¿Voz del pueblo = Voz de Dios?
RESUMEN
El 21 de septiembre pasado, se ha publicado, la “Síntesis narrativa: La escucha en la 1era Asamblea eclesial para América Latina y el Caribe -CELAM” (224 pp. que hemos leído adelantando el adviento), conclusión “NO OFICIAL” según sus presentadores (p. 2), de cinco meses de “escucha al pueblo de Dios” a través de respuestas y contribuciones por medio de la página de la “Asamblea sinodal” del CELAM.
Como habitualmente sucede en estos casos las “propuestas” no sólo parecen haber sido elaboradas por ciertos grupos ideológicos minoritarios, enquistados en las estructuras de poder eclesial, sino también seleccionadas con un fin muy preciso: “el proceso de conversión de la Iglesia” (p. 1).
La técnica no es nueva (algo parecido sucedió ya en el Congreso Americano Misionero en Bolivia y el Sínodo de los Jóvenes de 2018): se trata de la repetición constante con el fin de intentar imponer “desde abajo” los nuevos “paradigmas eclesiales” como lo del ginacolitado, el “sacerdocio femenino”, ”la “apertura hacia la homosexualidad en la Iglesia” y la teología del pueblo y de la liberación, entre otras cosas.
Con el objeto de exponer al pueblo lo que “el pueblo ha planteado”, es que ofrecemos aquí algunas perlitas extraídas de este documento que, más que una síntesis resulta ser un “copy-paste” de propuestas individuales, teológicamente desordenadas, sin mucho método ni lógica que, sin embargo, “se conecta con el Sínodo de la Iglesia Universal sobre Sinodalidad, en el cual estaremos compartiendo los múltiples frutos de esta experiencia como Asamblea Eclesial que sigue su camino” (p. 2).
Veamos algunos de los textos propuestos como parte del “pueblo santo de Dios” “que es infalible in credendo” (Mensaje de apertura de la 1era. Asamblea Eclesial de ALyC del CELAM (p. 1), varios de ellos titulados (sic) como “perlas” de las “voces del pueblo de Dios”.
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Las siguientes son algunas citas textuales (el documento completo puede consultarse AQUÍ).
Teología de la liberación
“Promover una teología de liberación, liberadora, que nos permita conectarnos efectivamente al proyecto liberador de Jesús, que nos permita reconocer as estructuras de poder y opresión, que facilite el encuentro, diálogo y que promueva los gestos y actitudes esperanzadora para vivir un ministerio eclesial vivo. Volver a las fuentes, como invita el Papa Francisco y retomar su compromiso inicial de dejarlo todo por servir y hacer conocer a Jesús. Que tenga preferencia por los pobres y frágiles de nuestro continente. Volver al mensaje de Aparecida y retomar la Teología de la Liberación sin miedo a censuras, sino con la certeza de ir por el camino correcto” (p. 25). “Hoy ofrecemos la imagen de una Iglesia afónica, gris, que no actualiza el mensaje del Concilio Vaticano II, que no proyecta el mensaje liberador de Aparecida, ni las exigencias de la Teología de la Liberación” (p. 26).
Educación global y marxista
“Voces del pueblo de Dios. Perlas (sic): Sigamos soñando con el pacto educativo global, porque la educación es la puerta de entrada a mejores días en la sociedad. Creemos firmemente que el acceso a la educación es un derecho, por eso la necesidad de un “Pacto Educativo Global… Liberar la educación, como defiende Paulo Freire (y otros), es el camino hacia una sociedad en la que cada ciudadano está sujeto (ciudadanía activa)” (p. 48).
El mundo protestante
“Voces del pueblo de Dios. Perlas (sic): “La iglesia católica no considera a las iglesias PROTESTANTES como peligro para la fe más bien son formas distintas de creer en Dios (…). “Los pastores y fieles PROTESTANTES son más entusiastas, activos y «en salida” (p. 86).
“El crecimiento constante de las IGLESIAS EVANGÉLICAS y pentecostales en nuestra comunidad a cambio de recibir bienes materiales para mejorar su calidad de vida” (ídem).
Sacerdocio y diaconado femenino
Presencia y participación sin voz de la mujer en la Iglesia: Se reconoce su presencia y la participación… pero muchas veces, en forma pasiva, sumisa y sin voz en las instancias de decisión eclesial. Ministerialidad de la mujer: Es necesaria la formación y el reconocimiento de la ministerialidad de la mujer en una Iglesia en salida, incluido el diaconado femenino (…).Respeto e igualdad de opciones que tienen los sacerdotes, obispos dentro de las comunidades eclesiales (p. 95)… “Pedir cambios en el derecho canónico y en la estructura eclesial para que las mujeres asuman ministerios eclesiales/ reflexionar en serio y abrirse a la posibilidad de ministerios ordenados (Diaconado, ministerio presbiterial)” (p. 97).
“La iglesia no puede quedarse anquilosada, se requiere una adopción de medidas transformadoras, reconocer que se han cometido y se cometen injusticias especialmente con la mujer dentro de la iglesia. Desmitificar el templo, sacar la Eucaristía de los templos y llevarla a la vida corriente. Combatir el clericalismo y optar por una iglesia sinodal (caminando con todos/todas sin exclusión de nadie), con la construcción de estructuras fraternas” (p. 100).
“(Voces del pueblo de Dios. Perlas) Falta valorar el trabajo pastoral y la misión de evangelización de la mujer. Crear el diaconado de la mujer (p. 188)”.
“No solo hay necesidad de mujeres diácono, sino que son una realidad. Una Iglesia sinodal merece mujeres diáconos” (p. 189)
Sacerdotes casados y celibato optativo
“Que se promueva un departamento de acción pastoral en las conferencias episcopales y en el CELAM para el acompañamiento, atención y diálogo constante con los sacerdotes casados”.
“Que se promueva a nivel profesional desde la dimensión humana, psicológica, filosófica y teológica una comisión de estudio que aporte luces sobre el celibato optativo, que presente una nueva dimensión del ministerio sacerdotal acorde a la realidad actual”.
“Analizar la necesidad del celibato optativo como una respuesta a las problemáticas que se presentan en la vida sacerdotal”.
Que se tome en cuenta la experiencia de los sacerdotes casados en la vida cristiana como iglesia doméstica, pastoral, sacerdotal, profesional, empresarial, laboral, educativa para que aporte al crecimiento de la vida diocesana y parroquial” (p. 123).
Aceptación de la homosexualidad
“La homosexualidad en el clero en forma silenciosa ha disfrazado del cumplimiento del celibato… La Iglesia ya no representa una espiritualidad viva. La reducción del cristianismo a unos eventos sacramentales administrados por la casta clerical ha condenado a la enorme mayoría de creyentes a un papel pasivo… por ejemplo los discursos de moral sexual desde la Iglesia ya no tienen ninguna relación con la vida de los creyentes” (p. 124).
Lo que duele: “Dolor por la indiferencia de la Iglesia, frente al tema de la Diversidad Sexual. Es el dolor de las personas LGTBIQ+, al sentirse rechazados por la Iglesia, frente a su orientación sexual… Constatar, que, desde algunos pulpitos, hay presbíteros que repiten y reiteran el rechazo a la diversidad sexual.
Dolor y decepción frente a aquellos colegios católicos, instituciones que no acogen con respeto, tolerancia activa e inclusión, la orientación sexual de hijos e hijas. Desazón que después de cinco años de Amoris Laetitia, no se haya avanzado prácticamente nada, especialmente en lo referido a la educación del clero y de la jerarquía frente a la diversidad sexual.
Algunas nuevas instancias eclesiales que han aparecido estos últimos años, las cuales promueven la participación laical y el respeto a la diversidad sexual.
Da esperanza la participación ciudadana y movimientos sociales (incluyendo el lgtbi+), que propician nuevas posibilidades de diálogo, más centradas en la persona y el bien común, cuestionando el modelo actual” (p. 198)
Evangelización desde abajo
(Voces del pueblo de Dios. Perlas): “DEJARSE EVANGELIZAR POR LOS PUEBLOS donde se encuentran las semillas del Reino que se construye en la tierra, en un tiempo y un espacio determinados” (p.118)… “La Iglesia necesita escuchar la sabiduría ancestral, reconocer los valores presentes en el estilo de vida de las Comunidades Originarias” (p. 119).
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Estas y muchas otras cosas son las que algunos, abrogándose la representación del “Santo Pueblo de Dios” (así, con mayúscula) desean imponer un tanto a las apuradas, como si les quedase poco tiempo.
Stat Crux dum progres volvitur (la cruz permanece, mientras los progres dan vueltas).
El sínodo de la escucha
que solo escucha a los de siempre
Para ser una ocasión que exige la participación de todos, el inminente sínodo de la sinodalidad va a llegar ante la indiferencia de una mayoría de fieles.
Es paradójico que la proximidad del Sínodo de la Sinodalidad esté provocando menos expectación aún que los anteriores entre los fieles, pese a tratarse del primero en el que se ha hecho un esfuerzo universal por pulsar las opiniones de obispos, sacerdotes y fieles de todas las diócesis.
Si uno leyera solo las declaraciones oficiales de la Curia Romana, se diría que el sínodo de marras es lo más importante que haya sucedido en la Iglesia desde Pentecostés, anunciando una (¿otra?) ‘primavera eclesial’. Pero el que salga de esa ‘matrix’ se encontrará con un panorama bien distinto, caracterizado por la absoluta indiferencia de la abrumadora mayoría, la suspicacia de muchos y las esperanzas de otros tantos.
La razón es que nadie se cree las premisas del sínodo. Es decir, nadie se cree que vaya a ser un periodo de escucha abierto a las sorpresas del Dios de las Sorpresas, al soplo del Espíritu, sino que se da por descontado que el resultado está ya perfectamente previsto y, probablemente, redactado.
Los ‘renovadores’ fingen creer en el proceso, porque esperan que avance su deseada transformación de la doctrina, especialmente en lo referente al reparto de poder y a la moral sexual.
Los conservadores también fingen, con menos convicción, porque esperan salir de esta sin perder los muebles.
Los tradicionalistas denuncian que el rey está desnudo, algo que todos saben aunque nadie va a escucharles, naturalmente. Y la abrumadora mayoría de los católicos ignoran todo el proceso.
El resultado de las ‘escuchas’ diocesanas ha sido el previsible. Es decir, la participación ha sido en todas partes tan exigua que pretenderla representativa sería un fraude.
Por otra parte, lo que supuestamente ‘pide’ el pueblo de Dios es el amasijo de ideas del mundo que ya impone el episcopado alemán o el belga, como era igualmente previsible. Lo que no se entiende bien es cómo una feligresía que no ha sido catequizada en serio, con las verdades de la fe, desde hace décadas; que en Estados Unidos descree de la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía en una mayoría holgadísima, puede tener algo que enseñar a la Iglesia, Madre y Maestra; algo que aportar al inmutable Depósito de la Fe.
El planteamiento ya es peligrosamente erróneo, transmitiendo la impresión de que nuestra fe no es la conservación del mensaje del propio Dios para nuestra salvación eterna, sino el fruto de un consenso, que la opinión pública viene a ser una tercera fuente de la Revelación que, lógicamente, cambia de una generación a la siguiente.
Por qué tememos
al Sínodo de la Sinodalidad
El entusiasmo oficial con el sínodo de la sinodalidad que nos llega de Roma, tan en contraste con la fría acogida entre los fieles, intenta vender en vano la sugerencia de una ‘refundación’ de la Iglesia, ante la alarma de muchos.
Decía Chesterton que al católico se le pide que se quite el sombrero al entrar en la iglesia, no la cabeza. En efecto, nuestra Iglesia no es una secta que siga ciega las consignas de un gurú o que puede cambiar a capricho de quien la gobierne en un momento dado.
Se puede pensar. Se puede admitir lo que tenemos ante los ojos. Y se puede apreciar a simple vista lo que tiene de ‘timo’ lo que nos intentan vender con tan machacona insistencia.
“Abrimos nuestras puertas, ofrecimos a todos la oportunidad de participar, tomamos en cuenta las necesidades y sugerencias de todos”, dijo Francisco en Lisboa, en referencia al sínodo que comienza en octubre. “Queremos contribuir juntos a construir una Iglesia donde todos se sientan como en casa, donde nadie quede excluido. Esa palabra del Evangelio que es tan importante: todos. Todos, todos: no hay católicos de primera, segunda o tercera, no. Todos juntos. Todos. Es la invitación del Señor”. Y en esta corta invocación advertimos dos falacias bastante evidentes.
La primera se refiere a la representatividad del sínodo. En todas partes oímos la insinuación de que lo que se discuta en las asambleas reflejará por primera vez la opinión de los laicos, del fiel de a pie. Y ya es difícil concretar qué gana la Iglesia, Mater et Magistra, aprendiendo en lugar de enseñar, que es la misión específica mandada por Cristo, como si la doctrina católica fuera una especulación intelectual y no un mensaje inmutable. Pero es que ni siquiera es cierto.
El proceso de recopilación de opiniones de los fieles ha estado más trucado que una película de chinos. Sólo entre el 1% y el 2% de los católicos de todo el mundo asistieran a las ‘sesiones de escucha’, para empezar, y se entiende que en esta ínfima proporción se concentren los más activistas y ‘renovadores’. Para seguir, no es que se diera a los fieles un folio en blanco para que expresasen libremente su visión de la Iglesia, sino que se les consultó específicamente de cuestiones muy concretas que quizá no fueran del interés de la mayoría, y con preguntas que a menudo generaban solas las respuestas adecuadas. No es extraño que la mayoría de los fieles ignoren incluso que se esté celebrando un sínodo, no digamos uno tan importante.
La segunda falacia del párrafo es más bien una sugerencia; es la insinuación, constante a lo largo de todo este pontificado, de que por fin las cosas son de la manera en la que han sido siempre. Las palabras y mensajes transmiten la sensación de que la misericordia de Dios sea algo inédito en la Iglesia, cuando ha sido un estribillo constante.
O, por ceñirnos al párrafo citado, que solo ahora se aceptara a todos en la Iglesia. Siempre se ha llamado a todos, siempre se ha aceptado a todos. Solo que, hasta ahora, se hacía una distinción tanjante entre la persona y la conducta, el pecado y el pecador, y se abrazaba al segundo sin condenar lo primero.
Todo esto hace pensar en el sínodo como en un gigantesco teatrillo, con el guion ya previamente escrito hasta la última coma, organizado para presentar como ‘demandas’ del Pueblo de Dios a cambios que, venidos directamente de la cabeza, sonarían intolerables.
LA IGLESIA DE LAODICEA
Y LOS NICOLAÍTAS
A veces me llegan preguntas pidiéndome ayuda para aclarar diferentes puntos de vista sobre la gran confusión que estamos viviendo, tanto desde un punto de vista político como religioso. En ocasiones esas preguntas contienen un cierto nivel de ansiedad al comprobar la notable confusión en todos los ámbitos sociales, políticos y religiosos. No son pocos quienes no entienden el porqué de toda esta situación que estamos viviendo, lo cual, lleva a numerosas personas a vivir en un estado de ansiedad e incluso de angustia. No me es nada fácil responder a estas preguntas.
La confusión que me exponen no pocos, no es de naturaleza política, porque todos entendemos la inmensa corrupción política que hay en todos los países, sino más bien es de tipo personal, de naturaleza religiosa o espiritual, confundidos ante los cambios radicales que proceden de quien debiera exponer lo que es el bien y el mal, en este caso de los mismos pastores de la iglesia.
Voy a poner un ejemplo. Resulta que, un viejo conocido mío, me contaba no hace mucho que se había casado de nuevo, estaba divorciado de un matrimonio anterior por la iglesia; que como su actual mujer, casados por lo civil, es un tanto religiosa, iban a misa y comulgaba como todos los demás. Ante esta situación que me expuso, traté de hacerlo ver que las cosas no eran así. Me respondió muy sorprendido afirmando que el cura le ha dicho que no hay problema y que el Papa Francisco ha confirmado que también puede comulgar a raíz del documento “Amoris letitia” sobre el tema matrimonial. Le expliqué brevemente que diga lo que diga el cura o Francisco, el asunto no es así que primero hay que obtener la nulidad por parte de la Iglesia para dar los siguientes pasos. Total que por unas razones u otras, no he vuelto a saber nada más de él.
Como podemos ver, es una confusión realmente impresionante. Y esto es lo que explico a personas que me escriben o que simplemente me preguntan. Es una confusión que no hay manera de pararla y, lo más sorprendente de todo, consiste en que esta confusión procede del interior de la propia iglesia, donde muchos pastores se han convertido en catedráticos de la mentira. A más de una persona he podido explicar con cierto detalle que, esta confusión esta descrita en algunos textos bíblicos, en los tres primeros capítulos del libro del Apocalipsis, donde san Juan escribe una serie de cartas a las primeras siete iglesias del siglo I en los inicios del cristianismo.
Esas cartas escritas a esas 7 iglesias de la iglesia primitiva, son como un retrato profético de lo que será la iglesia a lo largo de 2.000 años. San Juan, a partir del capítulo I, del Apocalipsis, comienza describiendo a la iglesia de Éfeso que, lo tenemos en el cap. 1-11, para describir a continuación el resto de las siete iglesias, como Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y finalmente Laodicea. Todas esas iglesias quedarán retratadas con sus virtudes y defectos.
Lo que de una u otra forma está descrito de forma general en esas 7 iglesias, consiste en que en la medida que vaya pasando el tiempo, el mal irá progresando tanto en la iglesia como en la sociedad en general y, ese mal, culminará finalmente en la iglesia de Laodicea que, es en realidad una descripción de la iglesia actual. No vamos a describir el resto de las iglesias descritas por san Juan, como la de Esmirna, Sarde, Filadelfia, etc., porque esas iglesias pertenecen ya al pasado. Nos interesa conocer la situación presente y esa es la iglesia de Laodicea. Entonces, ¿qué representa la iglesia de Laodicea?; simboliza la corrupción de la iglesia y, esta corrupción, queda representada en la última traición a Dios, la cual se llevará a cabo a través del abandono de la fe, es decir, a través de la “apostasía”. Por lo tanto, por medio del relato que hace san Juan de las 7 iglesias del Apocalipsis, podemos observar la evolución histórica de la iglesia a lo largo de los siglos.
Para centrarnos en el tema, empezamos traduciendo la palabra “Laodicea”; quiere decir, “La voz del pueblo manda”. Como podemos observar, la palabra “pueblo” nos hace ver que, estamos ante la descripción de un sistema político que de una u otra forma ha contaminado el cuerpo legislativo de la iglesia. En este caso, en la Iglesia que representa Laodicea, ya no es el pastor quien dirige la fe del pueblo, sino que es el pueblo con sus gustos y pasiones quien intenta dirigir la iglesia. Lo que san Juan nos viene a advertir consiste en que, al final del tiempo histórico, la iglesia habrá abandonado la fe en Cristo cambiándolo por la forma de pensar del mundo; o, dicho de otra forma, la iglesia se habrá convertido en un organismo casi político y, actuará políticamente, de manera que en sus pastores se observará una actitud de rebeldía frente a lo que Dios ordenó para su iglesia. Y esto es lo que estamos viviendo en estos momentos de la historia.
Vamos a poner otro ejemplo para entenderlo mejor. Leemos en el A. Testamento que, Moisés recibió la ley de Dios y, enseñándola al pueblo a través de los 10 mandamientos; es decir, Dios trataba con su pueblo, pero siempre lo hacía a través de Moisés; y esto lo hemos visto siempre, cómo a través del tiempo Dios trató con su pueblo mediante los profetas, sacerdotes, pastores, etc., ¿Qué supone todo esto? pues que, si interpretamos literalmente la descripción que hace san Juan sobre la iglesia de Laodicea, nos encontramos con que la iglesia actual, es en realidad una iglesia política, dirigida por falsos pastores que han impuesto un sistema político muy parecido al republicano. Dicho de otra forma, si observamos la actual situación de la iglesia, se puede comprobar que, no es el pastor quien manda, sino los miembros que forman esa comunidad la que impone sus criterios sobre lo que hay que creer o no. Ante esto, una de las cartas de san Pablo a Timoteo, en la 2° carta a Timoteo, cap. 4, nos dice,
“Llegará un tiempo cuando nadie aceptará la sana doctrina; todo lo contrario, se negarán a escuchar, prefiriendo seguir a falsos maestros conforme a sus propios vicios”.
Por lo tanto, la iglesia de Laodicea es la iglesia actual que, representa una iglesia mundana adaptada a la forma de pensar del mundo y, en clara sintonía con la política. Al haber perdido la fe, la iglesia ya no se diferencia mucho de lo que es un partido político.
Y, esto podemos verlo en el silencio absoluto que mantienen los pastores, como por ejemplo los obispos, quienes mantienen un riguroso silencio ante los disparates que surgen de la cabeza de la iglesia. ¿Por qué guardan silencio? Porque si hay una mínima protesta les quitan el puesto de diputado, es decir, los expulsan del cargo de obispos. Esto viene a confirmar lo que san Juan expone en los capítulos 17 y 18, donde la iglesia, ha consumado su total apostasía, mostrándose como una iglesia sin autoridad, totalmente corrompida.
Si leemos lo que dice de la iglesia de Laodicea, vemos que es bastante parecido a lo que afirma de la iglesia de Pérgamo que es la iglesia que sigue unida al mundo debido a que permite la infiltración de ritos paganos; ritos paganos que, concretamente Francisco ha impuesto en la Iglesia como el culto a la Pachamama. Esto se percibe con claridad cuando en el cap, 2-15 dice lo siguiente sobre la Iglesia de Pérgamo; “tengo contra ti que tienes ahí a los que practican la doctrina de Balaam, 15 y también a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, a los cuales Yo aborrezco”.
Es curioso pero los nicolaítas defendían la homosexualidad y la practicaban; y, como todos sabemos, la cúpula actual de la iglesia, no solo defiende la homosexualidad y la promociona, sino que la mayor parte de los altos cargos de la iglesia católica son abiertamente homosexuales. Se cumple con exactitud la profecía expuesta en el Apocalipsis, donde tanto la iglesia de Pérgamo como la de Laodicea, ambas representan la iglesia mundana, símbolo de lo que es la iglesia actual.
Por poner un ejemplo que lo tenemos en el evangelio, en Mt, capitulo 13, vemos la parábola del trigo y la cizaña. Quienes hayan visto las grandes extensiones de campos de trigo, habrán observado que tanto el trigo como la cizaña son bastante parecidos, pero la diferencia radica en que, la cizaña no tiene fruto, pero está en la misma espiga donde está el grano de trigo. Dicho de otra forma, tanto lo verdadero como lo falso están plantados juntos. Esto quiere decir que, la falsa religión que ya está en marcha, es muy parecida a la verdadera Iglesia y, de ahí procede la confusión que tienen muchas personas, aceptando como verdadero evangelio, lo que en realidad es falso.
Pues bien, centrándonos otra vez en la iglesia de Laodicea, en el versículo 15, leemos: “YO CONOZCO TUS OBRAS”; ¿qué quiere decir esto?, pues que tus obras proceden de tu orgullo y de tu rebeldía, el resultado de todo esto es, QUE NO ERES NI FRÍO NI CALIENTE”. “Dios aborrece la mediocridad que tiene la apariencia de piedad, pero que niega la eficacia de esa piedad”, esto lo leemos en la 2° carta a Tim. 3:5. ¿Cuántas personas se engañan asi mismas aparentando cierta religiosidad, cuando en realidad son auténticos estafadores?
En el versículo 16 dice: “COMO ERES TIBIO TE VOMITARE DE MI BOCA”; la tibieza, es la falta de ánimo, es la indiferencia. En la misma iglesia observamos la indiferencia y cómo ésta, se va volviendo cada vez más fría espiritualmente. Vemos que la iglesia de Laodicea es rica, tiene dinero y por lo tanto no le interesa nada. Tiene edificios, obispados, universidades, escuelas, congregaciones, tiene de todo, ¿qué más falta?... en lo material nada, pero en el fondo es una iglesia muerta. A Cristo lo han echado ya de casi todas las iglesias y lo han expulsado los mismos pastores que niegan a los fieles la verdad revelada a través del evangelio. ¿Cuál ha sido el resultado de su riqueza? Que ha perdido la fe, es una iglesia apóstata.
En el versículo 18, nos dice: “Te amonesto para que compres oro refinado en el fuego”, es decir para que saces de ti toda la corrupción que tienes dentro. Nos dice también, “unge tus ojos con colirio, para que veas.”, es una expresión que nos advierte que debemos estar atento para no ser engañado por los falsos pastores. En el versículo 20 dice: “He aquí Yo estoy a la puerta y llamo”. Sorprende este versículo que viene a confirmar que a Cristo lo han expulsado de la iglesia.
Y, finalmente, en el versículo 21 dice: “Al que venciere le daré que se siente conmigo en mi trono” En este caso, ¿vencer a qué se refiere? Se trata de enfrentarse a la forma de pensar de los demás, de vencer la presión social de quienes intentan aislarte porque no piensas como los demás.
Prof. Damián Galerón
Apuntes sobre textos bíblicos.
VER+:
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