A veces, debemos ser firmes para hacer lo correcto
y renunciar aquello que queremos
DETESTO LA TIBIEZA;
ADMIRO LA FIRMEZA Y DEFIENDO MI HONRA
Un modo tan común como injusto -propio de políticos demagogos y de quienes se arrastran en su entorno- es querer siempre y en los más variados y delicados temas, buscar o fabricar posiciones tibias que puedan resultar simpáticas.
Para ello, entibian y mezclan todo lo que puedan hasta transformar las posiciones diametralmente opuestas en una masa amorfa y confusa.
Evitar la tibieza y poseer firmes convicciones NO va en desmedro del equilibrio y la ponderación, ni de la búsqueda de la verdad en cada situación, ni de querer mirar en profundidad toda la complejidad de cada asunto humano.
El prototipo de la actitud tibia y el paradigma que siguen los tibios es Poncio Pilatos, quien, a mi juicio, con su lavado de manos, desempeñó un papel repugnante, posibilitando que se consumara el crimen más horrendo de la Historia contra el Justo e Inocente por excelencia.
Hace muchos años, en mi adolescencia, surgió en mí la convicción de JAMÁS imitar a Poncio Pilatos y usar siempre el lenguaje anti-tibieza del Evangelio del SÍ SÍ y NO, NO.
Cada día renuevo y fortalezco esa convicción y la cumpliré mientras viva, cualquiera sea el costo que deba pagar.
Y NO es poco lo que ya pagué y sigo pagando. Seguramente habré de pagar más y estoy siempre dispuesto a ello.
Pero tengo a buen resguardo mi HONRA y mi DIGNIDAD.
Muy pocos son los que pueden decir –y siquiera pensar- algo similar.
Pocos saben de qué se trata porque el común de las personas parece ignorar qué es eso tan raro, extraño o escaso de la HONRA y de la DIGNIDAD.
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Juan Carlos (Yanka)