad
Les aseguro que no tenía intención alguna de escribir artículo alguno en esta fecha aniversario de la declaración solemne del final de ETA. Reconozco que viendo en estas horas reiteradamente la prevalencia de la mentira sobre la verdad, contemplando la presencia exhaustiva del portavoz del proyecto de ETA, y de otros dirigentes socialistas, he considerado que mi silencio total sería cómplice de la situación y, por ello, culpable.
No hay novedad alguna en el contenido de las palabras de Otegi y de Rodríguez Zapatero estos días, pero sí la confirmación de un proceso, que al inicio negaron radicalmente, y que hoy incluso ellos van desvelando al menos en parte.
Tras la llegada al poder de los socialistas, después del atentado del 11-M, se produjo un acuerdo marco entre ETA y Rodríguez Zapatero, en virtud del cual se acordó una colaboración entre ambos. ETA, muy debilitada por la actuación de la Guardia Civil, del Cuerpo Nacional de Policía y de la Justicia, dejaba de matar, y Rodríguez Zapatero ofrecía la destrucción no solo del orden constitucional del 78 y del espíritu de la Transición sino también la de un orden social asentado en los fundamentos cristianos.
Esta colaboración y este proceso darían lugar años después a un Gobierno Frentepopulista, no solo a lo que algunos dicen que es un Gobierno Frankenstein.
Este acuerdo no cambiaba un centímetro la naturaleza de ETA, que más que una estricta organización terrorista ha sido siempre esencialmente un proyecto de ruptura de España, tanto de la nación como de sus fundamentos históricos.
Por el contrario, provocó una metamorfosis profunda del partido socialista, que repetía e imitaba una transformación similar a la que se produjo en su seno en la mitad de la II República española, cuando tras la victoria de las derechas apuntó a la revolución social y al Frente Popular de 1935.
La moción de censura de mayo del 2018 contra Mariano Rajoy era una pieza, un instrumento, un estadio necesario de este proceso, en el que ya era indispensable configurar un frente popular o un frente de ruptura en el Gobierno.
La presencia de ayer tan protagonista del portavoz del proyecto político de ETA vuelve a poner de manifiesto la mentira de la derrota de ETA, sin paliativo alguno. Se ha negociado un proceso con ETA, no se ha derrotado a ETA. Y los que hablan todos los días de derrota de la misma ni entienden ni comprenden el carácter, la naturaleza, los objetivos de ruptura y de fractura de su proyecto.
No son los herederos de ETA; Bildu nunca ha existido como tal, Bildu nunca se ha rebelado contra ETA, porque en términos de proyecto político solo ha existido, existe y existirá ETA. Lo demás son subterfugios, falsos relatos en determinados momentos para evitar su ilegalización, en otros para justificar la aproximación del partido socialista a ETA, para que el proceso se hiciese realidad.
Por el contrario, la pregunta que al menos yo me hago, y no creo equivocarme en que muchos de los dirigentes de ese entorno se la hacen, es cuándo van a volverse a llamarse como lo que realmente son: ETA.
No nos engañemos, no tienen sentimiento de derrota, porque están ganando por goleada.
¿Cómo van a estar en la derrota si tienen miles de concejales y cargos electos en el País Vasco, si cogobiernan España a través del proceso referido, si son permanentemente protagonistas en la política española, si se han convertido en un eje esencial de una alternativa de izquierdas en el País Vasco, si están avanzando en la exclusión y en la derrota del Partido Nacionalista Vasco, por ejemplo, en gobiernos municipales como los de Irún y Eibar?
¡Ya me gustaría a mi sufrir esta derrota!
Los frentes, como los que nos malgobiernan, se aproximan a lo que denominamos «democracias populares », que han sido y son siempre la antítesis de la democracia. Los frentes son tan perversos que nos anestesian a los que no formamos parte del mismo.
Nos dividen, nos separan, nos confrontan, debido a la excepcionalidad y anomalía de este instrumento para una democracia occidental consolidada.
Cambian las reglas de juego, embarran el terreno hablando, eso sí, todos los días de diálogo y concordia, y de ahí que el mayor error que pueden cometer los partidos políticos que no estén en el frente, esto es, aquellos que tratan de diseñar una alternativa política y social, es que no comprendan su auténtica naturaleza.
El mayor error es que piensen que enfrente tienen a un Gobierno de coalición, dentro de las coordenadas de normalidad de una democracia.
Un frente es cualquier cosa menos un Gobierno de coalición.
Es verdad que la crisis económica expulsó del poder a Rodríguez Zapatero en 2011, pero en aquella fecha aquel Gobierno representaba y significaba solamente un proyecto que sin duda había comenzado, pero que esencialmente era para el futuro.
Perdieron las elecciones, pero mantuvieron el proyecto y consolidaron el frente.
En la fecha de hoy, no nos enfrentamos solo a un proyecto sino que nos gobierna un frente, una realidad, no solo un proyecto. Quienes están en la cabeza son la extrema izquierda del País Vasco, ETA y Esquerra Republicana de Cataluña. Más aún, ERC, que había acordado en el año 2003 en Perpiñán una tregua de ETA en Cataluña, se fue convirtiendo a través de las instituciones catalanas en la vanguardia del movimiento nacionalista, sustituyendo al crimen de ETA.
Podemos juega el papel de embajador de ambas formaciones y, sin duda, el líder principal en el seno del Gobierno es su presidente, Pedro Sánchez.
Los frentes no tienen límites, ni morales ni demo Democráticos ni legales. Se resistirán a la pérdida del poder; desde el extremo harán todo lo que tengan que hacer para evitar esa situación, ilegalizarán todo lo que impida su mantenimiento y su presencia en el mismo.
Puede que no sea necesario, pero, si lo fuese, no les temblará el pulso, porque en los frentes nunca gobiernan los moderados sino que se imponen siempre los extremos.
Este frente ya ha definido su avance en una doble dirección en estos meses. En primer lugar, la sustitución, el reemplazo, la destrucción de un orden social, asentado en fundamentos cristianos: la vida, la familia, la naturaleza de la dignidad de la persona.
Avanzan en este ámbito como elefante en cacharrería, con enorme facilidad, sin resistencia, y es un proyecto global, total, de ingeniería social. Están reinventando la naturaleza humana, la familia, la historia, la biología.
La segunda dirección significa un avance para la aproximación con nacionalistas vascos y catalanes.
Es más difícil este ámbito que el primero, pero ya claramente apuntan a la reforma constitucional, que en su opinión es el mejor envoltorio de los posibles para la destrucción del orden constitucional de 1978.
Se aproximan, por difícil que parezca, a la autodeterminación, que es el único objetivo que daría satisfacción a todos los nacionalistas. No es fácil pero lo van a intentar sin admitir que se aproximan a la autodeterminación, pero imitando la mentira que también han puesto de manifiesto negando la negociación con ETA. En definitiva, dejémonos de relatos.
Simplemente busquemos, defendamos la verdad de nuestro pasado inmediato y de nuestro presente.
Si no somos capaces de defender lo que hemos vivido, en directo y en vivo, ¿cómo vamos a hacer frente a la leyenda negra, a la distorsión de la historia lejana de España? Y especialmente, ¿cómo vamos a afrontar nuestro futuro desde la mentira como proyecto?
No hay novedad, hay confirmación de que el proyecto al que hacemos frente se asienta no solo en la mentira, sino en el desprecio brutal de la inteligencia de millones de españoles.
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