lunes, 21 de octubre de 2019

Refutación al Ateísmo por Peter Hitchens Y ¿POR QUÉ LOS ATEOS NO CREEN EN DIOS? 🗽


A los 15 años había quemado la Biblia


Peter Hitchens, hermano del célebre ateo Christopher Hitchens, se convirtió ante un cuadro del Juicio Final. 
La inevitabilidad de su muerte, así como la constatación de la riqueza del cristianismo, le condujeron a un paso decisivo. 

Esta historia podría ser quizá una de tantas si no fuera porque quien la cuenta es hermano de uno de los ateos más conocidos y reputados de las últimas décadas, Christopher Hitchens, fallecido hace apenas un año y autor de libros como Dios no es bueno: alegato contra la religión, ¿Es el cristianismo bueno para el mundo? o Dios no existe. El hermano de Christopher, Peter, siguió sus pasos rápidamente como respuesta a su ambiente familiar. «Me comprometí con una rebelión completa y perfecta contra todo lo que había sido educado para creer», explica.

Un perfil completo

Esa rebelión completa de Peter incluía todas las maneras posibles para hacer desesperar a sus progenitores: «Comportarme como un delincuente juvenil, utilizar un lenguaje grosero, burlarme de los débiles (había un chico en silla de ruedas en mi año que se convirtió en un vergonzoso objetivo para este impulso), insultar a mis mayores, y, finalmente, quebrantar la Ley. Los detalles completos serían aburridos para la mayoría de la gente y desagradables para mi familia. Digamos que incluyen algunas peleas políticas con la policía, escarceos con las drogas ilegales, un arresto por tener un arma ofensiva y casi matar a alguien o a mí mismo debido a mi irresponsabilidad criminal mientras conducía una motocicleta», resume en su libro "The rage against God: how atheism led me to faith [Rabia contra Dios: cómo el ateísmo me condujo a la Fe]". En un aspecto más personal, Hitchens lamenta además que «también hubo innumerables actos de traición menor o mayor, ingratitud, deslealtad, deshonra, incumplimiento de promesas y obligaciones, cobardía, rencor o egoísmo puro».


Un fallido «Tratado de Paz» con su hermano Christopher
Vivió su juventud en los años 70, convencido de que había conseguido sobrevivir a los «mitos paternalistas» de Dios, de los ángeles y del Cielo. «Teníamos la medicina moderna, la penicilina, los motores a reacción, el Estado de Bienestar, las Naciones Unidas y la Ciencia, que explicaba todo lo que necesitaba ser explicado», continua. Su juventud también estuvo marcada por un alejamiento que parecía definitivo de su hermano Christopher, con quien venía arrastrando una mala relación desde la infancia. Tanto es así que su padre les obligó a firmar un «Tratado de Paz» y lo colgó en la pared con un marco rojo. «Para mi vergüenza, fui yo quien lo arrancó de su marco y borré mi firma con ira, antes de reanudar las hostilidades. Nuestra rivalidad duró 50 años, y la religión fue una de sus causas posteriores», reconoce.

Reflexión sobre la muerte

Su lento regreso a la fe comenzó en la década de los 80, cuando ya tenía 30 años. En ese momento, Peter era bueno en la profesión que había elegido, el periodismo, y podía permitirse el lujo de unas agradables vacaciones con su novia. Pero, de repente, dejó de evitar las iglesias: «Observé que en las grandes catedrales inglesas, pero también en muchas parroquias pequeñas, había mensajes inquietantes. Uno de ellos era la inevitabilidad de mi propia muerte. El otro era el hecho indudable de que mis antepasados no eran rudos ni ignorantes, sino que eran hombres y mujeres de gran habilidad e ingenio, con una genialidad que no estaba bloqueada o en contradicción con la fe, sino que era aumentada y mejorada por ella», explica.


Un cuadro fundamental

Fue una pintura la que jugó el papel fundamental para el retorno a la fe de Peter: "El Juicio Final" de Rogier van der Weyden, que vio en Borgoña mientras estaba de vacaciones. «Me había burlado de que estuviera mencionada como importante en la guía turística, pero de repente me encontré con la boca abierta, observando cómo las figuras desnudas huyen hacia las puertas del Infierno». Lo más importante para Peter es que esas personas no le parecían lejanas en el tiempo, no eran de la antigüedad, sino que las sentía como de su propia generación: «Precisamente porque estaban desnudos, no habían quedado atrapados en ninguna época ni en ninguna moda. Ellos eran yo y la gente que yo conocía», admite. «Tuve una repentina sensación fuerte de que la religión es una cosa también de nuestros días, no encarcelada bajo gruesas capas del tiempo. Van der Weyden seguía ganando su cuota casi quinientos años después de su muerte», ironiza el escritor.

Perdiendo la fe en la política

Al poco tiempo redescubrió la Navidad, una época que había despreciado durante años, y se unió a un carol service (actos organizados por las parroquias en Gran Bretaña para cantar villancicos y leer el Evangelio en las semanas previas a Navidad) de una iglesia en una tarde de invierno, «tímido y ansioso por no ser visto», reconoce.

«Sabía perfectamente que lo estaba pasando bien, aunque no estaba dispuesto a admitirlo. También sabía que estaba perdiendo la fe en la política y mi confianza en la ambición, y tenía una urgente necesidad de otra cosa sobre la que construir el resto de mi vida», continúa. Y el siguiente paso fue, para sorpresa de todos, casarse por la Iglesia. «Recuerdo sin duda las palabras de la homilía que escuché durante nuestro matrimonio en la iglesia de St. Bride, que despertaron en mí pensamientos que yo había olvidado durante largo tiempo. Estaba entrando en mi heredad como un inglés cristiano, como hombre y como ser humano. Fue la primera cosa correcta que había hecho nunca como adulto», asegura.

Utopías terrenales de poder

Durante muchos años, a Peter le dio cierta vergüenza confesar su fe, salvo cuando se sentía en un ambiente favorable: «Se trata de un efecto secundario del ataque cada vez mayor sobre el cristianismo en la sociedad británica que ahora ya he superado», explica. «Ser cristiano es una cosa. Luchar por una causa es otra, y ahora es mucho más fácil reconocer que en los últimos tiempos la religión cristiana está amenazada. ¿Por qué hay tanta furia contra la religión ahora? Porque la religión es la única fuerza fiable que se interpone en el camino del poder de los fuertes sobre los débiles. La única fuerza fiable que restringe la mano del hombre poderoso. En una época de poder, la religión cristiana se ha convertido en el principal obstáculo para el deseo de utopías terrenales de poder absoluto», afirma con rotundidad.

Un debate que le hizo recuperar a su hermano

Y mientras Peter se acercaba de nuevo a la fe y se afianzaban sus creencias, el camino de su hermano Christopher era exactamente el contrario. Se hizo famoso por sus virulentos ataques contra la religión cristiana en particular, y por su férrea defensa literaria de la no-existencia de Dios en general. Ambos hermanos llegaron incluso a celebrar debates públicos sobre la existencia de Dios en la televisión y la radio. En 2008 tuvieron su último debate. Fue encarnizado y Peter decidió no participar en ninguno más. En el libro "The Rage Against God: How Atheism Led Me to Faith" explica que, contra lo que se podía esperar, precisamente fue ese debate el comienzo del cambio de su relación. Algo cambió entre ellos. «Nuestros padres habían muerto y llegamos a la conclusión de que no queríamos que esto se convierta en un circo ambulante habitual».

Amor fraternal: Peter, izquierda, y Christopher, derecha, 
juegan en la arena durante unas vacaciones en Devon en los años cincuenta.

Una semana antes ya habían estado hablando sobre ello: Christopher no rechazó las creencias de Peter y le preparó una estupenda cena en la que recordaron su infancia y trabajaron por dejar atrás sus diferencias de los últimos cincuenta años: «Me sorprendió ver que la pelea más larga de mi vida parecía haber terminado de forma inesperada, tantos años y tantos miles de kilómetros después de haber comenzado en nuestro tranquilo hogar de Inglaterra», reconoce Peter. «De hecho, podrían ser ciertas, como siempre he esperado que serían, las palabras de T. S. Eliot, que dicen que "el final de toda nuestra exploración será llegar donde empezamos y conocer el lugar por primera vez"». Tanto es así, que una semana antes de la muerte de Christopher debida al cáncer hace un año, Peter estuvo con él en el hospital, tal y como relató en el Daily Mail.

Refutación al Ateísmo - 
Peter Hitchens (Hermano de Christopher) 
subtitulado al español

¿Por qué el ateo desea que no haya un Dios?
¿Por qué querrías vivir en un caos sin sentido?

"En el que ninguna de tus acciones tengan significado alguno, en el que no hay esperanza de justicia, en el que la vida de todos aquellos a quienes amaste terminaran en la muerte y carecieran de significado alguno.
Y la razón es que los ateos no quieren justicia. Quieren que los muertos estén muertos. Quieren que el universo no tenga ningún propósito. No quieren que sus acciones individuales tengan otro significado más que su efecto inmediato. Y es por eso que después de muchos años de no creer en Dios pasé a creer que de verdad si hay un Dios, y decidir actuar como creyente porque Dios es la principal oposición en nuestra sociedad contra aquel poder despiadado sin ley, contra el acosador, el autócrata, el déspota, para el criminal, para el ruin que trata a sus vecinos como basura...
Al ateo no le gustaría que todo el mundo fuera ateo porque caería su mundo de comodidades, de seguridades particulares y sociales".


¿POR QUÉ LOS ATEOS (IDÓLATRAS) 
NO CREEN EN DIOS? 

“El hombre no puede vivir sin arrodillarse.
Si rechaza a Dios, se arrodilla ante un ídolo.
No hay ateos sino idólatras.”
Fiodor Dostoievski.

"Cuando las personas ya no creen en Dios,
no es que no crean en nada, 
es que se lo creen todo".

"No es que no crean en nada; 
es que tienen miedo a todo".

"Los ateos hablan más de dios que los crédulos".

"Yo tampoco creo 
en muchas imágenes falsas de dios".

"Hay muchos ateos no practicantes".
En lenguaje filosófico creer en Dios es creer en el ser. Frente al vacío y el absurdo que puede embargar la existencia humana, creer en Dios significa creer en el ser, y en que somos y seremos en Dios. Ni venimos de la “nada”, ni vamos hacia la “nada”. Somos en El que Es. Yo soy el que soy, (Ex 3,14).
Una vez yo estaba almorzando con un ateo famoso y decidí preguntarle sin rodeos:

-¿Por qué no crees en Dios?
-Porque no creo en la superstición -respondió.
-Oye, ¡qué bien! Yo tampoco. ¡Tenemos algo en común! -le dije yo.

Traté de explicarle que el diccionario define superstición como una creencia que se sostiene a pesar de la evidencia que existe en su contra. Pero el cristianismo no es así. Es una fe que concuerda con la evidencia histórica.
-¡Superstición! -exclamó él haciendo un gesto con la mano-. Insisto en que es una superstición tonta. 
Él estaba frente a un obstáculo espiritual. En el transcurso de los años, al conversar con la gente acerca de sus peregrinajes espirituales, a menudo descubro que han alcanzado un punto muerto que está bloqueando su camino. En el caso de este hombre era su terca negativa, por la razón que fuera, a siquiera considerar la evidencia del cristianismo. 
Para otros, la naturaleza de sus obstáculos varía, sin embargo, el resultado final es el mismo: Están atascados en su progreso hacia un avance espiritual. 
Vamos a tratar cinco categorías de obstáculos espirituales que encuentro comúnmente para ayudarte a detectarlos y tratarlos cuando hablas con personas irreligiosas. 
  • Obstáculo #1: «Yo no puedo creer».
  • Obstáculo #2: «Yo no quiero creer».
  • Obstáculo #3: «Yo no sé qué creer».
  • Obstáculo #4: «Yo sí creo, ¿eso no es suficiente?»
  • Obstáculo #5: «No quiero creer lo que ellos creen». 
  • Obstáculo #1: «Yo No Puedo Creer»
Esa es la opinión de las personas que tienen un asunto intelectual o emocional específico que ha paralizado su progreso hacia Dios. Lo expresa: 

•El médico que dice: «No puedo creer en la Biblia porque está reñida con la ciencia moderna».
•La madre de un niño enfermo que dice: «No puedo creer en un Dios que permita que mi hijo sufra cuando tanta gente mala parece tener éxito».
•El abogado que dice: «Estoy acostumbrado a tratar con hechos y evidencias, no puedo creer en algo que se nos pida que aceptemos solo por fe».
•El ejecutivo empresarial que dice: «Yo oré para que mi negocio superara la crisis, pero va cuesta abajo. No puedo creer en un Dios que no presta atención a mi llamado pidiéndole ayuda». 

Ya que yo soy más «pensador» que «sentidor», disfruto especialmente ayudar a las personas a vencer las barricadas intelectuales.
Al tratar los temas espirituales los Juan y María Sin-Iglesia, a menudo yo les pregunto: « ¿Hay alguna pregunta o preocupación específica que te está estorbando en tu peregrinaje espiritual?» Esa pregunta les ayuda a concentrarse con claridad en lo que realmente está obstruyendo su camino hacia Dios. 
Una vez que son capaces de expresar la pregunta, entonces podemos comenzar a encontrar respuestas para seguir adelante, hacia Cristo. Para ayudarles a imaginarse su situación, les describo los tres bandos específicos de personas en el mundo. Existe el: 

•Bando A, son las personas que han encontrado a Dios;
•Bando B, está formado por personas que están buscando a Dios y lo encontrarán;
•Bando C, las personas que no están buscando a Dios. 

Le digo a Juan y a María Sin-iglesia que estar en el bando C no tiene ninguna ventaja. A menos que Dios haga algo sensacional, como lo hizo cuando transformó a Saulo de Tarso en Pablo el Evangelista, el Bando C es un callejón sin salida. Es un lugar que está poblado de personas con mente cerrada que se niegan a buscar la verdad. Así que los animo a levantar el campamento y pasar al Bando B para que busquen sinceramente la verdad acerca de Dios. Y, por supuesto, sabemos por las Escrituras que cualquiera que esté sinceramente en el Bando B, con el tiempo terminará en el Bando A. [1]

Muchas veces los desafío a hacer el tipo de oración «del que busca», como la que yo hice cuando todavía era un escéptico. Yo sugiero algo así: «Dios, ni siquiera estoy seguro de que existes, pero si es así, realmente quiero conocerte. Por favor, revélate a mí. Honestamente quiero conocer la verdad sobre ti. Pon personas en mi vida, pon libros y videos en mi camino, utiliza cualquier medio que quieras para ayudarme a descubrir quién eres».
Entonces los animo a que investiguen. Por ejemplo, si creen que la Biblia está llena de errores, ¿cuáles son los errores específicamente? Enuméralos para que puedas revisarlos.

Dado el poder de las Escrituras, yo siempre animo a Juan y María Sin-iglesia a comenzar a leer la Biblia por sí mismos. Por lo general, es la primera vez que la examinan en serio. Si la persona es un individuo del tipo práctico, yo le sugiero el Evangelio de Lucas. Como es médico, Lucas escribe con una nitidez directa que atrae a abogados, médicos, científicos e ingenieros. Si la persona es más artística o filosófica, sugiero el Evangelio de Juan. Si la persona tiene un origen judío, le sugiero el Evangelio de Mateo ya que él hizo énfasis en el cumplimiento en Cristo de las profecías del Antiguo Testamento.

Además, trato de animarlos diciéndoles que Dios no está jugando con ellos a las escondidas. Les señalo que el hecho de que sean capaces de buscarlo es porque Dios los ha capacitado para hacerlo. Incluso mientras ellos buscan a Cristo, él se está extendiendo hacia ellos.
Jesús dijo que su misión es «buscar y a salvar a los que se habían perdido”. “Y nosotros sabemos que «no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepienta’’.[2] 
Así que algunas personas dicen: «No puedo creer», basadas en asuntos intelectuales y nosotros debemos animarlas para que busquen la verdad acerca de Dios con sinceridad y honestidad. 

Pero otros dicen «no puedo creer» porque hay una especie de barrera emocional entre ellos y Dios. A menudo, cuando hablo con alguien que parece tener problemas con respecto a Dios, le pregunto por su vida familiar y acerca de su relación con su padre ya que el concepto que una persona tiene de su papá puede influir grandemente en la idea que tiene de Dios. 
En su ensayo «La psicología del ateísmo» el Dr. Paul C. Vitz habla sobre cómo el abuso, el rechazo, la desilusión, el abandono de un padre o la ausencia de un padre, forman una barrera para creer en Dios. Él detalla los problemas que muchos ateos afamados tuvieron con sus padres. Por ejemplo, Sigmund Freud y Karl Marx dejaron claro que ellos no respetaban a sus respectivos padres. Baron d'Holbach, el racionalista francés, quedó huérfano a los trece años; tanto Bertrand Russell como Nietzsche perdieron a sus padres a los cuatro años; el padre de John Paul Sartre murió antes de que él naciera y Camus era un bebé cuando su papá murió."[3] 

La relación de una persona con su padre puede llegar a evitar su desarrollo espiritual. Por ejemplo: 

1) Ser criado en un hogar en el que el padre expelía ira puede inducir a algunas personas a pensar que su Padre Celestial es vengativo y por lo tanto tienen miedo de querer relacionarse con él.
2) Si el padre los abandonó cuando eran niños, ya sea emocional o físicamente, pueden resistirse a tener una relación con Dios por temor a que también él acabe hiriéndolos o abandonándolos. Puede que tengan una autoestima destrozada al pensar que su padre tiene buenos motivos para abandonarlos ya que ellos no tienen valor intrínseco. Por consiguiente, no pueden comprender a un Dios que les ofrece amarlos como son.
3) Algunas personas que crecieron en hogares donde solo recibían aceptación si lograban algo. Puede que crezcan sintiendo que deben ganarse el amor de todo el mundo, incluyendo el de Dios. Pueden quedar tan atrapados en una rutina de tratar de hacerse dignos de Dios que no progresan en entender que el amor de Dios es incondicional. 

Aunque ninguno de estos individuos sin-iglesia se clasificaría a sí mismo como ateo, en resumidas cuentas se detienen antes de entrar en una relación con Dios. 
Otra barricada emocional puede ser el miedo a la intimidad. Ser un seguidor auténtico de Jesucristo significa tener una relación cercana, honesta, vulnerable y transparente con él y cada vez más con sus seguidores, y eso espanta a algunas personas. De hecho, a menudo son personas que uno no esperaría que les intimidara la idea de relacionarse estrechamente con otros. 

Tal vez Juan y María Sin-iglesia no se den cuenta que un miedo a la intimidad es realmente lo que está ocasionando las objeciones poco entusiastas que le hacen al cristianismo. Pero he aquí un claro indicio: si notas que tienden a tener una actitud hacia los demás que guarda las distancias, si parecen tener un matrimonio superficial, si tienen una relación en el ámbito superficial con sus hijos y si tienen muchos conocidos pero ninguna amistad profunda, entonces son señales de que su verdadero obstáculo puede ser el temor a una intimidad con Dios. 

Otra señal que hay que vigilar es si a la persona le consume la búsqueda de algunos de los sustitutos que nuestra sociedad ofrece a la intimidad, como la pornografía o la promiscuidad. Incluso la bebida puede ser una señal ya que no son pocas las personas que dependen del alcohol para lubricar su interacción con los demás.
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En nuestra primera parte, habíamos visto que “querer” no siempre es “poder”. Muchos amigos y conocidos nuestros probablemente reconozcan que sería bueno creer en Dios, pero no pueden. Tienen predispuesto el “corazón”, pero no la “mente”. A veces, incluso algunas personas tienen más bien barreras emocionales (un padre que los abandonó, un padre maltratador) que les impiden creer en Dios.

Ya vimos algunas formas de hablar a estas personas sobre Dios, pero ¿Cómo abordamos a las personas que directamente NO quieren creer?

Obstáculo #2: «Yo No Quiero Creer»

Realmente son pocas las personas que dicen directamente que no quieren creer en el Dios de la Biblia, por lo general es más una actitud que tratan de oscurecer tras una cortina de humo.
Hace unos años yo estaba en una fiesta de Navidad en casa de mi hermana cuando entablé una conversación sobre religión con un empresario que pensaba que la idea de un Dios era irracional. Así que le dije:

-Pues es interesante, porque así era como yo solía sentirme. ¿Quieres que te cuente acerca de la
evidencia que me convenció que es racional hacerse cristiano?
-De ninguna manera. Esa evidencia es para usted, no para mí -dijo él.
-Bueno, evidencia es evidencia -dije yo.
-Mire, no estoy interesado en escuchar nada de evidencias porque no creo que sea posible tener una evidencia real de que Dios existe.

Con eso terminó el asunto firmemente.

Ahora, mi primer pensamiento fue que él tenía un obstáculo intelectual, que estaba bloqueado porque no entendía la naturaleza de la evidencia. Pero mientras hablábamos sobre varios temas, la cortina de humo se disipaba y comencé a sospechar que su obstáculo no era intelectual sino moral. Al parecer, estaba involucrado en algunos asuntos sexuales y éticos que él sabía que eran contrarios a las enseñanzas de Cristo, así que aparentemente su objeción a la evidencia era solo una táctica de diversión para esconder su verdadera preocupación: que convertirse en cristiano implicaría un cambio radical en su vida que no le interesaba.
Aunque muchas personas no admitirán lo que yace tras su negativa a creer, algunos son muy directos. El autor y ateo Aldous Huxley, escribió:
"Yo tenía razones para no querer que el mundo tuviera un significado, por lo tanto asumí que no lo tenía y pude, sin ninguna dificultad, encontrar razones satisfactorias para esta suposición..." Para mí, como para la mayoría de mis contemporáneos, la filosofía de la falta de sentido era en esencia un instrumento de liberación. La liberación que deseábamos era al mismo tiempo liberación de un sistema político y económico determinado y la liberación de un determinado sistema de moralidad. Nos oponíamos a la moralidad porque interfería con nuestra libertad sexual [4] (énfasis del autor).
En otras palabras, él estaba escogiendo no creer en Dios para seguir viviendo un determinado estilo de vida sexual.

Lo que yo le diría a Huxley y a otros que levantan estas cortinas de humo es que no captan la idea: Dios es el Dios de la verdadera liberación. Al leer la Biblia ellos verían que la meta de Dios no es ser un cascarrabias que pone trabas a nuestro estilo de vida sino que quiere maximizar nuestro potencial y protegernos de una conducta auto-destructiva. Fue Dios quien nos creó, sin dudas él quiere vernos florecer y convertirnos en todo lo que él quiso que fuéramos.

Estas personas ven al cristianismo un lado negativo que quieren evitar, mientras que al mismo tiempo están pasando por alto el lado positivo del cristianismo. Así que por lo general las desafío diciendo: «¿Por qué no haces un análisis de costo/beneficio? Esa es una manera moderna de tomar una decisión, ¿verdad? Toma un papel, divídelo en dos y compara los costos y los beneficios de cómo estás viviendo ahora con los beneficios y los costos de seguir a Cristo». Piensa en el lado de Cristo en el libro mayor: él ofrece perdón, aventura, una conciencia limpia, seguridad, dirección, satisfacción, relaciones, consuelo, tranquilidad de espíritu, liberación de la culpa, la promesa de la eternidad, poder sobre los impulsos destructivos y la única esperanza que proviene de estar relacionado con el Dios del universo.

Entonces los animo a llevar la trayectoria de su actual estilo de vida a su conclusión lógica. «¿Dónde acabas? ¿Qué harás frente a las tragedias que te encontrarás a lo largo del camino? ¿Cómo te sentirás contigo mismo? ¿Y de dónde buscarás esperanza al final? Les hablo de mi propia experiencia. «Desde que le dije a Dios: "Toma mi vida", he estado en una aventura que pone los pelos de punta y que está muy por encima a la manera en que yo solía obtener mis placeres. "Pero sigue", digo yo, "pruébalo tú mismo"».

Obstáculo #3: «Yo No Sé Qué Creer»

Escuchan todo tipo de interpretaciones de la Biblia. Ven riñas entre las distintas denominaciones. Escuchan de batallas doctrinales dentro de las denominaciones. Encuentran personas que toman la Biblia literalmente y otros que dicen que es solo una pauta general. Escuchan a los que utilizan la Biblia para apoyar posiciones completamente contradictorias e incluso absurdas. Tratan de leer la Biblia y se quedan estancados en Levítico.
Así que levantan las manos y dicen: «No sé qué creer. Parece que el significado de la Biblia cambia según quien la interprete. Entonces, ¿qué es lo correcto?»
Una manera de ayudar a estas personas es explicarles que la clave para entender la Biblia acertadamente es la misma que la clave para entender cualquier otra comunicación: determinar lo que quiso decir el escritor. No es interpretar la Biblia para que diga lo que nosotros queremos que diga ni ver en ella nuestros prejuicios sino descubrir lo que el autor, inspirado por el Espíritu, estaba tratando de transmitir. Yo utilizo este ejemplo: Finjo que Alison, mi hija, y su novio van a salir una noche entre semana a tomar una Coca Cola y yo les digo: «Deben estar en casa antes de las once». ¿Cómo interpretarías eso? Está bastante claro, ¿verdad?

Esto nunca sucedería, pero imagínate que son casi las 10:45 y los dos todavía están pasándola muy bien en el quiosco de hot-dogs de Portillo. Realmente no están deseosos de que termine la noche y de repente comienzan a tener dificultades interpretando mis instrucciones. Ellos dicen:

«¿Qué quiso decir él realmente cuando dijo "Ustedes deben estar en casa antes de las once"? ¿Quiso decir nosotros literalmente o estaba hablando en sentido general? ¿Estaba diciendo, en efecto, "Como regla general, la gente debe estar en casa antes de las once"? ¿O simplemente estaba haciendo la observación de que "Generalmente, la gente está en casa antes de las once"? Quiero decir, no fue muy claro, ¿verdad?

Y ¿qué quiso decir con "Debes estar en casa antes de las once"? ¿Sería un padre amoroso tan exigente e inflexible? Probablemente lo dijo como una sugerencia. Yo sé que él me quiere, entonces, ¿no está implícito que él quiere que yo me divierta? Y si me estoy divirtiendo, entonces él no querría que yo terminara la noche tan pronto.
Y, ¿qué quiso decir con: "Deben estar en casa antes de las once"? Él no especificó en casa de quién. Podría ser la casa de cualquiera. Quizá lo dijo en sentido figurado. ¿Recuerdas el viejo refrán: "El hogar es donde esté el corazón"? Mi corazón está aquí en el quiosco de Porrillo, entonces, ¿no quiere eso decir que ya estoy en casa?

Y, ¿qué quiso decir realmente cuando dijo: "Deben estar en casa antes de las once". ¿Dijo eso en un sentido exacto, literal? Además, nunca especificó 11:00 p.m. o 11:00 a.m. Y realmente no fue claro en si estaba hablando de la hora del centro o de la hora del Pacífico. Vaya, en Honolulu todavía falta un cuarto para las siete. Y de hecho, si lo piensas, siempre es antes de las once. Cualquier hora que sea, siempre es antes de las próximas once. Así que con todas esas ambigüedades, no se nos puede hacer responsables».

Como ves, nuestros motivos pueden cambiar radicalmente la manera en que interpretemos las palabras. La gente hace eso con la Biblia para darle la vuelta a enseñanzas con las que no están de acuerdo o que no quieren enfrentar. Pero la manera de leer la Biblia es preguntándose: «¿Qué quiso el comunicador que yo entendiera?»

Reconozco que las Escrituras tienen secciones difíciles y que personas bien intencionadas pueden debatir muchos de los matices más sutiles. Pero cuando se trata del mensaje crucial que toda persona necesita conocer para ser absuelta de su pasado y garantizar su futuro, no hay ambigüedad. De hecho, mi colega, Judson Poling, resumió el mensaje central de todos los sesenta y seis libros de la Biblia en una cita corta de tres segundos: «Dios nos hizo, nosotros lo echamos todo a perder, Cristo pagó por eso, nosotros debemos recibirlo». No es un mensaje vago ni complicado, ¿verdad? La Biblia lo resume en una oración sencilla, enunciativa e inspirada por Dios: «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».[5]

Notas
[1] Ver Deuteronomio 4:29; Proverbios 8:17; Jeremías 29:13; Mateo 7:7,8; Lucas 11:10; Hebreos 11:6. 
[2] 2 Pedro 3:9 
[3] Vitz, Paul C., «The Psychology of Atheism» (La sicología del ateísmo], Truth: Anlntertuüional, lrüer-disciplituiryJournal ofChristian Thought [La verdad: una revista internacional, interdisciplinaria del pensamiento cristiano], Vol. 1, 1958, p. 29.
[4] Huxley, Aldous, Ends and Means [Fines y medios], Chatto & Windus,Londres, 1969; pp. 270, 273.2
[5] Romanos 10:13
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Extraído y adaptado por José Giménez ChilavertEditado por Jairo Izquierdo.Fuente original: Strobel, Lee. (1993).Cómo piensan los incrédulos que tanto quiero. Editorial Vida. 

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