LAS VERDADES DEL ABUELO LUCIO
Voy a decir para ustedes con cariño y humildad
una corta poesía basada en la realidad.
Recuerdo siendo pequeño igual que todos ustedes
teníamos gran respeto sin tener tantos placeres.
Entonces era sagrado contestar a los mayores
que con mucha educación cumplíamos los menores.
Fuimos muy poco al colegio, hay que decir la verdad
pero si nos enseñaron a tener que respetar.
Ahora estudian muchos años, tienen que tener cultura
pero tocante al respeto, no hay ninguna asignatura.
Y debieran de tenerla, sépanlo los profesores,
que bien merece un suspenso quien contesta a los mayores.
Los hijos deben ser hijos aún sobrados de potencia,
los padres deben er padres por muchos años que tengan.
No hay cosa para los padres que cause mayor placer
que les respeten sus hijos por muy crecidos que estén.
Se encuentran entusiasmados, llenos de felicidad
pero si ven lo contrario, lloran en su soledad.
Se muestran acobardados constantemente sufriendo
pidiendo con ansiedad que les llame el Padre Eterno.
Y es triste y doloroso y más que nada inhumano
el no encontrar un cariño al llegar a ser anciano.
Los nietos a los abuelos los quieren cuando son niños
pero según van creciendo se va mermando el cariño.
Si el abuelo les reprende, le contestan enfadados:
tú ya no entiendes ni papa porque estás muy anticuado.
Cabizbajo y dolorido se queda solo el abuelo,
llorando gotas de sangre sin tener ningún consuelo.
Por la mañana temprano, dicen muy fuerte y sin duelo:
no hay quien duerma en esta casa por las toses del abuelo.
A muchos seres les pasa todo lo que estoy diciendo
que Dios lo tenga en cuenta lo mucho que están sufriendo.
Y me despido de ustedes con lágrimas a la vista
y os doy un fuerte abrazo a todos los pensionistas.
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Juan Carlos (Yanka)