viernes, 17 de enero de 2020

HÉROES DEL PROGRESO 2: EDWARD JENNER - KARL LANDSTEINER Y RICHARD LEWISOHN 🔬

Héroes del progreso, 
Parte 3: Edward Jenner
Alexander C. R. Hammond relata la historia del desarrollo de la primera vacuna del mundo, la que Edward Jenner descubrió en contra de la viruela.
Hoy presentamos la tercera parte de una serie nueva de artículos titulados, "Héroes del progreso". Esta columna destaca brevemente los héroes desconocidos, que han hecho una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad. Puede encontrar la primera y segunda parte de esta serie aquí.

Nuestro tercer héroe del progreso es Edward Jenner, un médico inglés del siglo 18 que fue pionero descubriendo la vacuna contra la viruela —la primera vacuna del mundo.

Antes de ser erradicada en 1979, la viruela era una de las plagas más antiguas y devastadoras de la humanidad. Se estima que el virus, que puede rastrearse hasta el Egipto faraónico, ha matado entre 300 y 500 millones de personas hasta el siglo XX.

Conocida como el “monstruo manchado” en la Inglaterra del siglo 18, la viruela era altamente contagiosa y dejaba al cuerpo de la víctima cubierto con abscesos que causaban cicatrices gigantes. Si la infección viral era lo suficientemente fuerte, el sistema inmunológico del paciente colapsaba, y la persona moría.

La tasa de mortalidad de la viruela era de entre 20 y 60 por ciento, y de aquellos con suficiente suerte de sobrevivir, un tercio quedaban ciegos. Entre los niños, la tasa de mortalidad era de 80 por ciento.

Hasta que llegó Edward Jenner.

Nacido en Gloucestershire en 1749, Jenner fue exitosamente vacunado en contra de la viruela a los 8 años. Entre los 14 y 21 años fue un aprendiz de un cirujano del condado de Devon. En 1770, se inscribió como estudiante en el Hospital St. George en Londres.

En el hospital Jenner se interesó en algunas cosas: estudió geología, realizó experimentos con la sangre humana, construyó y lanzó dos veces sus propios globos de hidrógeno, y dirigió un estudio particularmente extenso acerca del pájaro cucú.

En mayo de 1796, Jenner enfocó su atención en la viruela. Durante muchos años Jenner había escuchado historias de que las damas lecheras eran inmunes a la viruela porque ya habían contraído viruela de ganado —una enfermedad ligera de las vacas que se parece a la viruela— cuando eran niñas.

Jenner encontró a una joven lechera con el nombre de Sarah Nelms que recientemente había sido infectada con viruela de ganado de Blossom, una vaca cuya piel todavía está colgada en el hospital médico de St. George. Jenner extrajo pus de una de las pústulas de Nelm e insertó esto en un niño de 8 años llamado James Phipps —el hijo del jardinero de Jenner.

Phipps desarrolló una pequeña fiebre, pero ninguna infección. Dos meses después, Jenner inoculó al niño con viruela fresca y no desarrolló enfermedad alguna. Jenner concluyó que el experimento había sido exitoso y nombró el nuevo procedimiento "vacuna" en alusión a la palabra en latín ‘vacca’ que significa vaca.

El médico estadounidense Donald Hopkins ha notado que “La contribución única de Jenner no era que vacunó a pocas personas con viruela de ganado, sino que luego comprobó que eran inmunes a la viruela”.

El éxito del descubrimiento de Jenner rápidamente se esparció alrededor de Europa. Napoleón, que estaba en guerra contra Gran Bretaña en ese entonces, hizo que se vacunaran todas sus tropas, le otorgó una medalla a Jenner, e incluso liberó a dos prisioneros ingleses a pedido de Jenner. Se dice que Napoleón dijo que no podía “negarle nada a uno de los benefactores más importantes de la humanidad”.

Jenner no realizó intento alguno de enriquecerse a través de su descubrimiento e incluso construyó una pequeña choza de un cuarto en su jardín, donde vacunaba a los pobres sin costo alguno —lo llamaba el “Templo de Vaccinia”. Más adelante en su vida fue designado Médico Extraordinario del Rey Jorge IV y fue nombrado alcalde de Berkeley, Gloucestershire. Murió el 26 de enero de 1823, a sus 73 años.

En 1979, la Organización Mundial de Salud oficialmente declaró como enfermedad erradicada a la viruela.

La vacuna de la viruela sentó las bases para otros descubrimientos en inmunología y para la mejora de enfermedades tales como sarampión (rubéola), influenza, tuberculosis, difteria, tétano, tos ferina, hepatitis A y B, polio, fiebre amarilla y rotavirus.

El trabajo de Jenner salvó incontables millones de vidas de una enfermedad que ha plagado la humanidad durante milenios y es por esta razón que Edward Jenner es nuestro tercer Héroe del Progreso.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 13 de octubre de 2018.

Héroes del progreso, 
Parte 4: Landsteiner and Lewisohn
Alexander C. R. Hammond relata el aporte del científico austriaco Karl Landsteiner y el cirujano alemán Richard Lewisohn, quienes descubrieron la existencia de distintos tipos de sangre y la forma de almacenarla fuera del cuerpo sin que se coagule, respectivamente.
Hoy es la cuarta edición de una nueva serie de artículos de HumanProgress.org titulada "Héroes del Progreso". Esta columna provee una introducción breve a los héroes desconocidos que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad. 

Nuestra cuarta edición de Héroes del Progreso celebra al científico austriaco Karl Landsteiner y al cirujano alemán Richard Lewisohn. Landsteiner descubrió la existencia de distintos tipos de sangre y Lewisohn desarrolló procedimientos que permitieron que la sangre sea almacenada afuera del cuerpo sin coagularse. Estos dos avances importantes hicieron que las donaciones de sangre sean mucho más prácticas y se les atribuye el haber salvado mil millones de vidas.

Karl Landsteiner nació en Viena, Austria en 1868. A la edad de 23 años, Landsteiner terminó la escuela médica y, como no podía encontrar trabajos de investigación, se dedicó a realizar autopsias en “casas de muertos” (esto es, en las morgues). En 1898, se convirtió en asistente del Departamento de Anatomía Patológica de la Universidad de Viena. Allí realizaría un descubrimiento que cambiaría al mundo.

Antes de que Landsteiner descubriera los cuatro tipos diferentes de sangre (A, B, AB, y O) en 1901, el éxito de una transfusión de sangre era cuestión de pura suerte. Muchos pacientes recibían sangre de un tipo incompatible y morían cuando su cuerpo rechazaba la sangre del donante.

El descubrimiento de los grupos diferentes de sangre significó que las transfusiones de sangre se volvieron un procedimiento más seguro. Sin embargo, un obstáculo importante permaneció. Las transfusiones de sangre todavía utilizaban el llamado “método directo” (esto es, el donante y el recipiente tenían que estar uno al lado del otro para que se de la transfusión). Aquí es donde entra en la historia Richard Lewisohn.

Nacido en Alemania en 1875, Lewisohn estudió medicina en la Universidad de Friburgo. Luego de graduarse en 1906, se mudó a Nueva York para trabajar en el Hospital de Mount Sinai. El gran reto de Lewisohn era encontrar una forma de almacenar sangre fuera del cuerpo sin que la sangre se coagule. Cualquier coágulo dejaría a la sangre inservible para una transfusión.

Lewisohn se basó en el trabajo del físico belga Albert Husin quien, en 1914, demostró que el citrato de sodio podía ser agregado a la sangre como un anti-coagulante. En 1915, luego de una continua experimentación, Lewisohn descubrió que la concentración óptima de citrato de sodio equivalía a 0,2 por ciento del total de la masa de sangre, pero no excediendo más de 5 gramos por transfusión. La optimización de Lewisohn permitió que la sangre pueda ser almacenada con seguridad hasta dos días antes de la transfusión. El siguiente año, otros optimizaron el método de Lewisohn y empujaron ese tiempo hasta llegar a 14 días.

Posteriormente, Landsteiner se mudó a Nueva York para trabajar en el Instituto Rockefeller y en 1930 recibió el Premio Nobel en Fisiología o Medicina. En 1939, Landsteiner fue nombrado Profesor Emérito del Instituto Rockefeller y murió el 24 de junio de 1943 con su tubo de ensayo en la mano. Lewisohn mientras tanto se retiró de la práctica de cirugía en 1937 para enfocarse en las investigaciones de cáncer. En 1955 recibió el Premio Memorial Karl Landsteiner de la Asociación Americana de Bancos de Sangre. Murió en 1961.

El trabajo de Landsteiner y Lewisohn ayudó a hacer que las transfusiones sean mucho más seguras y prácticas. Antes de sus descubrimientos la gente regularmente se moría desangrada de úlceras, accidentes y durante un parto. El trabajo de estos dos hombres condujo al establecimiento a nivel mundial del sistema de bancos de sangre, al cual se le atribuye salvar cerca de mil millones de vida hasta ahora y es por esta razón que se merecen ser considerados parte de nuestros Héroes del Progreso.




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