JOSÉ GARCÍA VERDÍA, EL QUE FUERA
EL QUERIDO PÁRROCO DE GUÍSAMO
DURANTE SESENTA AÑOS
El cura de las 30 lenguas
- Hablaba latín, griego, sánscrito, hebreo y reconocía jeroglíficos egipcios
- Ayudó al Arzobispado a descifrar algunos manuscritos antiguos
- Aprendió ruso para poder leer a los clásicos: Tolstói y Dostoievski
- Su dominio hizo pensar a un arzobispo que se estaba haciendo comunista
- Luchó para traer el agua y el teléfono a Guísamo, una parroquia coruñesa
Era un lector empedernido, humilde, tímido y, sobre todo, políglota. Pero ni era traductor, ni era un intelectual, ni un profesor universitario. Era, don José, el cura de Guísamo, una parroquia de poco más de 1.400 habitantes del ayuntamiento de Bergondo, en A Coruña.
José García Verdía tenía un don, a decir verdad, varios dones, o eso es lo que mantienen los vecinos que acudían a sus homilías. Aprendía idiomas y dialectos con una facilidad pasmosa y lo hacía por necesidad y por curiosidad. Pero su conocimiento no quedaba ahí, aprovechaba su habilidad para intentar beneficiar a los demás. Daba clases particulares de idiomas y el propio Arzobispado de Santiago lo llamó en varias ocasiones para intentar descifrar la lengua o el contenido de algunos manuscritos.
"Era un hombre muy comprometido con la parroquia y nos ayudaba en todo", recuerda María, una vecina de la Parroquia. Algunos no recuerdan a una 'autoridad' que no fuera él. Y es que don José, además de cura, ejercía casi que de alcalde. Llegó a Guísamo en 1953 y, desde entonces, no se movió de ahí. Fue uno de los que más luchó para llevar la traída del agua a la parroquia y, después, para que se instalaran las líneas de teléfono.
"Era un cura atípico. Seguía sus propios dictados. Era muy estricto en algunas cosas y le encantaba aprender, enseñar y disfrutar", recuerda Alejanda Pérez, alcaldesa de Bergondo, que fue bautizada, recibió la comunición y la confirmación de manos de don José.
El cura de Guísamo tenía sus "rarezas" que no todos los vecinos entendían. No le gustaban las flores en la iglesia y no dejaba sacar fotos en las bodas. Decía que estropeaban las imágenes y las esculturas de la iglesia. También era muy austero y no encendía las luces y la estufa para ahorrar. Incluso controlaba personalmente el coste de las obras de reparación de la iglesia y él mismo realizaba pequeños arreglos.
Hay también quien lo recuerda echando una mano en las tareas de los agricultores. Precisamente, el cura de Guísamo también "era de aldea". Conocía los problemas del campo y, por eso, se sentía cercano a sus feligreses. Había nacido en la parroquia de San Xulián de Coiro, en A Laracha, el 20 de marzo de 1927. Después de realizar los estudios en el Seminario Conciliar Compostelano, fue ordenado sacerdote el 31 de mayo de 1952 en el Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Barcelona. Ese mismo año es destinado como Ecónomo a la parroquia de Mehá. Al año siguiente, es nombrado párroco de Guísamo, cesando en este cargo el pasado mes de marzo de 2011, por razones de salud.
Lengua rusa para leer a Dostoievski
Desde entonces, y hasta su fallecimiento, el pasado 20 de octubre de 2011, don José, no paró de leer y de aprender. De hecho, estaba embarcado en el aprendizaje de lenguas africanas. Y es que este sacerdote hablaba cerca de 30 lenguas y dialectos, la mayor parte de ellos, aprendidos de manera autodidacta con la ayuda de libros y manuales. Y eso, en una época en la que Internet puede nutrir de absolutamente todo. Sin embargo, lo del párroco de Guísamo no era la tecnología, era la celulosa de los libros.
Además de los cuatro idiomas oficiales del Estado, hablaba asturiano, y dominaba las lenguas clásicas como el latín, el griego, el sánscrito, el hebreo e, incluso, podía interpretar algún jeroglífico egipcio. También se defendía con el inglés, el francés, el alemán, el italiano, el portugués, el danés, el sueco, el finlandés, el holandés, el checo, el rumano, el noruego, el polaco, el árabe, el japonés, el chino y el gaélico.
Y también hablaba ruso y ucraniano. Precisamente, el primero de ellos lo aprendió para poder leer a los clásicos rusos, Tolstói y a Dostoievski, en el idioma original. Este empeño lo puso en apuros un día, cuando acudió a su casa el arzobispo de Santiago, que al ver aquellos libros pensó que se estaba volviendo comunista. "Lo llegaron a tildar de comunista porque no seguía la ortodoxia de la Santa Iglesia Católica", apunta Alejandra Pérez. Sin embargo, anécdotas aparte, desde el Arzobispado de Santiago destacan la valía y la gran sabiduría de García Verdía.
'Muy particular'
"Era un hombre muy particular", recuerda, también, el teólogo Victorino Pérez Prieto quien, sin embargo, apunta que no estaba en "ningún grupo de la Iglesia".
Al cura-alcalde de Guísamo también le gustaba averiguar el origen de los topónimos. Un hobbie al que le dedicaba, también, parte de su tiempo libro. "Les preguntaba siempre a los niños de dónde venía el nombre de Guísamo o el de Bergondo", recuerda María. También amaba la lectura, su gran pasión. Quizá, más que ninguna otra cosa. Por eso, una de las últimas cosas por las que se preocupó fue de su inmensa biblioteca.
Parte de ella se la cedió hace un año al Ayuntamiento de Bergondo. Son casi 150 volúmenes, todos ellos de Medicina, que llenaron una furgoneta y que, ahora, la alcaldía está ordenando para exponerla al público. El resto, miles de libros, se los ha dejado a su familia.
Los vecinos de la parroquia de Guísamo rindieron ayer un sentido homenaje al que fue su párroco casi sesenta años, entre 1953 y 2011 cuando falleció.
Decenas de personas se dieron cita en el salón principal de la Sociedad Recreativa e Instructiva de esta localidad del municipio de Bergondo para participar en el acto de presentación del libro “José García Verdía. O cura de Guísamo”, que edita la asociación homónima, en colaboración con la entidad parroquial Traída de Augas.
El acto contó con la presencia de los autores de este trabajo de investigación, documentación y redacción que son Xosé Luis Mosquera Camba y Xosé María Veiga Ferreira.
Reconocimiento
La presentación de esta obra se enmarca dentro de una serie de actos que la asociación tiene previsto llevar a cabo a lo largo de 2020 para homenajear al párroco en el año en el que se celebrará el cincuenta aniversario de la firma del acta de constitución de la primera Traída de Augas de Guísamo el 7 de marzo de 1970 por un grupo de vecinos liderados por García Verdía.
La entidad que porta el nombre del religioso quiere reconocer su labor mientras fue cura de Guísamo ya que no solo desarrolló una labor pastoral, si no que sumó a ello actividades sociales, culturales, pedagógicas y otras directamente ligadas a la mejora de la calidad de vida de los vecinos de la parroquia.
Según indicaron los autores del estudio García Verdía promovió la reparación y el ensanche de caminos; gracias a sus gestiones se dotó de teléfono a varios domicilios y diseñó y realizó la construcción de la que fue llamada en su tiempo la “Traída de Aguas”.“Un avance del que muchas poblaciones de los alrededores, de mayor calado y habitantes, tardarían muchos anos en poder lograr”, apuntaron.No obstante, el acto de ayer es el primero de una amplia lista de homenajes que se le pretenden rendir al párroco.
Rectoral
Así, representantes de la asociación se reunieron con la alcaldesa, Alejandra Pérez Máquez, para dedicarle una plaza situada en las inmediaciones de la antigua rectoral y colocar en ella una placa o un monolito para reconocer su labor.
Además, el programa incluye la celebración de una exposición con material sobre el párroco y una fiesta gastronómica.
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