
El relato de una odisea sobre la resistencia, el ingenio y la brutal determinación de un náufrago salvadoreño por sobrevivir más de un año en alta mar.
José Salvador Alvarenga zarpó de Chiapas el sábado 17 de noviembre de 2012 con su compañero Ezequiel Córdoba para pasar el día pescando tiburones. A pesar del aviso de tormenta los dos se adentraron en el mar en una pequeña barca y cuando les alcanzó el temporal también se les averió el motor. Según el relato de José Salvador, este pudo sobrevivir en alta mar gracias a una dieta a base de pescado crudo, tortugas y pájaros pequeños y bebiendo agua de lluvia, sangre de tortuga y su propia orina. Ezequiel, que no quiso comer, no pudo resistir tanto tiempo y murió de sed y de hambre.
Catorce meses después, con cabellos largos y rubios, barba poblada y sin poder apenas hablar ni caminar, José Salvador llegó a la playa del atolón Ebon en las Islas Marshall, siete mil millas más allá de donde salió con su bote, el 30 de enero de 2014.
Fascinado por la historia, el periodista estadounidense Jonathan Franklin entrevistó en numerosas ocasiones al pescador y a todos aquellos que estuvieron presentes cuando apareció en las Islas Marshall y que le acompañaron en los días posteriores mientras estuvo hospitalizado para comprobar su estado de salud.

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